Once años antes.
Narra Maguie.
Miraba desde la ventana de cristal que daba vista ha la habitación en la que mí hija estaba, su pequeño cuerpo tenía varios moretones provocados por las jeringas, tenía un respirador en la boca y le habían puesto electrocardiogramas. Su enfermedad estaba muy avanzada y su sangre cazadora no le bastaba para volverla inmoral.
Pedí ayuda ha Macristen pero no podía dejar la hermandad, si venía conmigo la expulsaría ha ella también y no podía permitir eso. Samira y yo hemos estado en contactos, recomendándome brujos y brujas, pero es obvio que no quieren meterse en problemas con los cazadores de Demonios.
Nos hemos caracterizado por ser la hermandad más estricta, peligrosa, imponente, hemos sido temidos por generaciones. Entre los vampiros, demonios, sombras, brujas de magia negra. Muchos nos llaman la congregación del poder, sin embargo existen reglas que debemos cumplir, sí una de estas reglas es rota el castigo sera ejemplar. Y yo rompí una de las reglas sagradas, se me impuso el castigo máximo ser expulsada de la hermandad.
No puedo tener contacto con ninguna de mis hermanas y mucho menos con mis padres, pero ellas se estaban arriesgando mucho al ponerse al contacto conmigo por la salud de mí hija, ya se había enterado que estaba en contacto con uno de sus miembros. Alexander Actovos, mi mejor amigo, lo expulsaron y sacaron de la hermandad como la peor escoria conocida.
Tragandome las lágrimas entro al cuarto donde se encuentra mí hija, esto está pasando por querer involucrarla en éste mundo, ella merece crecer como una persona normal, tener amigas como cualquier adolescente. En ese momento me hice un juramento ha mí misma, y era no volver ha ponerla en riesgo. Me senté ha su lado y tome su pequeña mano en la mía.
-Quiero que te la lleves- hable antes de que la persona que estaba en la puerta hablara.
-¿Qué?- pregunto confundido.
-Llevala con Marco, explicale todo no la tendré conmigo para que su vida siga en riesgo, él la amará.
-¿Piensas desprenderte de tú hija?.
-¿Qué quieres? Que me quede con ella para que su vida siga en riesgo, merece vivir en paz, una paz que yo no le puedo dar.
-Eso no lo voy ha permitir, es tú hija Maguie no puedes hacerle esto.
-La decisión está tomada y no la vas ha cambiar Alexander- sentencio.
Dos horas después.
Llegue de nuevo al hospital, cambiada y aseada, después de haber informado mí decisión ha Octovos salí del hospital para ir ha cambiarme y volver.
Suspiro con pesadez y sigo caminando por los pasillo para llegar al ascensor, al llegar al tercer piso me encamine ha la habitación de mí hija ya quería verla y decirle cuanto la amaba, una sensación rara me invadió en cuerpo. Presentía algo el sentido de cazadora se encendió en mí, corrí como loca por el pasillo.
Al llegar ha la habitación de mí hija y girar la perilla de la puerta encontré que está estaba cerrada con seguro, aparate de ello también había una runa de protección grabada en ella, eso me daba ha entender que había un cazador allí adentro, borrar la runa quitaba tiempo. Mire por la ventana de cristal adentro estaba Alexander.
Tenía posiones que estaba segura que conocía pero no me detuve ha leer sus nombres, dentro de una taza había lo que parecía sangre, pero no sabia de que ó de quien. Golpee el cristal con mí puño pero también tenía runas grabadas, le hizo una cortada ha mí hija.
-¡Octivos detente!- exclamé- ¿¡Octovos qué haces!? ¡Dejala!.
Él no parecía escucharme, golpee más fuerte el cristal. Fui hacía la puerta y empecé ha golpearla y darle patadas para que se fallera, cosa que iba ha ser completamente imposible... ¿Qué estoy haciendo? Soy una cazadora... Saque mí martillo que por suerte lo había podido conservar y empecé ha golperar la puerta con el.
Ha cada cazador se le entrega una arma sagrada, sea un martillo, un arco, ó una espada. El cazador es libremente de escoger su arma ó en la mayoría de los casos el arma te escoge ha ti, nadie mundano ó cazador puede tomarlo. Sólo la persona que éste escogió, de lo contrario la persona sufrirá el peor dolor existente.
Después de golpear tres veces la puerta con el arma está se cae haciendo un fuerte estruendo, se que muchos se preguntaran por que los demás no se han dado cuenta, bueno resulta que si haz grabado runas de retención ningún mundano puede ver al cazador. En este caso (supongo) actovos gravo las runas para que nadie no viera, mí hija estaba en la cama con un pequeño corte en su muñeca, según veía aquí él había funcionado su sangre. Un olor llego ha mis fosas nasales ese olor lo conocía era algo ha lo que me enfrente por décadas.
-¿!Qué hiciste!?- pregunte.
-No iba ha permitir que muriera.
-¡Funcionaste su sangre con la de un demonio! ¡Estás loco!- exclamé- la sacaste de un problema para meterla en uno más grande ¿Sabes lo que significa?.
Sabía que no lo había hecho con mala intención, todo era para salvarla, pero esto... Esto ya era otro nivel, lo considerarían un pecado. Me matarían ha mí y ha ella.