Inmortal. Guardianes 2. Orige...

By NomiSaez

864K 34.6K 1.6K

Enmerald ha sucumbido entre el miedo y el horror a causa de los oscuros. Selt ha cumplido 17 años, y con ell... More

Guardianes
Prologo
Primera parte
Capítulo 1: Bruja oscura
capítulo 2: Hambre de libertad
Capítulo 3: Congelada
Capítulo 4: Memorias
Capítulo 5: Libro negro
Segunda parte
Capítulo 6: Diecisiete primaveras
Capitulo 7: El bosque
Capítulo 9: Pasado
Capítulo 10: Un lobo
Capítulo 11: Ojos violetas
Capítulo 12: Tormento
Capítulo 13: Esqueleto
Capítulo 14: Guardianes
Capítulo 15: Ejecución
Capítulo 16: Despedida
Capítulo 17: La hoguera
Capítulo 18: Sombras
Capítulo 19: La cabaña
Capítulo 20: Pesadillas
Capítulo 21: Casa Riquelme
Capítulo 22: Lluvia
Tercera parte
Capitulo 23: Carnivus
Capítulo 24: Ella ha vuelto
Capítulo 25: Abuela Cándida
Capítulo 26: Boda de sangre
Capítulo 27: Danza a la muerte
Capítulo 28: Ciudad Desértica
Epílogo

Capítulo 8: Fragmentos

36.7K 1.4K 54
By NomiSaez

Capítulo 8:

Fragmentos


Selt Riquelme

No he podido dormir. Doy vuelta, y vuelta sobre la cama y conciliar el sueño se me hace imposible. Cada vez que cierro los ojos veo a Carmelo persiguiéndome por un callejón, siento la desesperación de mirar a atrás y que él siga detrás de mí. Un miedo que enfurece mis venas y al mismo tiempo me paraliza. Lo que genera muchas preguntas a las que de momento he decidió no buscarle respuesta, por alguna razón desconocida, en los instantes en que me he sentido abrumada con la presencia de Carmelo y tentada a conversar con mi madre al respecto no encuentro las palabras precisas, y en más de una ocasión ni siquiera la voluntad de hablar.

No estoy segura de llamarlos recuerdos y dudo al llamarlos pesadillas, de lo que si estoy segura es que debe existir una razón para que mi mente haya comenzado a crear vivencias nada agradables con ese hombre.

El callejón y la persecución donde me siento la víctima, es solo la primera pesadilla que me han mantenido en vela durante varias noches.

También visualizo una pelea entre él y un enorme lobo, por alguna razón asemejo ese momento con las marcas de su rostro. Sé que lo atacaron, pero no había podido recordar cuando, o la mención de lo que le sucedió hasta hace unos pocos días. Ahora mi cabeza revive ese momento con tantos detalles que me asusta.

Y no es el único, también me acorralo en el bosque y Henry fue mi salvación. Es así como lo siento, tampoco he vuelto a ver al duendecillo.

Ya deseo que amanezca.

Salgo de la cama. Camino hasta la cocina por un vaso de agua y regreso.

—¿Qué haces despierta a estas horas? —pego un brinco en la entrada de mi habitación. Venía tan distraída que no vi a Carmelo en el pasillo.

Juraría que no estaba ahí hace un segundo, pero su habilidad de ir y venir a donde quiera según mejor le convenga hizo que casi se me saliera el corazón por la boca.

Evito mirar directamente su rostro, las cicatrices han destrozado toda su cara.

—¿Podría preguntarte lo mismo? —doy un paso al interior de mi habitación e intento cerrar la puerta, pero él me lo impide.

Sin razón mi corazón se vuelve frenético y mis piernas parecen plomo sólido.

—Recuerdas como llegaron estas cicatrices a mi cara —no es una pregunta es una afirmación. El ataque de un lobo viene a mi mente, pero no siento la confianza para expresarlo en voz alta.

—No sé qué de que me estás hablando —pongo las dos manos en la puerta y la impulso para cerrarla. Él entra y se detiene en medio. Por más que lo intente hacerlo moverse no será fácil.

