Pinky Hair Boy - YoonMin [+18...

By LucAAoSora

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Park Jimin, un joven de veinte años y peculiar cabello rosa, aparenta ser un chico tierno e inocente, pero de... More

✨LIBRO OFICIAL EN FÍSICO✨
Prólogo
Capítulo 1 (Primer Arco).
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18 (Segundo Arco).
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
❤️ T R A I L E R ❤️
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36 (Tercer Arco).
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo Final.

Capítulo 59.

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By LucAAoSora

Un hombre de cabello canoso, ojos de forma felina y piel pálida, se hallaba ingresando a aquel almacén que, poco a poco, en esos meses se convirtió en una fortaleza de los Park. El lugar estaba rodeado por policías en cada sector, incluso había un grupo de soldados de la armada. Pasó por un corto pasillo y llegó a una gran sala, muy amplia, en la que había varios equipos de entrenamiento físico y algunas paredes rotas. En el fondo se hallaba un escritorio donde ese joven de cabello azabache con puntas rojas fumaba un cigarro, manteniendo una sonrisa ladina en su rostro. Una chica estaba de pie a su lado, saboreando una golosina. Los Park no parecían muy sorprendidos por su llegada.

—Jihyun, ¿dónde está mi hijo? —Preguntó sin saludar ni mostrar respeto.

—Oh, señor Min —dijo con sarcasmo—. Un gusto verlo. Su hijo no dio señales de vida aún, así que lo estamos buscando.

—Ese no era el trato, ¡encuéntrenlo o hablaré sobre todo este experimento de mierda!

Su sonrisa desapareció y solo lo observó con seriedad.

—Eso sería un problema, señor Min.

—No lo será si encuentran a mi hijo, ¡y lo quiero con vida!

—Solo pido paciencia, se...

No pudo continuar porque la silueta de aquel hombre fue empujada por una fuerza desconocida hasta estrellarse contra una de las paredes. Ambos hermanos Park se quedaron en silencio, observando cómo el señor Min se hallaba inmóvil en el suelo. Jihyun giró un poco su rostro para ver a quien estaba de pie bajo el umbral de una de las puertas lejanas y sonrió con satisfacción al encontrarse a su hermano mayor, con unos ojos tan rojos que parecían del color de un rubí. Jimin se dispuso a avanzar de manera lenta hacia el centro de la sala.

—¡Jiminie, lo estás controlando muy bien! —Dijo Yuna con alegría y aplaudió, viendo que el mencionado le regalaba una leve sonrisa.

—¿Qué fue...? —Habló Min con mucho esfuerzo, tratando de levantarse.

—Vaya, no esperaba menos de mi maestro —Jimin le interrumpió, deteniéndose a diez metros de distancia de él—. Ups, ¿tenías un arma o algo? Creo que se hizo trizas. Y se raspó la pared —ladeó su cabeza, haciendo una mueca de incomodidad.

—¿Qué mierda eres...? —Preguntó el hombre.

—No le hables así, pedazo de escoria. Le debes respeto —dijo Jihyun desde el escritorio—. Estás frente a la persona que será el arma definitiva del experimento de los Park. Y todo gracias a que supimos cómo hacer las cosas.

Soltó una risita de forma despectiva.

—Vaya, no creí que fueras tan hijo de puta como para usar a tu propio hermano.

—Él accedió a esto —ladeó su boca con satisfacción—. Y Jimin tiene la droga en su cuerpo, fue más fácil así.

—Él no puede acceder a ser parte del experimento —frunció su ceño—. Estoy seguro de que le dijiste algo para convencerlo, porque no sé si recuerdes, pero tu difunto padre, quien le hizo todas esas cosas a tu hermano, fue el que inició la recreación de la droga.

—¿Y qué tiene que ver la noche con el día, señor Min? —Preguntó—. Además, no sé qué tanto le importa el sujeto de prueba, si después de todo estamos teniendo resultados exitosos —alzó sus cejas con decepción.

El hombre de cabello canoso y ojos de forma felina estuvo a punto de decir algo, de no ser por esa fuerza desconocida que volvió a empujarlo, esta vez presionando su cuerpo contra la pared. Comenzó a sentir que su respiración le faltaba y observó con temor a Jimin, quien no le quitaba la vista de encima, con esos ojos rojos que transmitían emociones terroríficas. Estaba empezando a tener miedo, mucho miedo. Jamás en su vida se imaginó algo así, pues incluso había visto a Seokjin una vez, pero nada se comparaba a eso.

