Una Inesperada Casualidad - L...

By Sophia_Mc

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Mackenzie Wells lo tiene todo y a la vez nada en su muy acomodada vida. Erick Miller tal vez no posea mucho... More

Mackenzie
Erick
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3
Capítulo 4
Capitulo 5
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 9
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15.
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19.
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24.
Capítulo 25
Capítulo 26.
Capítulo 27
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44
Capítulo 45.
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50.
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Epílogo
3 meses
Un vistazo al pasado
Una inesperada sorpresa

Capítulo 8.

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By Sophia_Mc

Erick

— ¡Estás mal!, ¡Me has engañado!, ¡No pondré un pie en esa casa! — me amarro más fuerte el cinturón a tal punto que siento como se me clava en el pecho con fuerza.

— Respira profundo, todo saldrá bien, ¿Quién eres?

— Vete al demonio y si no te vas yo mismo me encargaré de llevarte — estoy al borde de la desesperación — tenía una idea diferente cuando me dijiste que tenías el plan que resolvería mis problemas— me clavo más en el asiento.

— Te estás portando como un estúpido mocoso — su rostro muestra cuan aburrido le resulta la situación— ¡Tienes 22 años!, compórtate como un adulto.

— Me importa poco lo que piense tu mente llena de oscuridad, no pienso entrar en esa casa — niego varias veces hasta que me duele el cuello — ¡Quieres que me arresten! — lo miro asustado.

— No me dejas opción Erick Miller — entrecierro los ojos, esto no va por buen camino — debes hacerlo por tu familia, tu mamá trabaja mucho y tu hermana lo hace esporádicamente, necesitan de ti...

— ¡Cállate! — Le doy un golpe al asiento molesto — Está bien, voy a hacerlo, debo hacerlo, no me queda opción.

— Perfecto, ¿Quién eres entonces? — Recito lo que me pidió que aprendiera sin equivocarme — bien suenas convincente.

— ¿Estás seguro de que no sabrán nada?

— No, ya resolví todo ese asunto — habla con orgullo — sales en el sistema como el mejor profesor de Canadá — me guiña — ahora baja tu trasero gordo de mi auto, no puedes llegar tarde tu primer día.

— No puedo creer lo que estoy por hacer, deséame suerte — me bajo antes de escuchar su respuesta.

Uno hace cosas estúpidas a lo largo de la vida, sin duda está va primero en mi lista personal.

Días atrás

— ¡Qué! — Jacob me mira atónito.

— Presta atención bruto, me despidieron porque resuelta ser que insulte a la gran señora Wells, esposa de un político muy importante que ahora vive en la ciudad— me despeino un poco el cabello de los nervios — la familia estará por tiempo indefinido y yo ofendí a la vieja aquella ocasionando un desastre tan estúpido— no sabía que el témpano de hielo con el que me tope sería Marian Wells.

— Estás tan frito como las alitas de pollo.

— Gracias Jacob, no sabía eso— sus palabras no me alientan para nada —en teoría no fue mi culpa, esa mujer me desespero y no iba a permitir que me pisara como si fuera una hormiga.

— Eres muy impulsivo con ciertas cosas Erick.

— No empieces con tus sermones que ambos sabemos son malos y no los escucharé, si hubieses estado ahí me darías la razón — Jacob me mira como siempre lo hace, con aburrimiento porque piensa que soy un exagerado — ese tono que usó conmigo y la miradita de superioridad.

— Y gracias a eso te has quedado sin trabajo — realmente me siento frustrado y cansado — ¿Carlotta dio tu nombre a la señora Wells?

— No, eso es confidencial — gracias a Dios — ¡No cometí un delito!

— A pesar de todo es una buena jefa, tuvo que soportar todo este drama innecesario — le da crédito.

— ¡Por culpa de la vieja Wells! — Trato de calmar mi furia— no le he dicho a mi mamá y estoy seguro de que apenas lo sepa, trabajaría el doble por mi falta de empleo.

Mi trabajo como repartidor no era lo mejor del mundo; sin embargo, resultaba de ayuda, todo estaba funcionando excelente hasta que salió la amable señora Wells casi montando una demanda en contra de la pizzería. Aunque claro como es tan buena, dio dos opciones para nada extremistas: cerrar la pizzería o despedir al empleado que la agredió verbalmente.

