Enseñando A Mia

By MCRomances

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Harta de su vida desalentadora en la ciudad de Nueva York, Mia se arriesga y se embarca en una travesía vigor... More

Enseñando A Mia
Capítulo 1 - Un Día en la Vida
Capítulo 2 - Encuentros Sorprendentes
Capítulo 3 - Salvando a Mia
Capítulo 4 - 21 Preguntas
Capítulo 5 - Nuevos Horizontes
Capítulo 6 - Dejándose Ir
Capítulo 7 - Caso de los Lunes
Capítulo 8 - Noches en Madrid
Capítulo 9 - Despojada
Capítulo 10 - En Casa con Leo
Capítulo 11 - Confesiones
Capítulo 12 - La Realidad Muerde
Capítulo 13 - "Estudiando"
Capítulo 14 - Cenicienta
Capítulo 15 - Deshecha
Capítulo 16 - El Camino Menos Viajado
Capítulo 18 - La Confrontación de Shanghái
Capítulo 19 - Sumergida
Capítulo 20 - Enfrentando el Miedo
Capítulo 21 - Música es la Respuesta
Capítulo 22 - Eres Mía
Capítulo 23 - Revelaciones
Capítulo 24 - Jet Lag
Capítulo 25 - Las Últimas Lágrimas
Capítulo 26 - El Tiempo Vuela
Capítulo 27 - Espérame
Capítulo 28 - Entrevistando
Capítulo 29 - La Cumpleañera
Capítulo 30 - Reconquistando
Capítulo 31 - El Ahorcado
Epílogo
Agradecimientos
¡Entrevista con Mia y Leo!
Precuela | Chica de ojos cafés
Nota de la Autora
Robando a Emma - Capítulo 1
Persiguiendo a Sofía - Prólogo
Amando a Olivia - Capítulo 1

Capítulo 17 - ¡Shanghái, Baby!

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By MCRomances

Pronto aterrizaron y el resto del día fue bastante frenético. Llegaron al Swissotel en Shanghái y Mia estaba bastante impresionada. Era un hotel de lujo de cinco estrellas, muchas gracias. Habían estado comiendo un rico desayuno en uno de los comedores privados del hotel cuando anunciaron que sus habitaciones no estarían listas por otras dos horas. Apenas eran las 10am. En vez de esperar, decidieron seguir adelante con la visita de ciudad planeada de Shanghái.

Shanghái era realmente especial. Edificios modernos de gran altura, tiendas gigantescas y rascacielos súper altos. Le recordaba a las representaciones que Ridley Scott había creado en Blade Runner. Era como South Beach en esteroides.

Hicieron una parada en la exhibición de planificación urbana de Shanghái. En el interior había un modelo impresionante de la ciudad hecho a escala, que mostraba las viejas calles de Shanghái de la década de 1930 a su actual planificación. Incluso tenía futuras versiones de la tecnología de la ciudad que parecía pura fantasía. Hasta ahora, Mia apenas sentía como si estuviera en China.

Procedieron a hacer un recorrido por el barrio histórico de Shanghái para visitar el Jardín Yuyuan, el más grande de los jardines antiguos de Shanghái. Caminaron por las calles llenas de gente y tiendas locales de comida.

Ahora bien, esto era más parecido. Ella pasó la tarde tomando fotos increíbles, pero después de sudar bajo el sol durante varias horas, sentía como si realmente podría usar una ducha. Miró a su alrededor y podía ver que la mayoría de la gente se sentía de la misma manera. Alguien finalmente convenció al guía turístico que era hora de volver al hotel.

Hicieron el registro de vuelta en el hotel a las 5pm y estaba feliz de saber que ella estaría compartiendo una habitación con Victoria. Ella no había hablado mucho con ella desde esa vez que habían salido a Gabana, por lo que sería agradable pasar algún tiempo con ella y ponerse al día.

