Inconciliable Destino «South...

بواسطة NocturnaIV

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Mystical AU Los Dioses y monstruos caminan entre nosotros, la gente de South Park siempre lo supo, pero jamás... المزيد

Inconcebible Azar
Inconciliable Destino
Incorregible Realidad
Incorregible Asir
Incorregible Desuso
Incorruptible Redención
Incorruptible Asalto
Incorruptible Desvío
Incontable Redil
Incontable Ascio

Inconciliable Retoño

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بواسطة NocturnaIV

El tiempo no era lineal en las dimensiones sobrepuestas a la Tierra, a veces tomaba giros y espirales bien cerradas que hacía perder la conciencia misma de si lo que se vivía era el recuerdo en sí de un evento pasado o algo ligeramente nuevo pero real. Eso era una de las cosas que aprendió rápidamente cuando su alma fue entregada para engrosar las filas de las aberraciones que vivían ahí. Un día podías ser un niño al que todo el mundo le decía que se preocupaba excesivamente por todo o desconfiaba demasiado del mundo, y al momento siguiente estabas maldiciéndote por haber sido tan ingenuo al creerte a salvo con un puñado de personas que albergaban la traición encarnada. Tweek recordaba con indiferencia a su versión mortal, demasiado averiada, ingenua y sin provecho ¿Qué hubiese sido de él? ¿Se hubiese muerto de estrés? ¿De un paro al corazón? ¿O de soledad cuando el último y único novio que tuvo se cansase de él? Ni siquiera podía sumergirse en la amargura de esas ideas, apenas recordaba su vida humana, había cumplido diez años cuando su tambaleante realidad cambió completamente. Así que el tiempo le enseñó que una década era muy poco material para sostener firmes ideas de quién había sido. A veces sentía que recordaba a otra criatura, a un alma que había seguido con la intensión de devorarla eventualmente pero que por alguna razón no la olvidaba y a la vez le era imposible asociarse con esa débil y enfermiza presa llena de ignorancia.

En la infancia había creído en las leyes, en cumplirlas para estar a salvo y en la fe sobre la justicia. Aun así nunca creyó ser una buena persona, porque eso implicaba un juicio de valor que exigiría de él gran cantidad de auto-inspección que nunca tuvo en vida. Solo había vivido diez años y esas mismas creencias absurdas habían sido las causantes de la destrucción de su mortalidad para alejarlo por siglos de los humanos. Ante su nuevo renacer se había sentido aterrado pero gracias a la gran adaptabilidad que implicaba vivir en South Park, Tweek se las había arreglado para sobrevivir en ese lugar. Al parecer esa era la característica principal de las almas humanas: su resistencia. Así que algunas dimensiones valoraban esos preciados recipientes de energía inagotable para crear nuevas vidas en sus mundos.

Siglos humanos atrás había sido muy fácil conseguir esa materia prima, pero acorde el tiempo pasó el ser humano había dejado de comercializar con su alma, principalmente porque la mayoría no creía que fuese una moneda de cambio y otros actuaban como si no la tuviesen. Muchas entidades que los humanos llegaron a llamar "Divinidades" presentaron una gran queja, pero las criaturas que jugaban el rol "malvado" habían sido las más afectadas ante este cambio filosófico de los mortales. Ante la independencia de los humanos, tentar por pecado u otras variables ya no era rentable.

La gente ya lo hacía por su cuenta y no los necesitaba.

Para fortuna de algunas dimensiones, aun contaban con una corta pero aun existente fuente de ingreso. Tweek había sido producto de esa línea y obviamente no estaba orgulloso de ostentar ese título. En los siglos que las llamas de la elegante corrupción y la salvaje putrefacción habían distorsionado su alma, había tenido tiempo para reflexionar. Similar a un personaje de rol alineado a cumplir las reglas, ante la disolución de su esencia, él se había volcado inevitablemente hacia el otro extremo, es decir, a romper cada una de esas reglas mayores. Su esencia dedicada a conspirar y a crear posibles desenlaces destructivos pero hipotéticos ahora servía de maneras que su antiguo yo nunca contempló. Una mente tan ágil podía crear las travesuras más divertidas para la oscuridad de su ser.

Él ya había vivido cientos de guerras, se había escabullido entre otras dimensiones, había susurrado conjuras a inocentes en mensajeros de otros Dioses e incitado a monstruos de Antes del Tiempo. Ya había debatido con Buda sobre el significado mismo del camino del equilibrio y había manipulado a Satanás para que se mantuviese alejado de parejas que solo lo distraerían de la verdadera diversión. En todo ese tiempo había escupido sobre su débil versión humana que solo lo había llevado a terminar en ese lugar.

Para haber sido convertido en un imp, su existencia era bastante liberadora. Tweek había sobrevivido los terrores iniciales y eventualmente había llamado al Infierno como su residencia. La única dimensión a la que no podía acceder era la humana, pero con el tiempo había aprendido a encogerse de hombros. Sí, no era lo suficientemente fuerte para ir a la juguetería de los más grandes, pero él encontraba su propia diversión sin realmente llamar la atención de los peces gordos. Además, para el tiempo humano solo había pasado dos décadas, tal vez un poco más, desde el día que había desaparecido (¿O tal vez sus padres habían dicho que murió?) ¿Qué gracia tenía regresar tan pronto?

Mentía.

No tendría la satisfacción que deseaba.

Quería volver...

Aun su resentimiento no era calculador y por ende su venganza podría no ser tan inesperada. Porque deseaba tomar por sorpresa a su antiguo torturador y fortalecerse con su muerte. Pero si lo hacía podría ascender en poder, lo que implicaría dejar de ser el susurro en la oreja de alguien y en su lugar tomar verdadera actividad en la peligrosamente aburrida y longeva existencia de su técnicamente inmortal vida. Muchos se volvían caóticos o locos cuando no tenían nada que hacer y él se había jurado no volver al perder el control. Esa característica era muy similar a su antiguo yo, a la parte averiada. Él pertenecía ahí, aprendería a sobrevivir, sería precavido, veinte pasos por delante de cualquier posibilidad de caer.

Quería volver...

La puerta de su habitación se abrió.

- El castillo de Satanás necesita un ascensor. –saludó Kenny sin realmente importarle si interrumpía algo- Pero me gusta el estilo medieval que están usando ahora, el antiguo estilo "Infierno de mural religioso" ya era muy siglo pasado.