Obviamente, ganó la segunda opción, mi ex jefa no es tan tonta para aceptar cerrar su negocio, llevo una semana desempleado y finjo que trabajo mientras me quedo en la casa de Jacob hasta que se "acaba mi turno". He intentado buscar trabajo hasta de barrendero, pero no me llaman y trato de pensar que no es culpa de la señora Wells, se me hace más fácil para mi paz mental, pensar prefiero que es culpa del universo.

— ¡Lo tengo!

— ¿Una cita? — entrecierra sus ojos y hace un gesto con sus manos de querer ahorcarme.

— No Erick, tengo un trabajo para ti bruto amigo — oh no, nada bueno sale de sus ideas locas — puede ser complicado a primera vista, pero funcionará si eres buen actor.

— ¿Ahora en que estás pensando?

— Prepárate amigo, ¿sabes francés?

— Sí, claro, aprendimos juntos, ¿recuerdas? — asiente y me sonríe de forma maliciosa.

¿Qué estará tramando su mente maquiavélica?

—Decidido, serás profesorcito.

— ¿Disculpa? — Tanto comer pizza de hongos al fin le afectó el cerebro— de ninguna manera voy a aceptar eso, prefiero morirme.

***

No me dio tiempo de lanzarme de un edificio para matarme y ahora estoy en la entada de la residencia Wells, esperando que me abran, ya que de alguna forma retorcida me dieron el trabajo.

La puerta tan blanca como el talco se abre y la primera imagen que obtengo es la de una señora rozando sus 40 años o quizás un poco más, sonríe y eso me hace sentir un poco menos miserable, al menos parece más amable que la dueña de la casa.

— Bienvenido a la residencia Wells, Soy Jasmine ¿en qué puedo ayudarle?

Solo a mí se me ocurre aceptar el trabajo donde vive la culpable de mi falta de trabajo. No es para nada extraño, esto sucede todos los días...

¡En las películas!

— Joven se ha puesto pálido, ¿necesita algo?

— Tranquila, eso es porque no he comido nada— es una media mentira, lo único que pudo soportar mi estómago fue una taza de café — me presento, soy Stefano Pierce el nuevo tutor de la señorita Wells — le doy mi mejor sonrisa, a pesar de sentirme como la mierda por esta pequeña mentira.

— ¡Qué maravilloso!, adelante no se quede allí parado como una estatua— apenas doy un par de pasos antes de quedar impresionado por lo grande y hermosa que es la casa, se nota la clase de personas que habitan, aunque vendiera mi cuerpo al mejor postor nunca podría pagar algo como esto — ¡William! — grita la señora y aparece un señor muy alto, calvo y musculoso en un traje impecable negro, parece más viejo que ella y cuando nota mi miserable presencia me observa como si supiera cada uno de mis secretos...

Es intimidante.

— Soy Stefano — expreso con una seguridad que no tengo y empiezo a orar esperando una respuesta de un ser celestial y no un golpe del señor musculoso delante de mí.

— William, compórtate, deja de mirarlo como si tuviera un brazo extra o un ojo de más y comunícale a la señorita Wells que ha llegado su tutor— asiente y desaparece tan rápido como llegó.

—Gracias, la situación es un tanto abrumadora — acomodo mi estúpido maletín, nunca pensé que tendría uno tan joven — es nuevo para mí dar clases particulares — y ser profesor, no es un tema de importancia.

—Siempre hay una primera vez para cualquier cosa que hagamos—suelta una risita que la hace ver aún más joven — le aseguro que la señorita es muy tranquila e inteligente, aprenderá muy rápido.

— Es bueno saberlo— no sé qué demonios estoy haciendo aquí, en cualquier momento sabrán que miento y terminaré con cadena perpetua.

—Tengo que dejarlo— oh no, por favor, no se vaya— Tengo deberes que hacer y cualquier cosa que necesite no dude en llamarme — me despido moviendo mi mano, mientras por dentro suelto un grito de auxilio.

Aprovecho que todavía no baja mi alumna y le envió un mensaje corto a Jacob.

— Estoy adentro de la cueva, espero no morir.

Responde al instante.

Cara de Mono:

— Recuerda respirar, saldrá todo bien.

— La señorita bajará en un momento — llevo una mano a mi pecho del susto, este hombre es muy silencioso— solo tenga en cuenta una cosa joven— guardo mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón — podre ser algo mayor, pero también sé cómo proteger a la señorita y si le llega a pasar algo estando con usted no dudaré en actuar.

— Entiendo, señor, prometo no hacerle nada— no responde y solo se retira. Me quedo el mensaje muy claro, si le pasa algo me descuartiza.

