La Reputación De Amanda ✔

De Gimenabazante

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Amanda Latimmer, mas conocida como Mandy era la dueña de las salas de juegos para caballeros que llevaba su n... Mai multe

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capitulo 25 Final

Capítulo 13

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De Gimenabazante

     Al subir a su habitación encontró una nota de Amanda en su cama.

Te espero en el invernadero, después de la medianoche.

        Tuya Amanda.

Disimulo que paseaba tranquilamente. Se encaminó directo al invernadero. Era una noche
cerrada, la luna era la única luz. Era más de medianoche, después de la cena privada en la mansión, había esperado ansiosamente que llegara la medianoche.

Cuando entro al invernadero, ella se volteo y lo miro directamente. Estaba en bata, con solo una capa de terciopelo. Ella se acerco y lo beso sensualmente. Sin decirle nada le
quito el abrigo. Entre los dos creció el deseo de una manera arrolladora.

    Sintió como ella le desabrochaba el pantalón y su pene surgía libre. Jadeo de placer cuando sus dedos fríos lo
tocaron. Sus delicadas manos se ocupaban del de una manera dulce y fiera a la vez, sin vacilar. Ella apartó la boca de el y se arrodillo enfrente de el. Cogió su miembro con la boca
y le llevo al éxtasis, de una manera deliciosa. Succionando y chupando sin el menor temor.
 
Ella lo torturó de manera lenta y concisa. Con extrema delicadeza lo saboreo y disfruto de cada gemido de placer que él emitía, absorbió sus caricias, y su cuerpo reacciono cuando el enterró los dedos en su cabello. Dejo que el la guiase a su placer y con satisfacción escucho como el gemía y susurraba su nombre. Lo sintió latir dentro de su boca. Y trago su semilla disfrutando el sabor de su placer. Un placer que ella le había regalado, un placer que también recorrió su cuerpo. Sintió como su cuerpo se tensaba al recibir su semilla en la boca, como llegaba al éxtasis junto con el.

Cuando se levanto del suelo, sintió pequeños pinchazos en las rodillas. Lo beso sin darle tiempo a nada y se fue en completo silencio.

Sabía que no debió haberlo hecho, pero el debía quemarse en el mismo fuego que a ella la consumía, siempre calculando sus movimientos, siempre tan prudente él, ahora veremos
quién ganara, pensó malévola.

    Las cosas entre Amanda y Peter cada vez más se acercaban a lo peligroso. Peter la
acorralaba en los pasillos y le susurraba en el oído, cosas que en las que Mandy sentía
como se derretía por dentro. Cosas tan dulces como lascivas. Le susurraba versos de amor
y luego le describía como quería hacerle el amor. Cuando les tocaban paseos juntos el se
las arreglaba para estar unos minutos a solas y la besaba. Hasta que consiguió tenerla
encerrada unos minutos y ahí fue cuando el le subió la falda y la torturo de la misma manera
que ella en el invernadero.

En los bailes mientras bailaban el vals, el la miraba como si la desnudara con la mirada.
Pero ella no se quedaba atrás. Mandy también le susurraba cosas. Lo citaba en el
invernadero a la hora de la siesta y lo torturaba, besándolo y tocándolo.

Cuando estaban en
el mismo salón parecía que todo se prendiera fuego. Ella se las arreglaba para pasar cerca
de el y lo acariciaba o lo invitaba para un paseo nocturno, en los que siempre terminaban
acalorados y frustrados por el deseo no consumado... Mandy lo seducía, lo volvía loco, lo
acosaba y se retiraba. Ambos jugaban el mismo juego. Amagaban y se retiraban. Se
besaban apasionadamente y luego cuando los demás los veían era como si una pared de
hielo los separara, aunque nadie podía dejar de advertir las miradas sensuales que se
enviaban.

Y a medida que el tiempo pasaba Mandy era cortejada por un duque, y Peter hervía de
solo verlos pasear. Cualquiera que los vea pasear pensaría que se llevaban muy bien y de
hecho ella parecía divertirse. Pero el sabia muy bien la gran farsa que esos dos tramaban.

