[RoSeong] FREEZE! 그대로 멈춰라!

By hanrobxs

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Inseong creía que su vida como policía iba a ser sencilla y tranquila. Había nacido para proteger a las perso... More

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Epílogo

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By hanrobxs

 Desde el otro lado del cristal protector, Inseong observó como Yeeun se derrumbaba ante el detective que la interrogaba, el cual terminó resoplando, mientras le ofrecía una caja de pañuelos de papel, más por pura educación que porque realmente le importase su llanto.

ㅡ Es una chica lista. Al confesar todo lo que sabía, y desplumar a Lee Kyungmin, el juez no la pondrá pena de cárcel, sobre todo porque no tiene antecedentes. Además, entrará en el programa de protección de testigos, así que estará salvada de posibles represalias de la mafia.

El muchacho castaño se encogió de hombros, en silencio, observando el cristal sin ver mucho más allá, hasta que segundos después se dio la vuelta, en dirección a la puerta.

ㅡ Daeshin-ah. ㅡllamó Inseongㅡ. ¿Estás libre? Necesito que me lleves a un sitio.

Un chico joven, cabellos cortos, rapados en la zona de la nuca, se levantó rápidamente de su asiento, observando al mayor con gesto serio y educado.

ㅡ ¡Por supuesto, señor! Cogeré las llaves.





Inseong caminaba tranquilamente por los largos y blancos pasillos del hospital, manteniéndose a un lado para no impedir el tránsito normal de pacientes, médicos, familiares y enfermeras. Se acarició de manera triste la escayola que cubría su antebrazo, ente suspiros, sin mirar mucho el camino que tomaba, pues ya se sabía el recorrido de memoria hasta la habitación que buscaba.

ㅡ Señora Kim, ¿todavía sigue aquí?

Con total confianza, se acercó a una señora mayor, sentada en uno de los bancos que había a lo largo del pasillo, frente a las habitaciones. Ella lo reconoció enseguida, y por ello le sonrió cuando el muchacho se sentó a su lado; le tomó de la mano buena y suspiró, asintiendo con pesadez y cansancio.

ㅡ Oh, Inseong... No esperaba verte por aquí, aún estás lesionado, debes descansar.

ㅡ Tranquila, señora Kim. Estoy bien.

ㅡ Está bien... ㅡla cálida sonrisa que le dedicó Inseong la terminó por convencer.

ㅡ ¿Y cómo es que está hoy aquí?

ㅡ Mi hija ha tenido que ir corriendo al pediatra con el niño, así que haré yo su turno. Estoy jubilada, no me vendrá mal algo que hacer, y así no lo dejamos solo tampoco... ㅡcomentó, haciendo una señal con la cabeza en dirección a la puerta.

ㅡ ¿Está dormido?

ㅡ Está despierto, pero han venido las enfermeras a cambiar el vendaje y hacerle las curas de las heridas. Por privacidad nos hacen salir de la habitación siempre. Ya ves tú, ni que nunca hubiera visto a mi hijo desnudo.

Inseong se rió ante el comentario de la mujer, pero notó cómo sus orejas se enrojecían ante la imagen poco adecuada que se le había formado en la cabeza a raíz precisamente de esas palabras, carraspeó un poco para disimular. Cuando ya estaban terminando la conversación, las puertas correderas de la habitación se abrieron, dejando salir de esta a un par de enfermeras jóvenes, empujando un carrito lleno de gasas, vendas, y varios frascos de medicinas, así como varios artilugios médicos que, si le preguntaran por su nombre o su utilidad, sería incapaz de responder, pues nunca lo había visto.

ㅡ Puede irse a descansar, señora Kim. Yo acabo de terminar mi turno en la comisaría, así que estoy libre, puedo relevarla para que se vuelva a casa.

ㅡ ¿De verdad? Ya te dije que no me importa, si no tengo nada que hacer... ㅡla mujer parecía reacia a moverse de su asiento, aunque se levantó cuando Inseong hizo algo de presión en su brazo para ello.

