Enseñando A Mia

By MCRomances

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Harta de su vida desalentadora en la ciudad de Nueva York, Mia se arriesga y se embarca en una travesía vigor... More

Enseñando A Mia
Capítulo 1 - Un Día en la Vida
Capítulo 2 - Encuentros Sorprendentes
Capítulo 3 - Salvando a Mia
Capítulo 4 - 21 Preguntas
Capítulo 5 - Nuevos Horizontes
Capítulo 6 - Dejándose Ir
Capítulo 7 - Caso de los Lunes
Capítulo 8 - Noches en Madrid
Capítulo 9 - Despojada
Capítulo 10 - En Casa con Leo
Capítulo 11 - Confesiones
Capítulo 12 - La Realidad Muerde
Capítulo 13 - "Estudiando"
Capítulo 14 - Cenicienta
Capítulo 15 - Deshecha
Capítulo 16 - El Camino Menos Viajado
Capítulo 17 - ¡Shanghái, Baby!
Capítulo 18 - La Confrontación de Shanghái
Capítulo 19 - Sumergida
Capítulo 21 - Música es la Respuesta
Capítulo 22 - Eres Mía
Capítulo 23 - Revelaciones
Capítulo 24 - Jet Lag
Capítulo 25 - Las Últimas Lágrimas
Capítulo 26 - El Tiempo Vuela
Capítulo 27 - Espérame
Capítulo 28 - Entrevistando
Capítulo 29 - La Cumpleañera
Capítulo 30 - Reconquistando
Capítulo 31 - El Ahorcado
Epílogo
Agradecimientos
¡Entrevista con Mia y Leo!
Precuela | Chica de ojos cafés
Nota de la Autora
Robando a Emma - Capítulo 1
Persiguiendo a Sofía - Prólogo
Amando a Olivia - Capítulo 1

Capítulo 20 - Enfrentando el Miedo

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By MCRomances

Mia miró a través del auditorio. ¡Era una casa llena! Definitivamente parecía que más de cien personas estaban presentes. El primer grupo fue llamado para presentar, y Mia por primera vez sintió que la diosa fortuna estaba de su lado ya que no había sido su grupo. Ellos serían los terceros en presentar, al menos eso le compraría un poco más de tiempo extra.

El primer grupo subió al podio y se sorprendió al ver que fue un desastre completo. Los presentadores estaban obviamente crudos, parecían desorientados, perdidos atrás del podio sin saber dónde pararse, y mirándose confusos el uno al otro. No parecía que se habían preparado para nada. Aunque se sintió un poco culpable, la hizo sentirse mejor sobre su propia presentación. Por lo menos estaban preparados.

El segundo grupo pasó y ella pensó que fue bastante decente. Eso fue hasta que uno de los presentadores pronunció la palabra rascacielos mal. Lo seguía pronunciando mal cada vez y ella no pudo contener la risa. Definitivamente presentar no era su fuerte. Es más, ¿por qué nadie lo había corregido?

La presentación acabó y ella sintió los nervios empezar a aparecer instantáneamente. Estaba por pararse, cuando los jueces anunciaron que habría un descanso corto antes de la siguiente presentación. ¡Uf!

Ella salió al pasillo para servirse un café. Ya había tomado café durante el desayuno, pero sintió que su sistema podría usar una dosis extra de cafeína. Se había servido un tazón cuando se dio cuenta que su mano estaba temblando ligeramente.

"Hola Mia, ¿estás presentado?"

Ella se volteó para ver a la última persona que se hubiese imaginado estaría hablando con ella en ese momento. Leo. Inesperadamente, tenía una expresión amigable.

"Eh sí...me toca después," ella alcanzó a decir.

"Nervous?"

"Me estoy muriendo."

Leo se rió. "Vamos, vas a estar bien. Especialmente después de esas últimas dos presentaciones, la barra está muy baja. Digo, ¿escuchaste a ese tipo que seguía pronunciando rascacielos mal? No me pude concentrar en nada más de lo que dijo después de eso."

Mia se mató de la risa. "Sí, eso fue bastante irreal. Creo que tengo una pequeña ventaja en eso."

"¿Ves? Te irá muy bien. Sólo imagina a la audiencia desnuda y párate enfrente del podio. Comandarás más presencia de esa manera. Además, vas a poder presumir ese bonito vestido morado que traes puesto."

Mia miró hacia su vestido. ¿Por qué siempre traía puesto morado? El vestido era más bien un color violeta. Se dirigió de vuelta hacia Leo. "Sí, supongo que si Justin Bieber puede usar el color, yo también puedo."

"Te queda mejor a ti. Buena suerte allá arriba, no que lo necesites. Esos cinco minutos pasarán antes de que te des cuenta." Leo le sonrió y se alejó hacia otras personas.

Mia instantáneamente se sintió mejor después de su conversación corta y cuando los jueces anunciaron que el descanso se había terminado, caminó con confianza hacia el podio para encontrarse con Antonio y Ana.