El maldito duque había cubierto el campo llenándose la boca diciendo que lady Amanda se casaba con el por su titulo, ya que era obvio que no era por su dinero, y ella confirmaba la
noticia cuando se los veía juntos. Pero a Peter no lo engañaban, el veía como Mandy se
esforzaba por reír y sonreír. Pero veía en sus ojos el esfuerzo que le costaba, la sentía
vibrar cuando pasaba cerca de el, sentía como todo su cuerpo reaccionaba a la sola
cercanía de el, sentía como ella se ruborizaba cuando el estaba cerca.

Hacia un calor insoportable en la finca, y muchos estaba disfrutando de la mañana
durmiendo o tomando un refresco en el jardín. Peter estaba sentado en una mesa del jardín,
al lado de lady Ashby, quien se abanicaba y reía de manera misteriosa. Disimuladamente
miro quien era el que la estaba haciendo reír y vio a Matt observarla.

Matt Miro a Mandy, que lo
miraba fijamente y le sonrió levemente. Giro la cabeza a la derecha como si fuera casual y
se levanto.
   
     Matt vio la oportunidad de escapar a los cinco minutos de que Peter se retirara. Se
levanto y le ofreció el brazo a Mandy.

- Milady, ¿seria tan amable de acompañarme a un paseo?

- Por supuesto.

Caminaron en silencio hasta llegar detrás de los setos, y cuando desaparecieron de la
vista pública comenzaron a apurar el paso. Ella levantó sus faldas.

- Adelántate. - Dijo Mandy mientras se soltaba del brazo de el.

Matt se fue al establo, la espero dentro, mientras sacaba los caballos.

- ¡Vamos! – la urgió el, que ya estaba arriba de un caballo.

Se subió en un caballo y ambos salieron de establo rápidamente. Se internaron en el
bosque y ella soltó una carcajada. Miro a Matt y este la miraba divertido.

- Recuerda que tú eres quien llegara primero. – le dijo ella. El asintió.

Tenían tres horas aproximadamente de tranquilidad para ejecutar el plan. Siguió a Matt
quien sabia el camino, ella siempre veía los mismos árboles .

- ¿no estamos perdidos verdad? – preguntó a voz en grito.

- ¡no, tu continua!

Aproximadamente una hora después los arboles comenzaron a descender. Vio en el
horizonte un castillo estilo tudor. Cuando Matt la ayudo a bajar del caballo vio en su rostro el
nerviosismo.

- Quiero verla de adentro.

- Recuerda que no tenemos mucho tiempo.

Era un castillo de cuatro plantas, con enormes escaleras y balcones en casi todas las
habitaciones. El lugar estaba en ruinas, de grandes habitaciones, llenos de polvo y con un
olor a viejo y abandonado. La casa tenia grandes espacios y enormes ventanales, con
pasillos estrambóticos, y amplias habitaciones, balcones, terrazas y hasta había pasadizos
secretos. Mandy quedo maravillada cuando Matt la condujo por uno.

Entraron en la
biblioteca de la primera planta y aparecieron en la habitación más grande de la tercera
planta.

- ¡esto es espectacular! – exclamo.
Matt la miro extrañado.

- ¿Cómo?

- Si, que esto es maravilloso. Excéntrico, excepcional, estrafalario. ¡me gusta!

- ¡Espera, espera! – se paro enfrente de ella y la miro incrédulo. – dijiste que no te
gustaba.

Porque lo había visto solo desde afuera, nunca entre. Tiene cierto encanto.

- Entonces, ¿la compro o no?

- Seria un desperdicio que no sea tuya, ¿no crees? Es excéntrico igual que nosotros.

Me complacería mucho vivir en este lugar. Es más espaciosa que la que tengo aquí,
y es un poco similar a la de Nueva York . me pone contenta de que tú me invites a
vivir contigo.

- Amanda, hace más de diez años que vivimos juntos. – le dijo sarcásticamente.

Habían ido a ver la casa a escondidas porque Matt aun no estaba decidido a comprarla.
Le gustaba Inglaterra, y Hampshire en especial. Pero no podían levantar sospechas de que
ellos eran quienes estaban interesados en la casa porque se darían cuenta de lo que
habían estado haciendo.

La propiedad pertenecía a un noble escocés lord Anandalle, quien tenia esa propiedad en
estado deplorable y como Amanda jamás había accedido a acostarse con el, no había
querido vendérsela cuando ella le ofreció dinero para comprarla. Hacia tiempo que le
denegaban créditos en las salas para que diera la propiedad como forma de pago, pero el
hombre no daba el brazo a torcer.

