Y...llegaste

By nowsmile123

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Me gustaba contemplar ese hermoso cabello color café de las mañanas, despeinado pero perfecto. Dos hermosas e... More

Importante
Introducción
1. Socializando
2. Tarde memorable.
Flashback《chat》
3. Día intenso
4. Mucha confianza
5. Pequeña traviesa
6. Un día con él
7. Celos y comida china
8. Donas
8. Donas (parte II)
9. Frankenstein
10. Ladrón de besos
11. Estrella fugaz
12. Lugar favorito
13. Decisión y vestidos
14. Niñata
15. Iremos al baño juntas
16. Fiesta (parte I)
16. Fiesta (parte II)
16. Fiesta (parte III)
18. Balde de agua fría
19. Arreglar las cosas
20. Ardiendo en celos
21. Ilusiones perdidas

17. Egoísmo

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By nowsmile123


-¡Helen!- grita Esther corriendo hacia mí, abraza mis piernas mojadas y esconde su cabeza en mi vientre. Llora pegada a mí y Mike observa a la abuela con los ojos hinchados del llanto. Siento que mis ojos pican y sin poder aguantarlo más las lágrimas vuelven a salir empapando mis mejillas.

-Ella...estaba viendo televisión con nosotros y dijo que llamaría a mamá porque no se sentía bien- sorbe por la nariz y arruga la frente- no contestó, supuso que estaba ocupada y entonces llamó a papá. Cortó a los cinco segundos. Palideció y le preguntamos si se sentía bien, dijo que iría a dormir. Luego Esther subió y...- puedo ver cómo se le empañan los ojos- la abuela ya no despertaba.

Mi hermana empieza a balbucear cosas que no entiendo, pero puedo notar que está molesta, ya que sus pequeñas uñitas estrujan el borde de mi vestido. Alguien abre la puerta de golpe, causando un estrépito, papá nos mira jadeando y frunce los labios al mirar a mi abu.

-Al auto- ordena mirándome finalmente. Carga a la abuela y baja las escaleras apresurado. Al voltear veo a mi hermana, ya separada de mí, con la mandíbula tensa y frunciendo el ceño. Sus pequeños ojitos cafés fulminan el camino por donde salió papá.

-Vamos- musito entrando en su campo de visión. Ella asiente aún con la frente arrugada y se limpia las lágrimas con el torso de su mano. Me sorprende que cuando intento cargarla me esquiva y sale en completo silencio.

-Yo...no sé que le sucede- dice Mike antes de ponerse de pie- vámonos- me toma de la mano y bajamos con rapidez. Ya no siento los efectos del alcohol, el mareo se fue con la lluvia, pero junto con ella vino la nostalgia. Ahora entiendo porqué muchos la odian: porque no trae nada bueno.

*******

El trayecto al hospital constó de un incómodo silencio. Lo único que se escuchaba en el auto eran nuestras respiraciones y algún que otro bufido por parte de Esther.

Entramos por la puerta de emergencia y de inmediato se llevaron a mi abu en una camilla, sentí un escalofrío recorrer mi espalda al ver que le conectaron dos tubos para que pueda respirar. El doctor Arrington la atenderá, parece un hombre de confianza con ese cabello canoso y su sonrisa amigable.

Papá y Mike fueron por un sándwich a la cafetería, a pesar de que este último se negó al principio.

Ahora estoy aquí.

Sentada en el pasillo del hospital, mojada, descalza, hecha un desastre y con mi hermana al lado. Ella parece una estatua. Mantiene el ceño fruncido, sus labios en una línea recta y su mirada perdida en un punto muerto de la pared, ajena a la realidad. Tal vez intenta ser fuerte. Después de todo fue la primera que vio a la abuela inconsciente y debió haberse impactado. Sólo tiene ocho años y pienso que vivir con esa imagen no debe ser nada bonito.

-¿Quieren un sándwich?- alzo la vista y veo a papá frente a nosotras. Tiene dos sándwiches de pollo en la mano y una bolsa blanca con gaseosas personales cuelga de su brazo. A su lado, Mike parece comer con disgusto, y sostiene el vasito de café con los nudillos pálidos. Intento sonreír, pero me sale una mueca. Aún no puedo asimilar el fatídico hecho de que mi abuela haya colapsado. El doctor Arrington dijo que su presión bajó demasiado, su ritmo cardíaco disminuyó y eso le provocó un paro. Si la hubiéramos traído dos minutos después, ella no estaría viva.

-No tengo hambre, gracias- la voz de Esther me hace reaccionar y voltear a verla confundida. Su rostro refleja molestia, y papá la mira confundido por su tajante respuesta. Suspira e intenta abrazarla, pero ella se pone de pie como un resorte y lo aparta con sus pequeños bracitos- necesito ir al baño.

Camina dando zancadas y la perdemos de vista cuando dobla el pasillo. No está intentando ser fuerte, está ardiendo en furia.