Al parecer la única persona amable es la señora Jasmine, William parece salido de una película de acción donde seguramente tendría el papel de un militar exigente y la señora Wells sería la bruja malvada.

***

Ni siquiera reviso la hora, sé que ya llevo esperando varios minutos y eso me fastidia.

¿Qué la hace tardar tanto?

¿Se estará poniendo la tiara?

Evito reírme de mi pensamiento, lo más probable es que lleve puesto un vestido muy costoso del mejor diseñador del mundo que hace juego con sus tacones de 20 centímetros italianos y maquillaje en exceso.

Odio tener una hermana y aprender ese tipo de cosas.

— Lo sé madre, te mantendré al tanto de todo lo que ocurra hoy, no te preocupes, llamaré cada hora — escucho que alguien habla y aparto la vista de la pared y observo a la adolescente más simple que he visto en mi corta vida.

Intento no abrir mi boca de la sorpresa, es lo opuesto que esperaba a ver, incluso no me sorprendería tanto, si viera un dinosaurio en estos momentos.

— Hola, mucho gusto — ¿eso es un acento?, parece un acento, ¿le gustará la pizza? — ¿Hola? — dice nuevamente y reacciono.

— Stefano — me mira sin entender y me quiero golpear por mi tonto balbuceo nervioso — lo siento, soy Stefano Pierce, aunque solo dime Stefano — sonrío tratando de relajar el ambiente, lo cual no funciona.

—Entiendo, sígame por aquí —tanta formalidad me asfixia— le enseñaré el salón de clases — camina delante de mí y solo la sigo a un paso más lento tratando de aprender el camino de regreso a la puerta por si debo huir — y aquí es— enseña una habitación llena de miles de libros y que parece fue adaptada para dar clases.

— Acogedor — dejo mis cosas encima de lo que sería mi escritorio por estas dos horas de sufrimiento.

— Sí, cuando quiera puede empezar — me habla en un tono distante.

Finjo revisar mi libro de francés, sé hablarlo muy bien, ya que es uno de los idiomas del país aparte del inglés, pero eso no significa que sea un experto dando clases.

Esta vez sí me dedico a detallarla, es muy blanca a tal punto de parecer pálida, su cabello pelirrojo está amarrado en un moño que utilizan las bailarinas de ballet, lleva un pantalón negro con zapatillas del mismo color y camisa beige, sin duda son colores que no le favorecen para nada, su cara es muy delicada aunque su nariz resalta un poco, tiene unas ligeras pecas que le dan un toque inocente y dulce, sus labios son carnosos y rosados, un pensamiento fugaz pasa por mi mente ¿Qué se sentiría tocarlos?; sin embargo, ese pensamiento se va con el viento cuando noto el color de sus ojos los cuales me dejan hipnotizado, son tan azules de una forma extraña, son oscuros, pero tiene pequeños motitas claras y ese contraste me hace querer tomarle una foto, con la iluminación perfecta esa belleza que posee se realzaría más.

¿Esta chica de dónde salió?

Tanta belleza y dulzura es algo doloroso de ver.

— Profesor, ¿está bien?

— No... — la miro cautivado, sí que me ha cautivado — Digo sí, solo es una nueva aventura — y ahí está de nuevo su mirada seria, ¿siempre está así?

— Se supone que es profesor, no debe tener ningún problema en impartir clases— y ahí está esa arrogancia de niña mimada.

— Pues la vida trae sorpresas, señorita...

— Mackenzie — la miro atentamente mientras me tiende su mano — Mackenzie Wells.

Y cuando estrecho su pequeña mano sintiendo lo suave de su piel intento no estremecerme, hay algo en ella y en esos ojos grandes inexpresivos que me da ganas de conocer y al mismo tiempo alejarme, porque nada bueno saldría de buscar algo donde nadie me ha llamado y menos en la familia de la mujer que me odia, sin embargo... soy conocido por no tomar buenas decisiones y sin duda está va primero en mi lista.

Quiero conocerla y saber si realmente posee sentimientos o es la niña de mami.

***

Le doy mi mejor sonrisa, me mira y luego a nuestras manos mientras su ceño se frunce, no le he soltado la mano y supongo que ya han pasado varios segundos desde que se la estreche.

—Mis disculpas, señorita, en Francia se acostumbra por saludo dar dos besos— es la peor excusa del mundo.

—Lo sé — responde de manera cortante, qué dulce señorita.

—Ya que nos presentamos, le explicaré un poco mi método de trabajo, es algo senci...

— ¿Cuántos años tienes? — quiero reírme porque la situación es ridícula, pero decido no hacerlo al verla tan seria.