Lo primero que hizo Mia al entrar en su habitación fue dirigirse a la ducha. Ella no podía creer que había estado usando la misma ropa por dos días desde que había dejado su apartamento en Madrid.

Cuando ella entró a la regadera y el agua fresca finalmente golpeó su espalda, no pudo dejar de pensar, "Nunca subestimes el poder de un buen baño". Ella sacudió la cabeza al recordar quien le había dicho esa frase una vez. Pensó en Leo y esa noche surrealista que habían pasado juntos, a pesar de toda la locura del antro. La forma en que él la había apoyado, preocupándose por ella como si no hubiera nada más importante en el mundo. Apoyó la frente contra la puerta de la regadera y suspiró. Las cosas no podrían ser más diferentes ahora.

Más tarde esa noche tenían una cena y presentación sobre Negocios en China en una sala de conferencias en el hotel. Mia estaba tan exhausta que apenas podía seguirla. Ella seguía imaginándose a su cama plumosa del hotel y no podía esperar a caerse en un sueño profundo en ella.

Una vez que terminaron la cena, Mariela corrió hacia Mia con un sonrisa gigante en su cara.

"Mia, prepárate. ¡Vamos a salir!"

"¿Ahora?"

"¡Claro! Todavía es mi cumpleaños, ¿recuerdas?"

"No sé, Mariela. Estoy muy exhausta y nos tenemos que despertar temprano mañana."

"Tonterías. Tienes que venir. Vamos a ir este lugar Bar Rouge, dicen que es increíble y que la vista es espectacular. ¡Va a ser súper divertido!"

¿Bar Rouge? ¿Ese no era el lugar que Leo había mencionado? "Está bien, ¿por qué no? Sólo vives un vez, ¿verdad?"

"Exactly!" Mariela gritó emocionada.

Llegaron a Bar Rouge y el lugar era en verdad asombroso. Tenía un bar interior que circulaba alrededor del antro. Camareros del bar estaban preparando tragos exóticos y Mia hasta vio el bar encendiéndose en fuego.

También tenía una terraza con otro bar y sillones. Al caminar afuera, ella observó la vista. Era espectacular ver los rascacielos de Shanghái iluminados de noche. Inmediatamente empezaron a tomar cientos de fotos enfrente de ellos. Pretendiendo que estaban agarrando las torres, saltando de arriba y abajo, y haciendo diferentes poses de GQ.

Mientras se reía y platicaba durante la noche, Mia pensó sobre lo afortunada que era de estar ahí. El viaje a Shanghái con sus compañeros en verdad era una experiencia de una vez en la vida. Una experiencia que debería de sacarle provecho, saborear cada momento, y extenderlo al máximo.

Aunque no sería posible sin tener a Leo en él. Pero él la había rechazado. Él ya no la quería, lo había dejado muy claro. Ella iba a tener que dejarlo atrás y seguir adelante. Decidió que era tiempo de empezar a vivir su vida otra vez.

Los siguientes días pasaron demasiado rápido. La visita a la Expo de Shanghái había sido muy divertida. Mia había sentido que estaba en Orlando. Habían recibido tratamiento especial en el pabellón español y Mia se había unido con un grupo de personas que estaban interesadas en visitar la sección latinoamericana. La Expo era un mar de gente, las filas para entrar a los pabellones eran ridículamente largas y nunca había visto a tanta gente en un mismo lugar. Pero habían alcanzado a entrar a los pabellones de Latinoamérica sin tener que hacer fila ya que eran de esos países.

La parte más chistosa había sido toda la gente china que los habían parado a preguntar si podían sacar fotos con ellos. El grupo de Mia había ido al pabellón cubano para tomar unos Mojitos, cuando prácticamente fueron arrinconados a una pared y les tomaron foto tras foto. Se habían sentido como si fueran celebridades siendo perseguidas por los paparazzi.

