Mordió su mejilla tan fuerte que sangro. Sus ojos cafés se abrieron de par en par y un intento de voz salió de su boca pero murió como susurro.
Había escuchado bien esas palabras dichas por el rubio. Su cuerpo estaba en coma. Los flashes del camión viniendo hacia él y la suave voz de JiMin llamándolo a las afueras de la iglesia llegaron a sus recuerdos. Todo había sido planeado, no fue una alucinación, no fue algo sacado de su imaginación. Su cuerpo estaba ahora en una camilla de hospital en estado crítico, su madre seguramente estaría llorando en los brazos de su padre, lamentándose la tragedia de su hijo, quien ahora se encontraba en un mundo alterno, donde su alma reposa en un paraíso maligno y convivía con la maldad.
— Tú... tú has hecho esto — No fue una pregunta. Lo miró de soslayo. Se levantó del césped con una tranquilidad falsa — ¿Por qué el afán de tenerme aquí? No soy como ustedes, solo soy un humano corriente. ¿Qué quieres de mí?
Taehyung sonrió incorporándose también. Del bolsillo derecho del pantalón, sacó un cigarro y con uno de sus dedos lo prendió. Inhaló profundo para después soltar el humo en la cara del chico que lo miraba perplejo por aquel acto tan mágico que había hecho.
— Quiero muchas cosas de ti, eso sin duda — lamió sus labios con la mirada fija en él —. Sin embargo estás aquí porque necesito protegerte, no lo entenderás ahora pero siéntete tranquilo, nada te va a pasar — llevó su mano libre a la mejilla suave acariciandola –. Mientras yo esté contigo nada te va a pasar JungKook.
JungKook analizó aquellas palabras. ¿Por qué tendría que confiar en un demonio?
— Bueno, hiciste que me arroyara un camión, eso cuenta. — Increíblemente su tono de voz fue con un atisbo gracia a pesar de lo horrible de la situación.
El demonio lo miró divertido y alborotó un poco su cabello castaño.
— Estarás bien— soltó simple pero dándole tranquilidad al menor —. ¿Te gustaría hacer algo, pequeño? — llevó la su mano a la cintura baja y lo animó a caminar junto a él con parsimonia.
El castaño pareció dudar por unos momentos. Se preguntaba que hacían eso seis seres para divertirse y pasar el rato. JungKook era inocente, su mente aún le faltaba madurar. Nunca había podido experimentar su adolescencia debido a las normas protectoras de sus padres, por lo que todo lo que veía hacer a otras personas lo miraba con ingrata ingenuidad. El chico aún seguía siendo el mismo niño del que Taehyung se enamoró tiempo atrás.
— Bueno... no lo sé... — suave voz aniñada y jocosa —, tengo muchas preguntas...
— Pregunta y dime lo que quieras, tenemos una eternidad. — sonrió dulce.
[...]
Dulce olor acaramelado. Eso fue lo primero que percibió al entrar a la mansión. El sol se estaba ocultando y después de una larga caminata por extensos bosques y pastizales de flores junto al demonio de cabellos rubios, habían decidido volver. JungKook tenía que admitir que se lo había pasado bien, estar con el mayor era simple y cómodo. Sentía que a su lado todo era correcto, más le era familiar su cercanía. Preguntó todas sus dudas, aunque fueran algo tontas y sacadas de película. Tal como aquella pregunta que hizo carcajear al rubio " ¿Y que pasa con los vampiros y hombres lobos? ¿Ellos también existen? Sabes... siempre he dudado de mi profesora de matemáticas, es muy pálida para ser humana"
Al demonio no le molestaba para nada responder todo lo que el chico le dijese, lo comprendía de algún modo, el hecho que saber la existencia de ángeles y demonios además de un mundo alterno podía ser algo abrumador para un mortal.
— ¿Tienes superpoderes? — preguntó con emoción, caminaba de espaldas por el salón principal teniendo poco cuidado con los adornos y estatuas que se encontraban allí.
TaeHyung hizo un sonido de dubitación.
— No creo que sean superpoderes, llámalos habilidades...
— ¡Eso es genial!
El chico se emocionó tanto que no se dio cuenta del jarrón en el pedestal cerca de él, tropezándose y empujando la reliquia al punto de tambalearse. Cuando sentía que iba a cae sentado contra el suelo, las dos manos de TaeHyung lo sostuvieron firme por su cadera, jalándolo un poco hacia sí para que se reincorporara. Con una sonrisa socarrona se acercó a la cara del menor él cual se encontró nervioso por su reciente torpeza.
— Ve con cuidado, amor.
JungKook se sonrojó leve al escuchar aquel llamando. Empujó despacio el agarré que todavía poseían sus caderas, dio una mirada rápida al hombre y continuó caminado.
[...]
La cocina estaba más concurrida que nunca. Todos los demonios estaban allí. El olor dulce y poco familiar que rondaban por los pasillos los llevó hasta allí curiosos. El mayor de todos era el generador de aquella dulzura. Chocolate, crema, caramelo. JiMin ya se encontraba picoteando con sus dedos, mojándolos en chocolate para después lamerlos y sonreír como niño a gusto. El vástago de Leviatan, NamJoon, se encontraba picando, por orden de Jin, fresas y uvas con sumo cuidado y un poco de torpeza. Mientras YoonGi y HoSeok charlaban amenamente en la mesa central.
— Oh, vaya... qué bien sabe. ¿Por qué es esto, Jin? — JiMin preguntó robando más del cacao.
— Por el pequeño.
— ¿Pequeño? — dudó.
— El niño mortal. — YoonGi le aclaró tosco.
— Oh... — JiMin caminó atravesando toda la cocina hasta el asiento del demonio azabache, con su índice chorreando chocolate—, hablas de JungKookie... — acercó el dedo a su boca invitándolo a chupar.
YoonGi lo miró con el ceño fruncido al escucharle llamar así.
— No lo llames así.— refutó serio. Seguidamente abrió su boca y dejó que el menor le diera de probar de su dedo. JiMin sonrió tierno y posó sus labios en su mejilla delicadamente.
— ¿Y cuál es el fin de esto? — HoSeok cuestionó al mayor.
El pelirosa se movía hábil por todo el lugar, lavando y poniendo en su lugar las cosas que había utilizado, además de cerciorarse de que su demonio destructor no se hubiera picado un dedo.
— Quiero que se sienta más a gusto con nosotros... el cambio debió se brusco para él. Es un chiquillo aún y no debe de entender mucho por ahora, sólo... quiero acogerlo y mantenerlo en su ingenuidad humana. — habló con su mirada gacha, limpiándose distraídamente sus manos con un servilleta.
Todos los presentes lo miraron perplejos. Un demonio de la soberbia, tan egocéntrico y narciso, hablando fraternal y sensible de un simple mortal, totalmente impropio. Sin embargo, por una parte, ellos comprendían lo que decía el mayor, el niño viviría una realidad totalmente nueva y abrumadora, lejos de todo lo que creía y amaba. Y sin que ningún se diera cuenta algo blanco nació en sus sentimientos oscuros cuando vieron a JungKook entrar con una sonrisa más dulce que aquel caramelo.
Gracias por leer. 😭✨