Kenny McCormick, el Inmortal, que no está muerto porque yace eternamente.

Tweek ladeó el rostro con lentitud innecesaria. El joven inmortal era como un marcador de página andante. Si se olvidaba de lo que aún le era preciado en la Tierra solo necesitaba mirar al estafador y truhan Kenny que a veces aparecía en el Infierno. El alma visitante tenía treinta y tres años desde su primer nacimiento e inmediatamente imaginó que Craig estaba en la misma época.

¿Qué estaría haciendo su astuto joven pastor en ese momento...?

- Querrás decir: Un ascensor solo para ti. –apuntó y retomó la vista que tenía de los valles de su hogar.

La tierra caliza, las nubes negras y los ríos de lava eran el equivalente al verde y azul que los humanos estaban acostumbrados a ver. Solo mirarlo despertaba instintos básicos en su población.

- Creo que soy una visita que vale la pena ese trato especial. No todos tenemos alas como tú –bromeó Kenny lanzando una larga mirada a su entorno.

- Si no mal recuerdo, cuando vas al cielo tienes alas.

- Entonces, Satán debe darme la capacidad de volar o crearme un ascensor ¿No crees? –jugó Kenny- Espera, la última vez que estuve aquí ¿Tu habitación no estaba tres niveles más abajo?

Tweek asintió. En teoría un simple imp ni siquiera debía vivir en el mismo lugar que el Amo y Señor, pero las reglas se habían hecho para doblarlas, romperlas y distorsionarlas ¿No?

- Una de los lugartenientes de Satanás se encontró con la repentina sensación de que había gente que sentía celos de su posición de poder. –su voz se volvió inocente, sus ojos se abrieron con una expresión de sorpresa y su rostro reflejó una preocupación profunda, replicando el gesto más común que tuvo cuando fue mortal- Alguien podría atacarlo mientras durmiese para reclamar su poder. Peor aún, la hermosa vista de esta habitación podría ser una trampa elaborada para asesinarlo. Después de todo, los demonios podemos volar, esta ventana es una invitación abierta a cualquiera. –negó- Eso debió ser mucha presión para ella, pobre, me pidió que cambiáramos de habitaciones y es mi deber hacer caso a mis superiores. –se encogió de hombros.

Kenny se estremeció sinceramente, Tweek era un gran actor, pero era tan extraño que su viejo yo fuese ahora una máscara, solo le faltaba tener los pequeños desniveles en su voz y los tics nerviosos para ser una fotocopia usada para fines egoístas.

- Eres peligroso. –aventuró Kenny sin realmente juzgarlo- Supongo que debí imaginarlo cuando decidiste usar una bazuca para recuperar a Stan y a Kyle de las garras de Spielberg y Lucas, a pesar de que no eran los mejores contigo. No me gustaría tenerte en el lado contrario de una pelea.

Una sonrisa se formó en sus labios. No por el ¿halago? que estaba escuchando. Pero cuando llegó a él la palabra "pelea" recordó el momento en que los amigos de Kenny habían manipulado todo para que Craig y él tuviesen un combate. De una curiosa forma eso había hecho que se hicieran amigos. Aquel quien posteriormente sería su novio le confesó en su momento que fue por esa ridícula situación que llegó a conocerlo y respetarlo. Tal vez fue en ese momento en que algunas personas habían visto una "chispa" entre ambos hasta empujarlos a colisionar en una relación. Realmente era interesante el poder de esos sonidos dentro de él, "pelea", "chispa", sonrió, aun esas palabras marcaban su vida, "Craig" era algo grabado a fuego bajo su piel, entre sus huesos, en sus rasgos demoniacos y en su alma humana. No importaba que hubiesen pasado siglos infernales ahí, la marca del pelinegro era tan resiente que a veces creía que aún era un niño y solo unos días habían pasado desde la última vez que había tomado la fría mano de su novio.

Lo anhelaba...

- No sé si peligroso. –respondió Tweek, mirando sus manos, los dedos se alargaban ligeramente para sostener curvas garras que podían atravesar la piel de los mortales como si fuese algodón- Pero tengo una meta.

- Que trata sobre ustedes dos... -susurró Kenny con resignación burlona y empática- ¿Estás seguro...?

Tweek negó. Las paredes tenían oídos en el Infierno, habían demonios con sentidos tan expandidos que fácilmente podían estarlos espiando. Aunque quisiera saber de Craig no deseaba ponerlo en el foco de atención. Siglos sin decir su nombre en voz alta eran una tortura dolorosa, a veces tenía que convertir esa palabra sagrada en un gruñido inteligible para que su boca no olvidase la sensación. A veces se lastimaba, su lengua raspaba sus colmillos en ese "Cra" que repetía incansablemente antes de completar todo el sonido. Casi como un hechizo, mordía la magia que el nombre de su joven pastor cargaba. Además, Kenny había dicho "Ustedes dos", tal vez él no pudiese saber nada sobre Craig, pero el inmortal le pasaba información al pelinegro y por fortuna seguían siendo un equipo. Desde el Infierno hasta South Park, podía sentir ese hilo que los conectaba. Pero nadie más debía saberlo.

Treinta y tres años, Craig tenía treinta y tres años y seguía luchando por traerlo de vuelta.

¿Cuánto más podría esperarlo...?

No debía pensar así. Las dudas eran para los enemigos, no para sí mismo.

- ¿A qué debo tu visita? –aventuró en su lugar Tweek.

La sonrisa traviesa de Kenny desapareció, un halo puro rodeo al inmortal cuando este bajó la mirada al suelo. Algo pesado se posó en su ennegrecido corazón, repentinamente Kenny parecía un mensajero de Dios, un ángel de rubia cabellera y belleza celestial que traía el anuncio del Fin. Y el pánico se instaló en el interior de Tweek, rugiendo como un león herido.

- Habla. –exigió pero su voz tembló, delatando que tenía miedo, porque lo único que podía realmente lastimarlo no se encontraba ahí, sino en el mundo de los mortales- Dímelo... -murmuró.

