La noche que coincidimos.

By _lagrimasdecolores_

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Hester no sabía bailar. Cayden jamás había sentido la necesidad de hacerlo con alguien. Y fue aquella noche q... More

La noche del 27 de septiembre
1 | Escapada
2 | Risas
3 | Secretos
4 | Desnuda
5 | Profesor
6 | Pequeño
7 | Boda
8 | Mudanza
9 | Hermano
10 | Conversación
11 | Instituto
12 | disputa
13 | Amigos
14 | Fiesta
15 | Mamá
16 | Vacuna
17 | Confesión
18 | Papá
19 | Mentiras.
20 | Tensión
21 | Manos
22| Cigarrillo
23 | Reveldía.
24 | Mentiras
25 | Aturdida
26 | Miedo
27 | Visita
28 | Bigotitos
30 | Pesadillas
31 | Confianza
32 | Retroceso
33 | Improvisto
34 | Estándar
35 | Mella
36 | Consecuencias
37 | Ratatouille
38 | Desconcierto
39 | Plan
40 | Común
41 | Irretenible
42 | Libre
43 | Único
44 | Sensaciones
45 | Idea
46 | Tropiezo
47 | Juicio
48 | Vaso
49 | Camión

29 | Explosión

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By _lagrimasdecolores_

—Os ha salido riquísima, la mejor que he probado jamás—comentó Josh metiendo su cuchara manchada de tarta en la boca, lamiendo lo único que quedaba de su porción; la crema.

Le sonreí agradecida y él envolvió uno de sus fuertes brazos al rededor de la cintura de mamá. Estaba realmente atractivo con aquella blusa azul y por lo que había podido comprobar durante lo que llevábamos de cumpleaños a mamá le afectaba más su presencia que de costumbre, sonreía cada vez que se le acercaba.

Parecía feliz por ver la casa llena de niños correteando de aquí para allá, por ver a Adler feliz. Se que mamá siempre quiso tener más hijos pero la situación entre papá y ella nunca favorecieron las cosas. Aunque Adler no era su hijo pondría la mano en el fuego al decir que le alegra tanto verle feliz como si lo fuese.

—¿Ah si?—le preguntó mamá juguetona arrugando la nariz y mirándolo fijamente. Parecían dos adolescentes. Felices.

Josh asintió con delicadeza y llevó su boca hacia la de mamá justo antes de que yo apartase la mirada y me metiese otra cucharada de tarta en la boca. Quizás sonaba mal que lo dijese yo pero la tarta estaba exquisita. Miré como Adler le enseñaba a sus amigos al ratoncillo enjaulado al que había bautizado Dexter, que miraba con desinterés a los pequeños. Los niños parecían alucinados con el roedor y miraban a Cayden como si fuese algún tipo de héroe que va regalando ratones cuando cumples años.

Cayden les ignoraba intentando contener que la atención de los niños le molestaba más de lo que jamas se atrevería a decir en voz alta. Al fin y al cabo no era ningún secreto el que a Cayden no le gustasen los niños. Solo soportaba a Adler, a él le tenía en un pedestal, era evidente aunque tampoco lo admitiría jamás.

Adele junto a Cayden, intentaba suavizar la personalidad cortante de su amigo, hablando con los pequeños de forma animada. Adler no le quitaba ojo al regalo de Cayden. El pequeño no pudo llevarse una sorpresa mayor al ver la larga cola del animal asomar por la jaula. Mientras, mamá y Josh no parecían nada sorprendidos del regalo, por lo que entendí rápidamente que estaban al tanto de que abría que alimentar a uno más en esta casa.

Por como me miraba, sentía que Dexter me recordaba a la perfección gracias a la visita que me hizo el jueves en mi habitación. Adler incluso quería dormir con el animalito antes de que su padre le explicase que probablemente le acabaría aplastando.

Continuando con Cayden; era demasiado divertido ver como se comía la tarta enfurruñado. Apenas le dio el regalo a Adler intentó escaparse de la fiesta de cumpleaños del pequeño, pero Josh se lo impidió obligándole con la mirada a sentarse y a probar la tarta y ahí estaba, sentado en el sofá, encogido, comiéndosela con desagrado.

Quizás no le gustasen las tartas, a saber ¡Con lo raro que era! Adele por otra parte estaba eufórica por saber que, al fin, esta semana les acompañaría. No podía negar que estaba nerviosa y lo mejor era que yo no era la única: Tiffany no dejaba de mandarme mensajes, diciendo que no sabía que ponerse, que ella nunca había ido a una fiesta. En eso le sacaba algo de ventaja, al fin y al cabo yo había ido a un par de fiestas. Nunca sabré si Tiffany realmente tenía ganas de ir a la fiesta o si se vio obligada a ir por la insistencia que mostró Ethan y Logan por que lo hiciese.

En fin, realmente me sentía más arropada si ella venía, porque, aunque el hecho de que Adele viniese con nosotros también me agradaba demasiado, sentía que se iba a perder entre la multitud con Derek en cuando plantásemos un pie en casa de Logan.

Nuestro plan era quedarnos a dormir en casa de Logan, él lo sugirió durante la hora de la comida y a todo el mundo pareció gustarle la idea por lo que yo también me apunte a lo que Tiffany también se me unió a los segundos.

"¿Hay camas para todos?" Le pregunté a Cayden durante la cena, mientras él se "tomaba la molestia" de contarle a nuestros padres los planes que teníamos para el fin de semana. "Si, su casa es grande" me aseguró de inmediato. Solo esperé que no me estuviese mintiendo nuevamente.

Miré la hora: más de las ocho y media. Habíamos quedado en irnos a casa de Logan a las nueve y cuarto para ayudarle a preparar un poco las cosas para la fiesta. Adele y yo iríamos en el coche de Cayden mientras que Ethan insistió en ir a recoger a Tiffany. Era más que evidente que a Ethan le había agradado mi amiga, solo esperaba que sus intenciones no fuesen mucho más allá.

—Creo que voy a ir a darme una ducha—comentó Cayden dejando su plato (con la mitad de su trozo de tarta) sobre la mesa. Es tarde—nos miró a modo de: "deberíais comenzar a arreglarse" acto seguido salió del salón sin más bajo la atenta mirada de Josh.

—Tiene razón—comentó Adele levantándose y dirigiéndose hacia mi. Le dirigió una breve mirada a sus padres que habían venido con motivo del cumpleaños del pequeño y que no se apartaban de mamá y Josh, de hecho mantenían una conversación muy animada.—¿Qué vas a ponerte?—me preguntó curiosa.

—Un vestido de color morado.—Si, un vestido morado que me había comprado para la ocasión. Como apenas tenía ropa que me pudiese servir para ir a una fiesta debido a que solo he ido en mi vida a unas tres, contando con la que celebró Cayden en casa aquel fin de semana en el que mamá y Josh estuvieron fuera, mamá me sugirió ir a comprar algo. Tras mucho buscar encontramos un vestido morado de vuelo que nos pareció mínimamente apropiado.—¿Y tú?—intenté parecer interesada en la conversación, aunque no, la ropa nunca había sido de mi interés.

