Amor Clandestino

By jessace13

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(Libro 2 de la trilogía) "Pero me duele no gritar tu nombre en toda libertad; ante sospecha hay que callar... More

(1) Descubriendo Sentimientos
(2) Estamos haciendo lo correcto?
(3) Una salida inocente
(4) Ayuda
(5) Enfrentamientos
(7) Después de los Años
(8) Una Confesión
(9) Mala Suerte?
(10) Un Secreto en Libertad
(11) Quisiera Gritar
(12) Hoy ya me voy
(13) Vuelvo a ti
(14) Tan Solo el Comienzo
(15) El Primer Paso
(16) Más Mala que tú
(17) Con Esta Soledad
(18) A partir de hoy
(19) Falsas Esperanzas
(20) Mientes tan bien
(21) Aléjate de mí
(22) Todo Basta
(23) Hasta que la muerte nos separe?
(24) Duele ser infiel
(25) Nuevos Senderos
(26) Simplemente Amigos
(27) Como hacer a un lado el pasado
(28) Después de la Lluvia
(29) Una Llamada
(30) El verdadero amor perdona
(31) Alguien
(32) No quiero escuchar un no
(33) Tú lo sabes bien
(34) Creo en ti
(35) Demasiado Bueno
(36) Que me alcance la vida
(37) Fuiste tú
(38) Si tú me lo pides
(39) Te voy a amar
(40) Carta

(6) Golpe al Corazón

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By jessace13

Durante la noche, desperté varias veces; aprovechando una de esas veces para cambiar mi ropa y la de mi cama también.  Mi cabeza parecía querer reventar del dolor que sentía; mi corazón se encontraba haciéndole competencia.

La mañana siguiente, no podía levantarme de la cama, mis ojos a penas podían abrirse, el dolor en mi cuerpo era insoportable y mi nariz estaba sumamente congestionada.  Bonita manera de despertar un lunes.

Intenté lo mejor que podía para disimular como me estaba sintiendo.  Levantándome de mi cama, me di un baño y luego de vestirme, decidí hacer una obra de arte en mis ojeras.  Bajé a la cocina, y apenas pudiendo tomar un jugo, me despedí y caminé hasta la escuela.

Al llegar a la escuela, fui recibida por los cálidos brazos de mi amiga Celeste.

"Te ves mal amiga" me comentó ella una vez nos soltamos del abrazo y sus grandes ojos me estudiaban.

"Gracias por el apoyo...pero es cierto, me siento fatal."

"Debiste quedarte en tu cama." me dijo ella aún paradas ambas en el mismo sitio.

"Y perderme un maravilloso lunes en esta escuela?"

Honestamente, hubiese preferido quedarme; pero no quería estar acostada en mi casa pensando en Ezequiel, y mucho menos darle la oportunidad que llegara hasta allí.  Este era el único lugar donde él no se atrevería llegar a buscarme.

"Y cómo está mi chica hermosa?" escuchaba la voz de Ricardo en mi oído mientras me abrazaba.

"Tu chica está muriendo y decidió venir a la escuela." Celeste le respondió a Ricardo sin permitirme hacerlo.

"Te hubieses quedado durmiendo." me dijo Ricardo.

"Permiso." dije mirando a Celeste y moviendo a Ricardo a un lado, susurrándole al oído, "y dejar de verte después de lo de anoche?"

Una sonrisa traviesa se pintó en el rostro de Ricardo, y tristemente sus golpes se podían notar también. Cuanto coraje sentía hacia Ezequiel.  Como pudo haber cambiado de un sueño de hadas a una pesadilla en tan poco tiempo.

Ricardo me besó en los labios, despidiéndose para ir a su clase.  Celeste y yo caminamos juntas a la nuestra.

"Qué le sucedió a tu galán en el rostro?"

"Ezequiel estaba borracho." le dije con toda naturalidad.  Celeste era mi mejor amiga y hasta cierto punto sabía que me agradaba Ezequiel. Ella siempre ha insistido que la atracción es mutua.

"Siempre te he dicho que Ezequiel siente algo por ti."

"Celeste, no empecemos, por favor. No me siento bien."

"De acuerdo, pero cuando estés mejor, me vas a escuchar."