Kenny se mantuvo apoyado contra la puerta, dejando que el espacio de la habitación sirviese como respaldo de su seguridad. Tweek sintió que comenzaba a respirar pesadamente, su pecho se hinchó falto de oxígeno, lo cual no tenía sentido, él ya no necesitaba respirar, ni siquiera tenía un corazón que latiera. Pero por primera vez en siglos sentía un ataque de pánico.

No Craig...

No...

Por favor...

No él...

- No, Tweek. –Kenny habló despacio, levantando la mirada con profunda pena- Te equivocas.

Él alivio lo calmó. Craig estaba bien. No le había pasado nada.

- Tu madre murió.

Nunca creyó sentir tanto frío, tan grande que llegó a quemarlo. El recuerdo de su madre era borroso, su voz suave, su actitud calma ¿De qué color eran sus ojos? ¿Verdes? ¿Pardos? No recordaba. Pero aún tenía en su memoria la sonrisa suave que solía entregarle o la manera en que intentaba ser positiva ante sus averías, minimizando el asunto muchas veces. Si era sincero no había pensado en ella en todo ese tiempo, sabía que la había amado pero apenas era un recuerdo en su mente. No debía sentir dolor alguno por saber que una vida mortal había desaparecido, sin importar que el origen de su tormento y felicidad había iniciado cuando ella quedó embarazada.

El rostro le comenzó a doler, los músculos se le tensaron y algo apretó su vientre con agonía, retorciéndolo hasta que lanzó el rostro hacia atrás, arqueando toda su figura mientras la risa escapaba de sus labios y sus mejillas se estiraban con una sonrisa retorcida y vulgar. Sus garras sostuvieron mechones de su cabello, intentando sostener la ligereza en su cabeza mientras su mente se embriagaba con la idea tan aterradora como asombrosa.

Muerta.

Su madre estaba muerta...

Las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras caía sobre sus rodillas. Nunca antes había llorado desde su conversión a imp, pero ahora parecía lo más lógico e inevitable. Sus alas rodearon su cuerpo como un capullo protector, se deslizó hasta que su vientre tocó sus piernas y su frente el suelo. La risa no paraba, terrorífica y excitada.

Muerta...

- ¿Tweek...? –Kenny sonaba sinceramente preocupado- Hombre... ¿Estás bien?

Los imp gustaban de lucir inocentes para que el resto confiara en ellos. Tweek tendía a mantener su apariencia humana sin contar las enormes alas rojizas translúcidas a juego con sus pequeños cuernos, larga cola de punta triangular y ojos rojos. Los rasgos más pequeños como sus colmillos o garras que pocos seres notaban estaban ahí por defensa. Pero en ese momento se sentía poderoso, algo incineró sus entrañas desde su estómago y esto se extendió como miles de dedos afilados que rasgaron cada músculo, cada órgano hasta hacerlo gritar. Pero no había dolor, era una explosión en sus sentidos, una expansión agónica y extraña que lo hizo caer sobre su espalda para luego arquearla y que solo sus pies y nuca tocaran el suelo mientras el resto de su ser se doblaba en poder.

- ¡Tweek! –la voz de Kenny sonó más cerca- ¿Qué pasa...?

Negó.

No lo sabía. Eso era una locura divertida. No lo sabía.

Pero luchó por abrir sus ojos y sintió su mirada más afilada, capaz de ver tantos pequeños detalles que se mareó. El odio incineró su piel, el humo comenzó a salir de su ropa y volvió a reír mientras toda tela se volvía carbón que cayó por su cuerpo desnudo. Una de sus manos se levantó y vio su nueva piel roja, casi del tono del rubí, sus garras eran negras y sentía deseoso de clavarlas en algo. Sus ojos buscaron inmediatamente al único ser en su cercanía y sonrió de costado. Kenny se había arrodillado a su lado pero se apartó rápidamente, visiblemente aterrado pero al mismo tiempo fascinado. Los ojos del inmortal lo recorrieron con curioso morbo temeroso y Tweek podía sentir que luchaba con dos instintos muy primitivos. Él mismo miró su completa desnudez, ni siquiera se extrañó cuando vio como desde sus rodillas su cuerpo cambiaba a las extremidades de un sátiro rojo. No, porque no había pelaje, era algo similar a la dura piel que el mismo Príncipe de las Tiemblas y otros demonios tenían. Siempre había sido delgado, de estructura fina, pero ahora parecía esbelto, flexible, los músculos de su torso se acoplaban en curvas, hendiduras y peligrosas caídas hasta sus caderas exponiéndolo sin recelo. Aún era un imp, podía sentir sus cuernos más pesados y los acarició, sintiendo que ahora se alzaban sobre su melena rubia. Sus ojos afilados sostuvieron la mirada de Kenny, quien se congeló en el acto y se levantó, pero Tweek inmediatamente se sintió más ágil, sentía que podía escalar lo que fuese y su cola más larga equilibró su peso, zigzagueando a su espalda de forma hipnótica.

- ¿Tweek...?

- Puedo oler la corrupción de tu alma, McCormick. –sintió su lengua más larga, seseante y se relamió la mueca psicótica en su boca- Si el camino al Infierno esta pavimentado de buenas acciones, el camino a tu Cielo está construido sobre estafas, depravación y engaño.

Kenny pareció reaccionar, lo miró con dolor pero levantó su mentón sin avergonzarse por sus acciones.

- Hago todo lo posible para darle la mejor vida a Karen.

Tweek sonrió, estafar aseguradoras para que le dejaran cantidades insanas de dinero a la hermana menor de Kenny cuando este moría era un truco interesante. Algunas identidades falsas, viajes por el mundo y muertes lo suficientemente largas para que el dinero llegara antes de que la memoria de la gente se reiniciara era algo brillante.

- Venderías tu alma por ella ¿No...? –respiró hondo, podía sentirlo, un alma inmortal capaz de lo que sea- Me servirías...

La puerta se abrió de golpe. Por instinto se preparó para maldecir al intruso pero se detuvo al ver a Damien, el hijo de Satán, simplemente clavarlo en su lugar con la mirada. El hambre se detuvo y el fuego en su interior se cortó de raíz. Todo su cuerpo retomó a su apariencia humana, volvía a lucir como si apenas hubiese tocado los veinte años mortales pero con un curioso caso de alas rojizas como sus ojos, cola y pequeños cuernos. Alarmado miró a su amigo y Kenny le hizo un gesto de indiferencia, comprendiendo al instante que había sido su instinto quien lo había disparado al ataque.

