Mil años de espera (Sailor Mo...

By UkyoMoon

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Dicen que las Sailors no mueren definitivamente porque renacen cada cierto tiempo en este mundo. Seiya y Ser... More

Capítulo 1: Se apaga la luz de una estrella
Capítulo 2: Acontecimientos Inesperados
Capítulo 3: Recuerdos
Capítulo 4: Recuerdos II
Capítulo 5: La obra musical
Capítulo 6: Sentimientos confusos
Capítulo 7: Celos
Capítulo 8: Revelación
Capítulo 9: El Baile
Capítulo 10: Rencores
Capítulo 11: Noche intensa
Capítulo 12: El despertar
Capítulo 14: La verdad de Erika
Capítulo 15: Hotaru
Capítulo 16: La decisión
Capítulo 17: Que los sentimientos fluyan
Capítulo 18: Despedida
Capítulo 19: Mil años
Aviso

Capítulo 13: Tragedia

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By UkyoMoon

Seiya había llevado a Serena hasta un departamento, no muy lejos de la escuela, por lo que no demoraron en llegar.

— ¿Cómo es que yo no conocía este lugar? —preguntó Serena mirando emocionada a su alrededor.

— Lo usamos como estudio. Aquí creamos las canciones para Yaten, así que las paredes tienen aislantes para el ruido. Hay ocasiones que componemos hasta el amanecer —explicó Seiya.

— Es un lindo lugar —dijo Serena, admirando varios instrumentos que estaban en el cuarto.

— ¿Quieres comer o beber algo? —preguntó Seiya nervioso.

Serena lo observó unos segundos en silencio, sus mejillas se sonrojaron.

— La verdad es que... quiero... quiero conocer tu habitación —dijo Serena con coquetería.

Seiya sonrió, caminó hacia ella, la cogió de la mano y la invitó hasta dicho lugar. Serena temblaba de pies a cabeza mientras avanzaba, intentaba disimular, pero su torpe caminar la delataban. Seiya lo notó y la miró con ternura.

  — Estás muy nerviosa, ¿verdad? Yo... yo también lo estoy  —admitió Seiya.

Serena quiso hablar, pero los nervios se lo impidieron. Cuando entraron a la habitación, Serena le pidió que no encendiera la luz, ya que por la ventana se colaba la luz de la luna, iluminando la cama con su resplandor.

Serena se sentó en la cama, no sin antes tropezar con la alfombra. Seiya la atrapó entre sus brazos. 

— ¡Lo siento! ¡Qué bochorno! —dijo Serena cubriéndose el rostro con sus manos.

Seiya sonrió y la contempló en silencio, mientras se arrodillaba junto a ella, descansó su cabeza en su regazo.

— ¿Estás segura? —volvió a preguntarle Seiya, por décima vez esa noche. Serena acarició su cabeza enredando sus dedos entre sus cabellos.

— Estoy nerviosa, pero completamente segura —dijo Serena.

Él se levantó para mirarla a los ojos y besarla con sutileza en los labios. Serena envolvió con sus manos el rostro de Seiya, bajándolas lentamente por su cuello, hasta llegar a su pecho para encontrarse con los botones de la camisa. Seiya sintió un cosquilleo cuando las manos de Serena se deslizaban por su cuerpo, se sentía nervioso, ansioso, pero completamente seguro.

Deslizó su mano detrás de la nuca de Serena, para acercarla a su boca, mientras con su otra mano, acariciaba el generoso escote de su espalda. Ella con torpeza le desabotonó la camisa por completo y acarició con la yema de sus dedos el torso desnudo de su amado. Seiya se quitó el resto de la camisa, botándola al suelo. invitó a Serena a tenderse en la cama, él con torpeza se posicionó sobre ella, contemplándola a la luz de la luna. Sus labios se encontraron en un largo beso húmedo. Seiya jugueteaba con su mano por debajo del vestido, acariciando su muslo, descubriendo su cuerpo por primera vez. Le pareció que su piel era tersa y suave, necesitaba más de ello.

