A la mañana siguiente, me toca volver a la rutina. Desayunar, vestirme, subirme al coche, despedirme y entrar al instituto.
Darcy- ¡Eva!- Aparece detrás de mi.
- ¿Hoy no me esperas en la taquilla?- Pregunto extrañada.
Darcy- ¿Y estar a solas con Abby? Ni hablar.- Dice seria mientras caminamos por el largo pasillo.
- No debemos evitarla.- Advierto.- Podría descubrir que le ocultamos algo.
Darcy- La que oculta algo es ella.- Se cruza de brazos.- Lo peor de todo esto es que no he dormido nada.
- Te acostumbrarás.- Digo recordando mis ultimas noches.
Darcy- ¿Y ahora qué? ¿Cómo actuamos?
- Con normalidad.- Digo.- Que no se nos note que lo sabemos todo.
Darcy- No lo sabemos todo.- Me corrige.- Solo sabemos lo que vimos.
- Para mi está muy claro lo que vimos.- Digo.- Ahora, ya sabes, actúa con normalidad.- Le recuerdo una vez nos acercamos a mi taquilla, donde nos espera Abby.
Abby- ¿Por qué has llegado tarde?- Se dirige a Darcy.- Y, ¿Por qué le has dicho a tu padre que hoy venías en bus y no en mi coche?
Darcy- Me he despertado muy tarde y no quería que te retrasaras por mi culpa.- Se excusa.
Abby- Está bien...- Acepta la respuesta.- Ya te han quitado la escayola, por lo que veo.
Darcy- Sí, ayer por la mañana.- Concreta.
Se la quitaron unas hora antes de quedar conmigo.
Abby- ¿Al final fuisteis al centro comercial?- Pregunta.
- Sí.- Respondo.- Pero nos fuimos enseguida. Es una pena que tu madre no te dejara venir.
Abby- Hablando de mi madre.- Suelta como si recordara algo.- Me dijo que estabais en mi calle, justo delante de mi casa.
Darcy- ¡No vimos nada en tu porche!- Grita demasiado alterada.
Abby- ¿Qué?- Pregunta nerviosa.
- A lo que se refiere es que no pudimos ni subir a tu porche para tocar el timbre.- Interrumpo antes de que Darcy lo fastidie todo.- Tu madre nos encontró en la acera de enfrente.
Abby- Ah...- Suspira.- Está bien.
Darcy- Sí, exacto.- Añade.- Seguro que te aburriste mucho, pero no tenemos forma de saberlo ya que no...- Pone énfasis en esa ultima palabra.-...te vimos para nada.
Abby- Sí, me aburrí.
- ¡No mientas! Las dos sabemos que te divertiste mucho.- Digo y ella me mira nerviosa.- Estudiar es todo un placer.- Bromeo y se relaja.
Cojo mis libros y me voy a clase con ellas, y tras casi seis horas metida en esta cárcel, al fin terminan. La parte mala es que me voy al pabellón a entrenar.
Una vez llego con Abby nos cambiamos de uniforme y salimos del vestuario. Al salir nos encontramos con el director que está con las demás chicas del equipo.
Director- ¿Sois las últimas? ¿Queda alguien más en el vestuario?
- No, no hay nadie más dentro.- Respondo.
Director- Entonces, podemos empezar.- Hace una pausa y mira a Matilda, su secretaria y mano derecha que le entrega un papel.- El primer punto es que el pasado entrenamiento se cometió un acto muy injusto hacia la señorita Foster.- Me señala.- Se armó una buena y todo por culpa de que nadie dio la cara por ella.- Hace una pausa mirando la hoja de papel.- Encontramos a la, bueno, a las cupables y ya tienen su merecido. Y eso me lleva al segundo punto. Señorita Hill, usted abusó de su poder como capitana y no me gustaría que algo así volviera a suceder, así que he decidido poneros un entrenador.
Alice- ¿¡Qué!?- Grita.
Director- Lo que oye.- Dice.
Alice- ¿Para qué necesitamos un entrenador?- Se queja.
Director- Para que os controle. Me he dado cuenta de que es mejor que un adulto os pueda vigilar y atender a tiempo completo, como al equipo de baloncesto.- Dice.- Además es uno de los mejores entrenadores del fenómeno cheerleading de Canadá y seguro que os vendrá muy bien. Podréis mejorar vuestros bailes y vuestra técnica.