Otro día tuvieron clases en una universidad de negocios en Shanghái. Ese había sido un día mortal. Mientras que definitivamente había sido interesante, tuvieron clases seguidas de las 8am a las 5pm y sólo un descanso rápido para almuerzo. Todos se habían quedado dormidos en algún momento, hasta el director del programa. ¡La mayoría de las fotos de ese día había sido de gente durmiendo!

También habían tenido visitas a compañías como Coca-Cola y Li & Fung, que estuvieron muy buenas. Ellos tenían que presentar un caso de estudio sobre Li & Fung el último día del viaje, así que todos se habían asegurado de hacer muchas preguntas al guía. La presentación contaría como una gran parte de su calificación final.

El grupo de Mia ya había preparado la mayoría de la presentación, antes de llegar a Shanghái. Habían decidido que los prepararía mejor y les daría más tiempo de disfrutar Shanghái sin tener que hacer tanto trabajo durante la semana.

Ella se había sentido aliviada hasta que su profesor anunció que sólo tres personas de cada grupo serían permitidos presentar ya que sólo iba a ser una presentación de quince minutos. Mia tenía la esperanza de no ser ella, pero era básicamente una posibilidad de 50 porciento pues habían siete personas en su grupo. ¿Quién sabe? A lo mejor se podía librar de ello de alguna manera.

*****

Mia estaba cenando con Victoria en el buffet del hotel. Habían recibido vales para usar cada noche, así que no iban a dejar que se desperdiciaran. Ella se había servido una fuerte dosis de bollos de cerdo al vapor que no podía dejar de comer. Cada vez que iba por dim sum en el barrio chino de Nueva York, era lo único que pedía. La hora de espera en Golden Unicorn siempre valía la pena.

"¿Puedes creer que el viaje casi termina? ¡Prácticamente sólo nos quedan dos días más!" Victoria comentó.

"Ya sé, ¿verdad? Siento que acabamos de llegar. Pasó demasiado rápido," Mia respondió.

"Bueno hay que hacer algo sobre ello. ¡Hay que salir esta noche! Disfrutar mientras que podemos. Hay que aprovechar."

"Creo que es una excelente idea," Mia dijo.

"¿Qué es?"

Mia volteó para ver a Omar aproximarse con un grupo de personas. Ellos habían terminado de cenar y estaban por salir.

"Ah, estábamos pensando en salir a algún sitio divertido esta noche," Mia respondió.

"Estábamos pensando lo mismo. Escuché que hay un bar irlandés a unas cuantas cuadras del hotel que tiene música en vivo. Deberíamos de ir ahí," Omar sugirió.

"Suena como un plan. ¿Nos vemos en el lobby en 20?" Victoria preguntó entusiasmada.

Omar miró a su reloj. "Bueno, entonces nos encontramos a las 10pm. Les diré a otros también. Hay que correr la voz."

Mia y Victoria prácticamente corrieron de vuelta a su cuarto de hotel para cambiarse. Victoria hizo un par de llamadas rápidas a otros cuartos mientras que Mia miró fijamente a su maleta decidiendo que se iba a poner. Escogió un par de tenidas antes de decidir en una provocativa. Shorts negros cortitos para presumir sus piernas, una playera morada empotrada con joyas alrededor del cuello, y unos tacones altos. Esto debería de hacer el truco, pensó.

En el fondo de su mente, ella pensó que Omar le diría a Leo para salir con ellos así que quería mostrar su mejor look, por si acaso. ¿Una chica puede soñar no? Él no le había prestado atención en todo este tiempo y el tratamiento silencioso le estaba empezando a lastimar el ego. A lo mejor si se vestía lo suficiente sexy él la notaría.

Cuando entraron al bar, Mia se dio cuenta de tres cosas. Primero, había una banda filipina impresionante cantando en el escenario. Sólo en Shanghái, ella pensó. Estaban haciendo un cover de la canción Bad Romance de Lady Gaga y la cantante principal tenía una voz espectacular.