—Un vestido negro...de tirantes. Es ceñido. Suelo pasar calor en las fiestas, demasiada gente—se explicó con delicadeza pasándose la mano por el pelo. Asentí, sonriéndole levemente, haciéndole ver que me parecía genial. Asher, el padre de Adele se nos acercó, con una sonrisa, posando la mano sobre el hombro de su hija.

—Creo que como Cayden baje y no estéis listas se va a enfadar—nos sonrió a ambas. Aparentemente había estado escuchando la conversación. Casi quise replicarle que Cayden siempre estaba enfadado pero hubiese sonado muy impertinente por mi parte, así que cerré el pico.

Asher parecía un buen hombre, era muy simpático y había alabado la tarta que mamá y yo habíamos hecho a la vez que jugueteaba con su esposa Saphne alegando que ella no tenía mano con la repostería. Adele era la viva imagen de su padre, tenían el mismo color de pelo y los mismos ojos felinos.

—Tiene que aprender a esperar a una dama—bromeó Adele tomando la bolsa que Saphne le tendía, donde estaban todas sus cosas. Tenía razón. Que aprenda a esperar.

[...]

Me recogí el pelo en una de mis famosas colas de caballo y bajé las escaleras, acomodándome el vestido. Era demasiado cómodo, le tela suave ni siquiera picaba. Me sentía cómoda con mi atuendo y a gusto conmigo hasta que vi a Adele, imponente, en el salón. Quitaba el aliento con su vestido negro lleno de brillantes. Se le ceñía en todas las partes donde debía un vestido pegarse a la piel. No podía competir contra su metro setenta y cinco, eso estaba claro. Asher revoloteaba al rededor de su hija, tirándole piropos a diestro y siniestro, haciéndola sonrojar.

—Hester—Adele avanzó rápidamente hacia mi, con una sonrisa—Estás increíble—me mordí el labio y sonreí con delicadeza. Necesito clases para saber encajar un cumplido, inmediatamente. Negué repasando su vestido una vez más, a su lado parecía una hormiguita diminuta y sobretodo ahora que ella llevaba tacones. Mi metro sesenta no daba para mucho.

—Tu estás...—negué mirándola, sin saber explicarme en condiciones—Como para pasearte por una pasarela de Victoria Secret—la alagué con total sinceridad mientras veía como Mamá hablaba con Saphne en la cocina. La mayoría de niños del cumpleaños de Adler parecían haberse ido, a excepción de uno que estaba sentado en el sofá con él, jugando con el perrito mecánico que le había regalado.

—Estamos geniales—me dio un apretón cariñoso en el antebrazo y sacó su teléfono para mandar un par de mensajes—Cayden está en su habitación—puso los ojos en blanco y se mordió el labio negando—Me ha dicho que le avise cuando estemos listas. Ya sabes, es demasiado importante como para relacionarse con mortales—dijo señalando a Josh y a mamá que junto a sus padres parecían hablar sobre cómo le iba a Adler en el colegio.

A los minutos unos pasos fuertes que bajaban las escaleras anunciaron la entrada de Cayden en el salón. Mierda. Casi noté como me ponía nerviosa al verle. Llevaba unos pantalones vaqueros con efecto descolorido y una sudadera Lacoste azul marina. ¿Cómo se podía ir tan simple y tan bien a la vez? ¿Cómo? Pude percatarme del olor de su embriagante colonia justo antes de que se acercase a nosotras. Su presencia era innegablemente imponente. Nadie podría verle y no quedarse mirándole por un par de minutos, era imposible despegar los ojos.

—¿Listas?—comentó pasando de largo hacia la puerta, sin mirarnos ni siquiera. Tan cortés como siempre. Se detuvo junto a la puerta para comprobar que lo tenía todo al mismo tiempo que nosotras le seguíamos. Josh nos miró durante unos minutos justo antes de que sus ojos se detuviesen durante unos segundos sobre su hijo, con admiración pero sin decir nada al respecto.

—Cuida de las chicas, Cayden—Asher le guiñó un ojo y este asintió una única vez, casi por compromiso. Que patán. Pues anda que si me tenía que cuidar Cayden íbamos bien. La última vez casi me arrastró hacia una fiesta a base de mentiras y después me abandonó a mi suerte con sus amigos. Que forma más bonita tenía Cayden de cuidar a la gente, si. "A tomar por culo, me cuido yo solita." pensé.

—Hester, llámame si ocurre cualquier cosa—se apresuró a decir mamá con una sonrisa en la cara, acercándose para dejar un beso en mi mejilla. Yo asentí un par de veces intentando tranquilizarla, intentando tranquilizarme a mi. Hacía demasiado que no me quedaba a dormir en casa de nadie y la idea me ponía nerviosa.

[...]

El trayecto en coche hasta la casa de Logan se me hizo demasiado lento. Por algún motivo estaba más nerviosa de lo normal, tenía un mal presentimiento. ¿Iría mucha gente a la fiesta o sería algo más bien tranquilo? Adele no paraba de parlotear sobre cosas aleatorias, era evidente que ella estaba mucho más nerviosa que yo y algo me decía que él motivo estaba relacionado con la presencia de Derek.

Cayden al contrario estaba más callado que un mudo, como de costumbre. Yo, que iba sentada sola en el asiento trasero no podía evitar fijarme en cómo sus manos se ceñían con fuerza al volante y sus venas se le marcaban más de lo normal. Mi móvil vibró indicándome que me había llegado un mensaje: Era de Tiffany, diciéndome que acababa de llegar a casa de Logan con Ethan y que solo faltábamos nosotros.

Dejé el móvil dentro de mi bolso y subí la mirada justo para chocarme con la de Cayden en el retrovisor, que me miraba fijamente. Apenas me había dado cuenta de que estábamos esperando a que un niño acompañado de un perro con pinta de morirse en cualquier momento cruzasen el paso de peatón. Cayden apartó su mirada a la velocidad de la luz. Mariposas, mariposas revolviéndome el estómago, para nada la sensación agradable que describían en los libros...Más que algo encantador era una señal: Peligro. ¿Qué hacía mirándome? Le había pillado con las manos en la masa, había sido obvio.

—Te tengo que presentar a Tiffany—le comenté a Adele, hablando por primera vez desde que entré en el coche.

—¿Tiffany? ¿Esa amiga que me comentaste que iba a venir, verdad?—se apresuró a decir, girándose levemente para poder mirarme. Yo asentí.

—Es todavía más rara que Hester—se atrevió a pronunciar Cayden en voz alta. ¿Perdona? ¿Desde cuando tenía el conductor la capacidad de hablar? Tiffany no era rara, a mi me caía de perlas. Quizás el raro fuese él. ¿Me había llamado rara? ¿Me sorprendía? No.