ㅡ Pero también debe tomarse su tiempo en descansar y vivir relajada. Además, soy yo, en mi puede confiar y lo sabe.

ㅡ Es cierto, eres tú... Está bien, me has convencido, me iré.

El chico de cabellos castaños sonrió de manera amplia, contento de haber logrado lo que buscaba, y trató de darle un cálido abrazo a la anciana, como pudo, pues con un brazo pegado al pecho, escayolado, era más que complicado. Hasta que no la vio torcer la esquina del pasillo, no se movió de donde estaba, girándose para colocarse frente a la puerta de la habitación en cuestión. Tomó aire, mirando la placa que estaba justo sobre esta, más concretamente, el nombre que aparecía escrito en ella: Kim Rowoon.

Inseong avanzó hacia le interior de aquella amplia habitación de hotel, con cierta inseguridad y nerviosismo. Habían pasado un par de días desde el incidente, y desde entonces no había visto al mayor. Los médicos siempre aconsejaban que no entrasen en la habitación, para dejarlo descansar; había perdido mucha sangre, aunque por suerte estable, la bala había ido a parar a una zona poco peligrosa, pero por escasos centímetros se había salvado de la muerte. El muchacho tragó saliva de nuevo, al pensar en aquello. Se forzó a sí mismo a pensar en cosas positivas, y a no llorar, sobre todo a no llorar, para mostrar así su mejor sonrisa cuando se encontrase frente a frente con el menor.

La habitación tenía forma de L, por lo que hasta que no atravesó la zona de la entrada, no fue capaz de visualizar la estancia completa y, con ello, descubrir al chico, de pie junto a la ventana, observando distraído el paisaje de la ciudad. Vestía el común pijama de hospital, el que le entregaban a todos los enfermos, y aún con esas ropas, lo encontraba atractivo. Inseong se sorprendió a sí mismo sonriendo por esos pensamientos, pero enseguida sacudió la cabeza, carraspeando para llamar la atención del contrario.

En el momento en que Rowoon se giró, el mayor de los dos sintió cómo se le aceleraba el pulso, y fue aún más intenso cuando el contrario le sonrió. De pronto le entraron unas ganas irrefrenables de echarse a llorar allí mismo. ¿Cómo era posible que, después de todo lo que había pasado, aún fuera capaz de sonreír de esa manera habitual en él? Tenía la chaqueta del pijama desabotonada, por lo que la totalidad de su torso quedaba al descubierto, totalmente desnudo, salvo por aquel costado que estaba envuelto en gasas. Inseong se mordió el labio inferior. Esa idea era culpa suya, culpa de su incompetencia; se le formó un nudo en la garganta. Pronto, sin que pudiese hacer nada por evitarlo, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, silenciosas. Rowoon se alarmó, acercándose al mayor con una mueca de preocupación en su rostro. Colocó ambas manos en las mejillas de Inseong, haciéndolo elevar el rostro.

ㅡ Eh, Jefe... ¿Qué ocurre, por qué lloras? ㅡpreguntó aún más preocupado cuando lo escuchó gimotear, entre leves sacudidas.

ㅡ L-lo siento... Estás así por mi culpa...

Rowoon bajó la mirada, asombrado, aunque enseguida apareció de nuevo en su rostro su tranquila y cariñosa sonrisa, esa que siempre le mostraba cada mañana, cuando llegaba refunfuñando a trabajar, y que conseguía animarlo aunque no fuera consciente. Quiso abrazarlo con fuerza, pero esa misma fuerza que necesitaba para hacerlo era la que más le escaseaba en esos momentos. Además, el mayor tampoco estaba mucho mejor, no quería entorpecer su curación por un arrebato de cariño. En su rostro aún quedaban rastros de magulladuras. Rowoon frunció el ceño al recordar lo que ocurrió aquel día, y cómo había sido tan descuidado de dejar al mayor solo. Trató de olvidarlo por un momento, centrándose en calmar sus lágrimas.

ㅡ ¿Y por qué es culpa tuya? Que yo sepa, quien apretó el gatillo no fuiste tú. Es más, si me paro a pensarlo... ㅡguardó silencio, fingiendo que se paraba realmente a pensar sobre elloㅡ. ¿No fui yo? Quizás debería pedirme yo disculpas a mí mismo por hacerme daño.

