Ángel de luz Propia - |COMPLE...

By CaryHope

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Él es un empresario surgido de la nada, egocéntrico, rígido y muy solitario. Ella es una chica que nació llen... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Capitulo 50
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Capitulo 58
Capitulo 59
Capitulo 60
Capitulo 61
Capitulo 62
Capitulo 63
Capitulo 64
Capitulo 65
Capitulo 66
Epílogo

Capitulo 8

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By CaryHope


Habían pasado dos semanas desde que había hablado con Max acerca de Victoria, y había logrado mantener sus inquietantes pensamientos apartados enfocándose en el trabajo. Precisamente se dirigía hacia una cena de negocios en el Waldorf Astoria. Revisaba en su Ipad los temas que debía tratar durante la reunión con el grupo empresarial que quería contratar con la compañía la construcción de un nuevo centro de negocios. Realizó unos cuantos cambios al documento de escritura que tenía abierto, y guardo los cambios. Relajó los músculos de su cuello moviendo la cabeza de un lado hacia otro y volvió su vista hacia la ventana para despejar un poco la mente. Miro los transeúntes como siempre sumergidos en el caos diario de la cuidad, algunos apresurados para llegar a su destino, otros no tanto, disfrutando de música a través de sus sistemas de audio con audífonos, otros con pinta de estudiantes divirtiéndose, otras parejas tomándose la vida con calma. Observó hacia el cielo, este con sus tonalidades azul claro y oscuro, más la presencia de algodonadas nubes, presagiaban la próxima caída de agua.

Empezaba a lloviznar un poco y ya había empezado a atardecer, el cielo se encontraba dividido entre nubes negras cargadas de lluvia y un abanico de tonos azules oscurecidos y las tonalidades naranjas y grises del atardecer. Joseph respiró profundo y exhaló. Olia a agua.

De repente, en medio de un mar de sombrillas y trajes oscuros, vehículos grises, negros, blancos, y por supuestos amarillos de taxis, una saeta rosa pasó por el lado del Audi negro en el que se transportaba. Mentalmente pidió paciencia por aquellos motociclistas imprudentes que arriesgaban sus vidas y las de los demás conduciendo de maneras demasiado imprudentes. Segundos después no solo rogó por paciencia, sino por tolerancia. La saeta no era otra, más que una Suzuki Burgman 125 de color rosa, y la propietaria y conductora, no era otra que la misma Victoria. El tráfico era bastante lento a esta hora. Desde su ventana observó como aquella desquiciada zigzagueaba con la scooter entre los autos para avanzar lo más presurosamente que podía. Finalmente detuvo su marcha, parqueando en el borde de la calle, descendiendo de la scooter frente a un edificio de ladrillos rojos y espejuelos plateados, que inmediatamente Joseph reconoció como la oficina de Caroline Aston.

Fue la misma Caroline quien salió con un bebé dormido en brazos, seguida por la chica pelirroja que había visto en compañía de Victoria en la universidad. Acto seguido Victoria tomó el moral que llevaba en la espalda, lo dejó sobre el asiento de la scooter y sacó un arnés, la pelirroja le ayudó a vestir al pequeño durmiente con el arnés mientras Caroline se veía evidentemente contrariada y negaba continuamente con la cabeza. Justo cuando el auto que continuaba avanzando en la lenta fila del tráfico se detuvo frente a las mujeres, fue el momento en que Victoria tomó al pequeño en sus brazos acunándolo contra su pecho con una ternura infinita y sosteniendo su pequeña cabecita, mientras la pelirroja le ataba las cintas del arnés a la espalda de ella y se aseguraba de que todo estuviese bien sujeto. Caroline se veía muy molesta y mantenía las manos sobre su cabera, evidentemente la estaba reprendiendo. Aunque Joseph se moría por escuchar su conversación no se atrevió a bajar la ventanilla, a razón que los vidrios ahumados del vehículo le permitían mantenerse como observador no invitado de la escena, sin ser visto. Cuando todo estuvo bien atado, Victoria soltó el cuerpo del pequeño que se mantuvo sujeto al de ella. Tomó lo que parecía un abrigo impermeable y se lo puso al revés; lo que debería ir en la espalda quedó delante de ella cubriendo totalmente al bebé que aún se mantenía totalmente dormido. Aseguró su abrigo sobre sus hombros después de haber pasado sus brazos y se volvió de espaldas para que la pelirroja se lo abrochara en la parte baja de la espalda.

