Pinky Hair Boy - YoonMin [+18...

By LucAAoSora

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Park Jimin, un joven de veinte años y peculiar cabello rosa, aparenta ser un chico tierno e inocente, pero de... More

✨LIBRO OFICIAL EN FÍSICO✨
Prólogo
Capítulo 1 (Primer Arco).
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18 (Segundo Arco).
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
❤️ T R A I L E R ❤️
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36 (Tercer Arco).
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo Final.

Capítulo 62.

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By LucAAoSora

ESTE CAPÍTULO SE MANTIENE EN LA VERSIÓN DEL 2017. La versión del 2022 se subirá luego de esta.


No entendía. Solo sabía que estaba escapándose de varias personas que, al parecer, lo querían mantener encerrado en una sala de hospital. Corría casi con desesperación entre los pasillos de ese lugar, perdiendo la cordura cada vez más por no encontrar ni una sola ventana hacia el exterior por donde poder salir, parecía estar bajo tierra. Su respiración se agitaba más y más, a veces volteaba su cabeza un poco para observar hacia atrás y saber qué tanto se había alejado de esas personas. Sus ojos se llenaban de lágrimas por el miedo, tenía sus pies descalzos y de vez en cuando tropezaba sin saber la razón, recibiendo feos raspones y golpes. Todo se veía rojo por las luces de emergencia, se escuchaban las alarmas junto a los gritos de las personas que lo perseguían y pedían que lo detuvieran.

En un momento se mantuvo corriendo mientras veía hacia atrás e inevitablemente terminó estrellándose contra una persona, cayendo ambos al suelo y quedándose a horcajadas sobre el otro. Lo vio por un segundo, detallando su cabello azabache y sus ojos almendrados de color café entre todas las luces rojas, ese chico lo miraba con mucha sorpresa y temor, en un momento le pareció que se conocían de algún lado, pero fue tal su desesperación al escuchar las voces de los que lo perseguían que se levantó de inmediato para seguir corriendo. Fue como un regalo caído del cielo en cuanto dio unos pasos y vio una gran salida que parecía dar hacia afuera, por lo que no lo pensó dos veces y avanzó con mucha velocidad.

—¡Jimin! —exclamó aquel chico con el que se había estrellado segundos antes.

Se detuvo por una fracción de segundo, dudando de si darse la vuelta o seguir, pero optó por continuar su camino. Algo había capturado su atención en la manera en que ese joven lo llamó y, por alguna razón, estaba seguro de que le gritó a él. No sabía cómo lo sabía, pero se identificaba a sí mismo como "Jimin", de eso no había dudas. Respiró profundo en cuanto terminó de subir las escaleras y se volvió a encontrar cara a cara con la desesperación al ver que todo a su alrededor parecía ser bosque y más bosque. Se dio la media vuelta para ver hacia la puerta y no necesitó pensarlo más, prefirió correr entre los árboles. Su cuerpo sentía el frío perforando sus huesos, haciéndole doler; no tenía sensibilidad de la rodilla para abajo ni tampoco en sus manos; su nariz se sentía entumecida y sus orejas dolían por la gélida brisa. Creyó que por fin había perdido a esas personas que lo perseguían.

Se había despertado en una sala de hospital, o eso parecía a simple vista, luego se dio cuenta de que no era así, por lo que salió de allí cuanto antes. No sabía por qué tenía un muy mal presentimiento al respecto, sentía que su cuerpo había sido usado muchas veces, que había sido manipulado y sometido a cosas referentes a la medicina. Debido a eso, su desesperación fue lo que activó sus ganas de escapar. Algo le decía que no huyera, que estaba seguro, pero en cuanto comenzaron a perseguirlo supo que no era así.

Cada tanto se lastimaba los pies en el piso de tierra, pasando entre los árboles cada vez más rápido al ver a la lejanía una ruta de asfalto, una real, por donde los vehículos seguramente pasaban. Su emoción fue en aumento ahora que había perdido de vista a quienes lo perseguían, por lo que se permitió concentrarse en su camino, respirando con normalidad, aunque yendo rápido aún.

Fue como sentir la libertad cuando sus pies desnudos pisaron el asfalto, tenía mucho frío y no percibía muy bien el tacto de su piel sobre el suelo, pero comenzó a correr sin mirar atrás. No se veían vehículos pasando, sin embargo, a la lejanía, había un par de autos negros, pensó que tal vez podía escapar en uno... ¿Por qué sabía que podía conducir? Su velocidad se redujo al ver que una persona se encontraba reposando sobre uno de estos. Cada vez su paso fue más lento, acercándose y sintiendo una extraña curiosidad crecer en su pecho.