—Lo sabes, esas últimas semanas has estado distante. Me evitas como ahora, lo estás recordando. Quizás a tu madre y hermanas puedas engañar, pero a mí no Selt, puedo percibir el miedo que me tienes. Y eso solo es un indicio de que lo recuerdas.

Doy un paso atrás, no sé qué me da más temor, que él se encuentre dentro de mi habitación o que esos fragmentos de pesadillas sean recuerdos que por lo visto han sido bloqueados en mi mente. Él lo está confirmando, alguien ha manipulado mi memoria. ¿Qué tanto habré perdido?

—Esa lágrima que pende de tu cuello pertenece al lobo que me arruino el rostro —escupe cada palabra como ácido. Me frena la cama, y él cierra la puerta. Esto no está bien, lo ocurre en mi mente tampoco.

Recuerdo cada detalle de esa noche. Los callejones se habían convertido en una especie de laberinto, luche y corrí, pero nunca fue suficiente él siempre estaba detrás de mí, entonces, una bestia apareció... era Sergio.

—Él y yo tenemos un asunto pendiente, y tú y yo también —sin percatarme, estoy acorralada entre la cama y Carmelo.

—Quiero que te vayas —mi voz sale firme, aunque por dentro estoy temblando.

—No hay nadie más que nosotros dos en la casa, y tu lobo está muy lejos —sus manos se impactan contra mi pecho y me deja sin aire, la cama amortigua mi caída.

Me inmoviliza a horcadas sobre mí. Nunca había sentido tanta desesperación, como ahora, y paralizada. Tengo que moverme, la rasgadura de la tela del camisón les da acceso a sus manos de acariciar mis muslos. Pataleo, pero el peso de su cuerpo no me permite hacer mucho más que cansarme.

—La noche es fría como témpano de hielo —una voz susurra por la habitación.

Frío, hace mucho frío. Mi aliento se hace humo al abandonar mi cuerpo, estoy helada con cada toque de sus manos. No sé en qué momento han llegado a mi pecho, de lo que sí, es que no tengo que tocarlo para que la helada que suda mi piel lo alcance.

—¿Qué me has hecho? —su voz está llena de miedo.

Retira sus manos de mi cuerpo, y no puede mover los dedos. Se han quedado tiesos, cubiertos por una fina capa de hielo. Me muevo con cautela para salir de debajo de sus piernas, él intenta retenerme de nuevo, pero no tiene la misma movilidad.

Forcejeo con él hasta que consigo sacar mis piernas, poco a poco sus movimientos disminuyen. Lo pateo un par de veces hasta que consigo que caiga al suelo, el peso de su cuerpo suena seco contra el piso. Lo escucho quejarse.

Las paredes y el techo están cubiertas por picos de hielos, ¿en qué momento pasó todo esto?

—Maldita bruja —le escucho maldecir.

Retrocedo a gatas sobre la cama, me tiemblan las manos y las piernas, pero no es el frío que emerge de mí, no, es el miedo, el horror de lo que pudo haber pasado.

Una vez que puedo tocar el suelo del otro lado, el aire fluye por mis pulmones al ritmo en que mis intensos latidos vuelven a normalidad.

Los quejidos de Carmelo se intensifican, ha tenido la razón no hay nadie más que nosotros dos en la casa. Si hubiera mentido, tanto mi madre y hermanas estarían despiertas y tumbando la puerta de mi habitación.

Doy un paso con cuidado de no resbalarme sobre el cristalizado suelo, es impresionante lo que he conseguido, pero más aún que siento que ya ha pasado antes, pero no tiene lógica si tan solo he podido controlar a duras penas el fuego. Rodeo la cama, y estoy de frente a Carmelo. Su piel se ha vuelto azulada, tiembla sin poder controlarse. Si no detengo la helada que se ha concentrado en su cuerpo, morirá.

—Déjalo, se lo merece —susurran a mis espaldas.

No tengo miedo, me aterra más ver lo que han causado mis habilidades. No sé quién pueda estar en la habitación aparte de nosotros dos, lo que sí sé, es que tiene razón. Él es un depravado que merece dejar de existir, por alguna razón que no consigo hacer mía por completo quiero dejar que la helada termine con él.

