—Lo que sea que te haya pasado para que estés tan violento, no creo que la puerta sea la causa del problema como para sufrir por el, Jung Hoseok.
Después de azotar la puerta a sus espaldas al ingresar a su casa, lanzó su mochila al sofá, teniendo cuidado de que no cayera en la chica acostada en este, chica que lo miraba desaprobatoriamente mientras pintaba sus uñas de rojo.
—Ni mucho menos tu mochila. —susurró más para si misma que para su primo.
—No estoy de humor, Yerim.
Dirigiéndose a la cocina con intención de aliviar el apremiante sentimiento que albergaba en alguna parte del torso con comida, Hoseok se recordó a si mismo que no debería desquitarse con su prima u objetos inanimados que no tenían la culpa de lo que sea que estaba sintiendo. Buscando en el refrigerador el yogurt de durazno para comer cereales, recordó que la razón inicial por la esa bebida estaba ahí, era por Yoongi y su extraña fijación por este, Hoseok no se había dado cuenta hasta entonces de lo involucrado que Yoongi estaba en su vida, tenía su propio cepillo dental en el baño de su habitación, y el único motivo por el que probablemente no encontraría ropa del mayor entre la suya era porque Yoongi prefería usar la de Hoseok. Sonrió ante el recuerdo de Yoongi vistiendo camisetas que tras el paso de los años y el crecimiento de Hoseok, habían comenzado a quedarle un poco grandes.
Yoongi, quien ahora debía estar sentado al lado de Jungkook en una sala silenciosa y a oscuras, no mucha gente iba al cine a tempranas horas de la tarde, por lo que probablemente estaría algo vacía, tal vez Jungkook tenía un brazo alrededor de los hombros de Yoongi, y este apoyaba su cabeza en el otro. El pensamiento de Jungkook y Yoongi apenas tocándose frente a él ya le molestaba, su imaginación concibiendo una imagen tan desagradable como la escena que tenía en mente, estaba haciendo estragos con su cerebro.
Ni siquiera notó haber dejado caer el yogurt abierto hasta que sintió a Yerim golpearlo en la nuca.
—En serio, Hoseok, no puedes ni hacerte cereales sin Yoongi. —negó con decepción fingida mientras limpiaba el desastre causado por su primo mayor— Cuando tu mamá dice que no puedes vivir sin él, lo dice muy en serio.
La marca de Yerim llamó la atención de Hoseok como nunca lo había hecho antes, con excepción de cuando le presentó su alfa a la familia.
—¿Cómo encontraste a tu pareja, Yeri?
—No nos encontramos, ¿sabes?, vivió al lado de mi casa durante años, su presencia era algo tan familiar que di por sentado durante mucho tiempo, nunca fue especial en ese sentido, teníamos muchas amigas en común, pasábamos mucho tiempo en mi cuarto y su olor siempre estuvo ahí, nunca me impactó, nunca lo valoré. Ella era algo fijo en mi vida que nunca llegué a apreciar, mucho menos pensar en perderla. Hasta que se mudó. Nunca me había sentido tan mal en mi vida, no aguante ni un mes, fue humillante. —Yeri rio un poco ante el recuerdo, las cosas habían terminado bien para ella, de todas maneras. Hoseok, por otro lado, podría estar cerca de perder lo que quería por no darse cuenta de que ya lo tenía— No lo dejes ir, Hobi.
Ni siquiera tuvo que preguntar a quien se refería.
Hoseok no pudo evitar imaginarse a si mismo en esa situación, la mera idea de perder a Yoongi no se le había pasado por la cabeza hasta que el chico se presentó como omega. No dejaba de repetirse que Yoongi lo dejaría pronto, que un alfa lo reclamaría, y aunque Yoongi quisiera conservar su amistad, probablemente la descuidaría con el tiempo o su alfa no lo permitiría, miles de escenarios donde el centro de su mundo se iba y Hoseok quedaba solo, esperando que Yoongi fuera feliz, sobre todo.
Sacudió la cabeza ante la avalancha de posibilidades y diversos planes para evitar que esto ocurriera, el no perdería a Yoongi, tendría que hacer algo para que no lo dejara nunca, tal vez conseguirle algunos neutralizadores, para que ningún alfa llegará a fijarse en él jamás; podía empezar por deshacerse de Jungkook...
—Necesito ir a descansar y pensar. Si mamá llega, dile que tenía sueño.
Yerim asintió comprendiendo lo que su primo no había querido explicar, la situación había sido muy obvia y no necesito más que ver la cara de Yoongi e intercambiar un par de palabras con él sobre lo tonto que era su primo.
—¡Cierto!, olvidé decirte, Yoongi llegó un poco antes que tú, está en tu habitación, supongo.
Decir que Hoseok corrió escaleras arriba sería quedarse corto, fue un milagro que el chico no se cayera o algo. La risa de Yerim se perdió a sus espaldas cuando Hoseok entró a su cuarto para encontrar a Yoongi abrazando su almohada.
El omega se enderezó rápidamente ante la intensa mirada que no sabía como interpretar, Hoseok solo estaba parado ahí, mirándolo.
—¿Tengo algo en la cara? —se puso de pie, acomodando su camisa con nerviosismo.
Hoseok notó unas manchas rojizas en el cuello de Yoongi y se acercó a él para tomarlo por los hombros, examinando su blanca piel, en busca de más razones para cometer asesinato, sus manos resistiéndose a desabotonar la camisa de Yoongi y comprobar que no hubiera marca alguna ahí.
—¿Qué son todas esas marcas, Yoongi? —sin poder reconocer su propio tono de voz y relajando un poco el agarre al ver la expresión de sorpresa en el bonito rostro del mayor, Hoseok pasó sus dedos por las marcas en la piel ajena, arrugando involuntariamente la nariz al sentir un olor que no debería estar ahí, no era el olor de Yoongi ni el suyo, así que no era bienvenido— Hice una pregunta.