- Te recuerdo no involucrarte con el recipiente de uno de los Antiguos. –la voz oscura de Damien lo hizo vibrar- Nadie quiere que abras una puerta a la ciudad de R'lyeh por tu inesperado despertar.

Damien siempre lucía humano, pero su aura era como un hoyo negro, devoraba todo con natural indiferencia. Satán podría aprender de la sutileza de su hijo, de la apariencia elegante de su porte, si se debía ser la encarnación del pecado humano era mejor lucir como uno, en la perfecta treintena a veces y en otras ocasiones en el peligroso borde de la ilegal adolescencia, pálido como un fantasma, ojos como carbones encendidos y cabello negro similar al plumaje de un cuervo. Damien sonrió de lado al ver el efecto intimidante que logró sobre Tweek y se apoyó contra la puerta.

- Mi padre sintió cómo tu sabandija alma se disparaba en sediento poder. –observó a Kenny- ¿La culpa es de este inmortal?

Tweek miró a su amigo y este apenas negó. Así que ambos se quedaron callados. Pero era innecesario, la semilla del mal actuó indiferente a los secretos de ambos.

- No importa. –Damien chasqueó los dedos y Kenny desapareció- Que reviva en el aburrido mundo mortal, no lo necesito ocupando espacio aquí.

- Mi señor... -la voz de Tweek tembló ligeramente- estaba teniendo una conversación...

Pero Damien no lo miró, estaba analizando el lugar y asintió con aprobación.

- Los imps son útiles, pequeñas criaturas de origen alemán. –miró al rubio- Hadas malignas. Eso eran, eso son. No demonios, mi padre solo los aceptó aquí cuando los humanos los expulsaron como al resto de criaturas mitológicas.

Tweek asintió, lo sabía. Ese era un dato que eventualmente encontró porque la mayoría de imps eran realmente antiguos, neutrales y recordaban la época en que servían a las brujas.

- Pero el Infierno corrompe. –continuó Damien- Ahora en tu despertar un mortal podría invocarte.

- Entonces... ¿Puedo ir al mundo de los humanos...?

Damien asintió.

- Ahora tienes el poder para hacerlo, pero parece quebrarse. No se acentúa aún, tal vez necesitas alimentarte de tu primera alma humana pero sin ser invocado...

Lo sabía, podía desaparecer si no era lo suficientemente poderoso. Por eso no había ido antes.

A menos...

- Mi señor... -usó su habilidad actoral, hizo una profunda reverencia y se mantuvo inclinado de esa manera, con las alas caídas como una capa servicial- Soy el pago de una deuda.

- Tu alma me pertenece como otras que mi padre me ha regalado. Así que si, se todo de tu caso. –la voz de Damien sonó casi sádica- Anda, hada, enderézate.

Tweek se irguió pero mantuvo el rostro ligeramente inclinado, su mano se apoyó en su pecho en una pose servicial. Los demonios eran fáciles de adular.

- El contrato se ha roto. Otra alma debe ser descendida aquí.

Y le explicó su razonamiento. Damien lo escuchó con cierta fascinación fría y hasta se rio cuando demostró sus emociones hirvientes que casi lo transformaron de vuelta a su apariencia más demoniaca.

- Podrías morir. –le señaló el hijo de Satán.

- Podría traer el alma que carga el pecado de generaciones sobre su inconciliable ser. –contratacó.

- ¿No vas a volver para llorar en la tumba de tu madre? –aventuró Damien.

Negó. El alma de la ingenua mujer debía estar en el Cielo, ella creía en ese Dios.

- ¿No vas a volver para encontrarte con tu amado novio hereje?

No lo negó.

- No soy lo suficientemente poderoso para andar entre los mortales.

No aún.

Y Damien pareció notarlo.

- Tu alma me pertenece. Las almas que devores son mías. Imp, hada, demonio o ángel caído, -su voz se oscureció- tu alma me pertenece Tweek.

Asintió con solemnidad.

- Lo honraré, mi señor. –juró, haciendo otra reverencia profunda.

- Tal vez debas retomar tus ropas.

Tweek se miró, seguía desnudo por culpa de su trasformación.

- ¿Se volverán a quemar...?

- No.

Eso era bueno saberlo, si cada vez que iba a cambiar a una apariencia más temeraria su ropa iba a desaparecer, tal vez tendría que aceptar una vida de nudismo. No era algo extraño en el Infierno. Pero él solía llevar únicamente unos pantalones negros por sobre las rodillas que se ajustaban a las caderas y dos cinturones cruzados del mismo color de donde solía colgar armas cuando así se lo requería. Nunca había gustado de vestir algo sobre su torso y dado que carecía de frío había decidido no llevar nada. Así que volvió a ponerse los pantaloncillos que técnicamente eran del cuero de una criatura demoniaca que vivía ahí y que su piel se ajustaba y brillaba ligeramente en su oscura suavidad.

- Más te vale cumplir conmigo, pequeña hada. –Damien agitó su brazo para apartarlo de la misma manera que hizo con Kenny.

Y por primera vez en siglos se sintió como si... fuese corpóreo otra vez. Humanamente corpóreo, bajo las influencias de la gravedad y la física. Todo su cuerpo se doblegó al dolor de existir, sus pulmones se llenaron de aire y su corazón volvió a latir. La realidad de los mortales requería vivir... Y ya había olvidado lo nauseabundo y temeroso que podía ser cada segundo de eso ¿Cómo podían hacerlo los humanos? En cualquier momento podían morir, agonizar, ser destruidos, traicionados, utilizados, atacados...

Respiró.

Maldita sea...

Respiró.

Ahora volvía a respirar y sentía el aire frío de South Park entrar en él. Sus ojos demoniacos miraron con claridad el interior del negocio familiar, lo reconoció por el maldito olor a drogas que su padre lanzaba al café, la mezcla había incrementado y por lo que su olfato pudo detectar, debía ser pura "suerte" que no lo arrestaran. La cafetería había cambiado, el suelo era de mármol manchado, con un enorme mostrador para emparedados y postres, con una vista a la preparación de diferentes tipos de café y mesas redondas para cuatro personas con sillones esponjosos y negros en las esquinas. El negocio estaba cerrado, el reloj indicaba que eran las 3:30AM y una sonrisa se formó en sus labios. Tan próximo a la hora muerta. Tweek sintió sus pies tocar el suelo y su cola acarició las frías baldosas de mármol, dándole escalofríos en toda su espina dorsal, sus alas tuvieron que recogerse para no tocar las sillas más próximas y se percató que tenía los puños apretados, clavándose las garras en la palma dura de su mano.