Serena se sonrojó cuando sintió la mano tibia de Seiya tan cerca de su zona íntima. Sus latidos cardíacos aumentaron el ritmo y un calor subió por su vientre hasta su pecho. Seiya acercó sus labios a su cuello, ella no pudo contener sus quejidos cuando él pasó de besar a morder. Deslizó su lengua por la blanca piel de la chica, haciéndola sentir sensaciones que desconocía, pero que le causaba una grata sensación en su cuerpo, pero también en su corazón. Tanto, que deseó  llorar de felicidad y se aferró a su espalda con fuerza. 

— ¿Estás bien? —le preguntó Seiya.

— Estoy algo nerviosa, pero estoy bien  —dijo Serena temblando.

— Yo... me siento increíble, ¿podemos...? 

—¿... quitarnos la ropa? —preguntó Serena algo avergonzada, finalizando la pregunta de Seiya.

Seiya asintió, desabrochando su pantalón, quedando en ropa interior frente a ella. Serena observó con detalle el cuerpo de Seiya. Comenzó a quitarse el vestido, quedando solamente con sus bragas puestas. Por instinto, se cubrió con los brazos, mientras Seiya se acercaba a ella.

— ¡Eres tan hermosa! —le dijo Seiya besándola con más deseo, la apretó contra su cuerpo, traspasándole su calor. Serena pudo sentir que sus pechos se juntaban, sus sexos se rozaban y le pareció que Seiya estaba algo incómodo.

— ¿Qué te ocurre? ¿ Acaso te incomoda? —le preguntó Serena con cierta inocencia que a Seiya le pareció tierno.

— Un poco, creo que estoy demasiado... excitado —explicó Seiya en un susurro. Deslizó con suavidad sus manos hacia las caderas de Serena, quitando lentamente la única prenda que se interponía entre ellos. Cuando la vio completamente desnuda, aumentó el fuerte deseo de hacerla suya.

— ¿Estás lista? —preguntó Seiya mirándola con deseo. Serena con las mejillas ruborizadas, asintió. Ambos se miraban a los ojos, cuando el teléfono móvil comenzó a sonar, interrumpiendo el momento.

Seiya intentó ignorar, pero Serena le habló.

— Tal vez sea importante.

— Llamaré de vuelta más tarde —dijo Seiya. El teléfono dejó de sonar.

Serena suspiró, Seiya se acercó a ella para besarla y retomar, pero móvil volvió a sonar.

— Se supone que me quedaré en casa de Lita, quizá sea ella y está preocupada. Después de todo, no le dijimos a nadie que vendríamos aquí —indicó Serena.

Seiya suspiró algo cabreado, alcanzó su teléfono y verificó la llamada.

— Es Taiki —informó, al mismo tiempo que el móvil dejó de sonar.

Seiya besó a Serena nuevamente para retomar, mientras deslizaba los dedos por su abdomen, acariciándola.

— Seiya, será mejor que atiendas —dijo Serena deteniéndolo.

Seiya bufó por lo bajo cuando el teléfono volvió a sonar.

— ¿Qué ocurre, Taiki? —atendió Seiya, desanimado.

¿Estás con Serena? ¿Dónde rayos se metieron? —preguntó Taiki algo alterado.

— Sí, estoy con ella. Estamos bien, queríamos estar un rato a solas.

¿Dónde están? 

— Ya volveremos, espérennos un rato más —pidió Seiya.

Es peligroso venir aquí, el baile fue atacado por unas criaturas extrañas —informó Taiki.

— ¡¿Qué?! ¿Están todos bien? ¿Qué fue lo que ocurrió? —preguntó Seiya, haciendo que Serena se preocupara.

Necesito saber que están a salvo, ¿dónde están? —insistió Taiki.

Seiya suspiró con resignación, Serena había comenzado a vestirse.

— En el estudio —masculló Seiya.

— ¡No salgan de ahí! ¡Vamos para allá! —advirtió Taiki.

Seiya cortó la llamada y comenzó a vestirse rápidamente.

— ¿Qué ocurrió? —preguntó Serena preocupada.

— No lo sé con exactitud, pero Taiki me habló de un ataque y que vienen para acá —respondió.

— ¿Hay alguien herido? ¿En qué podemos ayudar? —preguntó Serena algo alterada.

—  Taiki dijo que estaban bien, que era mejor esperar aquí.