Ese joven de cabello azabache, piel pálida, labios finos... Lo conocía, estaba seguro. Sus ojos de forma felina parecían un enigma a descifrar y esas emociones al verlo ya las había sentido. Vestía una simple remera blanca, junto a una fina chaqueta de cuero negro y un jean algo desgastado; reposaba su espalda sobre uno de los automóviles, observando el paisaje en soledad, con un cigarro a medio terminar en su mano derecha. Mientras le daba una suave calada, Jimin pudo sentir un dolor punzante en su cabeza, el cual se esparció por toda su extensión hasta llegar incluso a su cuello. Llevó sus manos hacia su rostro, cubriéndose con fuerza e inclinándose un poco hacia adelante por lo insoportable que eso se había vuelto. No iba a gritar ni llorar, algo le parecía familiar y miles de imágenes llegaron a él como destellos, como si sus recuerdos se trataran de un balde de agua helada cayendo sobre su cuerpo. Tragó en seco antes de erguirse otra vez, luchando contra ese dolor que de a poco iba disminuyendo al mismo tiempo en que todo comenzaba a cobrar sentido. Sabía que no tenía que huir ahora, que estaba a salvo en ese lugar. Y sabía muy bien la identidad de la persona frente a él.

Se acercó lo suficiente como para poder decir algo y ser escuchado. Pero antes de dar siquiera otro paso, unos ruidos se hicieron oír desde lejos, seguramente de aquellos que lo perseguían, los cuales ahora reconocía como Mark, Taehyung, Seokjin y dos personas más que nunca había visto. También recordó que ese chico con el cual se estrelló era Jungkook. Dichos sonidos provocaron lo inevitable, lo que no quería que pasara, porque sabía muy bien que, si llegaba a ver a Yoongi a los ojos, conocería algo malo y muy bien guardado en su interior.

En cuanto sus miradas se cruzaron, todo pareció volverse insignificante, su mente quedó en blanco y sus pensamientos se vieron distorsionados por miles de sentimientos opuestos entre sí que llegaron en un solo segundo. Sin embargo, su vista comenzó a nublarse por el llanto al ver la expresión de sorpresa de aquel joven de cabello azabache. Su preciosa mirada se notaba cansada, se veía abatido, rendido. Era algo que jamás querría volver a ver. No sentía nada más que tristeza.

—¿Jimin...? —preguntó, atónito por verlo allí.

Su voz se oía bien nítida, la cercanía era la suficiente como para poder escucharlo. Claro que Yoongi no esperaba que él se escapara del lugar y mucho menos esperaba encontrárselo ahí. Sus felinos ojos negros lo observaban con asombro y desconfianza, pero, en cuanto posó su vista sobre los labios de Jimin y pudo leer lo que estos decían sin escuchar su voz, toda esa carga detestable, horrible y desesperante que lo apresaba desapareció. Se sintió libre después de mucho tiempo, arrugó un poco su nariz al sentir un punzante dolor allí que le indicaba inminente llanto y presionó su labio inferior con el superior durante unos segundos para luego comenzar a morderlos con nerviosismo. Ya para ese entonces, su cigarro se hallaba en el suelo, consumiéndose en su propio calor. "Hyung...", decían sus labios. Al parecer susurraba, como si no pudiera creerlo o no entendiera bien todavía. Jimin llevó sus manos a sus ojos para restregar con fuerza los mismos, tratando de detener el incesante llanto mientras que tenía leves espasmos y sorbía su nariz, mordiendo su labio. Una ternura extraña y que en esos últimos días parecía tan lejana, comenzó a recorrer el pecho de Suga. Era como ver al precioso joven de cabello rosa pastel, tan sensible y cariñoso, parecía la escena de aquella vez cuando de sus labios salió el primer "te quiero". Un amor que se sentía tan puro e indestructible.

A lo lejos se veían a varias personas acercándose, pero no podía prestarles mucha atención cuando tenía a Jimin en frente suyo. No sabía qué hacer.

Estuvo a punto de decir algo, estuvo a punto de dar un paso para acercarse a él, cuando clamó en voz alta y sin quitar sus manos de sus ojos: "¡Creí que lo había lastimado!", echándose a correr hacia él, ignorando el frío y cualquier otra cosa sin importancia. Suga no pudo reaccionar, simplemente mantuvo en su mente esa pequeña, pero tan importante frase... ¿Creyó? ¿Creyó que lo había lastimado? ¿Eso era lo que le preocupaba y lo que le hacía llorar? Soltó un amplio quejido mientras que esos brazos que tanto había extrañado volvían a rodear su cuerpo con necesidad y aferrarse a él. No quería seguir derramando una lágrima más de tristeza, pero esto ya no era tristeza... Era como volver a nacer, sentir su alma otra vez, aquella que le había entregado a Jimin, a quien le había permitido decidir su destino. Sentía su calor, la frente ajena acurrucándose en la curvatura de su cuello, y al fin correspondió al abrazo. La mano derecha de Suga rodeaba la cintura ajena, mientras que la izquierda le sostenía la cabeza y entrelazaba sus dedos en las hebras rosadas de su cabello.

