Brotherhood. (Luke Hemmings)

By alltime5sos

15K 688 128

"Échame de este lugar, antes de que cause más daño. Es un pequeño precio a pagar por construir casas de ceril... More

Brotherhood.
Capitulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.

Capítulo 13.

443 34 3
By alltime5sos

¡Hooooola!

Ay, cada vez esto tiene más lecturas y asodihasoih, me emociono. Sois amor, en serio. 

En fin, aviso que viene un capítulo un poco durillo, ya veréis el por qué. Y también aviso que el final es kk, pero quería dejarlo listo cuanto antes. Así que espero que os guste. 

No me enrollo más, gracias por leer, y ya sabéis, comentar, compartirla y votar, que darle a la estrellita no cuesta nada. 

Neus. xx

-----------------------------------------------

- ¿Y bien? – contesté, observando su cara centímetro a centímetro.

- Mañana a las 5 me espera en su casa. – contestó Michael, con una gran sonrisa en su rostro, que rápidamente se me contagió. – Gracias pequeña. – dijo, dejando un beso en mi mejilla derecha.

Pasamos el resto de la tarde caminando entre gente desconocida que iba frenética por las calles más emblemáticas de Sídney. Hace dos meses, esos desconocidos podrían haber sido Michael, Ashton o incluso Luke. Sonrío inconscientemente. Todo me recuerda a los viejos tiempos en Barcelona. Por una parte, ese pensamiento me aterra. Estaba claro que me había adaptado a mi nueva ciudad, había hecho amigos y estaba cómoda en mi nueva vida, pero otra parte de mí pedía a gritos regresar a mi país. Y tenía claro de que mi corazón iba a continuar dividido durante toda mi vida. Sídney me había dado en muy poco tiempo afecto, cariño, una visión del mundo diferente que no podía encontrar en Barcelona, de la cual solo recordaba el lado oscuro, las sombras de los edificios más antiguos, la frialdad de las miradas de la gente que habían sido mis conocidos y las palabras clavándose en mi estómago como cuchillos. Pero era mi ciudad natal y nada ni nadie iba a cambiar el afecto que tenía por ella, al igual que era la ciudad que albergaba a otro de mis seres más queridos. Sí, mi padre. Hacía mucho que no me paraba a pensar en él y me sentía egoísta por ello, pero con todo lo sucedido –Luke, la escuela, más Luke, los chicos, más Luke…- no había tenido tiempo. Mi mente se había visto abrumada por una avalancha de conocimientos y nuevas experiencias en ese período de tiempo, sin haberme dejado tiempo para pensar en aquello que había dejado atrás.

Cuando el sol empezó a bajar, Michael decidió que era hora de volver. Tenía que empezar a coger los hábitos del horario escolar, así que mejor sería que empezara a ir a dormir temprano y despertarme más temprano aún. Me despedí de Michael con un b eso en la mejilla y entré rápidamente a casa. Mi madre estaba junto a Andrew en el salón, y al oírme entrar ambos se giraron hacia la puerta preguntándome cómo me había ido. Contesté modestamente, sin dar detalles y subí a mi habitación, donde encontré a Luke sentado en mi silla de escritorio. Alzó la vista y se acercó a mí, con un pícaro brillo en sus ojos.

- ¿Qué quieres hacer esta noche? No tengo nada planeado, pero podemos improvisar.

- Nada, Luke. – dije, viéndole fruncir el ceño.

- ¿Y eso? ¿Estás bien?

- Sí, sí, no te preocupes. Es solo… - cogí aire, dejándome caer en la cama. – Estoy muy cansada. Me he pasado la mañana con Martín y esta tarde con Michael me ha acabado de agotar. – solté en un suspiro.

- Bien, entonces te dejo descansar. – dijo dándome un beso en la nariz. – Nos vemos en la cena.

Tal y como le había dicho a Luke, bajé para cenar y volví a mi habitación, esperando pasar una tranquila noche. Aproveché para hablar con Beth por Skype, por enterarme un poco de lo que estaba sucediendo por Barcelona y por saber algo de mi padre. Todo seguía como lo había dejado, excepto Pablo, que había ido a peor. Había aceptado el hecho que me fuera a Australia tras varias semanas de persuasión y cuidado. Él quería que siguiéramos juntos y que me quedara con él en Barcelona, pero si huía de allí era, en parte, por su culpa.