—Jungkook se puso... ¿cariñoso? —notando como la mandíbula de Hoseok se apretaba ante su respuesta, Yoongi se encongió un poco—, quiero decir, primero tocó un poco mi cuello y-y ¡tú sabes que tengo cosquillas!, no pude defenderme, y luego sus labios estaban ahí también y... entró en celo.
Una guerra de emociones, provocada por su lobo, se libraba dentro de Hoseok, la duda y preocupación luchando por mantener la cordura y comprobar que su pareja estuviera bien, y sus instintos primitivos intentando salir y restregarse contra Yoongi hasta eliminar todo olor que no fuera el suyo, reemplazar esas marcas con las suyas. Y, sobre todo, matar al responsable de eso.
Feromonas saliendo de Hoseok provocaron el pánico de Yoongi y la necesidad por tranquilizarlo.
—Entonces lo saqué de la sala, tratando de calmarlo, pero me empujó contra una pared y... todo fue muy raro, él gruñía mucho y sentía sus labios en todo mi cuello, pero se sentía mal. Se sentía incorrecto, creo que él también se dio cuenta cuando lo separé, él no es mi alfa y yo no soy su omega, marcarme habría estado mal, se sentía mal. Pero él estaba en celo y no podía controlarse, yo no sabía como detenerlo. Así que escapé y vine aquí. —Yoongi miró a su mejor amigo, esperando que este haya vuelto a la normalidad y lo empujara al darse cuenta de lo cerca que estaba.
Yoongi tenía más que claro que Hoseok solo estaba actuando por instintos, que él se podría aprovechar de eso, podría haberlo hecho hace mucho. Su omega quería al alfa de Hoseok, y el alfa de Hoseok lo correspondía, pero Yoongi estaba enamorado de Hoseok, y no era correspondido en eso.
Hoseok no lo apartó.
Lo empujó más cerca, rodeándolo con sus brazos, alivio inundando su ser al sentir el familiar olor de Yoongi de vuelta a su lado (aunque la inquietud al sentir el aroma de otro alfa seguía molestándolo), presionando su nariz contra la glándula de olor del omega, para luego frotarla a lo largo de la extensión de su cuello.
Hoseok no le ponía las cosas fáciles, resistirse se veía menos apetecible cuando sentía los labios ajenos rozarlo casualmente, necesito toda su fuerza de voluntad para empujar al chico.
—Deja de hacer eso. —frunciendo los labios involuntariamente, Yoongi cruzo los brazos sobre su pecho y retrocedió lo suficiente como para sentir la parte trasera de sus rodillas chocar con el borde de la cama, para imponer algo de espacio.
Con las mejillas sonrojadas y el lindo puchero que estaba haciendo, Hoseok se atrevería a decir que era la cosita más linda del mundo. Todas las chicas a las que había considerado lindas alguna vez, ¿cómo podía haberse estado perdiendo de la belleza de Yoongi? La de veces que lo había mirado sin darse cuenta de lo adorables que resultaban sus mejillas, de lo bonitas que eran sus pestañas y la pequeña nariz que moría por apretar, lo rosados que eran sus labios y como el inferior sobresalía en ese momento, tentando a Hoseok.
Yoongi soltó un pequeño sonido de sorpresa al sentir su espalda impactar contra el colchón y el cuerpo de Hoseok sobre el suyo. Por no hablar de lo bien que se sentían sus labios en su cuello.
—Hermoso. —susurró contra la piel del omega, Hoseok nunca había usado esa palabra para describir a nadie nunca, y si lo había hecho, nunca con ese significado. No había tenido significado hasta Yoongi, no lo tendría después de él.— Eres hermoso, Yoongi.
Ni toda la fuerza de voluntad de Yoongi sirvió esta vez para detener a Hoseok, se sentía tan querido, solo quería vivir esa fantasía un poco más, sentir sus labios y su piel en contacto era reconfortante después de haberlo deseado por tanto, solo quería estar entre sus brazos y sentirse correspondido, solo un poquito más y luego se apartaría, siempre terminaba haciéndolo. Se apartarían y volverían a comportarse como mejores amigos, Yoongi volvería a ocultar sus sentimientos y aguantar al chico que amaba hablarle de otras chicas, Hoseok volvería a la normalidad en poco, Yoongi no debería sentirse cómodo con esto, debería empujarlo lejos, disfrutar algo sabiendo que lo perdería después le hacía mucho daño.
—Tan hermoso. —mientras tanto, Hoseok parecía estar perdido en sensaciones desconocidas, dejándose llevar por los instintos que experimentaba por primera vez— Te quiero tanto.
Golpes en la puerta los sacaron de su pequeña burbuja mientras Yoongi trataba de convencerse de que lo que había escuchado no era más que un invento de su mente para complacerlo.
—Yoongi, Hoseok, ¿quieren comer algo? —la voz de la madre de Hoseok resultó tan cómica que Yoongi no pudo evitar reírse antes de ver la cara asustada de su mejor amigo.
Hoseok miraba a todas partes menos al chico a su lado, sintió una mano cálida en su antebrazo en el momento que sus ojos se posaron sobre la ventana.
—Ni lo pienses, Hobi, no otra vez. Tu mamá se molestará conmigo por dejarte saltar.
Hoseok rio forzadamente, tomando de la mano a Yoongi para bajar a comer, decidido a actuar con normalidad, para no hacer sentir incómodo al omega.
Sujetando la mano de su mejor amigo, Yoongi suspiró con cansancio al ver como Hoseok ignoraba lo que acababa de pasar y volvía a la triste realidad a la que ya se había acostumbrado.