—Primero —habló Jimin, acercándose más—, respetas a mi madre, ella no es ninguna puta. Segundo, sí, yo accedí, así que si no cierras la boca será peor. Y tercero... —sonrió hasta que sus ojos se cerraron—, no eres quién para hablar de lo que me hizo mi padre, maldito hipócrita. ¿Es que acaso fuiste un padre ejemplar? ¿U olvidaste los golpes que le dabas a...? —Dejó de hablar al darse cuenta de lo que estuvo a punto de decir.

La fuerza que se ejercía sobre el cuerpo del señor Min desapareció en un instante, lo que le permitió ponerse de pie con dificultad y comenzar a dirigirse hacia el escritorio en el que Jihyun estaba. Al principio pensó que Jimin lo atacaría tomándolo por sorpresa, pero notó que él se quedó en el mismo lugar y en la misma posición, petrificado. Al llegar, se apoyó un poco sobre la mesa para mantener el equilibrio y observó al joven de cabello negro y puntas rojas, quien se veía muy despreocupado.

—Quiero a mi hijo en una semana, si no, diré todo —le habló con un tono autoritario.

—Muy bien, señor Min —le respondió, sonriéndole de forma sarcástica—. Puede retirarse.

El hombre se quedó unos segundos allí, estudiando sus palabras y la manera en la que las había dicho. Chasqueó su lengua e inmediatamente se dispuso a caminar otra vez, alejándose de allí para pasar por la puerta principal. El joven Jihyun se mantuvo atento a sus movimientos hasta que él desapareció de su vista, por lo que se dispuso a hurgar en su bolsillo para sacar su caja de cigarros y luego tomar otro de allí, encendiéndolo. Cerró sus ojos y dio la primera calada con lentitud, tratando de relajarse un poco, posó su vista sobre su hermano mayor, quien se había quedado en el mismo lugar durante todo ese rato, y frunció el ceño con furia. Arrojó muchos de los papeles del escritorio con fuerza, haciendo un ruido bastante llamativo para cualquiera, sin embargo, Jimin no se movió, no le dio importancia. Sabía que eso iba a suceder. Dio otra calada a su cigarro y le hizo una señal a Yuna, indicándole que se aproximara hacia su oído.

—Síguelo, Yuna —le susurró—. Jimin no parece estar consciente de lo que está pasando ahora, así que él no puede hacer nada, ¿bien?

Ella asintió.

—Entendido, pero si Min se da cuenta...

—No lo mates, será un problema si el líder de los Min muere.

La jovencita de coletas tiernas se retiró de esa gran sala dando algunos saltos. Jihyun rodó los ojos con fastidio, a veces su hermana se comportaba de una manera un poquito infantil. Se puso de pie y se estiró un poco, ignorando todos los papeles que había tirado, y yendo hacia la gran ventana que daba al paisaje descampado en plena noche. Dejó el cigarro en su boca para abrir los cristales muy gruesos y permitir el paso de aire fresco. Apoyó sus brazos sobre el borde y se dispuso a seguir fumando en silencio, ignorando el hecho de que Jimin seguía allí, en el mismo lugar en el que había estado. Sabía que no serviría de nada intentar que reaccione, porque ya había sucedido varias veces antes y el resultado siempre era el mismo. Solo tenía que esperar.

—Te ves exhausto.

Jihyun se sorprendió al oír la voz de su hermano, pero no se movió de su lugar. Al instante notó una silueta a su lado, apoyándose en el borde de la ventana tal y como él, por lo que sonrió un poco, quitando el cigarro de su boca para exhalar el humo.

—No encuentro ni siquiera una pista del lugar en el que se esconden esos malditos hijos de puta, hermano —dijo—. Y estoy seguro de que Min Yoongi está con ellos.

—Ya vas a encontrarlo.

—¿Tú estás bien? —Le observó con curiosidad.

Soltó una efímera risita.

—No tienes que ser amable conmigo —volteó un poco su rostro para verlo—. Está bien, Jihyun, sé que me quieres solo por interés. No te culpo, yo igual lo hago.

—Eres mi hermano mayor, Jimin. ¿Acaso no te puedo querer?

—Intentaste matarme, idiota —carcajeó—. No esperes que te crea que de pronto eres un lindo hermanito.

—Te envidiaba, siempre lo hice —dijo, viendo otra vez hacia el paisaje—. Mamá te amaba, papá también, el preferido de la familia. ¿Y sabes por qué? Por esa droga que tienes en el cuerpo, todo es por esa droga.