—25 años y contando.

—Se ve más joven de lo que parece — entrecierra sus ojos y no deja de mirarme.

¡Qué fastidiosa es!

—Los hombres envejecemos menos que las mujeres.

—Lo sé, está comprobado científicamente lo que acaba de decirme — ¿Cómo alguien tan diminuto puede intimidar tanto? — en Francia no necesariamente se saluda con dos besos.

— ¿Segura? — Parece que estoy delante de una sabelotodo, a nadie le agradan los sabelotodo.

—Demasiado, viví ahí 6 meses — dice con cierta arrogancia.

— ¿Y no aprendió el idioma? — digo irónico.

—No estaba en mis planes de estudios aprenderlo, sabía que no iba a durar mucho tiempo en aquel país — puedo notar cierta tristeza detrás de esas palabras, aunque mantenga su actitud distante.

— ¿Puedo empezar a explicarle qué haré con usted? — sus mejillas adquieren un leve tono rojizo indicándome que se ha ruborizado, ¿Por qué?— En el ámbito educativo — carraspeo — las evaluaciones y así.

—Oh... si entiendo — se queda en silencio un par de segundos y vuelve hablar— ¿Por qué ser mi tutor?, es algo extraño que alguien tan joven desee este trabajo tan aburrido — cállate pelirroja.

—Mackenzie — me da una mala mirada, entiendo claramente que ni la puedo tutear— Señorita Wells, este es un trabajo como cualquier otro y no me aburre enseñar — me encojo de hombros — al ser su tutor tengo más tiempo para otras cosas — sonrío — no quiero ser su enemigo, solo vengo hacer mi trabajo.

No se puede negar que le da honor a ser hija de la vieja Wells, aunque no se parezcan en nada físicamente, tienen la misma personalidad y eso no es muy grato, solo que ahora debo mantener mi boca cerrada porque si le digo el más mínimo insulto me despedirán y seguramente matarían.

—Entendí profesor, puede empezar su clase cuando le apetezca — noto la rabia venir de su voz, ¿la he ofendido?, no le doy mucha importancia a ese pequeño detalle y empiezo a explicarle todo lo que investigue en internet, más mis conocimientos sobre el idioma y como trabajaremos.

~*~

Ha pasado 1 hora y quiero irme, esa chica me desespera. Parece un maldito robot, no dice nada, solo copia todo lo que le digo y coloco en el pizarrón.

¿Cómo alguien puede estar tan quieto?

—Señorita, ¿Dónde puedo conseguir un vaso de agua?

—En la cocina — espero que me dé más información y lo entiende porque vuelve a hablar — sale de aquí, camina derecho y cruza a la izquierda — me dice sin siquiera verme, está muy concentrada en la pizarra donde le escribí el abecedario y la pronunciación en francés.

Después de un par de minutos llego hasta la cocina y vuelvo a encontrarme con Jasmine quien me dedica una enorme sonrisa, no puedo evitar hacer la comparación entre ella y la hija de los dueños de la casa, son como dos energías diferentes.

— ¿Puede darme un poco de agua, por favor? — digo amablemente.

—Con gusto — me entrega el vaso casi lleno — ¿Cómo le va con la señorita?— Frustrante, esa chica no dice nada, parece un robot y aun así al robot puedes configurarlo para que hable más que ella. —Por la cara que ha puesto no creo que bien.

—No lo sé, nunca había conocido a una persona así — tan metida en su burbuja.

—Muy pocos conocen a la verdadera Mackenzie — eso no suena bien, pareciera que esa chica sufre de personalidad múltiple —Es una niña muy dulce y amable, solo que su... — se detiene al escuchar que alguien viene.

— Mama viste al nuevo tutor de Mackenzie, ¡está superdelicioso! — trato de no reírme por lo que ha dicho la chica castaña de ojos grises que al darse cuenta de mi presencia abre mucho su boca.

—Hola, soy Lucy perdona a mi hermana, ella a veces no sabe lo que dice— mira a su hermana y niega con su cabeza.

Lucy también tiene el cabello castaño, pero los ojos marrones, tienen cierto parecido.

—No hay problema — digo divertido — un gusto, yo soy...

—El sexy tutor lo sé, soy Camila, pero puedes decir Cami, amor o esposa— ríe y termino riéndome.

Creo que conozco a esta chica, es probable que sea una de las amigas de mi hermana, cruzo los dedos para que no sea así.

—Camila, déjalo tranquilo, no lo atosigues — habla Jasmine divertida.

