Sea o no un Carnero, Namjoon tenía que ir a trabajar, no tenía nada planeado pero estaba experimentando en carne propia aquello de "ponerse en el pellejo del otro" Ahora era una presa, estaba siendo tratado como tal. La tienda en la que ahora laboraba estaba situado en medio del territorio felino, donde los que la frecuentaban eran mayormente Tigres y Leones, a los que ni siendo Lobo había agradado del todo, pero ahora con su nueva extraña condición, las cosas habían cambiado, para peor por supuesto.
Estaba siendo constantemente acechado, el olor dominante de los carnívoros se acentuaba, mostraban sus dientes y se esforzaban por verse intimidantes, dedicándole miradas fijas y calculadoras, posicionando sus garras en un lugar que tuviera que mirar constantemente. Una silenciosa amenaza que lo estaba atemorizando, ¡Namjoon, tenía miedo! Aun cuando su esencia seguía siendo la de un Can, el constante peligro que se cernía en él lo tenía de los nervios de punta.
¿Así era como se sentía una presa? ¿Jin siempre estaría bajo la dura mirada de un cazador? Vivir bajo el persistente recordatorio de que eres inferior, o que en cualquier momento puedes convertirte en la cena de alguien, la verdad es que era bastante estresante. Estaba incómodo, la maraña en sus entrañas ya lo estaba poniendo enfermo y él como todo un Alfa de Lobo, jamás se había sentido mínimamente así.
No podía aguantarlo más, tuvo que llamar a su jefe para notificarle su baja, tomando los 4 días que estaría bajo el hechizo, como compensación a las vacaciones obligatorias a las que aún no les daba uso, pues justo esa era la oportunidad para tomarse un descanso. Lástima que aunque quisiera salir de una, debía ser responsable y esperar a su compañero de relevo, solo una hora más, trato de darse animos, como si no estuviera en su lugar de trabajo de siempre, sino en un lugar diferente y desconocido, peligroso y aterrador.
Tomo un momento para acicalarse en el baño, echándose abundante agua a la cara, empapando todo su cabello y parte de la nuca, donde masajeo, dándose de nuevo palabras de aliento. Al salir de nuevo a la caja, pudo percibir un aroma diferente en el lugar, había un cliente dentro, pero no lo veía o escuchaba, haciendo claro que se estaba escondiendo de él, posiblemente acechándolo desde las sombras.
Él era un buen luchador, pero la incertidumbre, la constante presión de esa mañana, lo tenía bastante temeroso, muy diferente a su personalidad de siempre, segura y desvergonzada. ¿Así también se sentirían las presas? Eran de cierta forma pero el constante acoso las volvía tímidas, precavidas y temerosas. Tomo una calada profunda del aire frío por el acondicionador y aromatizado por los diferentes productos, acercándose al mismo tiempo al final de los pasillos, donde provenía el aroma del malnacido que estaba tratando de sorprenderlo, le arrancaría los dedos, uno por uno para que aprendiera a no volver a intimidar a alguien en toda su vida.
-¡RAWR!- Salto del escondite una figura un poco más baja que él pero de igual considerable tamaño, que le arranco un grito de sorpresa. No retrocedió, adquirió una pose de defensa, solo para darse cuenta que tenía a otro cordero en frente, en específico a Seokjin, con su cabello perfectamente peinado, liso y negro, sonriéndole de esa forma amable, extremadamente bonito, como en sus recuerdos y fantasías.
Se quedó estupefacto, admirando a su esponjosa nube -¿Qué clase de modales te enseñaron en tu rebaño? Escondiéndote como un rufián y saltando de esa forma desagradable sobre trabajadores honorables- Lo regaño haciendo uso de toda la seriedad que podía fingir.
-Hey, comportándome como el cordero perfecto todo este tiempo, creo que mis padres me perdonaran esa infracción de modales ¿Después de todo me la debías?- Declaro como algo obvio, mostrándole esa mueca de prepotencia amistosa, donde era obvio que bromeaba, sin importar sus palabras aparentemente despectivas, su aura tan hermosa no podía darle un solo toque de malicia.
