Una Inesperada Casualidad - L...

By Sophia_Mc

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Mackenzie Wells lo tiene todo y a la vez nada en su muy acomodada vida. Erick Miller tal vez no posea mucho... More

Mackenzie
Erick
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3
Capítulo 4
Capitulo 5
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9
Capítulo 10.
Capítulo 12.
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15.
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19.
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24.
Capítulo 25
Capítulo 26.
Capítulo 27
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44
Capítulo 45.
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50.
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Epílogo
3 meses
Un vistazo al pasado
Una inesperada sorpresa

Capítulo 11.

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By Sophia_Mc

Mackenzie

— ¡2 semanas Mackenzie y no has mejorado ni con el idioma, ni con el piano! —su puño golpea la mesa haciendo un ruido muy fuerte que me hace dar un pequeño salto.

—Lo siento, hago lo mejor que puedo.

—Excusas y más excusas, da gracias que tu padre está en una reunión y no ve como su hija lo decepciona poco a poco.

—Si estoy aprendiendo mucho francés, tampoco es muy sencillo, por más que me guste aprender un idioma ajeno al mío, madre.

—Otra excusa, hablaré con tu padre para que busque un profesor más competente, el que tienes en estos momentos no sirve, lo que hace es perder el tiempo contigo. Es mejor cambiar de profesor, a ti no te puedo cambiar — masajea sus sienes.

— ¡No es cierto! — sin poder evitarlo grito.

—Mackenzie, esto es una falta de respeto, ¡Soy tu madre!

—Lo siento, no deseaba gritarte, jamás seria esa mi intención— empiezo las súplicas mientras solo me mira con desaprobación.

Puedo notar la leve diferencia que estoy teniendo gracias a las clases con Stefano, me gustan más de lo que le puedo admitir. Me parece hasta un poco gracioso cuando se equivoca sin el saberlo, incluso cuando arruga la nariz cada vez que observa el libro de francés como si fuera una especie de legua demoniaca que no lo logra entender o cuando se queda esperando que termine y veo que me observa, pero ambos desviamos miradas. Aunque ahora ese pequeño grano de felicidad se esfumó, gracias a mi madre.

—Me has herido, mi propia hija me ha gritado, doy Gracias a Dios, porque él sabe que hago todo lo posible para que estés bien.

— ¿Dios? — Pregunto confundida, ella no cree en él — madre, si tú lo único que haces es reprenderme por todo lo que hago mal.

— ¡No me recrimines nada! — Me agarra muy fuerte del brazo — no es mi culpa que todo lo hagas mal.

Me siento asfixiada por su presencia, sé que me he pasado de la raya al decirle eso, pero una parte de mí quiere decirle tantas cosas, pero no poseo el valor para hacerlo.

—Pronto es la competencia en Alemania y tú no estás preparada, ¿quieres hacer que la familia pase vergüenza por tu culpa?

—No madre, yo tan solo quiero un poco de...

— ¡Nada Mackenzie!, ya sabía qué estoy pasaría, estás así de rebelde desde que ese tal profesor te está dando clases — me suelta y camino muy molesta por todo el salón donde hacen las reuniones sociales.

—No es así madre, estoy creciendo, es normal cambiar algunas cosas — suspiro — es de lo que hablaba mi padre.

— ¡No metas a Benjamín en esto! — Suelta una risa que me eriza todo el cuerpo, pero de miedo— solo debes hacer una cosa bien que tocar excelente el piano, creciste con eso y me has decepcionado — retengo las lágrimas.

Nunca me había sentido de esta forma... tan cargada, con ganas de gritar y llorar porque mi madre no me entiende, siempre pensé que éramos un buen equipo. Ahora ya no sé qué pensar al respecto.

—Entonces inténtalo tú, ¡toca el piano por mí!, pero no le eches la culpa a un tercero que solo lo veo dos horas por día, analiza que pasa aquí adentro de este monstruo que soy yo — respiro entrecortadamente de la molestia.

—Niña insolente, soy tu madre — se pone delante de mí, mi madre es una mujer alta y con un porte que intimida — ¡Eres una hija muy maleducada!, ¿Qué dirán de mí las personas? — Evito responder porque sé que no ha terminado — que no sé criar correctamente a mi hija.