- Volví... -murmuró.

Y ese hilo atado en el centro de su alma lo jaló dolorosamente. No muy lejos de ahí estaba el otro extremo, tirando, insistiendo, ahogándolo.

- Craig... -susurró.

Y la idea de volar a su encuentro, hallarlo ahí en South Park fue poderoso...

Pero no podía.

Ahora estaba ahí.

Específicamente ahí.

Su respiración se volvió pesada, el tiempo lo hizo odiar ese lugar pero en los últimos momentos de su vida llegó a temerlo, a verlo como un monstruo devorador, con dientes afilados y saliva humeante que estaba listo para destruirlo hasta los huesos en pura agonía. En la infancia nunca se había dado cuenta pero su trabajo había sido casi una esclavitud, acorde se había hecho más fuerte, el tiempo que debía dedicarle a la preparación de café, a ir por encargos, mover material, leer manuales de nuevas cafeteras, investigar el mercado y demás, le había dejado con poco tiempo para ser niño. Una sonrisa rasgó sus facciones y contuvo el deseo de reír. Craig solía escabullirse hacia el área trasera de la tienda y asomaba su rostro por la ventana, "Hora de irnos" decía con esa voz neutra, esas facciones indiferentes pero con sus manos extendidas para ayudarlo a pasar por el marco de madera, listo para atraparlo si es que los nervios lo hacían tropezar con la ventana. No importaba que después tuviese que perder horas de sueño, el Tweek de ese entonces adoraba correr de la mano de su novio y reírse con nerviosismo por ser joven y creer en la persona que lo metía en problemas.

En otra realidad hubiese sobrevivido todo eso, se hubiese graduado e ido a estudiar muy lejos. Seguramente hubiese aprendido cómo era la vida lejos de las drogas que su padre ponía en su café, hubiese sido duro, pero las cosas hubiesen cambiado ¿No?

¿A quién demonios le importaba?

Esta era su realidad.

Sus alas se expandieron con fuerza y sintió las sillas caerse a su alrededor. Los azucareros y servilleteros cayeron con un estruendo de metal. Una sonrisa se formó en sus labios y su cola barrió otra fila de sillas, dejando que estas impactaran el suelo. La risa histérica y gutural reventó en sus pulmones. En un salto llegó hasta el fondo del local y su cuerpo endurecido por las guerras reventó la barata mesa de plástico y vinilo, sus garras destruyeron los sillones y sintió las entrañas de los mismos levantarse como nieve a su alrededor.

Nieve...

Sus ojos espiaron a la oscuridad exterior y miró la nevada invernal caer muy despacio sobre autos y fachadas. Muy seguramente la cafetería ya estaba vendiendo galletas de temporada, con canela, jengibre y pimienta dulce.

Otro gruñido desgarró su pecho y pateó el mostrador de cristal, rompiéndolo en mil pedazos. Sus pies pulverizaron los pedazos de vidrio en el suelo cuando se acercó a la caja registradora y la arrancó del mostrador para lanzarla al otro extremo del establecimiento.

- ¿Qué rayos está pasando?

La puerta con el letrero de "Solo personal autorizado" se abrió abruptamente. Pero sus orejas finas ya lo habían escuchado antes de hablar. No. Sus sentidos habían percibido el alma corrupta desde que había llegado pero había suprimido el encuentro lo más posible.

Muy lentamente dejó que el foco de esa corrupción inclinara su cuerpo como si un centro de gravedad lo llevara al alma malnacida frente a él. Sus pies pisaron más cristal y sus alas le crearon espacio para mirar al único dueño de "Tweek Bros".

- ¿Qué...? –la voz masculina tembló- ¿Quién...?

- Permíteme iluminarte. –su voz sonó indiferente, apática- Hoy haré el rol del Portador de la Luz para ti.

Chasqueó los dedos. Los imps podían hacer magia menor, igual que las hadas, así que pequeñas luces bailaron en todo el caótico establecimiento. Aunque él podía ver en completa oscuridad, era consciente que Richard Tweak era un simple mortal que necesitaba ayuda para entender dónde estaba y frente a quién.

- ¿Qué vio ella en ti? –susurró Tweek sorprendido ante la decadencia humana frente a él- No entiendo qué vio ella en ti. –repitió.

El miedo desfiguraba el rostro de Richard, su frente arrugada mostraba amplias crecientes en donde el cabello castaño lucía sucio y con grandes mechones grises y blancos. Las pupilas dilatadas parecían efecto de alguna droga, al igual que las heridas en sus brazos y rostro. Tweek podía imaginar cómo ese desperdicio de hombre se rascaba la piel día a día, raspando con sus uñas mordisqueadas las capas más finas ante una picazón incomprensible hasta abrirse camino hasta la carne húmeda y mancharse de sangre. Las marcas amarillas en sus ojos, alrededor de sus pupilas, eran enfermizas, la piel le colgaba innaturalmente, como si su cuerpo se hubiese rendido o perdido el interés hasta de darle un tono que se descoloraba en algunos lugares.

Patético.

Asqueroso.

- ¿Qu-quién...?

Twek soltó una carcajada. Ahora era Richard quien tartamudeaba mientras él tenía todo a su favor. Sus ojos buscaron el cielo, allá donde nunca iría ni había pensado que pertenecía y sonrió con diversión, imaginando a su madre mirando desde ahí, tan lejos de toda esa porquería que hubiese sido su esposo hasta hace poco.

- Siempre creí -siseó, avanzando lentamente- que eras más inteligente que todo esto. "Distribuye y no consumas". Por supuesto, drogabas a tu hijo, pero a ti no ¿Verdad? –su siguiente paso no fue humano, su cuerpo se fue transformando y convirtiéndose en piel roja y apariencia demoniaca- Un pequeño niño debía consumir más café de lo humanamente posible con la porquería que le echabas para ver qué pasaba y si era útil el efecto. –chasqueó la lengua serpentina y se rio entre dientes afilados y venenosos- Pero tú estabas por encima de eso ¿No?