Llegó la hora del almuerzo y ya no aguantaba más.  Decidí excusarme y partir a casa.  Ricardo insistió en llevarme, pero no se lo permití ya que él tenía una reunión con su equipo.

Al llegar a mi casa, decidí que el día estaba muy hermoso como para desperdiciarlo en cuatro paredes.  Así que, luego de subir a mi cuarto y buscar una sábana y almohada, me senté en la terraza y me puse cómoda.

Encendí mi teléfono e inmediatamente los mensajes de texto y de voz comenzaron a aparecer.  Todos, excepto uno, eran de Ezequiel.  Tenía uno de Ricardo donde me dejaba sabeer que pasaría por mi casa tan pronto saliera de la escuela.

Los mensajes de Ezequiel los ignoré por completo; me sentía demasiado mal para estar lidiando con eso.  Así que, apagando el teléfono nuevamente, acomodé mi cabeza en la almohada  y en cuestión de segundos, quedé dormida.

"Es que no tienes por qué estar aquí."

"No es tu problema."

"Te aconsejo que te vayas."

Las voces de Ricardo y Ezequiel interrumpieron mi sueño.  Ambos estaban en el patio de mi casa.

Molesta ante la situación, me levanté, o tal vez me arrastre?  Me sentía tan débil que no supe como llegué hasta donde ellos.  Definitivamente mi cuerpo estaba peor que antes. 

Al llegar a donde ellos, la discusión se había puesto más intensa.  Caminé hasta donde Ricardo, quien instintivamente colocó mi cuerpo detrás del de él.

"Ezequiel, qué haces aquí?" pregunté interrumpiendo cualquier cosa que a estas alturas se estaban diciendo.

"Quería hablar contigo, disculparme." respondió Ezequiel.

"Con quien te tienes que disculpar es con Ricardo, no conmigo." Sabía que lo decía por lo que me había dicho anoche, pero no quería escuchar ninguna excusa de su boca.

"Yo no le debo ninguna disculpa a este niñito."

"A quien le llamas niñito?" preguntó Ricardo molesto.

"A ti, y además, tus manos estaban donde no debían."

Ya esto se estaba moviendo a los límites.  Así que, como pude, comencé a moverme para quedar entre ellos.

"A caso se te olvidó que ella es mi novia? Ocúpate de la tuya.  Porqué no metes tu nariz en otro sitio y nos dejas en paz?"

No sé si era un imán que tenía en esos momentos, o si mi tiempo fue exacto; pero las últimas palabras de Ricardo enfurecieron a Ezequiel, provocando que este lanzara un golpe exactamente en el momento en que yo daba mis últimos pasos para quedar frente a Ricardo."

El impacto me dejó tirada en el suelo e inmediatamente comencé a sentir el sabor de la sangre en mi boca.

"Isabella!" escuché a Ricardo gritar mientras se inclinaba a mi lado.

"Isabella, discúlpame." dijo Ezequiel intentando acercarse.

"Vete, no quiero volver a verte.  Espero que lo entiendas." mi voz salía llena de coraje, y una vez terminé de decirle estas palabras, abracé a Ricardo y comencé a llorar.  El dolor físico, tanto como el mental, eran demasiado.

No me di cuenta cuando Ezequiel se marchó, pero si de cuando mis padres llegaron.  Mi papá levantó a Ricardo, y poniéndolo contra la pared, le gritaba "Qué le hiciste a mi hija?!"

Mi mamá me envolvía en sus brazos, mientras yo sacaba fuerzas para gritarle a mi padre, "El no me ha hecho nada. Suéltalo por favor!"

Mi papá lo soltaba mientras mi mamá me miraba preocupada.

"Isabella, tienes mucha fiebre, hay que llevarte al hospital."

Ese fue el comienzo de una larga y bonita (claro que no) estadía en el hospital.  Estaba a punto de una neumonía y mis padres decidieron que era lo mejor dejarme internada allí para que no hiciera ningún desarreglo.  Pero fue muy conveniente porque no tuve que ir a la escuela, y sabía que Ezequiel no se asomaría por allí.

Los días pasaron y no supe de Ezequiel.  Solo recibía el esporádico mensaje donde me pedía disculpas.  Mensajes que no respondía porque, aunque me doliera en el corazón, no quería saber más de él.