Todo había comenzado cuando el hombre en venganza
había comprado una propiedad que Mandy quería, luego un caballo, un cuadro y así. Cada
cosa que ella quería, el se le adelantaba y se lo quitaba. Tenían planeado quemarle la casa,
esa que no vendía por cariño. Por lo que sabían, era la casa favorita de su madre. Asique
ellos tenían planeado quemársela, pero cuando Matt fue a verla y acomodar todo para
quemarla y que parezca accidental, el se había enamorado de la casa. Y ahí fue cuando
Amanda le había ofrecido muchísimo dinero, otras propiedades, lo que quiera para regalarle
esa casa a su amigo. Era la primera vez que lo veía entusiasmado con algo material. Y
como el había estado siempre cuando ella no necesitaba, quería regalársela. Pero no había
manera de que la venda. Habían mandado a otros abogados, gente que nada tenia que ver
con ellos, pero aun así, el hombre no daba el brazo a torcer.

- ¡oye! Prométeme que no te acostaras con ese hombre por la casa.

Le dijo Mat interrumpiendo sus cavilaciones. Lo miro y le sonrió. La conocía tan bien…

- Podríamos terminar con esto de una vez. Es solo por una hora. – dio una vuelta
admirando la sala. – y no me digas que esta preciosura no lo vale.

- Mandy habíamos quedado en que jamás volverías a hacerlo.

- Si lo se, pero solo por esta vez.
- No. Esta fuera de cuestión. Le ofreceremos lo que quiera menos un polvo contigo.
Ya sabes. Y esta vez iré yo.

- No. Iré a hablar con el. Esta en Liddington park.

- ¡No! – le respondió enojado.

- ¡Pero quiero que sea tuya! – dijo fieramente. – quiero regalártela. Me casare dentro
de unos meses si todo sale como lo planeamos y no quiero que te quedes en mi
casa. Quiero que tengas algo que te gusta.

- Basta. – le pidió el cansado. – no tienes porque casarte. Ya lo sabes. No estoy de
acuerdo con eso.

- Pero me casare de todos modos. Ya lo sabes. – le susurro quedamente.

- No lo harás. Sabes que no quieres casarte con ese viejo. Te vendrás a vivir aquí
conmigo. Ya me las arreglare para comprarla.

- No. Me casare y tu tendrás esta casa, porque yo te la…

- ¡ya basta! – la interrumpió claramente enojado. – no te casaras, ¡entiéndelo de una
buena vez! ¡no seas tan obtusa!

- ¡si me casare! – le respondió elevando la voz.

- ¡por supuesto que no! ¡¿Qué ganas con casarte y condenarte a una vida de
mierda?! ¡¿Qué ese mal nacido sienta dolor?! ¡por favor Amanda! – le grito
enfurecido.

- ¡basta! ¡no te metas, porque es la vida de mierda que yo elegí!

Ambos estaban furiosos. Eran muy pocas peleas las que tenían, pero siempre que peleaban
estaba unos días sin hablarse, ya que ninguno daba el brazo a torcer en sus decisiones y
opiniones. Comenzaban discutiendo por una cosa y terminaban peleando por otra. Las
peleas eran muy encarnizadas y siempre terminaban insultándose e hiriendo sus
sentimientos.

- Estas demasiado encerrada en ti como para pensar con claridad.

- No me digas esas estupideces. Sabes que no es así

- ¡por supuesto que es así! ¡Entiéndelo de una buena vez: a nadie dañas mas que a ti
misma! si no piensas perdonarlo, - le dijo refiriéndose a Peter. - haz lo que te vega
en gana, tíratelo y listo. Abandónalo de la misma manera que el lo hizo contigo. Pero
no hagas esa estupidez de casarte con ese viejo. – le grito cada palabra en la cara.

Y Mandy lo empujo.

- ¡cállate! Tú no sabes lo que se siente.

- Por supuesto que lo se. Y sinceramente no te entiendo. lo tienes ahí, al alcance de
tu mano. tienes la posibilidad de ser feliz con el y la estas desperdiciando.

- El no me puede hacer feliz. Porque nunca me amo de la misma manera que yo a el.
– susurro.

- Eso ni siquiera lo sabes. No le diste la oportunidad de demostrártelo. Nunca le
demostraste que jamás te habías acostado con ese vizconde.