Segundo, estaban mostrando el abierto francés de tenis en vivo en la tele y Roger Federer estaba jugando. Mia no pudo creer que se le había olvidado este año. Usualmente seguía los torneos religiosamente.

Tercero, y más importantemente, ¡había una mesa de billar en la parte de atrás! A Mia le encantaba jugar billar. Había jugado prácticamente cada otro fin de semana con sus amigos en la prepa. No era la mejor jugadora, pero se podía defender bastante bien. Uno de sus mejores amigos, Roberto, le había enseñado un par de buenos trucos.

Mia volteó hacia Omar y Victoria. "¿Así que vamos a jugar billar o qué?"

"¿Tú juegas?" Omar preguntó.

"Claro. Prepárate para perder contra una chica."

"Ah, vamos a ver," él respondió.

*****

Leo entró al bar O'Malley's. Omar le había dejado un mensaje diciendo que mucha gente había decidido salir y que los debería de alcanzar. Tan pronto como entró, su mirada disparó distintivamente hacia Mia como si lo estuviese llamando. Ella estaba doblada sobre una mesa de billar, preparándose para tirar en concentración extrema. Se dio cuenta de un grupo de hombres rodeándola, esperando con anticipación.

¿Qué estaba pasando? Mia tomó el tiro y aterrizó en el bolsillo de la extrema derecha de la mesa. Un aplauso estalló y ella alzó las manos y dio un pequeño meneo con su trasero. Ella se volteó y le dio cinco a la gente a su alrededor.

"Mia, ¡lo hiciste!" Omar la levantó y la giró en un círculo. "Okay chicos, hora de pagar." Fue alrededor de la mesa colectando billetes de Yuan de varios hombres muy decepcionados.

Leo no lo podía creer. No podía quitarle los ojos a Mia. ¡Por dios! Ella se veía tan increíblemente sexy. Es más, estaba brillando siendo el centro de atención. Había estado sonriendo sin parar, hablando con extraños, hasta chocando cinco con ellos como si fueran viejos amigos. Él podía percibir un cambio en ella, tenía una chispa extra en su paso y una cierta energía radiando de ella. Se estaba convirtiendo en una mujer en sus ojos.

¿Cómo pasó esto? ¿Él había hecho esto? ¿Soltado algo en ella? Cual fuese el caso, parecía contenta. Ella estaba contenta...sin él. Aunque lo odiaba admitir, a lo mejor ella estaría mejor sin él.

Dios mío, ella está mejor sin mí, él pensó. Leo sintió que lo estaban enterrando vivo.

*****

Mia caminó hacia el bar con Omar.

"¿Así que cuánto conseguimos?" Mia preguntó.

"Suficiente para pagar nuestros tragos por el resto de la noche. Eso fue impresionante, Mia, ¡hubieras visto la cara en esos tipos! Fue lo más gracioso. ¿Quién hubiese pensado que podías jugar así? Yo ni siquiera lo creí," Omar confesó.

"Bueno ya sabes lo que dicen, nunca juzgues un libro por su portada," Mia contestó.

Omar pidió unos tragos y le pasó el restante del efectivo a Mia.

"Esta es la última llamada. El bar cierra en diez minutos," el barman les advirtió cuando regresó.

"Ay no, ¿en verdad? ¿Hay otro sitio por aquí donde podríamos ir?" Mia preguntó.

"Hay un antro llamado Manhattan a unas calles. Cierra tarde, si entiendes lo que digo," él contestó.

¿Manhattan? De todos los nombres... "¿Qué piensas?" Mia le preguntó a Omar emocionada.

"Voy a reunir las tropas."

Mia estaba impresionada. ¿Desde cuándo ella decidía los planes? Estaba teniendo una noche tan buena, que no quería que se acabara. Traía tanta pila, que la fiesta tenía que continuar.