—Ayúdame, como lo detengo —le suplico a la voz. Dejarlo morir por más que lo merezca no es lo más sensato.

—Tienes muchas cosas que aprender Selt, y una de ellas es a endurecer tu corazón —responde la voz de la mujer que hasta ahora no he visto—. Todo esto es tu magia, recuerda que puedes hacer con ella lo que quieras. Todo está en tu mente, has que retroceda, que regrese a ti.

Pongo toda mi fuerza en hacer que todo este frío regrese a mí, una ventisca helada me golpea el rostro, solo es un segundo y toda la helada que cubría mi habitación y Carmelo se ha ido. Ha sido tan fácil que estoy segura de que mi madre no me ha dicho todo.

Carmelo respira despacio con los ojos cerrados. Sigue vivo, pero no se encuentra bien. Doy vuelta en busca de la portadora de la voz. Una mujer que podría ser contemporánea con mi madre, quizás algunos años más, se encuentra parada en la esquina cerca del espejo. Sus facciones son propias de mi familia, solo hay que ver sus ojos carmesís para estar seguro. Ella está muerta, no hay otra explicación lo que no entiendo es porque puedo verla.

—¿Quién es usted?

—Cándida Riquelme, tu abuela —se mueve con delicadeza por mi habitación. Su vestido está cubierto de sangre—. No estás sorprendida, es un buen indicio.

—¿De qué? He escuchado su nombre, pero no la puedo recordar —algo falta en mi cabeza, su nombre es importante, pero ¿por qué?

—No creo que te haga falta una explicación, ya te has dado cuenta de que te faltan momentos en tu memoria —acierta la muerta—. Pero, lo primero que tenemos que hacer es deshacernos de ese problema. Quizás debas dejarlo caer por las escaleras.

—¿Qué? ¡No! No podemos hacer eso. ¿Qué explicación le daré a mi madre?

—Tienes razón —se lleva la mano al mentón, toma una actitud pensativa.

Me estoy volviendo loca, tengo un fantasma en mi habitación, Carmelo esta inconsciente y tengo la sensación de que han borrado parte de mis memorias. ¿Y si es verdad?

—Lo arrastras hasta el bosque y allí lo dejaremos, no creo que el muy imbécil vaya a decir que fuiste tú quien lo dejo así. No es tan tonto.

Arrastrar a Carmelo me ha costado demasiado, bajar por las escaleras y sacarlos fuera de la casa me ha dejado exhausta. Cándida me guía por el bosque como una iluminaria. Ha pasado algún tiempo desde la última vez que salí de casa, solo podía mirar a través de mi ventana. Ahora que estoy fuera, y la fría brisa me acaricia el rostro como una bienvenida, los engranajes de mi cabeza se mueven despertando un evento que creí olvidado.

Suelto los brazos de Carmelo y busco de donde apoyarme, es difícil saber cuándo fue la última vez que estuve en este boscaje. Me veo correr, huyendo de mi propia casa. Este lugar siempre ha sido mi refugio, y en ese fragmento de memoria olvidada era mi salvación. Me alejo, con la plena certeza de que lo he conseguido y con la duda de a quién acudir. Entonces, puf. Carmelo está frente a mí y el intento de escape es un fracaso, un pestañear y estoy de regreso a la sala de casa.

—Intento escaparse de nuevo —dice Carmelo.

—¿Por qué no puedes ser una jovencita obediente? —Pregunta mi madre negando con la cabeza—. Tanils hazte cargo.

Mi hermana expone una sonrisa malvada. Soy una prisionera de mis propios recuerdos, y ella es mi cárcel.

—Borrar mis recuerdos no cambiará las cosas, siempre regresan a mi madre —murmuran mis labios, y ese trozo de memoria se desvanece.

—Tienes que tener cuidado como te comportas delante de tu madre y hermanas o se darán cuenta de que las estás recuperando —dice la mujer.

Alzo la vista, y se ha abierto un sendero que estoy segura nunca estuvo allí que va directo a una cabaña. ¿De dónde salió? Estoy segura de que nunca hubo una tan cerca de mi casa.