—Mamá también te quería a ti, a Chanyeol y a Yu Hong igual —respondió con una expresión muy seria—. ¿Y qué? ¿Ahora de la nada se te pasó todo?

—No... —ladeó su boca—, aún te odio por las muertes de papá y nuestros hermanos.

—De la muerte de papá sí me hago cargo, pero sabes que yo no...

—"Tuve la culpa" —suspiró—. Nuestros hermanos estaban en el mal camino, ¿verdad? Ellos se lo buscaron —negó con su cabeza mientras sonreía, volviendo a ver a Jimin—. Cuando uno tiene un ideal en su mente, siempre la culpa es del otro, siempre el otro está equivocado. Pero mírate, ahora estás del lado de "los malos" —dijo con tonos irónicos y soltó una risita.

Se quedaron unos minutos en silencio, ambos mirando el paisaje descampado y el menor de ellos terminando de fumar el cigarro. Jimin no iba a decir nada al respecto, nunca dejaría de sentirse culpable por la muerte de Chanyeol y Yu Hong, a pesar de que a este último lo odiaba casi al mismo nivel que a su padre. Sin embargo, por más cruel que pareciera, no se arrepentía ni un poco de haber terminado con la vida de su padre. Ese hombre que se atrevió a usarlo como un experimento, que tuvo el descaro de tocar su cuerpo desde una edad tan temprana y quien organizó el asesinato de su tan amada madre. No se merecía vivir. Está bien, nadie tiene el poder de decidir sobre la vida de nadie, si muere o vive, pero a Jimin eso no le importó una mierda. Cada persona que mató fue por el incentivo que su odio le brindaba, por la educación que su padre le dio, porque nunca le enseñó que matar estaba mal sin importar el motivo detrás. Jung Hae se encargó de erradicar todo tipo de bondad en él, todo lo que su madre le inculcó de pequeño. Y el odio llegó a un punto en el que no se pudo controlar más. Estuvo con su padre hasta que consideró que ya era lo suficientemente fuerte como para enfrentarlo, y así se unió a sus enemigos.

Todos esos sentimientos puros y fuertes que tanto se había esforzado por ocultar regresaron de a poco luego de conocer a Suga de una manera más cercana. Pero no..., la vida le volvía a demostrar lo contrario, de alguna u otra manera. Ser alguien sensible no parecía ser la solución, así que lo dejó de lado. Una vez más.

—¿Te hablaron de algún escondite secreto o algo, Jimin?

—No —suspiró—. Pero estoy seguro de que hay. No pueden estar ocultos tan bien.


...................

Unos días después, en la guarida bajo tierra que tenía Dragón Dorado, al fin el número de personas allí dentro había aumentado. Los líderes de subunidades se habían ido en una misión para encontrar a más miembros de la mafia y regresaron con varias personas, procurando ser muy cautelosos en esas misiones. Lamentablemente algunos no regresaban, pero era la mayor parte de ellos la que volvía triunfante. Podían ser un ejército ahora, solo les hacía falta una cosa: armamento. Si bien había armas en ese lugar, no les sería suficiente ahora que sabían acerca del gran almacén en el que Park Jihyun se hallaba realizando el experimento. Si lograban dejar al descubierto toda esa red de mentiras de uno de los apellidos más importantes de J.M.P. y exponerlo a todo el país, a las personas encerradas en el engaño, las cosas cambiarían por completo. Gente del gobierno incluso se vería implicada en esa revuelta.

—Vamos, vamos —carcajeó, con sus brazos extendidos como si esperara por alguien—. Tú puedes.

El joven de cabello anaranjado se movía de a poco por un camino angosto con dos pasamanos a los costados, sosteniéndose de estos mientras lo hacía. A veces mostraba muecas de dolor o incomodidad, a veces sus piernas le fallaban y terminaba cayendo al suelo, pero volvía a levantarse. Eso era lo importante, porque daba igual todo, él se ponía de pie otra vez, con su sonrisa preciosa que jamás desaparecería. Dio solo tres pasos más hasta llegar a quedar frente a ese joven de cabello rubio, quien le sonrió de forma cuadrada con ternura y tomó sus manos, siendo de apoyo en el final de ese pequeño camino. Tres personas más allí aplaudieron como si se tratara de un espectáculo o algo por el estilo, gritando por la victoria de llegar a su meta.

—¡Muy bien, Hoseok! —Festejó Yugyeom, flameando una pequeña banderita de arcoíris en su mano derecha.