-Ya había saldado mi cuenta, te comiste por lo menos tu peso en gomitas, ya no te debo nada- Sintió su interior cálido, porque Jin se acordaba de todo, seguía jugando con él, llevándole la broma, como si estuvieran en la misma frecuencia.
-Tienes razón, te debo yo a ti- Sus facciones se endurecieron, mostrando esa misma expresión dolida, indescifrable de aquel día, cuando lo traiciono –Recuerdo de forma distorsionada nuestro tiempo juntos, solo están claros los momentos donde nos divertimos, de verdad el principio no fue parte de ningún plan, me gustaba ir, compartir contigo, pero siempre olías a Lobo, todo el rebaño estaba alborotado por esa causa, debes involucrarte mucho con los de su especie y eso se considera traición entre los nuestros, deberías saberlo, no eras bien recibido y por juntarme contigo yo sería expulsado, no sé cómo lo haces tú para sobrevivir sin un rebaño pero yo no puedo, mi familia es importante, más que cualquier cosa que pudiera empezar a sentir por ti, por eso debía hacer que renunciaras y no volverte a ver- El Alfa asintió, conocer la verdad, toda la historia, era liberador.
> -Nam con lo que te voy a decir no busco tu perdón, no debo ser visto contigo y eso no va a cambiar. Solo tengo esta terrible necesidad, de decírtelo, arreglar las cosas con respecto a nuestras memorias, no lo hice antes porque sentía que le agregaría problemas innecesarios, debíamos alejarnos y que me odiaras lo haría más sencillo. Ahora ya no estoy tan seguro, algo me dio el valor de volverte a buscar y confirmarte que fue real, que me gusto el beso y me gustaría mucho que se repitiera, que pudiera ver algo entre nosotros, pero los lazos familiares son primero, como Carnero debes entenderlo a la perfección, una pareja puede venir e irse pero la sangre siempre estará allí para ti.
-...Lo entiendo, no podría pedirte que renunciaras a tu rebaño por mí pero agradezco que me hayas buscando para decírmelo, creo que eso ayudara a que ambos pasemos esta página, recordando el breve tiempo que compartimos de forma agradable- Jin asintió, no lo miraba, parecía muy en el fondo, desilusionado. Nam no quería aferrarse a una suposición, porque sinceramente sentía que podía dejar ir al Omega, luego de todo ese tiempo, pensando que solo era fobia, saber que era algo más profundo, un tema que nunca iba a cambiar, porque aquel rebaño siempre lo rechazaría y una Oveja no soportaría la soledad. Eran tan distintos que por eso sintió por un breve momento que era correcto de esa forma.
-Así será- Sonrió tenso, no se mostraba tan convencido como estaba el Lobo, lo cual por si solo era muy extraño –Solo queda un adiós y un placer haberte conocido- Murmuro tembloroso, sus ojos le rehuían, porque allí se encontraba la verdad. No sabía si era producto del hechizo o si esto debía darse de ese modo, ¿Luchar o rendirse?
-Siempre hay una segunda opción, donde me dejas mostrarte no un rebaño, pero si una Manada unida y dispuesta a conocerte y aceptarte si tu estas dispuesto a intentarlo- Nam le aposto a ese brillo anhelante en los hermosos ojos negros, que refulgieron en su dirección.
-Yo...solo puedo prometer verla, conocerla o siquiera pensar en abandonar el rebaño, no es algo que pueda siquiera concebir- Al menos era sincero, el Lobo lo agradecía porque esa pequeña oportunidad significaba mucho más de lo que Jin imaginaba.
Sintiendo toda la seguridad otra vez, como una descarga de energía, tomo la suave mano del Cordero, dándole un beso en el dorso, de esa forma cariñosa en la que cortejaban las ovejas –Permítame el honor de escoltarlo entonces- La sonrisa se extendió por el atractivo rostro, suavizando toda la expresión. Namjoon volvió a caer cautivado por esa sonrisa, que lo llenaba de calidez y esperanza.
CONTINUARÁ