Namjoon tenía el firme presentimiento de que si lograba calmar todos los miedo de Jin, lograrían estar juntos. Era un pensamiento optimista y razonable, porque todo en esta vida tiene solución, él lo creía, por eso tercamente se aferraba al amor que sentía por el Carnero. Sabía que era su pareja correcta, nació con esa habilidad especial solo dada a quienes nacían por la unión de dos cambia-forma que compartían la más sagrada unión ante la Luna, la marca permanente de apareamiento. Formo parte de aquel poderoso lazo los primeros años de su vida, experimentando en carne propia, la sensación de estar al lado de la persona idónea en todos los sentidos, así se sentía con Seokjin, desde su voz melodiosa, su risa contagiosa, sus expresiones llenas de gracia, su sentido del humor peculiar y blanco, su suave contextura, su adictivo olor apenas perceptible, como la brisa fresca cargada con el roció de la mañana, ni dulce o seco, simplemente tan propio.
-Jin, quiero ser muy sincero contigo- Se detuvieron enfrente del complejo de apartamentos de su Manada –Sigo dispuesto a luchar por esta oportunidad, no me rendiré hasta mostrarte que vale la pena- Aseguro, sosteniendo la suaves y elegantes manos del Omega, donde los largos dedos presentaban cierto defecto que provoco que su dueño los ocultara, avergonzado.
-¿Qué vale la pena según tú?- Estaba curioso al igual que ansioso por aceptar aquella invitación, si su rebaño se enteraba estaría en serios problemas.
-Tú lo vales, este pequeño momento, el más efímero de los segundos a tu lado es especial, me haces sentir completo con tu presencia- El Cordero no entendía sus propias reacciones, por ley natural los extraños al rebaño no inspiran confianza, su especie es cerrada y celosa nadie ajeno entraba o se relacionaba, pero con Namjoon no podía evitar corresponder, sentirse seguro y en confianza.
-Me da miedo sentirme de esa forma que describes, suena muy pasional y profunda, aquellos sentimientos no son bien vistos o aceptados ¿Cómo un Cordero puede sentirse así? No tiene lógica, no está en nuestros instintos- Un rebaño tenía costumbres inflexibles, rechazando el progreso y estilos de vida paganos, no debían ensuciarse o cometer infracciones, aquello manchaba el blanco pelaje de una oveja o cordero.
-No me gusta como describes a tu rebaño, suena triste- El Ovino se sorprendió pero escuchándose, sonaba así, bastante desolador.
-¿La tuya era igual y por eso huiste? – Jin pensaba que huir de la familia era imposible, estabas ligado a tu sangre de por vida, separarte es morir.
-Yo no nací en un rebaño, no sé cómo es ¿Puedes explicarme? De verdad quiero entender- El Omega se avergonzó de contarle, porque él estaba sucio, era una decepción para su familia, desde pequeño desafío sin querer las reglas cuando se aventuró al bosque. En el rebaño los Corderos no desobedecen, no deben alejarse de sus madres, se tenía la firme creencia que si conocían el mundo a temprana edad, se volvían susceptibles a contraer los males de la sociedad.
-Es complicado y doloroso, aunque no siempre fue así, yo me lo busque- Por la mirada expectante del Alfa sobre él, sabía que esperaba que le contara la historia. Jin suspiro con pesar –Cuando era un cordero tenía un esponjoso pelaje blanco, tanto como la nieve, ese es el color inmaculado en la inocencia de la infancia y se pretende que siempre quede en ese estado. Pero yo me aventure más allá de mis límites por simple curiosidad, lo cual es un extraño anhelo en mi especie, más en un niño tan temeroso como yo era. No tengo idea de que me impulso, era un desconocido y lúgubre camino, creo que con el firme objetivo de llegar a esos campos llenos de flores de colores que veía a lo lejos, eran muy hermosas como para ignorarlas. Fue bastante estúpido, ojala hubiera fallado en mi intento, hasta haber muerto perdido en los laberinticos senderos del lugar, pero no, lo que sucedió fue mucho peor.
-No digas eso por favor, no me gusta oírte despreciar tu vida- Namjoon estaba serio, bastante tenso ante la idea de perder a su Cordero. Jin se sonrojo ante ese detalle, murmurando una disculpa a la par que le sonreía cohibido –No quería interrumpirte, por favor continua.