—Entonces tiene que ser buena chica—Adele salió en mi defensa, dándole a Cayden un suave apretón en el brazo a forma de: "Cierra el pico". Tranquila Adele, ya estoy acostumbrada a sus agradables comentarios, Cayden es todo un amor.

—Bueno, venga—Cayden bajó con rapidez del coche justo en el momento en el que aparcó frente a una gran casa con la fachada de color rosácea. Vaya. ¿Ahí vivía Logan? ¿Qué grande, no?—A bajo las dos—ordenó al mismo tiempo en el que Adele y yo salíamos del vehículo.

Adele se quedó mirándole fijamente, con una expresión extraña, aunque él pareció hacer como si no lo hubiese visto. ¿Qué me había perdido? Cayden atravesó el porche y llamó a la puerta de estilo rústico con total tranquilidad, metiendo las manos en el bolsillo. Adele y yo nos acercamos hasta él. Al contrario que yo, a ella no parecía sorprenderle tanto la mansión de Logan, por lo que supuse que había estado aquí más de una vez.

Adele le pasó las manos por el pelo a Cayden, peinándole sus hebras desordenadas y sorprendentemente él no la apartó. Debían de tener un vinculo bastante fuerte, creí recordar que mamá me había comentado que prácticamente se habían criado juntos. Realmente no veo a Cayden aceptando muestras de cariño como esa de cualquier persona.

—Hey—saludó Alex al abrir la puerta, haciéndose a un lado—Pasad plebe, todo esto es vuestro—bromeó con aires de superioridad, fingiendo que era su casa.

—¿Estamos todos?—preguntó Cayden mientras caminábamos por un largo pasillo recto que me imaginé que conduciría hacia el salón.

—Todos.—contestó Alex asintiendo. Se escuchaba música proveniente del salón aunque no estaba muy fuerte, cosa que agradecí. Cuando salimos al gran salón vi a Tiffany sentada en un gran sofá de piel blanca e Ethan a su lado, mirando su teléfono. Logan parecía estar tan concentrado en llevar latas y más latas de cerveza hasta la cocina que ni siquiera pareció notar nuestra presencia y por último Derek parecía estar pasando la fregona, de espalda a nosotros. La reacción de Adele al verle fue automática; sonrisa ancha y unas mejillas más rojas que un tomate cherry.

—Buenas noches—saludé en voz alta. Tiffany me miró con cara de aliviada, posiblemente no se sentía cómoda estando allí sola con los chicos, a fin de cuentas a penas les conocía.

—Hester...¡Qué guapa!—sonrió poniéndose de pie de un salto y caminando hacia nosotras. Ella no se quedaba atrás. Llevaba puestos unos pantalones blancos de tiro alto y una blusa con estampado de florecitas con mangas abullonadas. Estaba increíblemente elegante, demasiado para una fiesta llena de gente borracha y sudorosa, era una lástima. Derek levantó la cabeza y nos miró, centrándose en Adele. Tenía una cara de enamorado que casi daba asco o quizás envidia. 

—Voy a por una cerveza—Cayden se escurrió entre las tres y salió del salón como si fuese una bala. No me pasó por alto la mirada de preocupación con la que Adele le miró.

—¡Cabrón, espérate un poco!—Ethan se levantó del sillón de un salto y le siguió sin pensárselo dos veces. Todos miramos la escena momentáneamente.

—No tiene remedio—comentó Alex divertido, refiriéndose a Cayden, negando con la cabeza.

—Tu debes de ser Tiffany, ¿Verdad?—mi amiga asintió con emoción y sonrió con los labios apretados.—Hester me ha hablado de ti. Soy Adele, mucho gusto—hizo el ademán de darle un abrazo pero Derek la atacó literalmente por la espalda, tomándola de las caderas, dándole la vuelta.

—¿A mi no me saludas?—ella arrugó la nariz, pero justo antes de que pudiese decir algo Derek pegó la boca a la suya, dándole un tierno beso. Creo que Tiffany y yo apartamos la mirada al mismo tiempo, porque Alex soltó una sonora carcajada. Si, quizás no estábamos acostumbradas a estas cosas.

—Cálmate vaquero, hay menores delante—Alex le dio un par de palmadas a Derek en el hombro, cortándoles el royo a él y a Adele. Acto seguido nos señaló, agité la cabeza suavemente, intentando negarlo. Si se querían besar que lo hiciesen, no tenía ningún problema.

—Habla de él, no os preocupéis—le chinchó Derek apartándose levemente de Adele, sin llegar a soltar su cintura voluminosa. Alex negó, sin darle demasiada importancia al comentario de su amigo Cayden y nuestro beso me inundó la mente. ¿Nos habíamos besado nosotros como Derek y Adele? Algo me decía que el nuestro fue mucho más desorbitado; el simple pensamiento me calentaba las mejillas de una forma exagerada.

—Voy a...—Adele señaló el lugar por el que habían desaparecido el resto, Derek asintió rápidamente, como si entendiese a la perfección lo que quería decir.—Ahora vuelvo—le dio un pequeño apretón cariñoso en la mano y salió a toda velocidad del lugar.

—Están preparando las cosas en la cocina—nos explico Derek mientras Alex, aun sentado en el sofá, canturreaba la canción que reproducían los altavoces que habían sobre la mesa.—Sentarse. ¿Queréis tomar algo?—Ambas negamos y nos sentamos gustosas en el sofá, mientras, Derek volvió a agarrar la fregona para terminar de limpiar el suelo.

—¿A que hora viene la gente?—preguntó Tiffany, Alex miró la hora en su móvil.

—Dentro de media hora más o menos—y así fue.

La casa comenzó a caldearse al rededor de las diez. No estaba llena hasta los topes, por lo menos hasta el momento, pero había ambiente. El volumen de la música se subió cuando empezó a llegar la gente. A pesar de que no se lo había preguntado personalmente, Tiff parecía estar pasándoselo mejor que yo en mi primera fiesta. Logan nos condujo hasta una pequeña sala recreativa que estaba en el fondo de la casa. Tenía una iluminación tenue de un tono azulado, un par de grandes y cómodos sofás, una mesa de billar y una tele gigantesca. "¿No te da miedo tener a un montón de personas rondando por tu salón?" Le pregunté a Logan cuando llegamos a la sala. "A veces hay cosas que se escapan a mi control, Hester" me respondió con total tranquilidad.

A aquellas alturas, Logan ya me había convencido para tomarme algo. Cayden simplemente se dedicó a mirarle fijamente, sin decir nada, posiblemente recordando cómo me trató el alcohol la última vez. En cambio, a mi, solo se me pasó por la cabeza lo que me impulsó a hacer. Tomar tanto la última vez fue una auténtica locura, eso era evidente. No sabría decir el motivo por el cual lo hice, quizás como venganza hacia Cayden por haberme dejado sola, quizás por rebeldía, quizás simplemente me apetecía. Aunque ahora mismo solo recordaba el soberano dolor de cabeza que tenía al día siguiente. No, no. Ni pensarlo. Se acabo mi época como "bebedora empedernida". Hoy solo pensaba tomarme una única copa. Una sola y ninguna más.