Las personas pueden pensar lo que quieran, soy su hija y me siento tan sola que el vacío que hay dentro de mí se va agrandando un poco más.

—Madre basta, debo irme a preparar para mi clase de hoy.

— ¡Ahora te quedas!, hablaré con la seguridad para que no dejen entrar a ese tutor.

—Es mi profesor de francés nada más, ¿a qué le temes realmente? — mis palabras muestran una seguridad que me sorprende.

—No me amenaces Mackenzie, no sabes con quién hablas.

—Con mi madre, ¿y tú? — Pongo mi mejor cara de seriedad, aunque por dentro este muriendo del miedo — no, mejor no me respondas — salgo del gran salón muy alterada.

Camino hasta llegar a la entrada y por la mente se me pasa salir corriendo de esta casa.

— ¡Mackenzie, detente! — grita tan fuerte que no me queda opción de hacer lo que me pide.

— ¿Qué pasa Madre?

—Estás irreconocible — trato de calmarme un poco — ¡mi hija nunca se comporta así!

Puedo observar como William, Jasmine, Camila y Lucy nos miran perplejos sin decir nada, al parecer están pasando unas cajas por el vestíbulo hasta la cocina.

—Solo tengo 17 años, madre, Y tengo derecho.

— ¡Basta!, no sigas hablando — se vuelve a masajear las sienes — no aceptaré tus palabras y estás castigada hasta que yo te diga.

— ¿Por qué? — no la entiendo.

—Por altanera y ofensiva, soy tu madre, me has lastimado con tu comportamiento.

—Debes irte, vas a llegar tarde a tu trabajo — me doy vuelta, pero ella me jala muy fuerte de la mano, logro estabilizarme antes de terminar en el suelo.

—No puedo creer que hagas este espectáculo delante de los empleados— ¿Yo?, si la que está haciendo la escena es ella, parece incluso fuera de sí.

—No quiero discutir contigo, madre — y todo pasa en una milésima de segundo, la perfecta señora Wells da media vuelta y lo único que pasa por mi mente es que dio por terminada la conversación, pero no es así, termina agarrando un jarrón a mis pies mientras suelta un grito gutural, estoy en una especie de trance que ni siquiera le presto atención a los cortes causados por los trozos del jarrón roto.

Jasmine ahoga un grito al ver la poca sangre que sale de mis manos y solo puedo observar a la mujer que me dio la vida con sorpresa.

—Mackenzie yo...

— No... tú solo para, ¿Estás contenta? — Las lágrimas se escapan de mis ojos como la lluvia en un día gris — mis manos son la única cosa que cuido con mi vida, porque las necesito para tocar — la respiración me falta y el dolor en el pecho se incrementa.

— ¡Amanda limpia este desastre! — y ella aparece rápidamente recogiendo el mármol roto y dedicándome una mirada apenada — Ninguna palabra a mi esposo de esta situación — todos asiente como si fueran robots — y tu Mackenzie usa guantes, espero que esos simples cortes no sean otra excusa más para que toques tan mal.

Pasa por mi lado sin verme y sale de la casa con William detrás como su mascota, mientras yo no puedo creer lo que acaba de pasar.

—Señorita Wells — Jasmine se acerca hasta a mí con cierta tristeza en sus ojos.

—No, déjenme sola — respondo con una tranquilidad que no tengo dentro de mí.

—Señorita...

—He dicho que no, estaré esperando al profesor en el salón, lo hace pasar hasta allá y ni una palabra más de la situación.

—Sí, como diga señorita — dice y subo a mi habitación para limpiar mis manos y en busca de unos guantes negros para que no se noten mis pequeños cortes.

~*~

Me dedico a mirar por la ventana ajena al dolor en mi pecho, mis dedos duelen y arden un poco, es lo malo de los pequeños cortes son muy fastidiosos.

—Buen día, señorita Wells.

—Buen día — digo con un tono sombrío y solo me siento, esta vez ni hago un esfuerzo por mirarlo.

—Hoy le enseñaré un poco el origen del idioma francés y copiará algunas cosas.