Me han estado arrebatando recuerdos, mi propia familia y Carmelo se ha dado cuenta de que han comenzado a resurgir. Estoy tan confundida.

—¿Te has dado cuenta de que lo mejor era dejarlo que se congelara? —pregunta Cándida con diversión, ya a unos pocos pasos de la cabaña.

—¿De dónde salió la cabaña? —pregunto en vez de contestar su pregunta.

—Siempre se mueve a mi disposición, es mi hogar. Tráelo, te conviene que él desaparezca por un tiempo —ella abre la puerta.

—Un momento, pero... pero dijiste que lo dejaríamos aquí —replico asustada por todo lo que he hecho. Casi mato a Carmelo y ahora... Dejarlos a su suerte hasta que despertara no me perturbó tanto, pero... esa cabaña, si lo hace.

—Cambie de opinión —mantiene la puerta abierta. No tengo dudas de que somos familia, ella tiene los mismos ojos carmesís que yo, el mismo cabello rojizo que mi madre... —entiende algo muchacha. Te encuentras en medio de una secta y solo sigues con vida porque mi otro hijo te protege de tu propia madre, yo por mi parte intervengo con el daño causado a tu memoria. Se una mujer inteligente y mueve a ese bastardo hasta aquí.

Mi racionamiento me dicta que no debería confiar en ella, pero mi instinto dice todo lo contrario. Unos segundos de indecisión y agarro los brazos de Carmelo, lo arrastro hasta el interior de la cabaña. Todo está muy oscuro, un déjà vu me da la certeza de que ya he estado dentro de este lugar, o lo he presenciado de alguna manera. Dejo caer los brazos del esposo de mi hermana, se impactan contra la madera y siento que el suelo tiembla.

—Ya debes irte, yo me encargaré de él por algún tiempo —ella me hace retroceder hasta la salida con premura. En este lugar reina tanta oscuridad —. Recuerda una cosa Selt, esto no ha pasado. Tú no has visto al muchacho, desde la cena de tu cumpleaños.

—Sí, yo no diré nada —quiero mirar de nuevo hacia el interior, pero ella me lo impide.

—Selt, no puedo decirte todo lo que has olvidado porque forzar tu memoria podría empeorar la situación, y entonces le haríamos un gran favor a... en fin, queda poco tiempo, tienes que recordar y rápido, niña —esa mujer también la he visto en alguna parte, pero estoy segura de que nunca la conocí en persona, ¿Dónde? ¿Dónde la he visto? El cuadro de la niña me da una idea.

—Yo no te he conocido nunca ¿verdad?, te he visto en un retrato como el de esa niña —digo excavando un poco más en mi memoria, pero no llego a lo que realmente es importante. Algo más falta.

—Muy bien, yo he estado muerta muchos años Selt. Pero eso ya lo sabes, y pronto lo recordarás. Solo espero que sea a tiempo. Ahora regresa —asiento, algo confundida por esa última frase.

Doy vuelta y regreso por el corto sendero, los altos árboles se han humedecido por unas esparcidas gotas de lluvia. Giro la vista, y ni el sendero ni la cabaña están. Recojo un poco la tela de la destrozada bata de dormir y hecho a correr. Ha comenzado a llover con fuerza.

Continue Reading

You'll Also Like

145K 19.3K 68
Sinopsis Tras encender el gas para perecer junto a quienes codiciaban la fortuna de su familia, Lin Yi transmigró a otro mundo, ¡y estaba a punto de...
11.4K 1.5K 39
Después de más de un siglo Selt siente la presencia de su hermana Tanils, quien creyó muerta pero que ha regresado a cumplir con el mayor deseo de su...
1.4K 355 15
Alma sale de terapia, nuevamente frustrada y angustiada, para dirigirse al subte D. Ya estando allí, apoya la SUBE en la máquina para que ésta la dej...
3.3K 439 29
La magia es una forma de poder importante, prohibida, y detestable, que solo pocos poseen. Evel Berbentis, un chico adoptado que puede hacer m...