—Solo una hoy—levante un dedo mirando a Logan, para que le quedasen claras mis intenciones. Él se sonrió y asintió, levantándose para servirme la susodicha.

—Sin problemas—salió de la sala. Por segunda vez en la noche sentí la pesada mirada de Cayden sobre mi persona, pero esta vez me entraron ganas de levantarme y propinarle un buen guantazo. ¿Qué le pasaba? ¿Acaso no podía yo tomarme algo? El se había tomado tres cervezas y estaba comenzando con las copas. No había dejado de tragar y tragar desde que habíamos llegado...¿Le molestaba el hecho de que yo me tomase algo? Que le diesen.

—¿Estas segura de que tú no quieres nada?—le preguntó Alex a Tiffany señalándola con su copa medio vacía. Tiffany negó y esbozó una torpe sonrisa. Había pasado menos de una hora con los chicos y ya parecía mucho más relajada, más ella.

—Yo no bebo—se negó en redondo.

—Yo tampoco bebo pero...—me encogí de hombros intentando defenderme, sin razones, no tenía que explicarle nada a nadie, solo me apetecía. Casi me sentí rara al ver por donde iban mis pensamientos; ¿Hubiese yo aceptado una copa hace dos meses? No. ¿Estaba haciendo lo correcto o simplemente intentaba caerle bien a los amigos de Cayden? ¿Era aquello lo que se esperaba de alguien como yo? ¿Qué se esperaba de mi?

—Si claro, no bebe—los ojos de Cayden se pusieron completamente en blanco, negando, sin mirarme, haciendo alusión a mi encontronazo con el alcohol el último día. ¿De verdad? Menudo gilipollas. Todos me miraron, todos sabían de lo que estaba hablando a excepción Adele que pareció sorprendida con el comentario de Cayden. ¿Qué diablos pasaba? ¿Acaso no podía salirme un poco del guion por una noche? Un sentimiento de culpa me inundo de arriba a abajo. ¿Que estaba haciendo?

¿Acaso quería esta gente ser mis amigos o simplemente jugar a "pervertir a Hester"? Quizás simplemente les causaba risa la forma que teníamos de ser Tiffany y yo. "Corre, vete." me dije. Aunque sabía que en aquella ocasión no me estaba mirando pude sentir de nuevo como la mirada de Cayden me juzgaba en silencio por haber aceptado una copa. Miré a Cayden furiosa, concentrando toda mi ira e inseguridades en él.

—Aquí tienes—ni siquiera noté como Logan se sentaba frente a mi y estiraba la copa probablemente llena de lo que me dio la última vez, hacia mí. Le miré, a punto de verme obligada a rechazar la copa para no darle la razón a Cayden.—¿Qué te pasa?—arqueó sus cejas completamente hasta que se le arrugó la frente y estudió mi rostro. Negué con rapidez.

—No, nada, no pasa nada—agarré la copa que me ofrecía sin pensármelo dos veces, pero con total sinceridad, ya no me quedaban ganas para bebérmela, así que me limite a sostenerla entre mis manos, haciendo como si me la estuviese bebiendo cuando únicamente estaba mojándome los labios. La sala, a nuestro alrededor se iba llenando de personas cargadas de copas, aunque ni siquiera podían sentarse porque nosotros estábamos ocupando todos los sofás.

—¿Sigue en pie el quedarse a dormir aquí, no?—preguntó Logan dejando su vaso sobre la diminuta mesita que estaba junto al sofá y donde únicamente había un cenicero de color negro. Todos nos miramos entre nosotros.

—Supongo que sí, pero lo advierto, cuando me entre sueño pienso tumbarme sobre la primera cama que vea—le advirtió Derek pasando un brazo sobre los hombros de Adele, masajeando con delicadeza uno de estos.

—Claro, como quieras—Logan se sacó un cigarrillo y llevándoselo a la boca, lo encendió.—Tenéis la cama de matrimonio por si la necesitáis—señaló a Adele y a Derek. La primera puso los ojos en blanco y agitó la mano en el aire.

—No seas asqueroso—dijo Adele negando y enseñándole a Logan el dedo corazón. Él río, haciendo que el humo de su última calada le saliese por todos lados. Derek asintió fingiendo estar emocionado por el ofrecimiento de Logan.

Cool. Gracias, más espacio para aprovechar—Logan le guiñó un ojo de forma cómplice. Derek le miró y se dio un par de golpes suaves en el pecho, en la parte del corazón, a lo "Te quiero hermano". Adele le miró y le apartó la mano del hombro, Derek la miró haciendo un puchero exagerado.

—Ady, ya sabes que es una broma—Alex rompió en una carcajada sonora al escuchar como le llamaba a Adele.

—¿Ady? ¿Que coño es Ady? Suena a nombre de perro—Ethan sonrió y le dio una colleja a Alex para que cerrase el pico, este intentó ponerse serio pero no lo consiguió.

—A veces sois insoportables—siseó Adele tomando su vaso vacío y poniéndose en pie.

—¿Perdona? Somos encantadores—Alex la miró fingiendo estar decepcionado, remangando una de las mangas de su blusa hasta el codo.

—Y lo peor es que tiene razón—comentó Cayden por lo bajo, reclinándose en el sofá y agarrando su teléfono móvil, mirando algo en este. El comentario pareció aliviar levemente a Adele.

—Voy a rellenar esto—levantó su vaso vacío en el aire y sin pensarlo dos veces se apartó de nosotros en dirección a la cocina, encrespada. Derek simplemente se levantó y la siguió sin mediar palabra, sin detenerse un segundo.

—Y lo peor es que quiera hacernos creer que nunca se ha follado a Derek aunque cada vez que venga se llevan más tiempo en la cama que con nosotros—Le replicó Alex a Cayden, chasqueando la lengua. Bueno, si algo era evidente es que Adele y Derek ya habían dado ese paso.

—Pobrecilla, está de mala hostia porque Derek no le pide salir—se jactó Ethan, aunque se calló de golpe cuando Cayden le fulminó con la mirada.

—Lo que tenéis que hacer es meterse en vuestros asuntos y cerrar el pico.—se hizo el silencio. Cayden siempre tenía la última palabra. Quizás ellos sabían incluso mejor que yo que era conveniente no cabrearle. No puedo negar que no me sorprendió que defendiese a alguien de esa forma. Aquello era una prueba más que me hacía ver la estrecha relación que había entre ambos.