Richard se apartó, tropezó con vidrio y se empujó hacia la puerta trasera pero Tweek movió su mano como si espantara una idea ridícula y la puerta se cerró con un estruendo, los seguros resonaron innecesariamente y aun así Richard luchó por abrir de forma mortal algo que lo sellaba un demonio.

Patético.

Inútil.

Una caja de vísceras, sangre y huesos que no podía pensar linealmente.

Solo algo sobrenatural podía mantener ese lugar a flote con un dueño tan decadente.

- Pero te diste a las drogas, Richard. Y muy mal. –escupió, repasando el cuerpo apestoso y podrido frente a él- No sé qué es más asqueroso, tu cuerpo o tu alma.

- ¿Qué...? –El hombre se aferró a la puerta, su cuerpo temblaba con visible terror y por el aroma que llegó a sus fosas nasales, el control de su vejiga le había fallado- ¿Qué haces aquí? ¡Ya pagué mi deuda! ¡Ya se llevaron lo único bueno que he hecho en mi vida y ahora ni siquiera la tengo a ella!

Patético.

Tweek tarareó, recordó la canción de cuna que su madre le cantaba cuando era pequeño y todo estaba bien, sin temblores, sin miedos, sin drogas o café, sin tratos demoniacos. Solo una mente inquisitiva e imaginativa calmada por la voz de una mujer ingenua y despistada.

- ¿Crees que eso me va a conmover? –levantó las manos en el aire y las dejó caer pesadamente, fingiendo resignación- "Lo único bueno que he hecho en mi vida" –una carcajada casi ahogó sus palabras- Por favor... volviste la infancia de tu descendencia en un Infierno de drogas, cafeína y médicos. Richard... -susurró, su voz se regó por toda la habitación- ¿Recuerdas? Siempre le decías a tu esposa "Eso lo heredó de tu lado de la familia, es como tu tío y esos sobrinos tuyos". La hiciste sentir tan culpable porque la semilla de su amor por ti no había salido sana... -negó lentamente- La ignorancia e ingenuidad de esa mujer fueron las razones por las cuales la escogiste ¿No? –le lanzó una larga mirada decepcionante- Pero mira como terminaste.

- ¿Qué haces aquí, demonio? No te debo nada ¡No les debo nada!

- Mientes tanto...pero hoy solo he vuelto por ti.

Mentira.

Porque había otro ser, no tan lejos, que lo ataba desde sus entrañas, que lo estaba esperando, que casi podía escuchar esa voz oscura en su cabeza, aceptando que debía esperar, pero casi ordenándole que llegara a él.

Las pezuñas de sus extremidades golpearon la baldosa, se sintió caliente, su piel roja humeaba, aniquilando el frío natural de South Park que quería rodearlo. Tweek ladeó el rostro.

- Mírame bien, Richard. –ordenó- ¡Mírame!

Sus alas se expandieron y se impulsó hacia adelante, apenas y pasó por sobre el mostrador que lo separaba del hombre y sus garras se cerraron en el flácido cuello hasta levantarlo por sobre el suelo. Las enfermizas manos humanas lucharon por hacer que el agarre se soltara. Tweek apenas sintió algo que al parecer intentaba hacerle daño, era como una hormiga tocándolo, lo hacía consciente del tacto pero era tan mínimo que no importaba.

- Contempla alguien que no has visto jamás, -ordenó el demonio- pero algún atisbo egocéntrico o instintivo debería darte una idea de quién soy. –gruñó- Me dejaste ir cuando solo era un cachorro. Pues mírame ahora. –sonrió ampliamente y volvió a tararear la vieja canción- Ahora soy un león.

Los ojos del hombre se abrieron con sorpresa, buscaban algo, reconocer el cabello rubio, la forma de la nariz, la mandíbula que compartían, la forma de los ojos. Tweek ladeó el rostro de forma inhumana y sostuvo la sonrisa afilada y alargada que estiraba sus mejillas en exceso.

- Mírame bien, padre. –su aliento cálido fue vapor visible chocando contra el humano- Ahora yo mando.

- Tweek... hijo...

Su agarre se apretó con fiereza y azotó al humano contra la pared. Sus oídos escucharon el romper del cráneo, por lo menos de forma externa y ferviente por más se encontró agarrando la muñeca de su progenitor y jalándola con brusquedad.

El brazo se soltó.

Un segundo atrás era un humano patéticamente completo y al siguiente le colgaba una extremidad con desgarrones de piel sangrante. Esta vez Richard gritó, aulló de dolor y pataleó con fuerza. Pero eso no le gustó, Tweek odiaba los sonidos fuertes, así que lo azotó otra vez.

- Cállate. –lo soltó.

El cuerpo cayó sentado y se volvió un ovillo.

- "Tweek Bros" –recitó el imp y le lanzó una mirada asqueada- Cuatro generaciones llevando este lugar y nunca lo pensé... Nunca analicé por qué el local llevaba mi nombre si ninguno de nuestros antepasados se llamaba así. –levantó su pierna y dejó que la pezuña se clavara en la cintura del hombre, presionando sobre las costillas- Nunca inquirí en ese "Bros", si todos fueron hijos únicos.

- Tweek... -lo oyó llorar- Por favor... entiende.

- Oh... -cortó y presionó más- Entiendo bien. –escuchó el crujir de un hueso bajo su pezuña- Cuatro generaciones atrás un Tweak se acentuó en South Park y pidió ayuda a Jesús para tener una vida cómoda. Obviamente no recibió ningún favor a su egoísta pedido, pero un mensajero de Satán aceptó hacer un trato. Buena fortuna en los negocios. –recordó lo que le habían explicado y lo recitó- Buena fortuna en la vida. –asintió- Buena fortuna en general. Imagino que eso cubrió que la gente viniese a comprarle a alguien tan despreciable como tú y que nadie te arrestara por las drogas ¿Y a cambio...? –sonrió como una muñeca vieja- Llamar al primogénito de cada generación "Tweek", como una marca roja para el matadero, y entregar su alma al Infierno. Nadie recordaría que existió y el negocio pasaría al segundo hijo. "Tweek Bros", que morboso chiste, porque se sostiene sobre el hermano mayor nacido para el sufrimiento eterno, condenado desde su nombre. –un gruñido de frustración y enfermiza diversión escapó de sus labios- Mata a Caín, para que viva Abel.

