Convivencia.
Los tres grupos de Magos salieron del despacho del Ministro para poder dirigirse a sus respectivos lugares, las jóvenes que se iría a vivir con las respectivas familias serian acompañadas por los aurores para recoger sus pertenencias.
En la casa de los Greengrass, Astoria gritaba mientras rompía todo lo que encontraba a su paso.
Su hermana entro a la habitación al escuchar mucho ruido.
― ¿Que sucede? ¿Por qué rompes tus cosas?
― Cierra la boca, te advierto una cosa Daphne más te vale que mientras estés con los Malfoy, no te le quieras meter por los ojos a ¡MI DRACO! quedo claro.
― Astoria estás loca, Draco y yo solo somos amigos, además no sé porque insistes, ya nos dijeron que papa disolvió esos contratos matrimoniales.
― Eso lo arreglare en otro momento, ahora ¡Lárgate de mi habitación!
Daphne ya había terminado de arreglar sus cosas no quería seguir escuchando las estupideces de su hermana, con un suspiro salió de la alcoba y se dirigió hacia las escaleras.
― Señorita Greengrass ¿Todo bien?
Afirmo con la cabeza a lo que había preguntado el ex profesor.
― Claro solo son los arranques de una niña mimada.
― Detesto a tu hermana.
― No eres la única Pansy yo también la detesto, por culpa de ella estamos en esta situación.
― Tranquilas solo serán tres semanas después volverán a Hogwarts, si en estas semanas su conducta es impecable, en las vacaciones podrán pasarlas donde quieran y sin supervisión, pero este trato solo es para ustedes dos, lamentablemente su hermana no tendrá el mismo trato que ustedes.
― Muy bien, por mí no hay problema.
― Está tardando mucho y yo también tengo que ir a mi casa hoy.
― Subiere a ver, ya que no tenemos mucho tiempo. ―Se ofreció Remus.
― Aquí estoy, no necesito que se pasen en mi mansión como si les perteneciera.
― ¡Astoria!
― Tú cállate que no sé cómo puedes estar tan cómoda con todos estos trai...
― Le sugiero se reserve sus comentarios porque uno más, y no la llevare a la mansión Zabini si no directo a Azkaban por violar una de sus condiciones de libertad.
Sirius Black había sido contundente en su oración, Astoria permaneció callada, sabía que lo que decía era verdad pero aun así odia a todos esos malditos traidores.
Se desaparecieron de la Mansión Greengrass, para emprender el camino a la Mansión Parkinson y de ahí a sus nuevos hogares.
El dejar a Astoria en la Mansión Zabini fue lo más difícil, ya que nada más llegar tuvo un enfrentamiento con los hermanos Weasley, la Señora Zabini estuvo tentada a decir que se la llevaran en ese instante, los tres jóvenes le sacarían más arrugas en solo tres semanas.
En la Mansión Nott las cosas fueron más fáciles, recibieron a Pansy como una más, lo difícil seria en la Mansión Malfoy, no habían dicho nada con respecto a que Hermione permaneciera ahí, pero tampoco sabían cómo la tratarían al llegar.
Ya todos se habían quedado en sus nuevos hogares, en la Mansión Zabini, la señora había optado por darle una habitación para cada uno de sus nuevos habitantes ya que no quería más discusiones entre los mismos.
En la Mansión Nott habían recibido a los visitantes con gusto, Luna no se había negado a compartir habitación con Pansy, pero los señores Nott habían dispuesto habitaciones para cada uno.
El tercer grupo se dirigió a la Mansión Malfoy, Sirius encabezaba el grupo y Harry observaba disimuladamente a Daphne, la rubia siempre se le había hecho simpática, Hermione vio este acto y mentalmente hizo una nota para poder hablar con su hermano, suspiro al ver la gran mansión delante de ella, todavía tenía algunas pesadillas de aquellos días oscuros.
― Bienvenidos.
Narcisa había salido a recibirlos, los encamino por los grandes pasillos de la mansión.
― Bueno el Ministro nos dijo que teníamos que ponerlos en habitaciones compartidas, pero no tenemos habitaciones así, si ustedes están de acuerdo podemos darles una habitación para cada uno.
Narcisa hablaba muy amablemente, Hermione empezaba a sudar, ahora se arrepentía de no haber cambiado lugar con Luna o Ginny.
― Hermione ¿Estás bien?
― Yo lo siento... Solo...
― Señorita Granger sé que está asustada, pero la mansión ya no es lo que solía ser, le aseguro que nada le pasara, también quisiera disculparme por lo que paso en aquella ocasión, mi hermana fue...
― ¿Una loca? ―Termino la frase Sirius.
― Aunque me cueste negarlo, es verdad.
Y ante la mirada atónita de los tres jóvenes los primos Black comenzaron a reír.
― Buenas tardes, Granger, Potter, Tío, Daphne bienvenidos a nuestra mansión.
Draco había hecho su aparición en el salón.
Después del recibimiento por parte de los Malfoy cada uno se instaló en su nueva habitación.
A la mañana siguiente Hermione caminaba por el pasillo.
― ¿Señorita Granger?
Narcisa había salido de una de las habitación asustando a la castaña.
― Dígame.
― Si gusta hacer algo para no aburrirse, puede ir a nuestra biblioteca.
― Yo... ―La castaña confundida no sabía que responder.
― Me han comentado que le gusta leer.
Hermione pensó que si la señora se estaba portando tan amable con ella, no debería de ser grosera.
