Sucrette leyó las cartas de Rosalya y lloró toda la noche, sabía cuánto la había lastimado y más que nada sabía los sentimientos que había dentro de la albina.
La chica miraba la libreta que yacía sobre el suelo, estaba sobre su cama y tenía una gran cantidad de pensamientos en su cabeza.
Su teléfono vibró indicando la llegada de un mensaje así que hizo una mueca casi con terror y lo tomó; se trataba de un mensaje de Amber, se volvían frecuentes, los odiaba.
Mocosa.
Oye.
Idiota.
Responde.
¿Qué sucede, Amber?
Te ví hablando con Rosalya hoy.
Espero no le hayas dicho nada.
Nada.
Por supuesto que no...
Que bueno, más te vale.
Sucrette sollozó al leer lo último, porque sabía bien a lo que Amber se refería.
A la rubia siempre le gustó Rosalya y cuando se enteró que Sucrette también la amaba le hizo la vida imposible.
Sucrette trató de olvidar a Rosalya con Iris, pero nunca funcionó, la albina siempre fue mucho mejor.
Nunca pudo confesarle sus sentimientos y ahora con esa libreta en sus manos se odiaba a si misma.
Rosalya intentaba olvidarla, pero ella nunca podía salir de la mente de Sucrette.
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Pura jota weee
No eliminen el libro de su biblioteca, haré capítulos extra.