Capítulo siete.
Ya había pasado al menos una semana desde la llegada de ____ a Washington. Comenzaba a tener más amigas y al mismo tiempo, a alejarse de Logan, James y de mí. Sólo cruzábamos unas pocas miradas en las clases que teníamos juntos, y en la cafetería, porque nuestras mesas quedaban de frente.
En la salida me evitaba a toda costa. Le preguntaba a Alexia sobre ella, ella le decía a ____ que yo la buscaba y hacía lo posible por salir del colegio sin tener que toparse conmigo.
Una tarde de jueves se me ocurrió seguirla sin que se diera cuenta, obviamente. Al salir de la escuela, se despidió de dos chicas castañas y caminó dos cuadras a la izquierda. Esperaba a que ella se alejara un poco más para que no me notara. Me puse la gorra de la sudadera y bajé la cabeza, siguiendo sus pasos. Por fin había llegado al fraccionamiento donde ella vivía, y no me preocupé en dejarme la gorra. Me la quité y seguí caminando. De lo cual, me arrepentí en ese instante.
–¿Kendall? –preguntó una voz conocida, proveniente de un auto gris plata.
–¿Mamá? –enarqué las cejas y me acerqué a su ventanilla. –¿Qué haces aquí?
–Yo… Vine por ti–dijo entrecortadamente, subiendo los seguros.
–Puedo irme solo.
–Kendall, por favor. Ya estoy aquí–hizo un ademán para que me subiera al auto.
–Está bien–abrí la puerta y me introduje en él. ____ podía esperar.
Mi madre exhaló fuertemente y tomó mi mano. Quería decirme algo pero, como en otras veces, se había arrepentido y me había dejado con la duda.
–¿Qué hacías aquí, exactamente?
–Ya te dije. Vine a buscarte.
–Nunca te dije que vendría–murmuré.
–Ah.
–Mamá, dime la verdad. ¿Me sigues? ¿Me sigues cuando salgo del colegio?
Dio un fuerte suspiro antes de responderme.
–Sí.
–¿Por qué?
–Yo… no lo sé–me sonrió tímidamente y aparcó el auto afuera de casa.
Algo extraño estaba sucediendo con ella. Actuaba muy extraño conmigo. Me apee del auto antes que mi madre y entré a la casa. Había sido mi oportunidad de hablar con ____ y preguntarle el porqué de su comportamiento tan raro conmigo. Cuando me veía, bajaba la cabeza o no sostenía la mirada por un tiempo considerablemente suficiente. Siempre me evitaba, más desde que había hablado por teléfono.
Fui a mi habitación y me encerré. Tomé el teléfono y marqué el número de papá, que en ese momento estaba trabajando.
–Espero que sea importante–contestó.
–Sí. ¿Sabes por qué mamá actúa tan extraño? Si lo sabes, me gustaría saberlo.
–Kendall, ella siempre ha actuado así.
–No. Ahora es muy, muy rara, yo no entiendo…
–Hijo, hablamos en casa.
Colgó.
–¡Carajo! –grité y aventé el teléfono a la cama, el cual rebotó y cayó al piso.
Estaba tan enfadado. Quería golpear todo, y dejar todo. Mandar todo a la mierda. Todo iba de mal en peor. Cuando pensé que podría tener una oportunidad con ____, ella me dio a entender que no quería nada. Mis padres me ocultaban más cosas de las que creí. Después, me di cuenta de que estaba exagerando mucho las cosas.
–¿Qué pasó, Kendall? –preguntó mi madre del otro lado de la puerta.
–Nada.
–Abre la puerta.
–No, vete.
Escuché sus pasos recorrer el pasillo unos segundos después. Estaba ansiado por saber qué era lo que me escondían mis propios padres. “Sangre de mi sangre”.
Esperé a que se hiciera más tarde hasta que todos se durmieran. El último en apagar la luz del living fue mi padre, quien subía a paso lento las escaleras y entraba a su habitación. Me esperé a no escuchar ningún ruido o movimiento. Me acomodé la chamarra de cuero, me cercioré de que mi teléfono aún vivía y lo metí a mi bolsillo. Me preparé para salir.
Abrí el ventanal que daba para el balcón de mi habitación; era una noche fría y el viento soplaba fuerte. No había estrellas y la luz de la luna iluminaba mi ventana. La distancia del balcón al césped no era mucho. Probablemente caería de lado y me dolería menos, pero trataría de caer de pie o en cuclillas. Me subí al borde de la barda, tomé aire y salté.
El vértigo me inundó, pero terminé cayendo de cuclillas y después terminé de cara. Las piernas me temblaban, pero ya estaba a salvo. Salí del patio sin hacer ruido y me puse a caminar directamente al condominio de _____. Cuando llegué, me fue fácil entrar. El guardia de seguridad estaba dormido, así que caminé con paso muy cauteloso y logré pasar a la primera calle. Ahora el problema era encontrar la casa de los Thomas.
Para mi suerte, en una calle que estaba justo en frente de un pequeño parque, vi una ventana abierta en el segundo piso de una casa roja. La luz estaba encendida, y por la decoración, supe que era la habitación de una chica. Clavé la vista como por medio minuto ahí, y apareció una figura femenina, que llevaba un camisón de dormir de seda color rosa y el cabello amarrado en una coleta. Era ____. Caminé directamente hacia la parte de debajo de la ventana.
–Hey, ____–dije en un tono bastante aceptable, pero no me escuchó. Intenté varias veces hasta que me contestó en la sexta.
–¿Kendall? –preguntó extrañada, poniéndose los brazos sobre el pecho.
–No te tapes, ___. Ya te vi. Deberías preocuparte por personas que no conoces–me reí.
–Cállate. ¿Qué haces aquí?
–Vine a buscarte, y ya te encontré. ¿Puedo subir? –le sonreí.
–¿Estás loco? No. No puedes.
–Por favor–le dije haciendo un puchero igual al que hacía Savannah, pero menos femenino.
–Está bien, déjame ver cómo…
Antes de que ella me pudiera dar una respuesta o solución, yo ya estaba trepando un árbol bastante frondoso. No fue difícil, pues tenía varias ramas gruesas que me facilitaron todo.
–Dame la mano–me dijo, estirándola hacia mí. La tomé y me jaló hacia adentro.
–Tienes fuerza–le dije mientras lograba mantenerme de pie.
–Sí, un poco. ¿Qué quieres?
–Saber qué es lo que tienes en contra mía, ___. ¿Por qué te caigo mal?
–No me caes mal–se sentó en la orilla de la cama–. Me dejé llevar por lo que dijeron mis padres sobre ti.
–¿Tus padres? –Me senté a su lado, pero al darse cuenta de que estaba demasiado cerca de mí, se alejó–. Ellos no me conocen.
–Lo sé, pero ellos… dijeron que eres una mala persona, Kendall.
…..
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Mhmmm que es lo que la madre de kendall no le quiere decir?