-Iré a ver que le pasa- musito con tono enronquecido y me dirijo hacia donde se fue mi hermana. En cuanto entro al baño, los sollozos frustrados de la pequeña rubia se hacen presentes- ¿Esther?- busco el cubículo de donde proviene su voz y una vez frente a la puerta metálica, toco dos veces.

Mi pequeña hermana abre y se vuelve a recostar en la pared de mayólica, se resbala y abraza sus piernas en el suelo. Me recuerda a mí cuando creía que había un monstruo en el armario y me sentaba así en mi cama, cubriéndome con mi manta. Mi abu me traía un vaso de leche y se quedaba conmigo hasta que me durmiera.

-Es su culpa- dice con la mirada perdida. Frunzo el ceño y me siento a su lado en la misma posición, el vestido está pegado a mis piernas, por lo que no se alza. No entiendo de qué está hablando, ¿culpa de quién?

-No comprendo- digo enfocándola. Ella lanza una risa sarcástica al aire y me mira con sus ojitos vidriosos.

-Estuve con la abuela cuando llamó a papá, estaba a su lado fingiendo ver televisión, pero escuché lo que sucedía en la otra línea. Cuando la abuela saludó, le contestó una mujer. Estaba riendo con papá, y no era mamá; estoy segura que esa no era su voz, además mamá no se llama Becca. No soy tonta, Helen. Papá ya no venía a casa, no sé si te diste cuenta; tampoco era el mismo de siempre,, ni con nosotros ni con mamá, peleaban constantemente. Tú no lo veías, porque te pasabas casi todo el día en el instituto, y cuando volvías él ya se había ido con la otra. Tengo ocho años, pero no soy tan ingenua como para no saber que papá engaña a mamá. Sólo...no esperaba que la abuela se enterara.

La miro incrédula y ella se mantiene seria, después de unos segundos suspira y vuelve a su posición anterior. No sé como ese cuerpo tan diminuto puede soportar tanto dolor, yo me habría encerrado en mi cuarto a deprimirme con platos de comida china. Tiene sólo ocho años, y el haberse enterado de eso por una llamada, no es nada bonito.

En cuanto reacciono abrazo a mi hermana y dejo que llore mojando mi piel, nos hacemos bolita en el suelo brilloso y dejamos escapar una canción compuesta por sollozos.

Siempre vi a mi padre como mi héroe. Él era mi todo, el que estaba ahí cuando me frustraba por alguna que otra cosa, el que me llevaba sopa cuando tenía gripe, el que hacía que mamá y yo nos reconciliáramos cuando estábamos enojadas. Pensé que nunca me fallaría, sin embargo, creo que me equivoqué.

Unos pasos traquetean y se detienen a nuestro lado, en cuanto alzo la vista, veo a mamá con los ojos cristalizados. No creo que ella sepa que papá la engaña ¿no? Debe estar triste por la abuela.

-Tienen que comer algo- dice intentando sonar normal, como la Sarah Wecker que conozco. Pero sé que no es así; está destrozada, es su madre, no quiero saber cómo se pondrá cuando se entere de lo de papá.

Me levanto sorbiendo por la nariz y la abrazo, Esther también se pone de pie, pero sale del baño corriendo; tal vez no pueda enfrentar a mamá sabiendo lo que sucede.

-¿Pelearon?- pregunta separándose de mí. Nop, definitivamente no sabe que papá y la tal Becca estaban juntos mientras ella trabajaba. O quizás soy la única tonta y ella también lo sabe, por eso las peleas. Mis labios pican por preguntarle, pero si no está enterada no sería bueno darle la noticia justo en este momento. Calladita te ves más bonita, dicen.

-No, mamá, no te preocupes. Vamos a cenar, Esther sólo está triste por la abu- le sonrío como puedo y al parecer se convence. Al parecer.

-Vamos.

*******

Me escurro en el asiento del copiloto y apoyo mi cabeza en la ventana, intentando calmarme con el paisaje nocturno; sigue lloviendo, lo que me hace dar ganas de encerrarme en mi habitación con una remera gigantesca y plato de comida china y jugo de piña. Papá acelera y comenzamos el recorrido a casa. Mamá se quedó con la abuela, literalmente se amarró a la camilla con una liga para no irse. Yo también quise quedarme, pero papá me insistió en que debía dormir si no quería terminar con dos bolsas bajo mis ojos.

La verdad es que eso ya no me interesa.

Mike cayó dormido y Esther...ella sigue enfadada con papá, quien al parecer ya se dio cuenta de lo que pasa, pues ha estado tratando de hablar con mi hermana. Por supuesto que ella lo esquivó con profesionalidad. Siento una fuerte presión en el pecho, que me lleva a poner una mano sobre el corazón. Me arde. 

Detesto el ambiente tenso que se empieza a formar cuando el auto se detiene frente a casa, al menos el motor llenaba el vacío.

Escucho un bufido desde la parte trasera, y posteriormente Esther sale azotando la puerta del carro. Miro por el espejo retrovisor que Mike sigue dormido con la boca abierta, de alguna manera eso logra sacarme una sonrisa.