Antes de empezar a salir con él era mi mejor amigo. Nos llevábamos muy bien y sinceramente, siempre había sentido algo más. Era el típico deportista que todas las chicas quieren a su lado y, aunque creía que nunca lo conseguiría porque la gente en mi instituto me despreciaba y quizás solo me veía como una amiga, una tarde, cuando no había nadie en su casa, terminamos besándonos. Después de debatir cual era nuestro estado, decidimos empezar a salir. La primera semana fue como un sueño. Me trataba como había imaginado, con cariño y cuidado, y se podría decir que en algún momento llegué a ser feliz. Pero las cosas empezaron a empeorar. No tenía espacio para salir con mis amigas, si quería ir siempre iba con él. Al principio no me pareció mal, ya que estábamos en el mismo grupo de amigos, pero poco a poco se fue volviendo más pegajoso y terminó agobiándome. Cuando me harté, decidí contarle lo que pensaba pero lo único que obtuve por respuesta fueron gritos, gritos y algún que otro golpe. Desde ese preciso instante el mundo se me cayó encima. No podía seguir soportándole. A pesar de que tenía el apoyo de mis amigas y sobretodo el de Beth, Pablo podía conmigo. Hablé con mi madre, que por entonces ya había conocido a Andrew, y empezó a pensar en la opción de irnos a vivir a Australia con él. Me gustó la idea, ya que eso implicaría una nueva vida lejos de Pablo. Se lo conté con detalles, dejándole claro que podíamos seguir hablando, que seguiríamos siendo amigos, pero se opuso. Al final lo conseguí, llegué aquí y conocí a Luke, que se ha convertido en lo mejor que me ha pasado en mi vida. Pero las noticias de Barcelona no cesaban. Pablo había caído en el alcohol y las drogas y si seguía así, se acabaría matando. En el fondo, mi corazón seguía preocupada por él, porque al fin y al cabo fue mi primer amor, aunque algo accidentado, y mi mejor amigo durante años.

Mi mente había empezado a crear un plan. Un plan que cada vez que recordaba se me inundaban los ojos de lágrimas. Pero debía hacerlo.

Tras media hora de conversación con Beth decidí que era hora de ir a dormir. Dejé el ordenador en la mesa, apagué las luces y me tumbé en mi cama, cayendo en un profundo sueño.

- Lexy. – la voz de mi madre retumbaba en mi cabeza. – Lexy, despierta. – Me cogía por el hombro, sacudiéndome. – Tienes visita.

Abrí los ojos para ver a mi madre tapando todo mi campo de visión. Me vestí rápidamente y bajé al salón. Era una mañana soleada y calurosa, por lo que quienquiera que me había venido a visitar se encontraba en el jardín, así que me dirigí hacia allí. Mi velocidad al caminar fue disminuyendo a medida que me iba acercando. Me temblaban las piernas, tenía la sensación de que iba a caer. Había un corro de gente cuyas caras me eran demasiado familiares. Mis amigos. Gente conocida. Gente que me había hecho pasar los peores momentos de mi vida. Pero sin olvidar que en medio de todas esas personas está él, Pablo. Sus ojos verdes se clavan en mí y me muerdo el labio instintivamente. Sonríe satisfactoriamente, mientras que poco a poco se va acercando a mí, dejando ver un cuerpo detrás suyo que yace tumbado en la hierba. Y por un momento, se me pasa por la cabeza la idea de que pueda ser Luke. Pero lo niego, intentando expulsar ese pensamiento de mi mente. Entonces veo su pelo rubio. Resigo la figura y compruebo que, evidentemente, de quien se trata es de Luke. Ahogo un grito. No puedo hablar, no puedo hacer nada. Intento salir corriendo hacia él, pero Pablo me frena, pasando su brazo por mi estómago y elevándome hasta colocarme en su hombro.

- Qué… Qué… Qué le has hecho. – balbuceo.

- No te preocupes, pequeña. Me he ocupado de él. – sentencia.

- Tú no eres quien yo conocí. – digo, con desprecio.  

Noto las lágrimas caer por mis mejillas mientras veo como me alejo del cuerpo de Luke. Doy golpes a Pablo, quien parece no inmutarse ante mis movimientos. Sigue caminando, sin pararse.

- Vamos. Vámonos a casa. – dice. Sus palabras me cortan como cuchillos.

- No. Esta es mi casa. Déjame. ¡DÉJAME! – consigo decir. - ¡Luke! ¡LUKE! ¡MAMÁ! ¡MARTÍN! ¡AUYUDA! – grito.

- Lexy. – oigo la voz de mi hermano tras de mí. Sonrío. Estoy salvada. – Ve con él. Es donde estarás mejor.

No me lo creo. Mi respiración se encuentra entrecortada y mis lágrimas han cesado. Me encuentro en estado de shock. No podía ser que mi hermano, mi propio hermano haya pronunciado esas palabras.

Sigo en los brazos de Pablo, que me retienen de poder escaparme. Me sube a un coche, y se sienta en el asiento del conductor. Ni siquiera tiene el carnet. Voy a morir. El motor ruge, y nos alejamos de lo que es mi casa, mi hogar. Dejando a mí hermano, a mi madre y a Luke, que sigue tendido en el jardín, atrás. Sigo sin creerlo. ‘Esto no puede ser real’, me repito varias veces, ‘esto no puede estar pasándome a mí’.

Y de repente todo desvanece. Me encontraba en mi habitación, en Sídney. Tenía las mejillas empapadas de llorar y un fuerte dolor de cabeza. Ha sido solo una pesadilla. Suspiré aliviada y me levanté para beber agua. Debía contárselo a Luke. Era ahora o nunca.