Entraron a Manhattan con la recepción más cálida que había recibido en un antro. Un gerente había estado en la puerta, e inmediatamente los escoltó hacia un escenario en la parte trasera del antro. Se sintió bien el trato especial sólo por ser extranjeros.

El DJ estaba tocando muy buena música y el antro estaba súper prendido. Mia miró a su alrededor. Notó casi de inmediato que habían muchos hombres en el antro. Hombres mayores en trajes. Casi ni una mujer.

Qué raro, Mia pensó. Miró más de cerca a las mujeres y las pocas que había eran muy jóvenes y traían ropa muy escasa. Eso es cuando vio a una de ellas apretando contra uno de los trajes viejos.

Espérate. ¿Estamos en un club de strippers?

Mia no pudo dejar de reírse y le susurró su descubrimiento a Victoria. Ella la miró incrédula por un momento, y luego miró alrededor del antro. Volteó otra vez hacia Mia y se encogió de hombros.

"El show debe continuar, ¿no?" Victoria dijo.

En ese momento, la canción de Jay Z Empire State of Mind empezó a tocar y empezaron a bailar provocativamente, bajándose en la pista de baile...muy abajo. Los hombres en trajes empezaron a aplaudir y el gerente pronto llegó con una bandeja de shots para ofrecerles.

"Bien nos podrían pagar por nuestros servicios," Mia dijo jugando. Ella se continuó balanceando al ritmo, y pronto se encontró al medio del grupo, todos bailando alrededor juntos en un círculo. La vida era buena.

*****

Dios, ¿por qué se tiene que ver tan atractiva hasta cuando está borracha? Leo pensó para sí mismo.

Alguien debió de haber estado compartiendo sus pensamientos porque un tipo pronto se le acercó y empezó a bailar con ella.

Mierda, ¿quién es ese? ¿Charles? Leo no podía ver claramente desde su ángulo al otro lado del antro. Mia simplemente siguió bailando, no pareciendo notar a su pretendiente hasta que la agarró por la cintura y la jaló sugestivamente hacia su cuerpo.

¿Qué carajo? ¿Quién se cree este maldito? Furia hirvió dentro de Leo y maldijo secretamente bajo su aliento. Él se había prometido que mantendría una distancia segura de ella. Después de todo, es lo que ella quería ¿verdad? Pero Leo sabía que más tarde o temprano se encontraría en este tipo de situación.

Digo, mírala. ¿Quién no quisiera acercársele en un antro, bailar con ella, explorar sus manos ansiosas sobre su cuerpo? Y no había nada que podía hacer al respecto. ¿O sí?

Celos se hicieron cargo de él, y de repente no había nada que quería más que ser el que estaba bailando con Mia, apretándola tan cerca de él, sintiendo su aliento en su cuello mientras que acariciaba su pelo. Exactamente como había hecho antes.

Ese debería de ser yo, maldición. Nadie más debería de tocarla así, sólo yo. Yo soy el que debería de estar con ella, no ese imbécil, pensó sombríamente. Nunca había sentido el impulso de querer y proteger a alguien de igual medida.

Antes de que pudiese parar, se encaminó hacia Mia en la pista de baile. Ni siquiera pausando a mirar al imbécil, se situó frente a ella, cortando al bastardo detrás de él.

"Con permiso," alcanzó a decir antes de apretar su boca contra los labios de Mia y tratar de besarla desesperadamente y de alguna manera recuperarla.

Mia lo empujó casi inmediatamente fuera del camino. "¡Leo!" ella le gritó.

"Ey hombre, estaba en la mitad de algo ahí."

Leo se volteó para ver al ofensor. Sí había sido Charles. Él sabía exactamente lo que quiso decir por esas palabras. "No te metas," le ladró. "Y mantén tus malditas garras fuera de ella. No me hagas decirlo dos veces o lamentarás el día que naciste," él le amenazó.