Yugyeom se apresuró a acercarse a Taehyung y Hoseok, con la silla de ruedas para que él se sentara luego de un duro trabajo sin ella. En algunas ocasiones usaba muletas, pero tenía que descansar ahora, ya se había esforzado demasiado. Jungkook observaba con una sonrisa amplia, feliz de ver que su amigo se recuperaba con rapidez. Sin embargo, la alegría no podía ser total, a pesar de eso, a pesar de que tenía al amor de su vida correspondiendo a sus sentimientos, solo podía pensar en Jimin, en qué sería de él, si estaba bien, si comía, si lo odiaba.

—¿Qué tienes...? —Preguntó Taehyung con preocupación, acercándose a él—. Hace días que te veo así, Kook. ¿Hice algo malo?

Negó con su cabeza, sonriendo.

—No, Tae —tomó sus manos para luego posar su frente sobre la ajena—. Es acerca de Jimin. A veces pienso que hubiese sido mejor quedarme en Australia, al menos hasta que todo estuviera bien.

—Tranquilo, yo... —suspiró—. Ah, soy un asco dando ánimos.

—Es suficiente con que estés conmigo, no necesito nada más.

De pronto, las luces en el lugar se tornaron rojas y eso alarmó a todos, quienes rápidamente salieron del salón de entrenamiento para dirigirse hacia la gran entrada. Todos parecían ir a ese sector. Yugyeom llevaba a Hoseok en la silla de ruedas, mientras que Taehyung sostenía a Jungkook de la mano. Se detuvieron cerca de la puerta, la cual se estaba abriendo de a poco y por allí bajaron Mark y varios líderes de subunidades, la mayor parte de ellos tenía heridas.

—¡Suga! —Exclamó Hoseok al ver a su mejor amigo con una herida importante en la izquierda de su frente, la cual derramaba sangre sobre su rostro.

—Estoy bien —respondió con calma.

—¡Escuchen todos! ¡Esta es la última misión que tendremos como unidad, como miembros del Dragón Dorado! —Habló Mark. En ese momento, las luces rojas volvieron a la normalidad, capturando toda la atención en él—. Logramos obtener las armas que nos faltaban con la suerte de nuestro lado y la ayuda de alguien importante para nosotros, pero ahora no es cuestión de suerte, ahora debemos darlo todo por esta causa. Nos están matando como si fuéramos una plaga que debe ser eliminada, ¡no se dan cuenta de que ellos son la plaga para este país! —Exclamó—. Les estoy pidiendo esto como un amigo, como un hermano, no como un líder ni nada parecido. Sé que muchos no regresaremos de esta misión, pero es un riesgo que deberán tomar. Tenemos la ubicación del almacén y las cámaras para grabar la evidencia que quede si triunfamos también. El predecesor de nuestro difunto líder, R.M., encabezará esta misión —sonrió al ver los rostros sorprendidos de todos allí—. Les daremos dos horas para prepararse, no les exigimos nada. Los que estén dispuestos a dar la vida por esta causa, serán bienvenidos.


.........................

Había algunos cuerpos en el suelo, personas inconscientes, pero aún con vida. Un joven de cabello rosa pastel se hallaba en una de las esquinas de ese cuarto que usaban para las intervenciones, acurrucado, sudando y con una expresión de desconcierto, sintiendo miedo y un dolor intenso en todo su cuerpo. Sus ojos se veían rojos, pero debía posar su vista sobre el suelo, porque todo lo que observaba se rompía. No podía controlarlo, entendía que la energía se acumulaba de manera abismal y podía destruir hasta lo más fuerte, pero luego de mucho tiempo al fin tenía miedo, miedo de salirse de control.

—¡Debemos hacer la última intervención ya mismo! ¡Hay movimientos afuera que no me están gustando para nada! —Entró una jovencita con coletas tiernas.

—No es el momento, Yuna.

Al oír a Jihyun tan desesperado se quedó en silencio, viendo el desastre que su hermano mayor había hecho. Todo estaba roto, le daba una sensación horrible incluso a ella. Observó que el joven de cabello negro y puntas rojas se aproximaba hacia Jimin, de manera lenta y con cuidado.

—Tranquilo.

—No te acerques, te lo ruego... —dijo, cerrando sus ojos y acurrucándose más en su lugar—. No quiero lastimarte.

—Ven, solo debes entrenar más tu cuerpo y lo vas a controlar —se colocó de cuclillas frente a él—. Te lo prometo.