La audiencia se tranquilizó cuando Antonio caminó hacia adelante. Él había decidido usar un traje tradicional de seda china para la presentación. Mia no lo pudo creer cuando primero lo vio en el desayuno, pero en fin era Antonio. Había explicado que era parte del acto de humo y espejos, que era argentino y que era parte de su naturaleza. Ella decidió que no podía hacer daño, a lo mejor hasta les darían puntos extras por ello.

Antonio hizo un comentario rápido sobre su atuendo e instantáneamente hizo a la gente reír. Luego se puso serio y dio su parte de la presentación sin esfuerzo.

Una vez que terminó, Mia sintió que el auditorio se calló enfrente de ella. Sus sentidos inexplicablemente se intensificaron y de repente pudo escuchar el crujido de un papel, alguien aclararse la garganta en la parte de atrás, su propia respiración se sentía como si fuera el sonido más fuerte del auditorio.

De repente se puso en blanco y no podía recordar las palabras de su presentación. Miró hacia la audiencia y Leo se ajustó en su vista. ¿Qué le había dicho, imaginar a la audiencia desnuda? Todo lo que podía conjurar era una imagen desnuda de él, específicamente una imagen de él en nada excepto sus boxers en la ducha. Dios, eso no está ayudando.

Leo le sonrió y le dio un pulgar hacia arriba junto con una señal de aprobación. El gesto la tranquilizó. Okay, enfócate Mia. Puedes hacer esto.

Miró de vuelta hacia su primera diapositiva y las palabras empezaron a correr. Después de ese momento inicial de pánico, el resto de su presentación fue inmaculada. Y justo como había dicho Leo, se terminó antes de que se diera cuenta. Lo había hecho. No había decepcionado a sus compañeros de equipo. Una sensación de alivio la atravesó y se quedó sonriendo mientras Ana dio la última parte de la presentación perfectamente.

La audiencia aplaudió fuertemente una vez que Ana terminó, y empezó la sesión de preguntas. Los jueces les hicieron tres preguntas y Ana instantáneamente contestó con una respuesta inteligente. Era como si le estuvieran tirando pelotas en curva y cada vez tiró un jonrón fuera del estadio. Los jueces asintieron con la cabeza en aprobación y les agradecieron por la presentación.

Mia se sentó de vuelta completamente aturdida y apenas puso atención al resto de las presentaciones. En vez se perdió en sus propios pensamientos. Por una vez, sintió un sentido de orgullo. Aunque constantemente dudaba de sus acciones, había logrado demostrarse a sí misma de lo que era capaz. Había puesto sus habilidades a prueba, y lo había superado. Eso tenía que valer algo. Y no lo hubiese podido hacer sin Leo.

Sus pensamientos se derivaron hacia él. La había ayudado y alentado una vez más, a pesar de todo. A él no le había importado su conversación del día anterior, había puesto los sentimientos de ella primero. Él había sido completamente altruista, justo como siempre actuaba. Era un santo comparado a ella.

Ella no había actuado de esa manera hacia él. Ni siquiera cerca. En vez, ella había sido cobarde. Había estado tan asustada, sentido tanto miedo de seguir adelante con su vida. Hasta cuando la felicidad la estaba mirando fijamente, había perdido la llamada. ¿Y qué si era demasiado pronto? No hay reglas para este tipo de cosas, sólo pasa, la mayoría del tiempo cuando menos lo esperas.

Dios mío. Qué he hecho, ella pensó. ¿Cómo pudo haber empujado a esta persona tan asombrosa y maravillosa que también resultaba estar profundamente interesado en ella? Todo era un error masivo.

En ese momento, Mia se dio cuenta que lo tenía que arreglar. ¿Pero cómo? Sólo había una manera de averiguarlo.

*****

Cuando las presentaciones terminaron, tuvieron un último almuerzo en South Beauty, uno de los mejores restaurantes chinos de la ciudad. Tenían el resto del día libre para hacer lo que quisieran y estarían regresando a Madrid temprano al día siguiente.

Mia no se quería ir. Sólo quería unos días más. Ella pensó en el grupo de personas que había decidido extender su vuelo de regreso para hacer un mini viaje a Beijing después. Cuando primero había escuchado de ello hacia alrededor de un mes, había descartado la idea pues pensó que era irresponsable perder tres días de clases, pero en este momento no sonaba como una mala idea para nada.

Ella terminó de comer y notó que Leo estaba por salir del restaurante con Omar y un par de otros chicos. Es ahora o nunca, ella pensó. Discretamente lo paró en la puerta.

"Leo, te quería agradecer por lo de antes."

Él se volteó para mirarla con una expresión sorprendida en la cara. "Ni lo menciones. Hicieron un muy buen trabajo."

"Sí, pero tu consejo realmente ayudó. No lo hubiese podido hacer sin ti," Mia confesó.

"Créeme, fuiste toda tú guapa. Deberías de estar orgullosa. Bueno, tengo que alcanzar a los chicos. Supongo que...nos veremos por ahí." Leo empezó a caminar hacia la puerta.

Mia dudó un momento. "¿Quieres hacer algo?" ella soltó detrás de él.

Leo dio media vuelta. "¿Perdón?"