Él se volteó de nuevo a mirar a Mia, quien tenía los brazos cruzados ante él, desaprobación intensamente marcada en su cara. Okay, ahora lo estaba perdiendo oficialmente. No debió de haber dicho eso enfrente de ella.

"Dulzura, lo siento. Merecí eso, pero por favor déjame explicar."

"¡No te atrevas a llamarme eso! Es demasiado tarde, déjame sola," ella alcanzó a decir arrastrando las palabras.

No, mierda. ¿Ella quería estar con Charles? El infierno se quebró adentro de él al pensamiento.

"Mira, amigo. Ella no quiere estar contigo, ¿bien? Ella no te quiere," Charles le espetó.

Sus palabras le punzaron profundamente y sintió un dolor intenso resurgir adentro de su pecho.

Ella no te quiere.

No, no podía ser posible. Mia era suya. No sabiendo cómo manejar el dolor, el rechazo, la realidad, él hizo la única cosa que podría hacer su situación un poco más tolerable.

Soltó un golpe a Charles y lo lamentó al instante cuando lo vio noqueado en el piso. Santa mierda, ¿por qué sigo haciendo esto? Ah sí, ¡porque has perdido la maldita cabeza!

"¡Leo! ¿Qué diablos estás haciendo?" Mia le preguntó, mirando a Charles tirado en el piso. Ella parecía que lo quería ayudar, pero luego decidió no hacerlo. Él encontró eso extrañamente alentador.

¿Qué diablos estoy haciendo? "Vámonos...ahora," él comandó.

"¿Nosotros?" ella preguntó incrédula.

"Necesitamos hablar." Él la agarró por el brazo y la arrastró hacia la salida del antro cuando el personal de seguridad se le acercó.

"No hay necesidad, me estoy echando a mí mismo," le dijo a uno de los porteros al salir.

"¿Dónde estamos yendo? ¡Lo último que quiero es hablar contigo! No quisiste esto, ¿recuerdas?" Mia le gritó mientras él buscaba un taxi.

Bebé, si sólo supieras. "Mia por favor, estás haciendo una escena."

"¡Yo diría! Yo no soy la que le acaba de pegar a un tipo en la cara," dijo tambaleante.

"Mira, ni siquiera puedes caminar derecha. Te estoy llevando de vuelta al hotel." Leo usó la carta protectora en ella para que estuviese de acuerdo. Era lo único que le quedaba.

La jaló adentro de un taxi con él y le dio al conductor una tarjeta con la dirección del hotel. Ella se corrió hacia el otro lado del coche y descansó su cabeza contra el asiento, mirando hacia afuera de la ventana. La distancia que ella puso entre ellos casi lo mató.

¿Realmente había sido un mes desde que había estado remotamente cerca de ella? Aparte del aeropuerto y el viaje de avión a Shanghái, pero eso casi no había contado a sus ojos. Su proximidad no había sido su decisión.

"¿Así que sólo me vas a ignorar?" Leo protestó.

Mia cruzó sus brazos sin mirarlo. "That's the plan."

"Bueno."

Pensó que la puerta de esa conversación se había efectivamente cerrado, cuando ella empezó a hablar de nuevo unos minutos después.

"Estaba pasándola muy bien en el antro hasta que tú decidiste llegar a arruinarlo. Ahora me estás secuestrando contra mi voluntad. Si crees que voy a ceder a esto, estás muy equivocado."

"No te estoy secuestrando. Te estoy salvando de ese lunático allá atrás."

"¿Lunático? ¡Tú eres el secuestrador lunático!" ella gritó.

"¡Y tú andas de borracha desastrosa! ¿Querías acabar calentando la cama de otra persona esta noche? Me deberías de estar agradeciendo, Mia."

"¡No estoy borracha! Me puedo defender por mí misma," dijo ofendida.