—Cayden Haggard, tal y como te recordaba—una femenina y sensual voz sonó a nuestras espaldas y Tiffany y yo giramos nuestras cabezas automáticamente para ver de quien se trataba. Una chica con una figura voluminosa y alta se encontraba justo detras de nosotras, haciéndome sentir pequeña. Tenía una preciosa piel de color chocolate y unos ojos enormes color caramelo que parecían querer escapar de su rostro, acompañados de unos carnosos labios que llamaban indudablemente la atención. ¿Quién era aquella diosa del Olimpo?

—¿Te acuerdas de mi, cielo?—la chica sonrió de lado. Cayden se rascó la nuca y puso los ojos en blanco.

—No digas tonterías, Kyla—ella sonrió divertida.

—Estoy con unos amigos. ¿Te apetece venir?—preguntó ignorando completamente que estuviese con nosotros. ¿No tenía modales o que? Cayden asintió tras encogerse de hombros y se levantó de un salto, metiendo su móvil en el bolsillo y siguiéndola, sin ni siquiera dirigirnos unas palabras. De tal palo, tal astilla.

—Pues a tomar viento—comentó Alex levemente molesto por la "traición" de su amigo. Derek y Adele llegaron justo a tiempo para ver cómo Cayden desaparecía en dirección al salón, acompañada de la preciosa chica de pelo rizado.

—¿Quién es esa?—preguntó confundida arrugando la nariz sin apartar la vista del lugar por el que se había marchado Cayden. Su voz parecía más calmada que hace un par de minutos. Derek se sentó a su lado, intentando hacer memoria.

—Kyla—Dijeron Logan y Derek a la misma vez—¿Del instituto Marie Bee?—Derek parecía no poder creérselo. Logan asintió.

—Uno de los rollos de verano de Cayden—Al vernos completamente perdidas en la conversación, Ethan intentó ponernos al día a Tiffany y a mi. Sentí una punzada, algo no iba bien.

¿Porqué Cayden nos había dejado plantados por un ligue veraniego? Unos celos me carcomieron inmediatamente. ¿Iba a acostarse con ella en una de las habitaciones de Logan? ¿A llevársela a casa y meterla en su cama? ¿A besarla en su coche como hicimos nosotros? La copa completamente llena que aún permanecía entre mis manos tembló y sentí la atenta mirada de Tiffany sobre mi, cosa que en aquellos momentos solo me hizo sentir peor, más incómoda. Ella lo sabía todo, claro que si, yo misma se lo había contado.

—Algo me dice que no te vas a beber esa copa—murmuró Logan con los ojos fijos en mis dedos. Negué con rapidez, pasándosela. El la miró durante unos minutos y acto seguido sus ojos volvieron a mi cara, estudiándome, como si quisiera entender el porqué no me había bebido ya el vodka.

—Para ti—comenté intentando fingir una sonrisa. ¿Porque Cayden me estaba sacando de mi casillas de aquel modo? Me sentía fuera de control, cuesta abajo y sin frenos. De un momento a otro, la fría mano de Tiffany se ciñó con fuerza sobre mi brazo.

—Necesito ir al baño. Acompáñame. ¿Dónde está el baño?—miró a Logan con impaciencia, escuchando atentamente como él le explicaba en qué parte de la segunda planta se encontraba. Acto seguido Tiff tiró de mi entre la aglomeración de personas que se comenzaba a formar en la casa, buscando las escaleras, obligándome de forma silenciosa a seguirla.

Entramos en el baño, esté desprendía un fuerte olor a cítrico que me emborrachó. Tiffany se apresuró a cerrar la puerta y a poner el pestillo, acto seguido se giró y me miró fijamente. Sus labios habían quedado reducidos a una fina línea y al rededor de sus ojos habían aparecido un par de arrugas que hacían imposible ocultar su preocupación.

—¿Estás bien?—susurró. La música fuerte que sonaba en el primer piso rebotaba por las paredes del baño y la situación me pareció irreal. De verdad que no podía entender que estaba pasando. Miré a Tiffany y negué, estaba hecha un lío. Tiffany avanzó hacia mi y sin pensarlo dos veces me abrazó con fuerzas, yo se lo agradecí en silencio.

[...]

La noche comenzó a ir mucho mejor, gracias a a los cielos. Nadie hizo preguntas sobre la rápida y repentina escapada que Tiffany y yo hicimos al baño, pero a la vuelta, la atenta mirada de Adele me taladró por un par de segundos, sin llegar a decir nada al respecto. Los chicos empezaban a estar más contentos de lo normal gracias al alcohol y aunque yo finalmente me decidí por no probar ni gota, me contagiaban su alegría. Tiffany pareció soltarse del todo a mitad de la noche, cuando la atención de Ethan recaía sobre ella más de lo normal. Aunque cuando la "vergonzosa" Tiff comenzó a coquetear descaradamente con él, me di cuenta de que quizás me estaba equivocando con ella.

—"El alcohol pone agresivos a los jóvenes" dicen. Mira este joven agresivo—Logan le dio un par de palmaditas en la cabeza a Alex, como si se tratase de un perro. Alex, que estaba más que pasado de copas le sonrió con complicidad, apoyándole la cabeza en el hombro a Logan, algo que me decía que esta debía de estar jugándole una mala pasada, haciendo que todo le diese vueltas, posiblemente.

—Te quiero, hermano—Alex le apretó la rodilla.

—Eso sí que es amor y lo demás son tonterías—comentó Adele divertida, rodando los ojos.

—Creo que Alex quiere pasar una noche loca con Logan—comentó Tiffany divertida, haciendo que Alex sonriese de manera torpe y le diese un beso en la mejilla a Logan.

—Sabes que te aprecio mucho tío, pero no me van las pollas, lo siento—se disculpó Logan dándole un par de palmaditas en el hombro, Alex asintió.

—Disculpas aceptadas Logan, sin rencores—le contestó Alex soltando un largo bostezo y poniéndose de pie y tambaleándose un poco. Ethan le sostuvo una de las piernas para que recuperase la estabilidad.—Creo que me iré a dormir la mona—Ethan le soltó la pierna y asintió llevándose la mano a la frente como si estuviese en el ejército.

—Petición aceptada. Puede marcharse soldado—Alex asintió levemente con desinterés y se escurrió entre la gente, arrastrando los pies, camino hacia la escalera hasta que desapareció de nuestra vista.

—Bueno, parece que quedamos solo nosotros—Bromeó Derek acariciando levemente la pierna de Adele. Llevaba como una hora haciéndolo sin parar y Adele parecía que iba a quedarse dormida de un momento a otro.

—Espero que no venga otra chica imponente a llevarse a otro de mis chicos—comentó Logan divertido llevándose su lata de cerveza a la boca. Cayden. ¿Dónde andará Cayden? Quizás a aquellas alturas ya estuviese dormido junto a aquella chica, en una de las camas de Logan. Que lo disfrutase, yo al menos estaba pasándomelo de perlas.

—Una pregunta curiosa...¿Como vas a hacer para que toda esta gente salga de tu casa?—le preguntó Tiffany a Logan con curiosidad.