"Te amo", le repetía una y otra vez en el oído, sintiendo sus sollozos incrementar. Las manos de Jimin habían ingresado por debajo de su chaqueta de cuero y arrugaban su remera blanca con fuerza. No podía dejar de sonreír, quería hacer miles de preguntas, pero todas se respondían con eso. «¿Me perdonas?», pensó. Ahora sabía que para Jimin no había nada que perdonar. «¿Aún me amas?», pensó. Con aquel abrazo ya no necesitaba palabras, se lo había demostrado. El amor era igual que como el primer día. «¿En verdad no me odias?», pensó y sonrió al sentir un tierno beso de Jimin en su cuello, provocando miles de sensaciones que creyó perdidas.

"Lo siento, lo siento por todo, hyung...", dijo con su voz temblorosa, llorando. Y Yoongi no pudo evitar fruncir su ceño con más fuerza para abrazarlo aún más, pensando en miles de razones por las que no tenía que disculparse, porque, a pesar de lo sucedido, era él quien debía arrodillarse y pedir perdón durante todos los días por el resto de su vida. Era algo increíble que Jimin estuviera allí, aferrado a él, pidiendo disculpas y llorando como si fuera un niño pequeño.

Bueno, ambos lloraban como niños.


Semanas después.

Una carpeta bastante pesada fue arrojada hacia el escritorio, lo que provocó que el joven de cabello rosa pastel prestara atención. Jimin se encontraba sentado frente a la mesa, lo habían despertado pocos minutos atrás, así que no entendía muy bien qué pasaba. Mark estaba parado junto con Seokjin y dos personas más, encargados de la investigación en el caso del hermano menor: Park Jihyun. Todos allí esperaban algún tipo de mala reacción o interés de irse de ese lugar cuanto antes, pero Jimin tan solo miraba con extrañeza los papeles esparcidos en el escritorio. Cada tanto alzaba su vista para observar a los demás, sobre todo a Seokjin, pero sus ojos no demostraban ningún vago sentimiento de molestia.

—Park, ¿reconoces a esta mujer? —preguntó Mark, rompiendo el silencio y enseñándole un expediente con la fotografía de alguien.

—No —dijo con seguridad.

Los preciosos ojos negros del joven de cabello rosa pastel se posaron en la mirada de Yoongi, quien estaba a su lado acompañándolo; tenían un brillo especial, como si tratara de descifrar algo. Parecía que tenía la respuesta a sus propias dudas, pero no lograba encontrarla aún. Se veía mejor, sus heridas habían sanado por completo hace tiempo, tal y como se predijo. Pese a todo lo ocurrido, Jimin ahora se notaba perdido, confundido, y eso solo empeoraba la situación. Abrió con lentitud su boca, relamiendo sus labios y regresando su mirada a los papeles en la mesa, como si estuviese por decir alguna cosa.

—Esa mujer se llamaba Kim Young Mi —prosiguió, importándole poco y nada si Jimin entendía o no—. Esta persona fue quien encabezó el experimento de la droga WBort05 durante los últimos años hasta fallecer. Conocía los secretos que se escondían al respecto y los ocultó de Park Jung Hae, tu padre, hasta el nacimiento de Seokjin.

Fue en el instante en que mencionó el nombre de aquella persona cuando los ojos negros de Jimin se posaron con mucha atención sobre Mark.

—Toma —arrojó un diario que se veía viejo y un poco desgastado—. Aquí se encuentran los planes que tu familia adjuntó sobre esta droga desde hace décadas atrás. Esta mujer, Young Mi, tuvo cuatro hijos con tu padre, en quienes probó las mezclas de WBort. Ni el 01, 02, 03 y 04 funcionaron.

Jimin dejó que él hablara hasta el final. Mantenía su mano entrelazada a la de Suga, ambos con sus brazaletes. Así es, él se tomó el tiempo de recuperarlo.

Mark le explicó el verdadero fin de ese experimento. No solo querían crear un arma humana, sino que anhelaban llegar a lo más parecido a la inmortalidad, por eso fueron varias intervenciones con la droga en Jimin, ya que se creía que se lograría el objetivo tras incorporar una cantidad determinada de esa sustancia en el cuerpo desde previo al nacimiento.

Algo que sorprendió demasiado a Jimin fue que esa mujer había tenido aquellos hijos con su padre, Park Jung Hae, unos años atrás, antes de que él se casara con su madre. O, tal vez, incluso las tenía a ambas al mismo tiempo. En definitiva, el diario de su padre afirmaba que ella había sido obligada a tener relaciones sexuales con él luego de perder a sus hijos anteriores y, antes de morir, su último bebé fue llamado "Kim Seokjin". El señor Park no iba a permitir que le quitaran su preciado experimento luego de saber que la droga funcionaba solo con sus herederos. Yu Hong y Chanyeol no fueron víctimas de eso debido a la necesidad de Jung Hae por dejar el negocio familiar en manos de los mayores. Sin embargo, se sabe que Jimin no corrió con la misma suerte.