ㅡ Eres idiota... ㅡescuchó que musitaba el mayor, con una tenue voz.

ㅡ Claro que lo soy, pero no puedes negar que te ha hecho gracia.

Inseong guardó silencio unos segundos.

ㅡ Es posible. ㅡterminó por admitirlo, con una sonrisa que se intuyó en el tono de sus palabras, pues había vuelto a agachar la cabeza, impidiendo así a Rowoon poder mirarlo como deseaba.

Unos segundos después, y de manera casi inconsciente, Inseong dejó caer la cabeza sobre el hombro del más pequeño de los dos, buscando así un lugar donde descansar; demasiadas emociones juntas en pocos días. Casi al mismo tiempo, sus brazos trataron de rodear el cuerpo ajeno, con tan mala fortuna que, al calcular mal, terminó por golpear (aunque de manera suave) su zona herida, provocando así los quejidos del pequeño. Antes de que el mayor fuese a soltar una de sus disculpas innecesarias, agobiado de pensar que le habría hecho daño, Rowoon fue más rápido, y en cuanto vio que abría la boca, le tapó esta con una mano y una amplia y radiante sonrisa, que hizo sonrojar al castaño. Inseong frunció el ceño cuando le destapó, finalmente, unos segundos después, antes de ayudarlo a tumbarse en la cama. Esta era más amplia de lo habitual, y de aspecto mucho más cómodo; parecía que no hubieran salido de casa.

ㅡ Te quejarás... Te han puesto en una habitación que más quisiera más de uno. Dime la verdad... ㅡrowoon miró al mayor con cierta curiosidad ante esas palabras, mientras se abrochaba la chaqueta del pijama, recostado sobre la almohadaㅡ. Tú eres hijo de algún empresario famoso, con dinero, o tienes contactos con gente importante, ¿a que sí?

La seriedad con la que hablaba Inseong en un primer momento lo sorprendió, pero terminó por echarse a reír, llevándose la mano al costado vendado, entre quejidos.

ㅡ ¡Ay! Ay... No me hagas reír, que se me saltan los puntos.

Al ver que se lo tomaba a broma, Inseong frunció el ceño e hinchó las mejillas, molesto, pero no pudo aguantar mucho con ese enfado, sobre todo a raíz de que el moreno le revolviese el pelo, como quien acaricia a un cachorrito, en busca de su perdón. Hacíaú tiempo que había descubierto esa debilidad suya, y la utilizaba siempre en su propio beneficio. Lo peor es que siempre le resultaba efectiva. Inseong arrastró un de los (nada cómodos) sillones que había en la habitación junto a la cama, para poder estar cómodo y cerca del chico.

ㅡ Pues si te duele, no hagas esfuerzos tontos. Tienes que recuperarte.

ㅡ Estoy bien, de verdad. Solo... Eso. Me tira, está cicatrizando. De hecho, el médico me ha dicho que mañana me darían el alta.

De los finos labios del mayor se escapó un sonoro suspiro que hizo sonreír al moreno.

ㅡ ¿De verdad estás bien?

Rowoon asintió, para tranquilidad del chico, que no tardó en mostrar entonces una suave sonrisa, correspondida por el herido. Este preguntó por el ambiente en la comisaría, e Inseong no tardó en relatarle todo lo que había ocurrido desde el día del incidente, bajo la mirada atenta de Rowoon, el cual no apartaba la mano de la venda, acariciando esta de manera distraída, como si así ayudase a que la herida se cerrase cuanto antes.

Durante varios y largos minutos, ambos dos estuvieron hablando desde los temas más importantes y secretos de la comisaría hasta los que apenas tenían relevancia, pero sabía que a Rowoon le harían gracia, pequeñas anécdotas, fallos, torpezas de sus compañeros... Cosas que lo animarían y lo harían olvidar que estaba en aquel feo lugar un día más. De pronto, la puerta de la habitación se abrió, dando paso a una joven y atractiva enfermera, que más parecía sacada de una serie de televisión que de la facultad de medicina.