— Seiya, me siento intranquila, tengo un mal presentimiento —dijo Serena poniendo su mano en el pecho.

Seiya la abrazó para contenerla.

— Mientras yo esté aquí, nada malo te pasará. Te protegeré con mi vida si es necesario —le susurró al oído.

Serena se aferró a él con desesperación. De pronto, un grito que provenía de la calle los alertó. Seiya corrió hacia la ventana a mirar, decenas de sombras extrañas rodeaban a una niña fuera del edificio.

— ¿Qué son esas cosas? —preguntó Serena, aferrándose fuerte al brazo de Seiya.

— Creo que de esto hablaba Taiki. La chica está sola, hay que ayudarla —dijo Seiya.

— Iré contigo.

— ¡No, Bombón! ¡Es muy peligroso!

— Pero, Seiya...

— Los distraeré para salvar a la chica. Los demás no tardan en llegar.

Seiya llegó corriendo hasta la chica, ella estaba de rodillas, las sombras devoraban su energía, haciendo que su piel oscureciera. Seiya tomó una piedra y la lanzó hacia unos arbustos para confundir a las sombras. Las sombras soltaron a la muchacha, quien cayó al piso desmayada. Seiya intentó acercarse, lanzando otra piedra, ahora a otro arbusto. Las sombras comenzaron a buscar. Seiya se arrodilló junto a la joven, intentó tomarla entre sus brazos para sacarla del lugar, cuando una de las criaturas se dio cuenta, advirtió a las demás con un desgarrador y oscuro grito, todas se abalanzaron sobre él.

— ¡No! —gritó Serena, que había seguido a Seiya a pesar de todo. Corrió hacia él desesperada.

Las sombras se detuvieron y comenzaron a mirarla, abrieron descomunalmente su boca y avanzaron corriendo a una velocidad sobrenatural hacia ella. Serena cerró los ojos, levantó sus brazos para cubrirse y cuando una de las sombras iba a devorarla, se escuchó por el lugar:

— ¡Grito Mortal!

La criatura voló en pedazos. Las demás sombras intentaron atacar desde atrás. Sailor Mars y Sailor Venus atacaron también. Sailor Mercury usó sus burbujas, para darle la oportunidad a Seiya y la chica que yacía inconsciente en sus brazos, de escapar.

Serena miraba a las Sailors con asombro, su cabeza comenzaba a doler.

— ¿Estás bien? —le preguntó Sailor Jupiter.

Serena asintió confundida. Comenzaron a aparecer más sombras. Uranus intentó repelerlas, pero seguían apareciendo.

Seiya se encontró con Taiki y Yaten, quienes permanecían escondidos e intentaron auxiliar a la chica que había sido atacada.

— ¿Qué está pasando? —preguntó Seiya a sus primos.

— No es momento para explicaciones, hay que ayudar a la chica —respondió la Reina Erika, apareciendo tras Taiki y Yaten.

— ¿Reina? ¿Qué hace aquí? —preguntó Seiya confundido.

La reina lo ignoró por el momento, le devolvía la energía a la joven, quien comenzó a tomar color nuevamente, aunque seguía desmayada.

— No puedo devolverle la energía por completo, absorbieron demasiada y está moribunda —explicó Erika.

El resplandor de la reina alertó a las sombras y comenzaron a correr hacia ella.

— ¿Mamá? —preguntó Serena al ver a Erika.

Las Sailors intentaron atacar a las sombras, pero estas se multiplicaban, rodeando a cada una. Crecieron como una enorme mancha y se adhirieron al cuerpo de cada sailor, inmovilizándolas y haciendo que perdieran poder, alimentándose de sus fuertes resplandores.

Taiki, Yaten y Seiya, intentaron proteger a la reina, pero las sombras también se adhirieron a sus cuerpos. La reina utilizó sus poderes para eliminarlos, pero eran tantos que no los pudo eliminar a todos.

Un par de sombras comenzaron a rodear a Serena, quien lloraba asustada de rodillas en el suelo. De pronto, se escuchó una voz ronca:

— ¡Lo vi todo, Lita! —dijo Yami, apareciendo entre las sombras. Su piel era oscura, sus pupilas estaban dilatadas y completamente negras, su cuerpo se veía exageradamente musculoso y grotesco.