Alice- ¡Tenga compasión!- Suplica arrodillándose en el suelo.
Director- Levántese del suelo señorita Hill, no pierda la compostura.- Dice muy severamente.- Tengo compasión. Es por eso que creo que su castigo limpiando con sus compañeras de fechorías es suficiente.- Dice.- No le quitaré su puesto de capitana. Si el nuevo entrenador decide que usted ya no puede tener más ese cargo, él será libre de quitárselo.
Después de esas palabras el Sr. Smith sale del pabellón acompañado de Matilda.
Alice me mira llena de furia.
Alice- ¡Se suspende el entrenamiento!- Grita mientras se va corriendo.
Jessie- ¡Espera!- La persigue al igual que Heather.
Todas volvemos al vestuario y nos cambiamos la ropa para después salir de ahí.
Me dirijo al coche de Abby.
Abby- Te llevo.- Me dice y yo me subo al vehículo.
- ¿Hoy no tienes cita con los libros?- Pregunto extrañada.
Abby- Más tarde.- Me explica.
- ¿Más tarde has quedado con tus libros?- Pregunto tratando de que me cuente la verdad, que ha quedado con Megan.
Abby- Sí, sola. Los libros y yo.- Responde incómoda.
Al ver que no va a confesar cambio de tema.
- ¿Has oído lo que ha dicho el director?- Pregunto emocionada.
Abby- No le ha quitado el liderazgo a Alice.- Se abrocha el cinturón.- ¿Qué tiene de emocionante eso?
- El entrenador nuevo puede quitárselo.- Le recuerdo.
Abby- No lo hará.- Dice acelerando.
- Si le demostramos que clase de persona es Alice, sí lo hará.- Digo con mucha fe.
Abby- Deja de hacerte castillos en el aire.- Cambia de marcha.- Alice será una mala persona, pero es la más buena del equipo.
- La más buena porque reserva los mejores pasos para ella.- Digo.- Hay gente mejor y que se lo merece mucho más.
Abby- ¿¡No estarás pensando en Jessie!?- Pregunta alarmada.
- ¡No!- Exclamo.- Hablo de ti.
Abby- ¿De mi?- Se sorprende.
- Bailas mucho mejor que ella, las piruetas te salen perfectas y te llevas bien con todo el equipo.- Hablo tan deprisa que casi me quedo sin aire.- ¡Eres la candidata perfecta!
Abby- Quedaría en ridículo al pensar que puedo superar a Alice.- Dice.- Necesitaría ser más votada que ella para el puesto, algo imposible.
Yo me callo. No hay peor ciego que el que no quiere ver, y está claro que Abby va con los ojos cerrados. Es mil veces más buena y yo votaría por ella, como todo el equipo.
Después de unos largos minutos llegamos a mi casa. Me despido y salgo del coche.
- ¡Hola!- Grito al entrar.
Mamá- ¿Por qué llegas tan pronto hoy?- Pregunta al verme pasar a la cocina donde están todos comiendo.
- Se ha suspendido el entrenamiento.- Explico mientras me seinto.
Abuela- Te pondré un plato.- Se levanta.
Mamá- No, deja que lo haga ella.- Dice.- Tiene dos manos para hacerlo.
Genial, está de mal humor.
Me levanto y me sirvo un plato de macarrones.
Oliv- ¿Qué tal el trabajo?- Pregunta.
Mamá- Bien.- Miente.
Últimamente todos mienten, incluyéndome a mi misma.
Al terminar de comer voy a mi habitación y hago mis deberes.
Cuando los acabo el aburrimiento me invade así que recurro a lo que nunca falla, Internet, y me meto en la web del instituto. Hace mucho que no entro.
Introduzco mi nombre de usuario y la contraseña.
Narra Alice:
Heather- Esta es tu fregona.- Me ofrece ese artilugio que suele llevar Valentina, mi criada personal.
- No pienso hacerlo.- Digo.- Vais a limpiar también mi parte.
Jessie- ¡Nunca terminaremos si no nos ayudas!- Se queja.
- Me niego a estropear mi manicura.- Me miro mis preciosas uñas.