Miré el reloj. Las dos de la madrugada. Recé para que todavía estuviera despierto, pero al entrar en su habitación reinaba el silencio. Me quedé observando cómo dormía, tranquila y plácidamente, cuando en mi cabeza aparece su imagen en la hierba, aturdido. Las lágrimas vuelven a brotar de mis ojos e intento hacer el mínimo ruido posible, pero no lo consigo. Escucho como Luke hace unos ruidos y seguidamente se frota los ojos, como si algo le impidiera ver. Al reconocerme, se sentó rápidamente abrazándome.

- Eh, Lexy, ¿qué pasa? – preguntó con una voz ronca.

- Una pesadilla… Pero… Aparecía él y tú… tú… - era incapaz de hablar.

- Shhht, relájate. – dijo, atrayéndome hacia él y apoyando mi cabeza en su pecho desnudo mientras acariciaba mi pelo. – Bien, ahora cuéntame qué ha pasado. Sin miedo.

Respiré hondo y le conté todo lo sucedido. Mi conversación con Beth, lo que había pasado con Pablo y la pesadilla que había tenido. Él me escuchaba atentamente, sin interrumpirme. No fue hasta que terminé, que empezó a hablar.

- Tenías que habérmelo contado. Pero eh, está bien, entiendo porque no querías contármelo. No son cosas que salgan fácilmente. – sus ojos no expresaban pena, ni compasión, lo que me alivió. – Y tranquila, que aquí no te va a pasar nada. Conmigo estás a salvo, pequeña.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar a Luke pronunciar esas palabras. Seguidamente, apoyó sus dos manos en mis mejillas y juntó sus labios con los míos, haciéndome olvidar lo que había sucedido anteriormente.

- Debo volver a mi habitación.

- Quédate. – susurró en mi oreja.

- No puedo, mi madre… - me cortó besándome. – Luke. No nos pueden pillar.

- Está bien. – su rostro se mostraba abatido. – Ve.

- Buenas noches Luke. – le di un beso. – Y gracias.

- No las des. Buenas noches preciosa.

Me levanté y me dirigí hasta mi cuarto, una vez allí volví a tumbarme en mi cama deshecha y finalmente me dormí. La mañana siguiente me desperté con un leve dolor de cabeza, pero durante el día se fue yendo. Durante esa última semana de vacaciones que nos quedaba, no hicimos mucho más de lo que habíamos hecho desde que había llegado. Algún día fuimos a la playa con los chicos, pero no pasamos de ahí.

La semana pasaba rápidamente, y sin darme cuenta estaba en domingo por la noche. Luke, Martín y Claire hicieron un breve acto de presencia en mi habitación para explicarnos a mi hermano y a mí como irían las cosas a partir de la mañana siguiente. Claire nos llevaría todos los días, así que no nos teníamos que preocupar por el transporte.

Una vez finalizada nuestra pequeña ‘reunión’, cada uno volvió a su habitación para prepararlo todo. No puedo negar que estaba nerviosa, mucho. No sabía lo que me iba a encontrar, no sabía cómo me recibirían. Debo de admitir que esa noche apenas dormí, había otros temas en mi cabeza con los que tenía que lidiar.

La mañana siguiente un fuerte golpe en la puerta de mi habitación me despertó. Abrí los ojos para ver a Luke ahí, obligándome a levantar. Le hice caso y aún dormida me dirigí al baño y seguidamente escogí la ropa que tenía que ponerme. Me aseguré de tener todas las cosas y bajé a la cocina, donde la actividad no cesaba ni un segundo. Mamá estaba preparando el desayuno, Luke y Martín ya se encontraban en ello y Claire no hacía nada más que ir de aquí para allá buscando cosas y gritándole a su hermano como una histérica.

- ¡LUKE! ¿¡HAS VISTO LAS LLAVES DE MI COCHE!?

- Claire, no me grites, es demasiado temprano. Y no, pero por si a caso mira en el sofá, que no te las dejaras ahí. – contestó su hermano.

- ¿Todas las mañanas van a ser así? Me estresaré antes de entrar en clase. – me dijo mi hermano, cuando nadie podía oírlo.

- ¿Quieres hacer el favor de sentarte y comer algo? – le dijo Luke a su hermana. – Ya acabarás luego.

- Ahora voy. – contestó Claire, acercándose a la silla que tenía al lado y cogiendo una taza para después llenarla de leche. – Martín, Lexy, ¿Preparados para vuestro primer día en Saint Mark’s? – preguntó, concentrada en su desayuno.

No sabía que contestar ¿Lo estaba? Lo que sí era seguro que era un manojo de nervios. No podía parar de pensar en todo lo que iba a pasar en ese día. Me preocupaba demasiado por la opinión de la gente. Gente, que aún no me conocía. Quizás pasaba como con los chicos, y no me metía en problemas. Pero algo me decía que los problemas llegarían por si solos.

Ahora que había conseguido superar mi primera fase de mi nueva vida, tocaba empezar la segunda. Y no sería precisamente fácil. ‘Hola, Saint Mark’s’, pensé mientras cruzaba la puerta de casa, dirección al coche de Claire.

Continue Reading