—Santa mierda —murmuré con frustración.
Llevaba más de veinte minutos tratando de unir el arma que previamente había limpiado, pero mi mente simplemente no se concentraba y mi distracción tenía nombre y apellido:
Rick Grimes.
Con Rick llevábamos una relación desde hace varias semanas y estábamos en ese punto en que un pequeño beso subía de intensidad. Y claramente vivir en una casa compartida o en lugar en el que las puertas puedan ser abiertas en cualquier momento, simplemente no ayudaba.
Suspiré para volver a concentrarme en mi tarea, era algo básico y armar y desarmar armas era algo que hacíamos contantemente.
— ¿Hola? —me volteé al escuchar la voz de Grimes—. Oh, hola cariño.
—Hola —sonreí y volví la vista hacía el arma que se encontraba entre mis manos.
— ¿Tienes problemas? —rió levemente al ver que no podía unir una parte.
—Creo que tú más que nadie sabe los problemas que tengo —murmuré al fastidiada.
— ¿Qué?
—Nada cariño —sonreí algo incomoda.
—Déjame ayudarte —habló.
Rick se apoyó a mi lado y sus manos se posaron sobre las mías, en menos de un pestañeo unió las partes. Mordí mi labio al notar lo idiota que había sido por lo haber hecho lo mismo.
—___________... —murmuró observándome—, yo...
Lo volví a mirar, Grimes intercalaba su mirada desde mis ojos hasta mis labios. Sonreí y me acerque a besarlo, fui recibida ansiosamente por sus labios. Sus manos se posaron en mis caderas subiéndome en una de las mesas.
—Te juro que golpearé a la persona que nos interrumpa está vez —murmuró contra mis labios. Reí levemente.
Sus manos pasaron por debajo de la polera dejando leves caricias tras su paso. Un suspiro ahogado se escapó de mis labios. Con cierta rapidez comencé a abrir su camisa, apenas la saqué él se encargó de sacar la mía.
— ¡Tienes que ver esto! —Glenn gritó.
—Si __________, esto te encantará —Daryl habló está vez.
—Quiero ver su precioso rostro cuando lo vea —Abraham siguió.
Pero los tres se quedaron congelados en la puerta en cuanto nos vieron. Rick miró a los tres encargados de arruinar el momento con cierto fastidio.
—No sabíamos que... —Daryl carraspeó—, estaban ocupados.
—Bastante ocupados —murmuró el pelirrojo.
—L-Lo sentimos chicos —el coreano nos observaba algo incomodos.
— ¿Los puedo golpear? —Rick me miró. Reí mientras negaba.
—Díganme que por favor que la interrupción valió la pena.
—Bueno, te hemos traído machetes nuevos —Glenn mostró dos machetes.
—Santa mierda. ¡Está esta mejor interrupción de la vida! —grité. Salte de la mesa y corrí hacía el coreano para quitarle los machetes y abrazarlo con fuerza.
—Para la próxima yo seré el que dé las noticias —Abraham murmuró en dirección a Daryl.
—Olvídalo —esté respondió.
—Sí, sí, muy emotivo todo —Rick me alejo de Glenn—, pero realmente agradecería que ustedes dos dejaran de ver a mi novia con esos ojos.
Rick puso su camisa sobre mi cuerpo tapando el brasier.