—Gracias por el agua, volveré a mi clase de hoy — coloco el vaso en la encimera y me despido — chicas un gusto haberlas conocido — salgo de la cocina para ir de nuevo al salón del silencio.

~*~

No me llena de sorpresa encontrar a Mackenzie como la deje.

— ¿No tiene sed o hambre? — Pregunto y no tengo respuesta, reviso la hora en mi teléfono — es la hora del almuerzo, si gusta podemos comer juntos — sí, no es la mejor idea que tengo, sin embargo, su estado casi tieso me perturba.

—No hace falta, coma usted.

—Como lo desee la señorita — antes de salir la vuelvo a mirar y puedo notar como parpadea continuamente y pasa una de sus manos por el rostro de manera frustrada, es verdad lo que dicen, cada cabeza es un mundo.

Después de acabar mi clase con la señorita robótica, me dirijo a la parada de autobús que está ubicado a unos cuantos metros de la residencia Wells, en todo el camino no dejo de pensar en ella y en un parpadeo ya estoy lejos de todo el lujo de los Wells. Toco la puerta esperando que este solo y cuando la puerta se abre solo tengo la imagen de Jacob sonriéndome, eso pasa pocas veces.

—Cuéntamelo todo — me jala hacia adentro de la casa sin darme tiempo de protestar.

Estamos en su cuarto, mientras él come sus alitas asadas, yo intentando quitarme el tinte blanco de mi cabello con un paño mojado, las indicaciones son una falsa "Solo sale con agua".

¡Solo sale si te arrancas todo el cabello!

—Fue raro... demasiado — jalo con fuerza mi cabello, estúpido tinte del demonio.

— ¡Quiero detalles! — parece una vieja chismosa.

—La chica es muy bonita, le calculo unos 18 años ¿tal vez?, es pelirroja creo que natural no es un naranja extravagante — me miro en el espejo y muerdo mi labio con fuerza al ver que el blanco no se quita — Es un rojizo un poco oscuro, pero a la vez claro, ojos muy azules, labios apetecibles y un lindo cuerpo — mi estómago, mi mejor amigo carraspea y volteo a verlo, me da una de sus miradas serias mientras alza una ceja — Lo que tiene de hermosa se va apenas habla, es una niñita mimada, arrogante, estresante, parece un robot.

—Gracias a Dios, ya me había asustado — suspiro de satisfacción al ver el negro de mi cabello asomarse por todo el desastre blanco.

— ¿Por qué asustado? — pregunto sin comprender, él fue quien me pidió, le contara todo y eso hice.

—Erick, cuando empezaste hablar sobre aquella chica parecías casi hipnotizado, es como si estuvieras hablándome de Katherine.

— ¿Quién? — en mi mente sigue el rostro de Mackenzie, que fastidio.

—Tu novia Erick con la que cumplirás un año de novio.

—Cierto, calma, solo estaba bromeando — empiezo a reírme para ocultar la pequeña culpa.

—Eso espero — Jacob es pura seriedad — Kat sin duda es mejor que esa chica que nombraste — asiento no muy convencido — ¿Te descubrieron?

—Quien me puede descubrir si tenía el cabello blanco y ojos azules, parecía un desconocido, me siento incómodo mintiendo.

—Fue genial mi idea.

—Si claro, utilizar un tinte blanco que me da comezón en el cabello y colocarme unas lentillas azules que irritan los ojos — si mi hermana me viera lo más seguro es que mínimo me daría un golpe.

—Eres un exagerado, fue una gran idea, ni las personas de la Nasa tienen planes para mandar a las personas del espacio como yo.

—Si supongamos que sí amigo — me quito las lentillas con cuidado — no sé Jacob, esa chica es muy rara.

— ¿A qué te refieres?

—Es que... no lo sé — jalo mis dedos hasta tronarlos — pero tiene algo que te llama la atención aunque se comporte fría y distante.

— ¡No! — Lo miro extraño por su reacción — conozco esas dudas Erick, acuérdate a donde pertenece esa chica, no debes olvidar porque estás ahí mintiendo, por culpa de su madre.

—Si — sonrío —tienes razón, no puedo olvidar por todo lo que he pasado.

— Claro hermano, ven, te invito a jugar un rato para que vuelvas a la realidad de donde vivimos y quienes somos.

—Te aplastaré lo verás.

Quisiera creer en las palabras de Jacob, pero no sé por qué tengo la idea de que Mackenzie Wells es todo lo contrario de lo que muestra.

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