En el preciso momento en que ella levantó los brazos mostrándole a Caroline que el pequeño estaba bien cubierto, Joseph comprendió sus intenciones, tomo nuevamente la mochila en su espalda. Ella abrazó y beso en la mejilla a la pelirroja y después hizo lo mismo con Caroline. La segunda le lanzó una mirada de madre angustiada, le acarició el rostro y se despidió.

Estupefacto Joseph observó cómo Victoria subió nuevamente a la scooter con él bebe sujeto a su cuerpo y resguardado bajo el abrigo.

- Tomas, sigue esa scooter rosada. – Pidió Joseph justo antes de que el auto girara por la esquina por donde debía girar.

Tomas la siguió con mucha dificultad durante 3 cuadras, aunque la chica mantenía una velocidad moderada, aun zigzagueaba entre el tráfico. Joseph no aguantó más el horror, vio como la lluvia empezó a caer fuertemente y ella aumentó inconscientemente la velocidad de la scooter. Afortunadamente el semáforo cambió a rojo obligando a Victoria a detenerse. Joseph se encontraba a 4 autos de distancia.

Sin pensarlo se bajó del audi y corrió hacia la chica antes de que el semáforo cambiara de color. No le importó en lo más mínimo que el aguacero le calara de pies a cabeza, lo único en que pensaba en ese momento era en resguardar a Victoria y al pequeño de cualquier manera.

- ¿Qué demonios cree que esta haciendo? – Espetó Joseph casi al oído de Victoria.

Tory se encontraba sumamente angustiada sumida en sus pensamientos a la espera del cambio de luz. "Dios santo por favor no dejes que Andy se moje", repetía una y otra vez en su mente como un mantra. Cuando escuchó el reproche que claramente le hacían a ella se sobresaltó tanto que casi cae de la scooter. Volvió su rostro hacia la voz, aunque no era necesario para reconocerle, conocía ese sonido perfectamente, tanto que lo había escuchado varias veces en sueños.

- Santo cielo, señor Schweitzer. ¿Qué está haciendo usted aquí?. – pregunto mirándolo de pies a cabeza totalmente mojado.

- ¿Qué, que estoy haciendo yo aquí? – Preguntó evidentemente molesto apretando la mandíbula aguantando las ganas que tenia de gritarle. – No soy yo el inconsciente que lleva un bebé oculto debajo del abrigo, manejando una motocicleta en medio de un diluvio. ¿Qué no va contra la ley transportar menores en motocicletas?

- Shhh... baje la voz, quiere que venga algún policía a ponerme problemas. – Contestó ella observando de lado a lado.

El auto detrás de Tory tocó la bocina recordándole donde se encontraban y que el semáforo había cambiado de color. Joseph actuó de inmediato para evitar que la loca que escapara.

- Acérquese a la banqueta inmediatamente. – Le ordenó tomando uno de los brazos de la scooter.

Cuando lo hizo los autos siguieron su camino, excepto el Audi de Joseph quien se parqueó en lugar prohibido detrás de ellos.

- Bájese ahora mismo. Vendrá conmigo en el auto.

- Pero. – Contestó Tory acomodándose el abrigo que trataba de deslizarse por los hombros.

- No hay pero que valga. ¿Quiere que enferme el bebé?

- Esa simple pregunta y el estado del clima hicieron que Tory acatara la orden que le acababan de dar.

Joseph se dirigió a Tomas quien ya había descendido del auto con una sombrilla y se dirigía hacia ellos.

- Dele el casco y la dirección de su casa a Tomas, el llevara la scooter.

Tomas asintió con un movimiento de cabeza sin disentir la orden de su jefe.

Victoria como una autómata bajó de la moto. Le dictó a Tomas la dirección de su casa, ubicaba bastante lejos de donde estaban en ese momento.

- Lo lamento Tomas. – Aseguró Joseph palmeándole la espalda. – Te lo compensaré.

- No hay problema señor. – Contestó solicito.

Tomas aceptó de mano de Victoria la motocicleta y mientras Joseph la tomaba del brazo para ayudarle a bajar sin que perdiera el equilibrio por el peso del pequeño.

La guió hasta el asiento trasero de su auto abrió la puerta, le ayudó a deshacerse del pesado y mojado moral colgado de su espalda. Victoria se deslizo dentro del auto y agradeció el calorcito que sintió en contraste con el frió del exterior. Joseph bordeó el Audi. Tomó su lugar frente al volante, ubicó el moral en el puesto del acompañante. Encendió el motor y emprendió la marcha.

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Se angustiaron con el bebé en la motocicleta?... yo también, pobrecita, tener que llevar al peque en esas condiciones.

Continuemos con la historia... esto se pone bueno.

Besitos.

Cary

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