-Hely- «Hely» Empiezo a odiar ese diminutivo, y más aún saliendo de los labios de mi padre. Aprieto los labios para no soltar alguna majadería y lo enfoco alzando una ceja.- Y-yo...lamento no haber estado presente cuando la abuela colapsó, de verdad...no sabía nada. Luego Mike me llamó y regresé lo más rápido que pude.

-¿Regresaste, papá? ¿De dónde?- pregunto interrumpiéndolo. Abre la boca y la vuelve a cerrar, como si estuviera pensando una buena respuesta, como si quisiera ocultar su mentira. Me cruzo de brazos y tamborileo mi dedo sobre mi codo.

-Trabajo- contesta serio. ¡Vaya! Por lo menos sabe mentir.- Tenía una reunión muy importante con el señor Gepelmen, no podía faltar.

Olvídenlo, es pésimo en esto de las mentiras. Suelto una risa desganada y me arrecuesto en el asiento echando la cabeza hacia atrás.

-El señor Gepelman no trabaja contigo hace dos años porque se fue a vivir a Francia, papá- siento su respiración nerviosa y volteo a mirarlo. Está pálido y carraspea tratando de mantener seriedad. Eso basta para que explote.- No te preocupes por mentir cuando ambos sabemos dónde estabas en realidad. ¿Sabes qué es lo que más me duele? Que la primera en enterarse haya sido Esther, está hecha un mar de dolor, tienes suerte de que tu hija sea madura y no haya cometido una locura. Pienso que es más madura que tú, ¿sabes? Ella no se destrozó frente a mí y frente a ti, porque sabe que Mike no lo sabe; no quiere hacerlo sentir miserable por tener a un padre como tú ¿No pensaste en ella cuando estabas con tu amante? ¿En mí? ¿En Mike? ¿En mamá? Y lo peor de todo es que tienes el descaro de mentirme sabiendo lo que hiciste. Quién sabe cuántas cosas más me has ocultado.

-No me hables de esa forma, Helen. Soy tu padre- ordena frunciendo el ceño. Vaya, se enojó. Me enderezo y lo miro incrédula.

-Me gustaría que lo demuestres.

Salgo del auto azotando la puerta y dejando al hombre que se dice mi padre en el auto con mi hermano. Demonios, Mike está ahí adentro. Me trago mi orgullo y regreso por el pequeñín, quien sigue dormido. Lo cargo y me lo llevo a casa escuchando cómo balbucea cosas sin sentido. Lo dejo en su cuarto y me alivio cuando lo veo dormir.

Una vez en la soledad de mi habitación me meto al baño y tiro de mis cabellos soltando un grito de frustración, golpeo la pared como si tuviera la culpa e mis problemas y suelto un fuerte alarido haciendo volar los artículos de aseo que se encontraban en la repisa.

Ese hombre no es mi padre.

No es el hombre que yo recuerdo, aquel que me cobijaba por las noches, que me empujaba en los columpios, que se comía mis verduras. Papá era así. ¿Cuándo cambió? ¿Cuando dejé de necesitar de sus «te quiero»? ¿Cuándo empecé a ignorar su ausencia? Mi padre, el que yo recuerdo, no habría sido tan egoísta de olvidar a su familia para irse con otra mujer.

Sí, sé que estoy siendo inmadura al decirle todo eso, juzgándolo y salir corriendo del auto. Huir de los problemas. Creo que se me está haciendo familiar.

Me miro en el espejo del baño y no me reconozco.

Tengo 17 años y debería afrontar esto con fortaleza y madurez, soy la hermana mayor. Sin embargo, me partí a la mitad frente a Esther.

Grito y estampo mi puño en el cristal, que se hace trizas ante el golpe, automáticamente mis nudillos sangran y yo gimo de dolor. Enojada, abro el grifo de la ducha y me meto ahí con el vestido puesto.

Mi cuerpo tiembla, mis ojos pican y siento miles de golpes estamparse en mi pecho.

Han pasado demasiadas cosas en un día, la abuela enferma, Jack dándome la espalda, papá nos olvidó, Esther llorando. Es demasiado. Veo borroso y las lágrimas vuelven a salir, se pasean por mi cuello y se pierden con las gotas de agua. Adopto la misma posición de Esther en el baño del hospital y lloro entre mis piernas.

Escondiéndome.

Espero que el agua se lleve el dolor, pero no lo hace; tal vez sea demasiado hasta para ella.

*******

Pobre mi Helen :c
Ya que quieren asesinarme por lo actualizar durante siglos :) pero aquí está el cap lol
Tuve algunos problemas familiares y las clases se acercan, por lo que estuve ocupada 24/7 Estudiando, haciendo carátulas, arreglando mis cosas, ya saben :v

Y bueh, ahora me voy a dormir :3 porque tengo sueño de día :'D lo :3

Loa queloveo :*

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