—La gente desaparece mágicamente cuando son las ocho, confía en mi—le aseguró Logan. Ni muerta metería en mi casa a tanta gente. Aún recuerdo como quedó después de la última fiesta que dio Cayden y ni siquiera había la mitad de gente de las que hay aquí. Todos se comportan como cerdos, meando en el jardín y dejando la casa llena de pringoso alcohol.

—Me quedo más tranquila, no quiero que un loco borracho me ataque mientras duermo—Dijo Tiffany aliviada, abriendo los ojos levemente y negando.

—Eso tiene fácil solución, me haces un huequecito en tu habitación y nadie se atreverá a entrar con el macho alfa allí presente—Ethan sonrió de oreja a oreja y Tiffany se mordió el labio y negó con diversión. Derek rompió en risas justo antes de que un extraño revuelo inquietase de golpe toda la casa. Logan se levantó de golpe y frunció el ceño, intentando saber que pasaba, pero la gente se estaba apelotonando en el pasillo, intentando ver que ocurría en el salón aparentemente.

—¿Qué coño...?—preguntó Ethan confundido mirándonos, Derek se encogió de hombros. ¿Habría venido la policia? Realmente estábamos armando mucho escándalo.

—Eh tío. ¿Qué ocurre?—Le preguntó Logan a uno de los chicos que intentaba escurrirse entre las personas para llegar al salón y presenciar lo que fuese que estuviese ocurriendo.

—Haggard le está partiendo la cara a alguien—a pesar del volumen de la música todos parecimos escucharlo, porque saltamos cual resorte del sofá.

¿Qué? ¿Porqué siempre tenía que meterse en líos? Quizás el alcohol si pone agresivos a los jóvenes o al menos a Cayden. ¿No podría estar divirtiéndose con nosotros en lugar de estar peleándose con alguien?

De repente, Logan comenzó a apartar a la gente a empujones como si le llevase el diablo. No sabía si estaba enfadado con Cayden o preocupado por él pero al fin de cuenta consiguió lo que se propuso; llegar hasta donde estaba. Y todos le seguimos. Un Cayden tambaleante encaraba a un chico rubio de pelo rizado que debía de medir sobre un metro sesenta y que tenía el labio partido. Contuve el aire.

—Juro que pienso matarte. Lo juro—El aire amenazador de Cayden seguía estando intacto incluso aún con la obvia borrachera que llevaba encima. Su aspecto me impactó sobremanera, nunca le había visto así. Tenía los ojos desencajados al igual que la mandíbula y parecía a punto de explotar en cualquier segundo.

—¡Logan!—Kyla apareció de la nada y zarandeó a Logan con rapidez—¿Pero qué le pasa?—le preguntó con la respiración agitada. Logan la miró con cara de no entender nada y ella se apresuró a explicárselo—¡Ha atacado a ese chico sin venir a cuento! ¡Haz algo, por favor!—gimió Kyla con nerviosismo. ¿Qué diablos? Sabía que Cayden tenía un punto violento pero eso distaba mucho de ir atacando a la gente a diestro y siniestro. Un escalofrío me recorrió el cuerpo.

—Cayden.—Logan alzó la voz, intentando tranquilizarlo. El chico, a pesar de estar en clara desventaja le miraba fijamente, con los puños levantados, a la espera de un ataque por su parte. Cayden no respondió, sólo tenía ojos para el chico. Parecía haberse vuelto loco.—Cayden, cálmate—le pido Logan intentando mantenerse tranquilo.

—Cómeme los huevos, Logan—murmuró justo antes de acercase al chico y estamparle el puño en la mandíbula. Chillé y cerré los ojos, cubriéndomelos con las manos. ¿Qué debía hacer? ¿Qué debía hacer? ¿Qué estaba pasando? Entreabrí mis dedos lo suficiente como para poder ver a través de ellos como el chico rubio levantaba el puño para defenderse.

—¡Parad! ¡Parad! ¡Por favor!—gritó Adele justo antes de meterse en medio. Todo sucedió demasiado rápido: El chico no consiguió parar a tiempo y su puño se estampó contra el pómulo izquierdo de Adele, haciendo que ella cayese de culo al suelo instantáneamente.

Todo pareció paralizarse. Cayden. El chico. Logan. Todo pareció paralizarse menos Derek que corrió junto a Adele, atrayéndola hacia su pecho, inspeccionándola. Mis piernas temblaron. Un sollozo ahogado salió de la garganta de Adele, haciendo que Cayden recobrase el sentido.

—¿Qué mierda has hecho?—le preguntó al chico, que miraba a Adele con culpabilidad. Un gran corte había aparecido a lo largo de su mandíbula y comenzaba a sangrar, haciéndome empalidecer con rapidez. ¿Era eso lo que Cayden era capaz de conseguir?

—Lo siento...—murmuró el chico rubio, que hizo ademán de dar un paso hacia Adele para ayudarla. Logan lo miró fijamente y negó, aconsejándole que no se acercara. Tiffany se escondió tras Ethan, posiblemente asustada, posiblemente sin saber que hacer.

—Ni te atrevas—comentó Cayden que parecía comenzar a explosionar nuevamente. Adele sollozaba sin parar, cubriéndose la mejilla con las manos, sin querer apartarlas. Por un momento sentí que iba a desmayarme. Todo iba tan bien...¿Porqué tenía que acabar la noche así? Por Cayden, siempre era por Cayden. Le miré, se había quedado paralizado, mirando a Adele desde lo alto, su cara arrugada de dolor, preocupación.

—Por favor Adele—musitó Derek junto a su cara, a penas le salía la voz—Déjame ver...—apartó las manos de la chica para descubrir el inmenso moretón azulaceo que se había expandido con rapidez por su tersa piel.

—De verdad que no se como ayudarte—sollozó Adele intentando mirar a Cayden. Con estas últimas palabras Cayden pareció reaccionar, su cuerpo tembló por completo y buscó con la mirada al chico con el que estaba protagonizando la pelea.

—Te vas a enterar—dio un paso adelante tras tambalearse. Reaccioné de inmediato, poniéndome delante y agarrándole del brazo con tanta fuerza que dude que no le doliese. Agachó la cabeza para contemplarme, sus ojos azules me estudiaron con expresión aturdida.

—Vamonos, Cayden, por favor—le pedí deseando para mis adentros que funcionase y que decidiese olvidar sus ganas de partirle la nariz al chico que teníamos en frente. Como si fuese un ser electrónico que hubiese perdido la energía se desplomó sobre mi, solté un fuerte grito y le agarré intentando que ambos no acabásemos en el suelo.

—Está bien—me respondió en apenas un susurro justo antes de que Logan se acercase para ayudarme con él. Ambos le agarramos por un brazo para sostenerle en pie, aunque era obvio que Logan soportaba la mayoría del peso.