El día de la boda de mi hermano llegó.  Con esto lo inevitable, después de casi un mes, tendría que verle el rostro a Ezequiel.

La boda y la recepción se llevarían a cabo en un hotel, por lo que teníamos un cuarto para prepararnos.  Yo era una de las damas, y al momento de Angélica vestirse, pidió que solo fuera yo quien la ayudara.  A fin de cuentas, yo era la única que sabía de la pequeña vida que crecía dentro de ella.

Cuando se quitó el traje ancho que llevaba puesto, me di cuenta del pequeño abultamiento en su estómago.  Automáticamente, mis manos se colocaron encima de mi futuro sobrino o sobrina.

"Angélica, qué emoción!"

"Si Isabella, yo también estoy muy emocionada; pero no será nada fácil dar la noticia." me dijo mientras su rostro se tornaba un poco triste.

"No te preocupes, será momentáneo, vas a ver."

"Eso espero.  Andrés y yo hemos pensado en como y cuando decirlo."

"Cualquier momento será perfecto." le dije mientras me volteaba a buscar su traje, ayudándola a colocárselo y cerrarlo.

Una vez Angélica estaba lista, yo comencé a ponerme mi vestido.  Tenía un solo hombro y era largo; sinceramente, no era m tipo de traje.  Pero no era mi boda, y fue el vestido que las demás escogieron durante mis vaccaciones en el hospital.

Comenzó el desfile y mis nervios también.  El primer rostro que vi cuando comencé a caminar fue el de mi hermano; se veía tan feliz y lleno de amor.  Espero que el día que me toque a mi, mi futuro esposo se vea igual de emocionado.

Al mirar al lado de este, me pude percatar que los ojos de Ezequiel me observaban de una forma muy extraña.  El brillo que aparecía en sus ojos cuando me miraba, estaba presente, pero había algo más...coraje, dolor, odio?

Quité mi mirada de sus ojos y me coloqué en mi lugar, el que para mi desgracia, quedaba casi frente a él.

La ceremonia estuvo hermosa, esos dos estaban más enamorados de lo que cualquiera podía pensar.  La emoción era mucha y no podía aguantar más mis lágrimas de alegría.

En el momento de tomar las fotos, Ezequiel se acercó a mi.  Me puse nerviosa, pero me mantuve firme en mi lugar.  El colocó una mano en mi cintura y acercó sus labios en mi oído. "Te ves hermosa; no sabes cuanto deseo estar contigo, pero no te preocupes porque no te molestaré más."

Una vez dijo esto, me dio un beso en la mejilla y se marchó de mi lado; dejándome como una idiota pensando en sus palabras.

Luego del brindis, me senté en la mesa con mi familia y amigos.  Lo estábamos pasando de maravilla.  Bailamos tanto, que mis zapatos se quedaron haciéndole compañía a la mesa.  Creo que los de Adrianna y los de mi mamá también.

Ricardo y yo nos encontrábamos bailando una canción lenta, mientras nos mirábamos a los ojos.  Fue un momento muy especial, sentirme tan querida por él.  Nos besamos por unos instantes hasta que la canción fue detenida.  Extrañados, miramos al lugar donde estaban poniendo la música.  Parado allí, estaba Ezequiel.

Ricardo y yo caminamos cerca de los nuevos esposos.  Angélica tomó mi mano una vez quedé al lado de ella.  Qué estaba sucediendo?

"Buenas noches a todos." decía Ezequiel atrayendo la atención de los que aún no lo estaban mirando. Este le hizo un gesto a Viviana y ella caminó hacia él.

"Viviana, llevamos ya tres años juntos.  Años en los cuales muchas cosas han sucedido.  Te digo que soy feliz por las buenas y te pido perdón por las que no lo han sido.  Soy feliz a tu lado y poer eso, frente a todos estos testigos te quiero preguntar.  Te casarías conmigo?"

Sentí como si me hubiesen golpeado en el estómago, sentí desmayar, sentí mis lágrimas querer traicionarme, pero Angélica apretó su mano con la mía y pude soportar el momento.

No escuché la contestación de Viviana, pero entendí que fue un sí cuando todos los presentes comenzaban a aplaudir mientras ellos se besaban.

"Isabella, me acompañas un momento al cuarto?" me dijo Angélica.

"Sí..." a penas pude decirle.