- ¡el no me dejo! – se defendió. - ¿no me digas que ahora estas de su lado? – pegunto
incrédula.

- Sabes que no es así. Pero esto no tiene nada que ver con eso. Ninguno de los dos
blanquearon las cosas. Jamás se dieron una oportunidad. Una mínima duda y se
alejaron.

- El me abandono, tu lo sabes. – dijo tensa.

- Si, pero dime una cosa. Cuando supimos que el te estaba buscando, seis años
atrás, ¿porque no le diste la oportunidad de encontrarte? Ambos sabíamos que se
había enterado de la vil mentira de la madre para separarlos. ¿y cuando tú lo
supiste, una semana antes de irnos a Francia, porque no fuiste a decírselo?

- Porque no me iba a creer. – dijo confundida, sin saber adonde quería llegar.

- Sabes que no es por eso. – le dijo molesto.

Ella le lanzo una mirada glacial.
- ¿Por qué entonces? – pregunto finalmente.

- Una simple palabrita: orgullo.

- ¡oh cállate de una buena vez! – le espeto molesta de nuevo.

- Sabes que tengo razón. Pero eres tan tenaz y tienes tanto orgullo encima de ti que
me asombra que aun puedas caminar.

- ¡cierra la boca! ¡tú, cierra tu maldita boca! – le grito furiosa.

- es mejor enojarse que aceptar la verdad, ¿no es cierto?

- Tú no sabes nada. Solo sabes acostarte con una mujer y nada más.

- Discúlpeme, señorita pureza inmaculada. No sabía que estaba manteniendo una
conversación con una virgen inocente como usted, mi dulce flor. – le respondió con
frío sarcasmo.

- No te hagas el ofendido. Es la pura verdad.

- ¡Tú no te hagas Amanda! – le espeto molesto. - Te has acostado con la misma
cantidad de hombres que yo con mujeres. O quizá mas.

- ¿Y eso que mierda tiene que ver? tu no sabes nada

- Eres tu la que no sabe. Solo quieres provocarte dolor y más dolor. Termina de una
buena vez a hacer el duelo.

- ¿Quién murió? – lo burlo ella.

El guardo silencio durante tanto tiempo que ella pensó que la discusión había terminado.

- Al parecer tú.

Mandy abrió los ojos de la sorpresa. El se dio la vuelta y se marcho. Enojada salió
corriendo tras el. Lo encontró al lado del caballo, esperándola.

- ¡Yo no eh muerto! – le grito.

- ¡pues lo parece! Desde hace diez años que jamás te veo disfrutar algo. Solo sonríes
y lo haces para fingir

- ¡es mentira! – le grito.

- ¡Vivo contigo, te conozco y se que aun no lo has superado! ¡no puedes volver el
tiempo atrás, y definitivamente no puedes culparlo por el niño que perdiste!

Mandy le pego un cachetazo tan fuerte que le dolió la mano. Matt la fulmino con la mirada,
se subió al caballo mirando hacia adelante y espero que ella suba al caballo. Mandy lo miro
furtivamente y vio la mejilla derecha colorada y la marca de su mano. Echaron a andar en
silencio.

Durante todo el camino de vuelta fueron en silencio. Sin prisa alguna, la guio a Liddington
park. Cuando llegaron al establo vieron a unos cuantos lacayos pululando por ahí. El la hizo
esperar escondida, y luego con una seña la hizo pasar rápidamente. El dejo al caballo en su
corral correspondiente y se estaba llendo. Se notaba su evidente enojo, que parecía que en
vez de disminuir, iba en aumento, al igual que la rojez en su mejilla, ya que en ese momento
tenia marcados unos dedos, definitivamente. Ella le dio las riendas de su caballo con mirada
inocente. . Se la arriba y se marcho:

- ¡oye, espera! – le susurro fieramente Mandy - ¡Estamos volviendo de nuestro paseo!
¡Escoltame!

El la miro con odio.

- Vete tú sola.

Salió del establo dejándola sola. Matt salió como alma que lleva el diablo del establo. Tenia
la mejilla acalorada, la sentía caliente y podía jurar que tenia los dedos de Mandy marcados
en la cara. Jamás en más de quince años juntos, le había pegado, ni siquiera cuando le
había dicho puta, despectivamente.

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