—Tienes que ayudarme a llevarle a una habitación—le pedí a Logan con el corazón revolucionado. El asintió con rapidez y nos dirigimos hacia las escaleras, prácticamente arrastrándolo. ¿Cómo podía haberle partido la cara a ese chico hacía apenas unos minutos mientras que ahora ni siquiera podía mantenerse en pie?

A penas podía distinguir el agradable olor de su colonia entre el hedor a alcohol que desprendía. Aquel chico al que Logan y yo estábamos cargando escaleras arriba podría ser cualquier persona, de hecho, no era Cayden, no sabía quién era.

—Vais a caerme—murmuró con una risa amarga en algún momento del trayecto, cosa que hizo que Logan gimiese y le agarrase aún con más fuerza. Una vez que estuvimos frente a una puerta, Logan la abrió de una patada brusca. El pomo chocó con la pared que había justo detrás, produciendo un desagradable ruido.

Casi tiramos a Cayden sobre la cama. Logan se estiró, aparentemente con dolor de espalda y le miró con la respiración alterada debido al esfuerzo que acababa de hacer. Cayden se quedó quieto sobre la cama, mirando el techo, en silencio, con los ojos abiertos de par en par.

—Logan. Necesito hablar con él—le dije sin pensármelo dos veces. Logan pareció sorprendido por mis palabras pero no dijo nada al respecto, simplemente se dedicó a asentir.

—Está bien, pero ten cuidado. Si necesitas cualquier cosa estaré abajo, echando a la gente—se quedó callado momentáneamente, seguramente reviviendo la escena que acabábamos de presenciar en el salón.—Demasiada fiesta por hoy—asentí con rapidez. No me pasó por alto aquel "ten cuidado".

¿Acaso pensaba que Cayden era capaz de hacerme daño? Estaba muy borracho, pero...¿Me atacaría Cayden a mi sin motivos? Realmente era una línea que no creía que fuese capaz de traspasar. Justo cuando escuché la puerta cerrarse, me giré para mirarle nuevamente. No se había movido de la postura en la que le dejamos en la cama, simplemente permanecía callado, observando el techo como si fuese la mejor distracción del mundo.

La habitación estaba a oscuras a excepción de la luz proveniente de la calle que entraba por la ventana y le daba de pleno en la cara, haciendo que sus marcadas pecas quedasen a la vista. Tras pensármelo unos segundos, caminé hasta la cama y con mucha suavidad me senté a su lado. Medité por unos minutos que debía decir o que rumbo debía tomar aquella conversación pero estaba tan confundida que no sabía por dónde empezar. Lo único que sabía era lo evidente: No se encontraba bien. ¿Porqué? Lleva todo el día tranquilo. ¿O no?

A veces Cayden podía llegar a ser tan silencioso que asustaba si te parabas a pensarlo. "No se como ayudarte" las palabras de Adele rebotaban una y otra vez en mi subconsciente. ¿Había que ayudarle? Quizás para alguien que lo conociese más a fondo era evidente que si, quizás había dado por echo demasiado rápido que Cayden era así. Así de raro. Así de callado. Así de violento. Así de serio. Así de desagradable. Así. Quizás no era así. Quizás necesitaba ayuda. Bueno...al fin y al cabo, ¿Quién no la necesita? Decidí tomar aire y empezar por el principio.

—¿Te encuentras bien?—susurré despacio, sin mirarle, apoyando mis manos sobre mis rodillas. No quería incomodarle ni alterarle de nuevo, no creía que fuese sano ni para él ni para mi, así que si simplemente me hacía algún comentario brusco cambiaría de tema drásticamente y santas pascuas.

Cuando después de unos minutos no contestó, le miré creyendo que debía haberse quedado dormido, pero no. Estaba mirando el techo, con las manos cruzadas sobre el vientre; no tenía la más mínima intención de responder aunque mi pregunta no parecía haberle violentado lo más mínimo, posiblemente gracias a los efectos del alcohol. Sin poderlo evitar, lance la siguiente pregunta. Tenía que intentarlo.

—¿Quien era ese chico?—silencio. Más silencio del normal en las últimas horas. Habían quitado la música y aunque aún se escuchaban voces dentro y fuera de la casa (en la calle) la planta baja parecía haberse quedado completamente en silencio. Esta vez no aparté la mirada de él, simplemente esperé por si llegaba alguna respuesta. Quizás estaba demasiado borracho como para entenderme. Su esbelto cuello se giró muy lentamente hasta que pudo mirarme a los ojos. Sus labios se abrieron y se cerraron un par de veces, lentamente.

—Es el hijo del mamón que mató a mi madre—me quedé callada de golpe. ¿Qué decía? ¿Mataron a su madre? Pensé que mi madre me había dicho que había muerto en un accidente de coche. Mi mente colapsó por segundos y me vi completamente incapaz de preguntar nada al respecto.

Aquel tema era más delicado de lo que yo creía. Pensé que simplemente era alguien que le caía mal o que quizás el chico le había dicho algo que no le había gustado pero eso, eso era diferente. Sus ojos estaban clavados en mi. El alcohol le hacía parecer sereno, exento de esa coraza que le caracterizaba, sin tensión. Parecía querer con ansias escuchar una respuesta de mi parte, una aprobación de sus hechos. ¿Necesitaba el chico de hierro que le dijese que opinaba sobre su proceder? ¿Desde cuando?

—¿Qué ocurrió? Con tu madre, quiero decir.—apreté mis manos sobre mi regazo, nerviosa, sintiéndolas empapadas de sudor y calientes. El cerró sus ojos y entreabrió sus labios. El recuerdo parecía quitarle cualquier poca energía que aún conservase en el cuerpo.

—El pueblo donde vivíamos era diminuto y el supermercado más cercano estaba en la ciudad de al lado. Simplemente cogió el coche para ir a comprar un par de cosas. El puto Nesquik—resopló por la nariz de forma sonora y se llevó una mano a la cara, cubriéndose los ojos.—Me cabré al ver que no estaba el Nesquik y ella prácticamente corrió a comprármelo.—Su pecho subía y bajaba con lentitud, su voz estaba ronca: una mezcla del alcohol, de tener que alzar la voz debido a la música y de las emociones acumuladas.—Tuvo un accidente cuando venía de vuelta. Un tío que iba en un camión y hablando por teléfono se salió del carril y se estampó contra el coche de mi madre—Me clavé las uñas en las palmas de las manos.

Impotencia. La impotencia de Cayden estaba patente en el aire y le ahogaba. Si yo había perdonado a papá tras partirme un brazo al darme un guantazo estando borracho y me había costado horrores...¿Cómo se podía perdonar a una persona que mata a tu madre debido a una imprudencia? Quizás era lo más sano, pero, ¿Era humano algo así? ¿Podría perdonar yo a alguien que le arrebatase la vida a mi madre? La respuesta fue inmediata; No.