Sin soltar aún mi mano, nos excusamos, y ella me arrastró por todo el pasillo del hotel hasta llegar al cuarto.  Se aseguró de cerrar bien la puerta y me miró.

"Ahora fue mi turno para salvarte.  Sé que lo que acaba de suceder te ha lastimado."

"Cómo vas a pensar eso?" pregunté intentando sonar como si no me importara.

"Isabella, Ezequiel será el mejor amigo de tu hermano; pero quien guarda sus secretos y lo intenta aconsejar soy yo."

"A qué te refieres?" pregunté aún teniendo control de  mis lágrimas.

"A que sé lo que ha sucedido entre ustedes y que intenté impedir que él cometiera la locura que acaba de hacer."

"Todo?" le pregunté mientras me sentaba, pues mis piernas ya no me podían sostener.

"Sí Isabella, todo.  Y lo que acaba de hacer él es un acto de locura.  Como es posible que le haya propuesto matrimonio a Viviana cuando no te puede sacar de su mente?"

"Tal vez sea lo mejor para ambos."

"Sé que piensan que nadie en su familia aprobaría una relación entre ustedes.  Y también sé que Adrián lo mataría si supiera lo que yo sé.  Pero pienso que esto no es justo para los dos."

 "Pues tal vez sí sea lo mejor para ambos.  Te agradezco que me hayas sacado de allí."

"Piensalo bien Isabella.  Tengo que regresar, vienes conmigo?"

"Creo que me quedaré un rato más aquí.  Dile a Ricardo que estoy en el teléfono con Celeste, que tuvo una emergencia.  Voy a aprovechar a recoger mis cosas para cuando nos tengamos que ir."

"De acuerdo, toma tu tiempo.  Yo te cubro."

Angélica salió de la habitación y mis lágrimas la copiaron saliendo de mis ojos.  Me sentía confundida; si no quería más a Ezequiel en mi vida, por qué me dolía tanto lo que acababa de hacer?  Y aunque lo quisiera, él era un adulto y yo apenas una menor.  No creo que por el momento fuera lo correcto.

Limpié mis lágrimas y retoqué mi maquillaje, comenzando a recoger mis cosas.  En esos instantes, alguien tocó la puerta.

"Adelante." dije una vez quité el seguro.

Mis ojos se asombraron a ver aquel hombre parado frente a mi.  Mi corazón quería traicionarme al querer salirse de mi pecho, y mis lágrimas corrían a ver que estaba sucediendo.

"Qué haces aquí?"  le pregunté casi sin voz.

"Solo venía a despedirme de ti, a decirte una vez más que lo siento, porque sé que no me perdonarás."

"Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo."

"Y no me arrepiendo, y jamás lo haré." me decía Ezequiel mientras se acercaba a mi.

Mi cuerpo se quedó inmóvil donde estaba.  Ezequiel cerró cualquier espacio que quedaba entre nosotros, colocando una de sus manos en mi cintura y la otra en mi rostro.

"Isabella...nadie podrá ocupar el lugar que tienes en mi corazón."

Dichas estas palabras, me besó y cierto fue que le respondí.  Tal vez el coraje, la tristeza, o la emoción de ambos estar allí después de tanto tiempo, nos llevó a lo que sucedió luego.  Por segunda vez me entregaba a él.

Los dos nos miramos a los ojos, los míos comenzaron a llorar.  No tenía ningún tipo de fuerzas para decirle no a ese hombre.  Allí estaba, entre sus brazos mientras su prometida y mi novio estaban en la recepción, probablemente buscándonos.

Ezequiel besó mi frente y me susurró, "Te amo Isabella."

Esa fue la frase que terminó de lastimarme.  Lo miré, me levanté y me encerré en el baño.

"Isabella, que sucede?  Por favor, abre la puerta."

"Vete por favor Ezequiel.  No quiero escuchar más tus palabras.  Por favor, déjame sola.  Si de veras sientes eso por mi, no vuelvas a buscarme."

"Isabella"

"Que te vayas de una vez!" grité con todo el coraje que sentía en esos momentos.  Coraje, odio, pero hacia mí misma.

Seguido a mis palabras, un golpe fue a parar en la puerta del baño, provocando que diera un brinco por el susto.  Segundos luego, tiraron la puerta de la habitación.

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