- Tweek...

El demonio se agachó y sus alas opacaron toda luz. El hombre lloraba copiosamente, agarrándose el brazo herido mientras la sangre se acumulaba con la orina debajo del patético cuerpo. Cuando había sido niño había amado a este ser, lo había respetado y hasta temido.

- Pero no pudieron tener más hijos, solo a mí. Y no te importó. –apoyó su mano sobre el pecho del hombre y dejó que el calor infernal lo quemara- Cuando...

El hombre gritó y eso fue la gota que derramó el vaso. Sus dedos agarraron el apéndice húmedo y rojizo que inútilmente había evolucionado para formar una lengua. Sus garras perforaron y jaló hasta arrancar. Le resultó divertido el grito mucho más silencioso e inexistente bajo la sangre que salió esta vez.

- Cuando –retomó- cumplí diez años me despertaste y en silencio me trajiste aquí. Me asustaste pero eso era normal, solo me dijiste que guardara silencio, que nada malo pasaría. –miró la lengua entre sus dedos y con las garras de sus manos la partió en la mitad como tiras de papel- Todo fue tan anticlimático que apenas lo recuerdo. El viaje en auto, la llegada a la cafetería y la criatura en sombras esperándonos. Me dijiste que lo saludara, que extendiera la mano. Confíe. En un segundo estaba aquí y al siguiente ya no era humano. –botó los pedazos de carne humana sobre el rostro enfermamente pálido que soltaba sonidos agónicos y largos, posibles sollozos que abrazaban el dolor punzante y constante- Ningún discurso malvado, ni un abrazo de despedida. Pero ¿Por qué me extraña? Desde el inicio sabías que esto pasaría. No ibas a encariñarte conmigo. –acercó su rostro y lo fulminó con la mirada- Siempre me viste como un sacrificio para tu gloria personal ¿Qué importaba usarme de experimento mientras tanto? Probar conmigo tus drogas, tu café asqueroso y hacerme trabajar hasta el cansancio. Hasta que resultase gay lo usaste para atraer clientes, un plus extra del cordero que conseguiste para sacrificar.

La mano buena de su padre intentó tocarlo, temblando buscaba misericordia. Pero Tweek tomó los dedos amarillentos y los quebró hacia atrás. La sangre que había estado en la boca de Richard voló por todos lados cuando este gritó y se ahogó, tosiendo desesperadamente.

- ¿Sabes quién intercedió por mí cuando llegué al Infierno? –enmarcó una ceja mientras se limpiaba la cara del líquido carmesí- Buda. Mi "Dios" defendió mi alma destinada a la reencarnación y consiguió que me dieran una vida longeva siendo esto. Los anteriores Tweeks no tuvieron la misma suerte ¿Sabes? "Quemarte en las llamas del Averno" es muy literal allá. Pero a temprana edad entregué a Buda mi alma a cambio de mi lugar feliz ¿Quién diría que mi fe me traería aquí? Contigo.

De vuelta.

Un imp, un hada malvada, una criatura de larga vida que podía morir en el plano de los humanos y cuando lo hiciera volvería a la rueda de reencarnaciones como había siempre deseado. Y él necesitaba reencarnar, había sido esta idea la que lo había sostenido por tanto tiempo. Reencarnar, volver al juego, reencontrarse con Craig otra vez. Otra vida, otros cuerpos, otra historia. Y con suerte lejos de South Park.

- Pero mientras viva te haré sentir lo que yo viví. Paranoia, miedo, angustia, sin dormir... -deslizó sus garras en la inundada cavidad vocal de Richard- En el Infierno las almas de los condenados no duermen, solo son destrozadas constantemente. Tú, que cargas el pecado generacional, tú me harás poderoso. Porque el pecado más grande para tantas culturas... el tabú más fuerte que el incesto ¿Sabes cuál es, padre? –sonrió afiladamente- Parricidio.

Tweek concentró su energía, sintió como la mirada aterrada de su progenitor se enfocaba en él, negándose con fuerza.

- Mírame. –repitió- He vuelto por tu alma para poder mezclarme entre los humanos. –sintió como el cuerpo se convulsionaba innecesariamente cuando sus garras tocaron la pequeña alma de Richard- Ahora la ley la marco yo. Por siempre.

El imp sacó los dedos del cuerpo vacío. Cada signo de vida desapareció mientras la pequeña y negra esfera entre sus garras palpitaba con la mente, el ser, de quien fue su padre. Ahí estaba, vivo y sin existir, consciente y congelado en el tiempo.

- Nunca conocerás el cielo. –sonrió de lado antes de lanzar su rostro hacia atrás y depositar el alma de Richard en su boca.

Tragó.

Y sintió el respiro del mundo, todo su cuerpo se cargó con tanta fuerza que comenzó a temblar poderosamente. El final de una dinastía de pecadores le pertenecía. Sin herederos que siguieran el contrato, estaban destinados a perecer en el Infierno. Pero ahora él había terminado de alcanzar su gloria, de cerrar su venganza y aniquilar el origen. Su mano se extendió y un largo tridente rojo se formó, era la sólida extensión de su servicio a Damien después de su primera alma devorada. Su primera arma capaz de atravesar almas le daría el poder que necesitaría a futuro.

Ahora podía rondar entre los humanos indefinidamente.

- Ahora... -pensó en voz alta y su mano libre formó flameantes llamas azules, intensas y frías- Ahora... -sonrió con nostalgia al mirar ese electrizante azul- hasta las cenizas.

Y el fuego se expandió en la cafetería, sobre el cuerpo que una vez controló su padre. El fuego azul consumió todo rápidamente y él se quedó parado ahí, viendo las lenguas llameantes acariciarlo, devorarlo. Le recordó a la sensación estremecedora de su infancia cuando Craig lo congelaba en su lugar con tanta fuerza en sus ojos zafiro.