ㅡ Estamos avisando a todos los visitantes de que en breves cerraremos las puertas del hospital. ㅡsu voz era tan suave como la brisa veraniegaㅡ. Si va a quedarse a pasar la noche con el paciente, le recuerdo que necesita un pase especial. ¿Lo tiene o debo proporcionárselo?

ㅡ ¿Y-yo...? ㅡinseong se sorprendió al ver que la chica lo miraba directamente a él, y llevó sus ojos, agobiado, hacia Rowoon, el cual simplemente alzó una ceja, con una sonrisa divertidaㅡ. Me quedo, me quedo...

La enfermera se acercó entonces a ellos, con paso seguro, y le hizo entrega a Inseong de un pequeño papel plastificado, que sería su pase oficial como acompañante nocturno. Tras eso, y sin dirigirse a ellos, se dio media vuelta y abandonó la habitación, dejando al castaño aún descolocado, mirando la puerta como si por allí hubiese aparecido un fantasma. Rowoon alcanzó la mano del mayor con la que él tenía libre, apretando esta para llamar su atención.

ㅡ Pero si estás temblando como un flan... ¿Te gusta? ¿Eh? Pillín... Te la puedo presentar, se llama...

ㅡ ¡¡Cállate!!

Rowoon se quedó perplejo ante la intensidad de su respuesta. Estaba acostumbrado a que el mayor lo mandara callar cuando decía algo que no le gustaba, pero siempre era en broma, enseguida se echaba a reír, o le daba alguna muestra de que realmente no estaba enfadado, pero esa vez era diferente. Inseong respiraba agitado, todo su rostro había enrojecido de pronto, y no miraba a Rowoon, sino que estaba con la mirada perdida. No se atrevía a preguntar qué le ocurría y, aunque lo hubiera hecho, le daba la sensación de que tampoco recibiría una respuesta.

ㅡ Tú que vas a saber... ㅡmasculló entre dientes.

De pronto, ante la mirada atónita del moreno, Inseong se levantó del sofá y a gran velocidad se dirigió a la salida del cuarto, cerrando la puerta tras él con un gran estruendo, dejando a Rowoon con la boca abierta, sorprendido.

Inseong se lavó la cara a conciencia, observando en el reflejo del espejo que tenía frente a él cómo resbalaban las gotas de agua por su rostro, yendo a acumularse en su barbilla, desde la cual se precipitaban a la pila del lavabo A esta se agarró con ambas manos, respirando con dificultad. Se llevó una mano al pecho, notando bajo esta lo agitado que latía su corazón. ¿Por qué se había puesto así de nervioso? Dejó caer la cabeza, entre resoplidos arrepintiéndose de lo que había hecho escasos minutos antes, frente al menor, y pensando en qué excusa le daría por su comportamiento cuando ni él mismo tenía claro el por qué había reaccionado de esa manera.

ㅡ ¿Y si salgo corriendo y argumento locura transitoria?

No necesitó una respuesta, el reflejo del espejo le lanzó una mirada que le dejó claro que era un pésima idea (además de una tontería como una casa). Relajó la postura y estiró el cuello, ladeando la cabeza en varios sentidos, escuchando en algún momento cómo este chasqueaba, sintiendo inmediatamente un bienestar general en la zona, como si eso le ayudase a liberar tensiones, aunque fuera un acto de mero placebo. Tomó aire unos segundos antes de dirigirse hacia la salida del baño y, posteriormente, a la habitación. En la puerta de esta volvió a titubear, pero no podía huir de nuevo, debía tomar la responsabilidad de sus actos, por lo que agarró el manillar, dio un par de golpes en ella para avisar de que iba a entrar, tiró de la puerta para que esta corriese hacia un lado, y caminó al interior de la sala.

Lo que se encontró allí dentro lo dejó helado.