― Claro, agradezco su ofrecimiento.
― Si gusta la puedo llevar.
― Claro.
Daphne observaba todo desde la puerta de su alcoba, sus padres habían cometido uno de los peores errores y siempre le habían inculcado lo de la pureza de la sangre, ella sabía de los sentimientos de su amigo Draco que hasta el mismo desconocía, lo supo desde su quinto año, aquel en el que la brigada inquisitorial estaba con el sapo de Umbrigde, ahí su sexto sentido le dijo que Draco sentía algo por Granger, el hecho de que casi quisiera golpear a Goyle por como la sujetaba le hizo darse cuenta de ese detalle.
Se sintió herida, pues Draco siempre había sido su amor platónico y esperaba algún día poder enamorarlo, a pesar de que era el prometido de su hermana ella esperaba aunque sea una pequeña aventura con aquel muchacho, pero ante todo Draco era su amigo y hermano, por esa razón dejo de insistir en aquello y fijo su vista en otros horizontes.
Ahora que la guerra había terminado y con ello la era del señor tenebroso, su amigo tenía la oportunidad de ser feliz, ya que también había sido un golpe de suerte el hecho de que su compromiso con su hermana Astoria fuera disuelto.
Ayudaría a su amigo no importaba el costo, además Granger podía llegar a ser esa amiga tan anhelada para ella y Pansy.
― ¿Sabes dónde se encuentra Mione?
― Buenos días para ti también Potter.
― Perdóname, Buenos días, ¿Has visto de casualidad a mi amiga Hermione?
Daphne sonrió, Harry Potter se veía muy guapo con el cabello recién lavado.
― Si, ella estaba con Cissy hace unos momentos, escuche que se dirigían a la biblioteca.
― Gracias. ―Agradeció Harry con una gran sonrisa.
― ¿Potter?
― ¿Si?
― No hare nada malo, todo aquello de los insultos y gestos fue porque así me educaron.
― Lo sé.
― Entonces sabes que no soy peligrosa.
― Greengrass, ¿Realmente crees que estamos aquí por ti?
― Pues fue lo que el Ministro dijo.
― Sigue pensando eso.
Harry la dejo en el pasillo y camino hasta perderse en las escaleras.
Ahora Daphne entendía la molestia del señor Malfoy, ellos estaban ahí para vigilarlos a ellos, el Ministro seguía sin confiar en los Malfoy.
**********************
Intentaba concentrarse en su lectura, Hermione había notado que alguien la observaba, no le gustaba que lo hicieran ya que no podía leer, harta de no poder concentrarse cerro el libro y se dispuso a observar la ventana.
― Sal de donde estés.
Hablo fuerte y claro, pero nadie salió y tampoco hubo respuesta.
― No me gusta que me observen, ¿Qué sucede?
Para sorpresa de la castaña Draco Malfoy salió de entre las sombras.
― Sospechaba que eras tú, pero no estaba tan segura, ¿No te escuche entrar?
― Estaba aquí cuando mi madre te trajo.
Hermione no contesto, solo se quedó observando al chico, un incómodo silencio se instaló entre ambos.
― ¿Porque me observabas?
Draco Malfoy no dijo nada solo se quedó observando la ventana.
― Ya sé que soy una sangre sucia, una impura que no debería de estar en tu casa pero si te incomoda...
― Yo no dije eso ―Draco la interrumpió― Solo quería pedirte...
― Que me vaya.
― Granger podrías dejar que termine de hablar.
Ella permaneció callada.
En la puerta entre abierta se encontraba una Narcisa confundida, había regresado para ofrecerle una taza de té a la muchacha y se había encontrado a su hijo hablando con ella, conocía demasiado a su hijo como para saber que estaba nervioso al hablar con esa chica y tenía que averiguar por qué su hijo se comportaba así.
Draco giro su cuerpo y de uno de los estantes saco un libro.
― Ten creo que este podría gustarte.
Hermione dudo un momento pero en ese instante Malfoy le sonrió y ella quedo en estado de shock momentáneo, recordó los sueños que había querido vivir a lado de ese joven rubio y que sólo su madre sabía, inconscientemente sonrió.
― Gracias. ―Dijo tomando el libro.
― Me retiro Granger. ―Y volvió a sonreírle.
Hermione no salía del asombro y Narcisa detrás de una columna estaba en el mismo estado que la castaña.
Hace años que no veía a su hijo sonreír sinceramente a alguien más que no fuera ella, no quería ni imaginarlo pero podrías ser que su hijo estuviera interesado en esa muchacha.
En el transcurso de la semana todo fue muy parecido al primer día, la comida la preparaban los pocos elfos que todavía pertenecían a la familia y aunque Hermione no estuviera acostumbrada a eso, tenía que seguir las reglas de la casa, ya que solo era una invitada.
En todas las comidas siempre terminaba sentada a un lado de Draco, era el único momento en donde se reunían todos en esa enorme mansión.
Por las tardes ya se había acostumbrado a que Draco y ella tuvieran extensas charlas en la biblioteca como si fueran dos conocidos.
En la segunda semana las cosas fueron muy parecidas con la diferencia de que había notado a Greengrass mas cerca de Harry y en varias ocasiones los descubrió hablando tranquilamente, eso no le gustaba mucho, más que nada por su amiga Ginny, una de esas tantas tardes le pregunto a Draco sobre la chica y para su sorpresa pudo conocer un poco más al Slytherin.
Al final de ese día, en ella empezó a florecer un nuevo sentimiento.
************************