"¿Ah sí?" Él se acercó a su lado, cerrando la brecha entre ellos. La agarró de la cintura y la jaló apretadamente cerca de él, atrapándola entre su cuerpo y la puerta del carro. "¿Qué si no fuera yo ahora? Los hombres usualmente no son tan...amables con mujeres en tu condición." La agarró por el cuello y se inclinó en su cara. "Trata de luchar contra mí, te reto," él susurró en su oído.

Su respiración se detuvo y para su sorpresa, ella no hizo ningún intento en contra de él. En vez, la belleza de sus ojos cafés se volvió triste y alejó la vista de él. "¿Ya terminaste? Explicaste tu punto. Puedes parar ahora," ella dijo dolorosamente.

Él instantáneamente la liberó, sintiéndose como el pedazo de mierda más grande del planeta. Eso no salió como había planeado. No había sido tan amable con ella tampoco. Él era un bastardo arrogante del grado A. ¿Por qué tenía que ser tan maldito celoso? El pensamiento de ella en los brazos de otro hombre tenía su mente girando fuera de control y se había vuelto un macho posesivo. Él se sentó de vuelta a su lado y pensó que nunca debió de haber cruzado esa línea entre ellos en el primer lugar. Quizás era mejor de esta manera.

Pasaron el resto del viaje en taxi en completo silencio. Había tantas cosas que quería decir pero no tenía el corazón para decirle. Cada vez que abría su boca últimamente, sólo parecía empeorar las cosas. Cuando llegaron al hotel, Leo le pagó al conductor y estaba por salir del carro cuando se dio cuenta que Mia estaba profundamente dormida.

Con un suspiro, la recogió y la cargó todo el camino de vuelta a su cuarto de hotel después de revisar su tarjeta de acceso dentro de su bolsa. La sensación era demasiado familiar y no pudo dejar de pensar en todo lo que había pasado durante los últimos meses.

Leo colocó a Mia en lo que imaginó era su cama y se sentó mirando fijamente a la criatura angelical ante él. Le quitó los zapatos y envolvió unas cobijas alrededor de ella. ¿Todo esto era su culpa? ¿Realmente había sido la causa de su dolor? Trató de imaginar una vida sin ella, su propia vida antes de que se conocieran, pero no lo pudo aceptar. Sentía como si parte de su mundo se estaba desvaneciendo.

Sacó su teléfono para mirar a la foto que Max había tomado en el aeropuerto. Max se la había mandado justo antes de que saliera de Madrid y ahora no podía parar de mirarla. La ilusión que veía en él, de todo lo que representaba en ese momento singular en el tiempo, lo estaba torturando.

Se dio cuenta entonces que nunca le había dicho verdaderamente cómo se sentía sobre ella. Todo terminó tan abruptamente, justo cuando estaba empezando a creer que esto realmente le podía suceder a él. Fue como si su relación nunca cuajara, emocionalmente y físicamente. Todavía se despertaba cada mañana añorándola desesperadamente. Todavía había tanto sentimiento guardado dentro de él, de todo lo que quería con ella. Tal vez si sólo se lo hubiese dicho, nada de esto hubiera pasado. ¿Cómo pudo ser tan estúpido?

No, tenían que estar juntos. Este viaje no era para nada como lo había planeado. Sólo unos pocos meses antes habían pasado la noche entera hablando de lo que harían cuando estuvieran aquí. Él había querido usar la oportunidad para consentirla, mostrarle sus lugares favoritos de la ciudad, hacerla sentirse especial, justo como merecía.

Pero nada de eso había pasado, y en vez ahí estaba, sentado en el cuarto de hotel mirando a la chica de sus sueños, contemplando lo que pudo ser, sabiendo que nunca tendría nada de eso. Y era su culpa entera. Se las había arreglado para romper completamente la única relación importante y real que había tenido.

Ella no te quiere.

Las palabras hicieron un eco en su mente una y otra vez como un virus infeccioso esparciéndose, mientras salía del cuarto en silencio y entre lágrimas.

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