—No podré hacer eso, lo siento, solo lo escucharé.

— Debe hacerlo, mi objetivo es que aprenda y para eso debe seguir mis indicaciones.

—Y le digo que no puedo hacerlo, solo lo escucharé — uso un tono un poco brusco. Debo recordar que nadie tiene la culpa de mis problemas.

—Mackenzie debe copiar lo que le ordeno.

—No puedo, lo siento — porque no puede hablar y listo, le estoy ahorrando el tener que escribir.

— Entonces no puedo enseñarle nada, si no cumple con lo que le digo— mantengo mi mirada hacia la ventana tratando que las lágrimas no caigan — perfecto, se hará entonces lo que usted desee.

— ¡No lo entiende!, nadie entiende — todos piensan que soy igual a mi madre y no sé por qué.

Me levanto y salgo, necesito estar sola, necesito buscar un lugar donde pueda llorar.

—Espere un momento, no he terminado.

—No importa, váyase, ¡Todos váyanse! — me abrazo buscando apoyo, uno que no tengo.

Toda esta situación se me está haciendo muy difícil sobrellevarla.

—No puedo irme, debo cumplir con lo que se me ordena.

—Sí, siempre es eso, cumplir y cumplir y cumplir, ¿Y yo qué?, soy humana... me puedo equivocar, solo soy una persona — no puedo retener mis palabras, espero no se dé cuenta de que mi problema no es con él.

—Lo que sea que tenga, no es mi problema, señorita, no me meto en asuntos personales, lo siento — su respuesta no me sorprende tanto, no le importo a nadie.

Lo más seguro es que piense que una niña millonaria como yo, ¿Qué problema tendría?

Juzgan siempre me juzgan, antes de conocerme.

—Lo sé, nadie puede, cuando quiera puede largarse, hoy no necesito aprender más nada — intento ser lo más dura posible, empiezo a subir las escaleras cuando escucho la puerta principal cerrarse.

Cuando llego a mi habitación lo único que puedo hacer es llorar, llorar como si mi vida dependiera de ello.

~*~

Escucho como tocan la puerta y solo grito un, Fuera, pero ese no es un impedimento y termina entrando, la miro mal mientras limpio mis lágrimas.

—Eso fue intenso, ¿no? — No entiendo a lo que se refiere — sé que no debo estar aquí, si William se entera me hará desaparecer, pero vale la pena tomar ciertos riesgos por ciertas personas, lamento lo de tus manos.

—Da igual — trato de hablar como si no me importara.

—Mackenzie se una persona y di lo que quieras decir, no te juzgaré — sonríe— Guardarte las cosas, te matara por dentro, debes aprender a expresar lo que sientes.

— ¿Y si lo que siento no es correcto?

—Eres humana, mucho de lo que hacemos no es correcto, pero aun así aprendemos de nuestros errores o es lo que se espera.

—Yo... podre tener todo lo que alguien desea en esta vida, pero... ¿De qué vale eso?, siempre me siento sola, aunque haya millones de personas a mi alrededor, ser yo nunca he sido fácil y me pude dar cuenta de la peor manera — me seco las lágrimas con mis manos lastimadas.

—Y ahí es donde te equivocas Mackenzie, no estás sola.

—Estás ciega, lo estoy.

—El problema es que no observas a tu alrededor, en estos momentos estás sola conmigo — sonríe.

—Eso no tiene mucho sentido, pero creo que sí — sonrió nerviosamente.

—Y escuche.

— ¿Qué?

—Como defendías a Stefano, no vayas a pensar que soy una chismosa o algo parecido, solo estaba recogiendo unas cajas y oí la discusión con tu mamá.

—Pensé que era lo correcto — me encojo de hombros.

—Y lo fue, siéntete orgullosa — vuelve a sonreír — como te dije Mackenzie debes vivir siguiendo a tu corazón y ahora debo irme antes que me atrapen.

Todavía siento la presión en mi pecho y el dolor que mi madre me ha causado; sin embargo, por alguna extraña razón que no logro reconocer todavía, cuando Camila nombro a Stefano sentí una calma que se sintió tan correcta y a la vez aterradora. 

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