"¿Estaba...pensando si a lo mejor querías hacer algo por un rato?" Ella lo miró tímidamente detrás de sus pestañas gruesas.

Él caminó de vuelta hacia ella y la estudió momentáneamente. Justo cuando iba a dar marcha atrás a su sugerencia, él se agachó y alcanzó su mano. "Pensé que nunca preguntarías."

Mia sonrió y salieron del restaurante juntos. Ella había sido lo suficiente audaz y pareció funcionar.

"¿Así que adonde te gustaría ir?" Leo preguntó.

Ella esperó que pudiesen empezar de nuevo con algo simple. Regresar a lo básico. "Estaba pensando hacer un poco de compras en la calle. Pero tengo que confesar que soy muy mala para regatear."

"Bueno ciertamente has venido al lugar correcto entonces."

Se metieron en un taxi y fueron hacia la calle de Nanjing, una de las calles de comercio más transitadas del mundo. Mia no era alguien para comprar cosas falsificadas, pero parecía una manera de vida en Shanghái. La gente decía que era tanto de la experiencia turística como cualquier otra cosa.

Ver a Leo regatear era graciosísimo. Siempre que un vendedor les daba un precio, inmediatamente respondía diciendo 'ni pa ti, ni pa mi', queriendo decir que el precio no era bueno para ninguno de los dos. Lo seguía diciendo hasta que eventualmente bajaban el precio, normalmente hasta el 70%. Mia se sorprendió que la mayoría de los vendedores sabían español y para ellos era mejor negociar así porque los precios acababan siendo más bajos. Nada como estafar a un americano rico, o británico en ese caso.

Mia acabó comprando una bolsa falsa de Marc Jacobs y una billetera de Louis Vuitton. Pero su compra favorita había sido unas batas de seda china que había conseguido para su mamá, su hermana y para sí misma en diferentes colores. Leo compró dos relojes Patek, uno para su hermano.

"¿Sabes que probablemente van a parar de funcionar en un par de semanas, verdad?" Mia señaló.

"Sí, es lo más probable. Pero cuando en Shanghái..." Su voz se fue apagando.

"Tengo que admitir que me impresioné bastante con tus habilidades de regateo. Mi mamá es la que normalmente hace todo el regateo cuando viajamos. Es bastante buena para ello también. Siempre trata de jugar la parte de mexicana pobre. Es muy cómico porque obviamente no le creen pero igual le bajan los precios."

"Ella suena bastante increíble," Leo dijo.

"Sí, realmente lo es." Mia sintió un poco de nostalgia con ese enunciado. Era la combinación de sentirse alejada de su familia, y la facilidad con la que podía hablar con Leo sobre ello. Dios, extrañaba tener esa conexión con él.

Leo pareció darse cuenta del cambio de emociones cursando por su cara. "¿Quieres ir por un trago? Hay un bar muy agradable en el Hyatt donde podemos ir."

"Me encantaría eso."

Mia y Leo caminaron dentro de Cloud Nine. Era un bar en piso 87 del Hotel Hyatt y tenía una vista de 360 grados de la ciudad. Era uno de los bares más altos del mundo, y hasta tuvieron que tomar dos elevadores separados para llegar ahí.

Se sentaron en el salón del cielo y Mia tomó un momento para apreciar la vista espectacular. Miró hacia las calles de abajo, pero sólo por un momento ya que inmediatamente sintió una fuerte sensación de vértigo. ¡Estaban tan alto!

Pidieron unos cócteles, Mia un Lemon Drop y Leo un Martini seco.

"¿Así que ya has pensado en que vas a hacer para el último término?" Leo preguntó.

"Sí, decidí que voy a regresar a Nueva York para hacer un internado y posiblemente ya encontrar un trabajo. Hablé con algunos de mis profesores y todos recomendaron que debería de regresar. Le pregunté a Davis y literalmente dijo, ¡corre! El desempleo en Madrid es demasiado alto y las oportunidades en Nueva York son mucho mejores para mí. No quiero regresar ya necesariamente, pero creo que es lo mejor para mi carrera ahora. ¿Tú qué planes tienes?" Mia preguntó.

"Voy a ir a Londres también para un internado, básicamente por las mismas razones. Es una lástima lo que le está pasando a la economía española."

"No puedo creer que el año casi acaba. Siento que no tomé suficiente ventaja sobre la experiencia, es decir hasta el final. Ahora sé por qué la mayoría de la gente escoge licenciaturas de dos años. Pasa demasiado rápido."

"No te preocupes, todavía no acaba. Todavía tienes tiempo. Puede que no sea mucho, pero todavía está ahí." Leo sonrió pero había un indicio de tristeza detrás de sus ojos. "La ópera no termina hasta que las señora gorda cante," él citó con una sonrisa de lado.

Mia no estaba muy segura de qué estaba hablando. ¿Se estaba refiriendo al año escolar o a ellos? Era claro que una relación entre ellos ya no sería posible. Estarían yendo por caminos separados. Pero las emociones todavía colgaban entre ellos y Mia desesperadamente le quería decir cómo se sentía. Solamente no sabía cómo.

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