Lamentablemente, esta información no llegó a Jihyun y por esto cometió el error de experimentar con personas incompatibles. Cierto era que el menor de los hermanos Park había encontrado el baúl con todos esos datos, pero los diarios y lo que en verdad importaba se hallaban en un compartimiento debajo de aquel baúl, el cual claramente nunca descubrieron.

Kim Young Mi fue la madre de muchos hijos de Park Jung Hae, entre ellos: Seokjin. Pese a toda la información dada, Jimin se mantuvo atento y serio durante todo el diálogo de Mark.

—¿Qué vas a hacer con esto, Park? —preguntó Mark, dejando en el escritorio el último frasco de WBort05—. No tenemos derecho de impedirlo si quieres terminar el experimento contigo mismo, te debemos la vida —sonrió—. Gracias a ti logramos esto.

—Pensaré qué hacer —dijo, dudoso—. Por ahora quisiera pasar tiempo con mi nuevo hermano —sonrió con sus mejillas un poco sonrojadas mientras veía a Seokjin, quien también estaba algo avergonzado.

Jimin sonrió levemente, tomando entre sus manos el frasco para guardarlo en su bolsillo. Se puso de pie y la silla hizo un suave ruido al deslizarse en el suelo; se inclinó ante Mark con respeto y como forma de saludo para luego estrechar sus manos. Entrelazó su brazo derecho con el brazo izquierdo de Suga y le hizo una señal a Jin para que los siguiera. Caminaron los largos pasillos de la sede del Dragón Dorado en Daegu, lugar en donde tantas cosas sucedieron, miles de historias fueron contadas. Jimin observó cada rincón, estaba un poco deteriorado, pero recordaba a la perfección cada beso, cada mirada, cada palabra intercambiada con la persona a su lado, y no podía evitar sonreír... Bajaron las famosas escaleras que incontables veces pisaron, con decenas de sentimientos únicos y en situaciones muy diferentes, saliendo por fin al exterior. Era extraño no saber qué hacer ahora, sus vidas volvían a comenzar. Y esta vez sería para siempre.

—¡Chim! —una voz conocida lo llamó al salir.

Taehyung se hallaba subido a cuestas sobre Jungkook, quien se quejaba porque él no paraba de moverse y hacerle perder su equilibrio. A su lado estaban Hoseok y Yugyeom, el nuevo amigo del grupo, sonriendo. Jimin se detuvo mientras veía que Seokjin abrazaba a todos, quedándose absorto en la escena que tanto anheló por vivir.

—¿Se te metió una basurita en el ojo? —le preguntó Suga, quien seguía entrelazando sus brazos.

Soltó una leve risita.

—¿Qué? ¡Claro que...!

Un tierno beso en sus labios silenció toda palabra. Ambos cerraron sus ojos por unos segundos para disfrutar la unión, el frío se estaba yendo al fin. Se escuchaban los chasquidos suaves de los incontables besitos que Suga depositaba en los labios de Jimin, por lo que no aguantaron sus risas y sus mejillas se tiñeron de carmesí.

—¿Ya pensaste qué hacer con la droga, pulguita? —susurró al separarse.

—Usted sí que sabe arruinar momentos, hyung —se quejó.

—Te dije que así sería toda la vida y que dejes de tratarme de "usted" —alzó una ceja y se acomodó para empezar a caminar otra vez—. Y hablo en serio, podrías obtener la inmortalidad. Eso es increíble.

—Ah, ¿eso? —rio y empezó a avanzar, dejando a Suga atrás—. ¿Para qué quiero la inmortalidad? ¡Lo tengo a usted! —dijo en tono de burla.

Sin embargo, al notar que su hyung no avanzaba a la par suya, se dio la media vuelta para observarlo. Fue una imagen tan linda y única que se guardó en su corazón desde ese instante y para siempre. Tendría algo de lo que burlarse luego, pero ese era otro asunto. Las mejillas ajenas estaban tan carmesíes que el tono llegaba hasta sus orejas. Soltó una tierna risita sin poder contener la dulzura que su expresión le hacía sentir.

—¿Se le metió una basurita en el ojo, hyung? —rio.

—Eso es jugar sucio... —hizo una mueca de falsa molestia.

—Y así me ama.

—¡Oigan, ¿a dónde quieren ir ahora?! —preguntó Hoseok, rompiendo el momento como siempre.

Suga se quejó y todos se echaron a reír a carcajadas.


VERSIÓN 2017.

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