Heather- También es responsabilidad tuya que estemos aquí.- Habla tan bajo que a penas la oigo.
- ¿¡Cómo dices!?- Exclamo alterada.- ¡Todo es vuestra culpa! Deberías haber visto la cámara de seguridad.
Jessie- Perdón...
Heather- Da igual.- Se rinde.- Terminemos esto cuanto antes.- Se dirige a Jessie.
- Savia decisión, querida.- Sonrío al ver que no me ha llevado la contraria.- Ahora tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos.
Jessie- ¿Podemos hablar de Poppy en otro momento?- Dice limpiando el espejo.
- Sí.- Accedo.- Ahora el problema es el entrenador.
Heather- Con eso si que no podemos hacer nada.- Dice.
- ¿Qué no? Tenemos que encontrar la manera de librarnos de él.- Digo.
Jessie- ¿Cómo?- Pregunta.- Si es tan perfecto como lo ha descrito el Sr. Smith, no tenemos nada que hacer.
- No estoy dispuesta a renunciar a mi puesto como capitana.
Heather- Nadie te lo ha quitado.- Habla un poco más alto esta vez.
- Pero puede darse el caso.- Cruzo mis piernas.
Jessie- Como se haga muy amigo de Eva, le contará lo que le hicimos y nos mirará con malos ojos.- Me apoya.
- Exactamente.- Sustento.- Algo tiene que esconder. Le investigaréis nada más saber su nombre.- Ordeno.- Cuando sus trapos sucios salgan a la luz, lo despedirán.
Heather- Pero ya tenemos mucha faena entre Poppy, Darcy y sus amigas.- Rechista.- Por no hablar de los estudios y nuestra vida privada.
- No te equivoques.- Me levanto del banco en el que estaba sentada.- ¿De qué vida personal hablas? No nos escondemos nada, no tenéis una vida privada a mis espaldas. Yo lo se todo de vosotras.
Heather- Ya pero me refería a salir por ahí juntas.- Se excusa.- Hace mucho que no nos divertimos. Podríamos ir al cine o al parque de atracciones...
- Estamos pasando por momentos de crisis y tú piensas en salir a divertirte.- Interrumpo decepcionada.- No voy a tolerar esa actitud. A demás, si saliésemos iríamos al salón de belleza, no a un parque de atracciones lleno de niños insoportables para que me pisaran mis Manolo Blahnik.
Heather- Perdón.- Baja la cabeza.
Jessie- ¿Po qué no una se encarga de Poppy y la otra del entrenador?- Pregunta.
- Está bien.- Ruedo los ojos.- Heather de Poppy, Darcy y sus amigas. Jessie, tú del entrenador.- Me vuelvo a sentar y saco mi barra de labios.- Daros prisa no puedo salir de aquí hasta que terminéis de limpiar todo esto. Tienen que creer que también he estado aquí.- Ordeno mientras me pinto los labios.
Narra Eva:
Al terminar de leer los nuevos textos de Poppy, oigo como suena mi móvil.
Lo busco entre la manta que me tapa y al encontrarlo miro la pantalla. En el momento en el que leo su nombre me pongo de los nervios. Tan nerviosa que me tiemblan las manos y se me cae el móvil al suelo.
Cuando lo recojo la llamada termina. Quizás sea lo mejor no haber contestado a Shawn, ya que cuando me pongo nerviosa no pienso con claridad y puedo hacer tonterías.
De un momento a otro la pantalla se vuelve a encender, pero esta vez muestra un mensaje de texto:
Mensaje de Shawn:
Tenemos que hablar.
Esas tres palabras se repiten sin cesar en mi cabeza. ¿De qué tenemos que hablar? ¿Y por qué? ¿Acaso no le ha quedado claro que me cae mal? En su defensa diré que quizás besarle no haya sido la mejor forma de demostrarle lo mucho que le odio, pero resulta evidente por las demás veces en las que hemos hablado. A parte, ¡Yo ni siquiera quería besarle! Hay algo en él que cuando se acerca a mi impide que yo me aleje y mi cerebro se queda en blanco. Se tratará de brujería o hipnosis.
Un grito me saca de mis pensamientos: "A cenar" oigo la voz de mi madre. Bajo, ceno y cuando termino intento dormir, sí, intento.