—¡No, siempre dices que debo entrenar y nunca da resultado! —Sollozó.

—¡Lo hará! ¿Por qué crees que estuviste a punto de morir de pequeño? Tu cuerpo es compatible, pero necesitas resistencia —le indicó, ansioso—. Debes ser un contenedor apto. Sé que lo lograrás, vamos.

—¡Eso no va a funcionar, Jihyun! —Exclamó—. ¡Estoy teniendo episodios en los que no sé ni quién soy, cada vez más seguidos! ¡Eso significa que está fallando!

—Tal vez no lo recuerdes, pero cuando papá comenzó con los experimentos también te sucedían estas cosas —le dijo con calma y al fin Jimin lo observó con sus ojos tornándose otra vez oscuros—. Quedó parte de esa habilidad en ti en ese momento, así que te sometieron a un entrenamiento. Papá buscó volverte fuerte física y mentalmente, por eso... —se quedó en silencio, sabía que no debía decir eso. ¿"Por eso mató a mamá"? ¿"Ella era un obstáculo"? ¿"Tenía que matarla para que te enfocaras en el entrenamiento y sintieras odio"?

—"Por eso" ¿qué? —Frunció el ceño—. ¡¿Vas a justificar la mierda que me hizo con que fue necesario o algo así?!

Jihyun pestañó varias veces, tratando de entender a lo que se refería y, luego de lograrlo, decidió usarlo como parte de la conversación.

—Mira, Jimin. Yo no justifico que papá te haya hecho esas cosas, pero...

—¡Claro que sí! ¿O acaso te olvidas de tus comentarios horribles sobre eso? —Se puso de pie con rapidez, volviendo a tornar sus ojos rojos—. ¡No es como si supieras lo que yo sentí o cómo fue eso para mí, Jihyun!

Jimin comenzó a dirigirse hacia la puerta. La destrozó antes de llegar allí derramando lágrimas. Vaya, él creyó que se había vuelto alguien fuerte, pero al parecer no fue así. Seguía sintiendo las cosas a flor de piel como siempre, no importaba de qué lado se pusiera o si intentaba aparentar lo que no era. Estaba harto, harto del experimento, harto de Jihyun y Yuna. Solo quería encontrar a Min Yoongi y terminar con todo eso de una vez por todas, esa era la única razón por la que aún se hallaba con vida.

—¡¿Y tú que mierda sabes si no sé lo que se siente?!

Se detuvo. Todo a su alrededor también, incluso su respiración. Se quedó observando la puerta destrozada, preguntándose si lo que había escuchado no era un juego de su mente. Atónito y sin saber qué decir o hacer, comenzó a darse la media vuelta para ver al dueño de esas palabras. No... ¿Estaba hablando en serio? Frunció su ceño, ahogando un sollozo y se mantuvo quieto, viendo la expresión de su hermano menor. Él empezó a reír de a poco hasta soltar unas carcajadas que hicieron eco en todo el lugar. ¿Por qué sus lágrimas caían sin parar? Su hermano, él en verdad...

—¿Jihyun?

—¡Qué locura, ¿no, Jimin?! ¡Somos iguales! —Le observó con una expresión difícil de descifrar—. ¡¿Te sientes menos especial ahora o...?!

Se vio interrumpido por un peso sobre él. Al principio no se dio cuenta de qué era, así que empezó a recorrer aquel extraño cuerpo encima de él con sus manos, sintiendo su calor, sintiendo los latidos de un corazón ajeno al suyo sobre su pecho, sintiendo la respiración de alguien en su cuello y el fuerte agarre que dos brazos mantenían a su alrededor. Detuvo su respiración por un momento, notando lágrimas en sus ojos. ¿Desde cuándo lloraba? ¿Por qué? ¡¿Por qué lo estaba abrazando?! ¡Él debería odiarlo! Contuvo las ganas de llorar con más impotencia y rencor, sintiendo un nudo en su garganta, pero no podía. Extrañamente, sus manos rodearon las caderas de Jimin y escondió su rostro en la curvatura de su cuello, desgarrando su garganta en un sollozo que expuso toda su debilidad, toda su angustia y su rencor. ¿Por qué...? Después de todo, su hermano, aquel a quien más odiaba, aquel que debía odiarlo de igual o peor forma, acababa de convertirse en el único que le demostró afecto en toda su vida. Jamás, ni por casualidad, abrazó a alguien con tanta desesperación, con tanta necesidad.


EDICIÓN 2022.

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