¿Como podía vivir alguien con un peso de ese calibre? ¿Qué debía decirle a Cayden? ¿Qué era muy fuerte por haber pasado por todo eso? ¿Qué lo sentía? ¿Acaso tenía yo derecho a comentar algo sobre aquello? ¿Acaso había sentido alguna vez el dolor que Cayden había sentido tras perder a su madre? Una vez más me sentí culpable por juzgar con frecuencia muchos de sus actos. ¿Qué sabía yo de él? ¿Que sabía yo de su vida? ¿Que sabía yo de sus dolores, de sus pesares, de sus miedos, de sus cargas?

—El tío tenía pasta y solo tuvo que pagar por haber matado a mi madre. Ni siquiera fue a la carcel. El y su esposa fueron al entierro de mi madre, acompañados de su hijo. Jamás se me olvidará la cara de pena con la que me miraba. Le he visto y...En fin, ya sabes el resto—a pesar de todo, su voz volvía a sonar suave, tranquila.

—Es una mierda que aquel tío...—me quedé callada. ¿Matase a su madre? No me sentía capaz de decir esas palabras en voz alta. No quería recordarle a Cayden cosas que debía olvidar.—Pero ese chico no tuvo la culpa de lo que pasó, Cayden...—lo dije despacio, temiendo que explotase, hacerle daño o incluso que se rompiese en mil pedazos. Apartó su mirada de la mía y quitándose la mano de la cara, la dejó sobre el colchón, junto a su costado.

—Lo sé...—musitó con arrepentimiento. Tenía ganas de abrazarle, de asegurarle que aquel tema no volvería a dolerle, pero eso era imposible. Era algo que escapaba a mi alcance completamente. Podía intentar ayudarle, pero un alma rota solo la podía curar el que la poseía. Y a veces tener la fuerza suficiente como para intentar finalmente repararla requería mucho tiempo. A veces nunca llegaban a repararse. Todo dependía de la persona.

—Pero cuando le vi...casi sentí que la vida se estaba riendo de mi. ¿Tenía que encontrármelo justamente hoy?—sus dedos se movieron suavemente sobre las sábanas, acariciándolas de forma distraída. ¿Hoy? ¿Que ocurría hoy?

—¿Es porque no te encuentras bien hoy?—me decanté por preguntarle finalmente, sin saber a qué se refería. El asintió obvio, mirando el techo nuevamente.

—No. Es el cumpleaños de Adler. No es agradable ver como tu hermano pequeño crece y tú madre no está ahí para verlo—Su voz se empañó de dolor por segundos. ¿Cómo había podido ser tan estúpida? ¿Cómo no había podido darme cuenta de algo así?—Solo han pasado tres años desde que la perdí Hester, no estoy acostumbrado a tantos cambios, no me gustan—arrastró levemente las palabras al final de la frase.

Los cambios no eran agradables y más uno como ese. Me sentía desesperada. No sabía que decirle, como tratarle. Sentía miles de cosas y quería decirle otras miles pero no sabía como, ni si le aliviarían, ni si sonarían realistas. Quería abrazarle pero no sabía si el contacto físico le ayudaría o simplemente le asustaría y le haría huir como a un perrito.

—Mira, Cayden...Ahora mismo no se como actuar, ni siquiera se que decir. Siempre me hago un lío con las palabras pero intentaré explicarme lo mejor posible—por un momento sentí que la borracha era yo, nerviosa, enredando las palabras, incapaz de formular una frase coherente—No deberías haberle partido la cara a ese chico pero el problema es que no hablas. Acumulas, acumulas, acumulas y explotas. Y lo que quiero decir es que...¿No hace falta que explotes, sabes? Puedes hablar con alguien cuando lo necesites. Quizás decirte que puedo escucharte si lo necesitas no te es un gran consuelo, pero, al fin y al cabo estás rodeado de gente que te quiere. Solo tienes que decirlo, Cayden.—No sabía en que momento del discurso Cayden se había incorporado y  se había sentado sobre la cama, junto a mi, mirándome fijamente, casi boquiabierto.

—No sé si habrás entendido lo que quiero decir pero básicamente es eso; Que hables—No se ni como, ni en qué momento, ni de qué forma las manos de Cayden se enredaron al rededor de mi cuello y me atrajeron hacia si. Su boca buscó el camino hacia la mía, y cuando ambas entraron en contacto me di cuenta que llevaba conteniendo el aire desde el último beso. Sus labios se movían con lentitud sobre los míos, mis manos buscaron sus hombros y acto seguido su cuello cálido las acogió a la perfección.

Miles de emociones me adormecieron el cuerpo. Era Cayden, era él quien tenía la capacidad de agitarme la vida en un momento oscuro como aquel. Y allí, con su lengua acariciando la mía fue cuando me di cuenta que eso era justo lo que necesitaba para decirle que ansiaba ayudarle, ayudarle a sostenerse. La desesperación que me estaba matando desde hacía minutos se había esfumado, solo esperaba que mi boca y mis manos le estuviesen diciendo de forma cálida que me dolía su dolor, que quería ayudarle, que quería que contase conmigo y lo más importante: Que me importaba, que me importaba más de lo que jamás podría llegar a admitir.

El beso fue tierno, delicado, necesitado, nada que ver con la fogosidad del otro. Más íntimo, más profundo, más mágico si era posible. Sus suaves labios se deslizaron por mi boca hacia mi mentón, sin prisas, tomándose su tiempo en acariciar mi piel. Cerré los ojos y apreté las yemas de mis dedos contra su cuello. Reaccionó corriendo su boca hasta mi cuello, posándola allí, calentando la zona con sus labios, manteniéndome en un hilo.

Sus labios besaron mi cuello con adoración. Su lengua probó mi piel de forma cauta y yo enloquecí lentamente. Me sentía completa, arrebatada. ¿Cómo podía hacerme sentir tan bien con tan poco? Succionó mi piel haciendo que mi corazón se detuviese y volviese a ponerse en marcha cuando acarició el lugar con su nariz.

Acto seguido, como si fuese demasiado, se desplomó sobre la cama, sin apartar la mirada de mi. Estaba precioso, perfecto, increíble. Yo tampoco aparté la mirada de él, solo esperé a que dijese algo que nunca llegó; nuestro silencio hablaba por si solo. Quizás debía irme, dejarle solo, tenía que descansar, pero, por alguna extraña razón me veía incapaz de hacerlo. Parecía un niño expenso de una caricia, de calor humano.

—No te vayas—susurró arrastrando la mano por el colchón hasta que sus dedos rozaron los míos. Tomé su mano, sintiéndome diminuta, sintiéndome llena. Quizás estaba borracho, quizás simplemente se sentía solo y necesitaba a alguien, quizás simplemente se estaba aprovechando de lo que sentía por él pero, me dio igual. Simplemente quería tenerle cerca.

—No voy a hacerlo—y así fue, sin soltarle y sintiéndome en una nube, me quedé allí hasta que a sus ojos estuvieron completamente cerrados y su respiración se ralentizó.

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