El lejano sonido de los bomberos le hizo reaccionar, el fuego estaba eliminando todo y cuando la bodega llena de droga explotó ni siquiera lo sintió. No era esa la forma de morir para un imp. Todo su cuerpo volvió a su forma inocente, el tridente desapareció, sus alas demoniacas tomaron un tono más translúcido, su apariencia fue más humana, su fina cola con final triangular se enredó en su pierna hasta cerrarse en su tobillo como un adorno y sus cuernos casi inexistentes apenas se asomaron a través de su melena rubia.

Un joven veinteañero en un disfraz bien hecho, algo sexy si se consideraba que solo llevaba un pantaloncillo negro de aparente cuero.

Pero el alma de su padre se quemaba en el Infierno, su dolor alimentando su poder. Ahora era un hada demoniaca, un siervo real del hijo de Satán.

Y el hilo atado al centro de su ser lo jaló, invisible lo urgió a moverse. Tweek extendió sus alas, South Park había visto peores cosas ¿No? Así que voló a través de una de las paredes de cristal ya rotas y siguió el llamado, recogió el camino de esa conexión y llegó a las afueras del pueblo, a lo que fue una vez los laboratorios del doctor Mephesto. Mephesto, Mephisto, Mefistófeles. Curioso ¿No? Todos los caminos llevan a Roma. Toda esa existencia llevaba a algo infernal y corrupto. La enorme estructura ahora tenía algo similar a una cruz verde en su parte más alta que se iluminaba con luces de neón para que fuese fácil verla a la distancia. O en teoría debía ser una cruz, porque era como si dos líneas horizontales atravesaran una vertical a la misma corta distancia de los extremos.

El jalón fue más fuerte y descendió en picada hacia las puertas abiertas de la enorme estructura. Por encima del marco pudo leer "Teo Templo", las dos "T" más gruesas e iluminadas en verde esmeralda. Abajo, en letra zafiro y cursiva se leía "Abran su corazón para la Salvación".

- Interesante...

Ahora aquello que anudaba su pecho se hizo más pesado, palpitante, como un corazón pero no corpóreo, sino en su propia alma. El hilo del destino se acortaba o era atraído por el otro extremo. Así que atravesó el portón.

- Ya era hora.

El pulso se le disparó, parecía un templo muy similar a todas esas ramas que habían surgido desde el judaísmo. El piso debía estar frío, su cola se deslizo en el suelo sintiendo lo limpio que estaba el lugar. El aroma a palo santo llegó a él, al igual que la menta y el limón que le llevaron de vuelta a su infancia y a los aromas que usaba para meditar, para darle más claridad en su mente desbocada. Algo de lavanda lo rodeó, sutil, como cuando estudiaba codo con codo junto a Craig y encendía inciensos de ese aroma porque ayudaban en la concentración. A la altura de lo que tendría que ser el altar o podio donde el líder religioso guiaría a sus seguidores estaba una figura vestida de negro.

Alto.

Elegante.

Atractivo.

Perfecto.

Hombros anchos, vestido como un pastor religioso y el cabello finamente cortado. Los ojos azules lo taladraron y el fuego quemó su centro de forma agradable.

- Luces joven. –acusó Craig.

- Y tú mayor. –devolvió, dando otro paso más, descalzo- Pero he vivido más que tú.

- Luces como un muchachito que apenas e iniciará la universidad.

- Y tú luces como un sacerdote. –sonrió pecaminoso, avanzando por el amplio pasillo.

A los costados se extendían largas bancas de madera y se preguntó si se llenaban de fieles.

- Pastor. –corrigió el hombre y había algo de orgullo en su voz neutral- No estoy atado a votos de castidad ni soltería.

Lo sabía.

- Interesante. –siseó.

Claro que lo sabía, el joven pastor Craig, líder de un culto religioso que estaba encantando a las personas de South Park y los pueblos aledaños.

El pelinegro extendió su mano hacia él, en el dorso de la misma tenía tatuado en verde la misma "cruz" que estaba afuera. Pero notó que se había equivocado, los bordes negros distinguieron que se trataba de dos "T", una invertida, sobrepuesta y atravesada ligeramente para darle la apariencia de una línea vertical con dos horizontales.

- Tweek Tweak.

Craig tenía tatuadas sus iniciales.

La cruz allá afuera era en realidad sus iniciales.

- Impía criatura del Infierno, soy el pastor de tu rebaño. –se presentó Craig, como si iniciara un contrato demoniaco con él- He preparado sus almas para fortalecerte cuando las devores.

Tweek sonrió, eso era lo que había estado haciendo su novio todo ese tiempo: Buscando traerlo de vuelta. No dudó, extendió su mano con pequeñas garras curvas y manchadas de sangre. Craig ni siquiera parpadeó y cerró su agarre con firmeza casi diplomática.

- Nunca vuelvas a desaparecer. –ordenó su pastor.

- ¿O irás por mi...? –bromeó.

Craig lo jaló, se estrelló contra el cuerpo cálido, sintió el alma palpitante controlando ese perfecto embace y levantó el rostro. Tantas cosas podían ir mal con esa osadía que estaba haciendo su novio y todo ¿Para qué? ¿Por él? ¿Por una criatura contaminada?

- Te invocaré a la Tierra o iré por ti hasta el Infierno. –el tono en la voz de Craig no varió pero pudo notar la pequeña sonrisa en sus labios- Bienvenido, bebé.

- Estoy de vuelta. –susurró antes de estirarse para acortar la distancia.

Y besó por primera vez en siglos demoniacos a su novio, saboreó después de décadas a su mortal pastor, se encontró con el alma divina de una profecía peruana que en cada reencarnación se enlazaba con él.

Por fin encontró paz. 

¡Saludos teoístas! ¡Abran su corazón a la Salvación!

Descuiden, en los siguientes capítulos se entenderá el saludo.

Este fic fue inspirado en "El Regreso" de Warcry. Me pareció que era hora de investigar un poco al Tweek imp y al joven pastor Craig y... salió esto.

Si, definitivamente la personalidad de Tweek es diferente a la canon, pero intenté mantener rastros de su yo mortal y explicar por qué ahora es así. Siglos en el Infierno, gente. Siglos. 

 Spotify: Muy ñoñamente cree una lista de música de este AU con las canciones que de una u otra forma me inspiraron para todas las parejas y cosas que sé que han pasado acá. Aun esas que no menciono aún. Si quieren oírlo, la lista se llama "Inconciliable Destino".

¿Qué les pareció?

¡Nos leemos!

Nocturna4

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