Sailor Jupiter no podía creer que ese era quien alguna vez fue su amigo Yami.

— La maldad estaba oculta en mí desde hace mucho tiempo, permanecía dormida en mi interior y hubiese seguido así de no ser por tu rechazo —explicó Yami—. Gracias a ti, despertó mi verdadero yo.

Taiki y Yaten estaban a punto de desvanecerse, escuchaban la voz de Yami algo lejana.

— Vi su despertar. ¿Quién lo hubiera imaginado? —continuó diciendo Yami—. Jamás creí que encontraría tantos recipientes con energía juntos. Ustedes me harán invencible, me apoderaré de este planeta y traeré la oscuridad a vivir aquí como debió ocurrir desde hace siglos.

— ¡No permitiré algo como eso! —dijo Serena poniéndose de pie.

Yami caminó hacia ella sonriendo de lado, mientras las sombras comenzaron a acecharla.

— ¿Y qué hará un chica debilucha como tú? —preguntó, abofeteándole la mejilla.

Serena cayó al piso.

 — ¡No la toques! —gritó Seiya con desesperación intentando zafarse para ayudarla.  Comenzó a sentir mucho coraje, una fuerza en su interior lo hizo luchar y pudo desprenderse de aquellos seres malignos. Corrió hacia Serena, justo en el instante en que millones de sombras se abalanzaban a ella como si de una presa se tratara.

Sailor Uranus intentó zafarse también, pero las sombras habían consumido demasiada de su energía y no lo logró.

La reina Erika dejó escapar un grito desgarrador al ver que su hija iba a ser devorada. Pero Seiya le dio un empujón, haciendo que Serena cayera lejos y todas las criaturas se lo devoraron por completo.

Las sailors se paralizaron. Taiki y Yaten comenzaron a intentar desprenderse de las sombras, pero tampoco lo consiguieron.

Serena comenzó a llorar desesperada. Yami comenzó a reír estrepitosamente. Serena se levantó del piso por inercia, no podía creer lo que había ocurrido. Tenía la mirada perdida  y en su frente se marcó una luna creciente, comenzando a resplandecer con fuerza. Frente a ella, apareció el Cristal de Plata, un fuerte resplandor la envolvió dejándolos a todos encandilados. La luz que irradiaba Serena, salió proyectada con intensidad, eliminando a todas las sombras, liberando a Seiya de ellas.

Yami intentó escapar, pero Serena, quien gritaba de impotencia, intensificó su resplandor, atrapando a Yami y haciéndolo explotar en mil pedazos.

Serena cayó al suelo desmayada junto al cuerpo inerte de Seiya. Uranus y Erika corrieron a verlos, ambos seguían con vida. La reina comenzó a utilizar sus poderes para despertar a Serena y Seiya, pero solo Serena abrió los ojos.

— ¡Ma- Mamá! ¡Mamá! —Serena se abrazó a Erika llorando. Parecía que Serena en realidad no había recuperado sus recuerdos del pasado—. ¿Quiénes son todas ustedes? —preguntó entre sollozos a las Sailors.

Las Sailors se miraron sin saber qué responder. Serena recordó a Seiya y comenzó a buscarlo con la mirada. Lo encontró desmayado y se abrazó a su cuerpo intentando despertarlo.

— ¿Qué ocurre con Seiya? —preguntó Sailor Neptune a Erika.

— No lo sé, pero no puedo restaurar su energía. Tal vez esas cosas me debilitaron demasiado. Será mejor que llamemos una ambulancia —dijo Erika con desesperación.

— La niña que fue atacada comienza a abrir los ojos —anunció Mercury.

El espejo de Neptuno comenzó a resplandecer, también la espada de Uranus y el cetro granate de Plut.

— ¿Por qué están resplandeciendo los talismanes? —se preguntó Uranus.

— Chicas, la niña abrió los ojos, pero volvió a desmayarse —informó Mercury.

— Hay que llevarla a un hospital también —sugirió Plut.

— Sí, pero eso no es todo —advirtió Mercury—. La chica, la hemos visto antes, ella es... es idéntica a Sailor Saturn.


...


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