-De acuerdo, pues a mitad de camino un simpático lobo se me encontró, recuerdo que asombrado exclamo: "¿Un cordero solo por el bosque? Que insólito suceso pequeño ¿Qué evento trágico te ha empujado a tan lamentable situación?" Nunca antes había visto un Lobo, sabía lo que eran pero no porque debía temerle, así que solo fui educado como se me enseño y respondí: "Nada de eso señor Lobo, yo quise venir por las flores, quiero llevarle flores a todas las omegas del rebaño, estamos pasando un momento muy triste, todas las tardes lloran y no hay nada que las consuele desde que todos los Alfas salieron a luchar por el territorio del verde pastizal" Valiosa información que revelada sin malicia a oídos mal intencionados, que de inmediato mostro sus verdaderas intenciones, me dijo: "No debiste hacerlo pequeño, es mejor que vuelvas a casa, déjame ayudarte" Yo aunque bufe malhumorado, asentí de mala gana porque era obediente. Le señale al depredador por donde había venido, después de todo se veía confiable y amable a mi ojos de infante, no vi el peligro que me acechaba porque ese Lobo no se mostró intimidante. No tenía miedo hasta que en el camino se les juntaron más carnívoros, de distintos tamaños y especies, un grupo mixto de rebeldes.
El Alfa percibió el leve temblor, entendiendo el dolor que debía estar atravesando al recordar. Se atrevió a envolver los anchos hombros con un brazo, prestándole cobijo en su pecho.
-Fue en ese terrible punto que entendí la gravedad de todo, corrí de inmediato hacia mi hogar apenas lo divise, confiando en mi inocencia que con mamá nada malo pasaría, pero era demasiado tarde, el daño estaba hecho. Mi Rebaño vulnerable fue atacado sin piedad, se llevaron a las omegas más jóvenes y bellas, se comieron algunas crías solo por diversión y me expusieron como el héroe quien los guio a ese lugar, me delataron ante todo el rebaño.
-Debió ser duro para alguien tan pequeño, sé que no estuvo bien lo que hiciste pero eras solo un niño, si los adultos van ocultándoles todo, no pueden exigirte cuando todo inocentes vayas a cometer errores ¿Te castigaron o algo parecido?- Las formas de crianza distaban mucho entre las especies, mientras para los Lobos era primordial enseñar a sus cachorros, volviéndolos independientes desde corta edad, tanto así que era normal que ya a los 6 años tuvieran todos los conocimientos para sobrevivir por si solos en la naturaleza.
-Por supuesto, las reglas son claras y duras, por eso mientras los Alfas volvían, aplicaron un castigo temporal, encerrándome en una especie de calabozo, estrecho y frío...aún recuerdo el dolor en mis extremidades, lloré los primeros días hasta que entendí que eso estaba matándome, tuve que aguantar para sobrevivir, creyendo que cuando acabara sería perdonado. Eso no iba a suceder, "tuvieron piedad" al no expulsarme, en cuanto llegaron los mayores se me aplico la verdadera reprimenda, ser una oveja negra- Jin aún recuerda el dolor de ser empujado hasta el centro del suburbio, con los balidos abucheándolo, pidiendo su muerte o expulsión –Puede que no lo entiendas, suena solo como una etiqueta sin importancia pero es una pena perpetua, lo llevas marcado en la piel. Trasquilan todo tu pelaje para luego dibujar una runa en el pecho, marcándote de por vida...mi pelo lacio y negro es solo una característica que le recuerda a todos lo que soy y lo que hice.
-No es justo- Gruño protegiendo entre sus brazos al Omega, sintiendo los espasmos de un sollozo profundo, ese que lacera el alma al salir –Los Lobos no castigamos, buscamos primero las razones que llevaron a nuestro compañero de Manada a cometer una infracción, para enseñarle porque lo que hizo estuvo mal, debe entenderlo porque esa persona misma lo sienta, no por un castigo o por miedo, debe nacerle hacer las cosas bien, porque el miedo no es sincero y las Manada se fundamenta en ese valor.
-Suena tan diferente y curioso, como ese detalle, del como al hablar te incluyes en esa especie, como si fueras un Lobo- Jin se separó de su pecho, observándolo con los ojos levemente hinchados y rojos, lo cual no importaba porque resaltaba más esa sonrisa jugosa.
-Es porque lo soy, cuando entras en la Manada te vuelves uno- Namjoon le señalo el complejo de departamentos al que llamaba hogar –Míralo por ti mismo, quiero que esta sea una oportunidad para que seas feliz, no una medida para escapar desesperadamente. Deseo que dejes de ser la deshonra para convertirte en mi Omega- El Carnero no pudo dudar, porque era ese Alfa quien se lo decía y cuando se veía reflejado en aquellos ojos negros no se sentía una presa, una deshonra, una oveja negra y descarriada; todo lo contrario, se sentía amado, apreciado...en casa.
-Eso quiero- Acepto al estrechar entre sus palmas las del Alfa, provocando aquella sonrisa, grande y expresiva, que arrugaba las comisuras de los labios, hundiendo coquetamente dos hoyuelos que remarcaban una expresión perfecta, que alejo cualquier tormenta. Definitivamente al lado de Namjoon era su descarriado lugar.
CONTINUARÁ