Había una chica, de pelo corto y negro, junto a la cama. Le daba la espalda, pero aun así fue capaz de ver cómo tomaba la mano de Rowoon y la llevaba a su rostro, concretamente a su mejilla, frotando esta contra el dorso. Por la expresión del menor, no parecía estar muy cómodo; de hecho, en el momento en que su mirada coincidió con la de Inseong, los oscuros ojos marrones de Rowoon brillaron, esperanzados.

ㅡ Hola... ¿Quién eres?

Ante la pregunta de Inseong, la muchacha alzó la cabeza y se giró para mirarlo, de muy mala manera. Su rostro era delgado, los pómulos muy marcados, acentuados aún más por el maquillaje, los labios finos y unos felinos ojos negros. Parecía más pequeña que ellos, quizás se atrevería a decir que incluso podría estar en sus primeros años de universidad.

ㅡ ¿Y tú? ¿Qué haces entrando en la habitación de mi chico? ㅡesa palabra comenzaba a cabrear bastante a Inseong; no la había escuchado nunca hasta el momento de encontrarse con Kyungmin, y ya le había cogido bastante asco. La chica esta vez era igual de maleducada y directa que él, algo que le hizo poca gracia.

ㅡ He sido el primero en preguntar. Por educación, deberías responder.

Ella se giró completamente, apoyando la mano libre (la otra seguía agarrando la de Rowoon, por mucho que él luchara por zafarse de ella) sobre su cadera, en una postura chulesca y desafiante. Vestía de manera informal y un tanto reveladora: pantalones vaqueros cortos, rasgados, sobre unas medias de rejilla anchas; en la parte superior, un top deportivo de color gris, en cuya goma se podía leer una conocida marca de deporte.. No tenía mucho pecho, pero aquella prenda se lo resaltaba. Su atuendo lo terminaba una fina chaqueta de gasa beige, que caía por sus hombros hasta la altura de sus muslos. Se la escuchó resoplar, molesta, y ladeó la cabeza, sin apartar la vista de Inseong, en un gesto altivo.

ㅡ Soy Sooyoung, la novia de Rowoon.

Inseong, desconcertado, miró al chico, aunque no fue capaz de descifrar su expresión. Parecía asustado, pero no entendía por qué. Aun así, ella no le daba buena espina, por lo que se mantuvo alerta. Se lo quiso tomar a broma, de ahí la risotada suave que soltó como primera respuesta.

ㅡ Venga ya... Todo el mundo en la comisaría sabe que Rowoon no tiene novia.

Ella pareció molesta con la respuesta. ¿Realmente eran pareja? Si ese era el caso, ¿cómo es que nunca el menor le había contado sobre el tema? En su casa tampoco es que tuvieran fotos juntos, ni como fondo de pantalla en el móvil (en algún momento había ido a cotillear), algo habitual en las parejas. Quizás habían empezado a salir hacía poco tiempo... Inseong no mentía cuando dijo aquello, pues era un comentario general en la oficina, incluso había algunos que lo tachaban de homosexual, por no haberle visto con ninguna chica antes. El chico de pelo castaño se sorprendió a sí mismo apretando el puño con fuerza, con frustración. ¿Qué era ese incómodo y molesto sentimiento? Tenía ganas de agarrar a aquella chica por los pelos y arrastrarla por el suelo, solo porque había admitido ser la novia de Rowoon. Parpadeó un par de veces para no perder la concentración en lo que estaba ocurriendo en realidad.

ㅡ Abandone la habitación antes de que avise a seguridad, señorita Sooyoung. ㅡa pesar de estar fuera de servicio, mantenía sus modales; incluso llevaba puesto el uniforme, no había pasado por casa para cambiarse de ropa, venía directamente de la comisaría.

ㅡ ¿Por qué me tengo que ir? ¡No quiero! Tengo derecho a estar aquí.

ㅡ Carece del pase nocturno para ello.

ㅡ ¿Te refieres a este? ㅡla chica elevó en el aire, entre ellos, el papel plastificado que minutos atrás la enfermera le había entrado. Inseong se congeló en el sitio; al haber salido corriendo, lo más seguro es que lo hubiera dejado allí.

ㅡ Entréguemelo, si hace el favor.

Inseong avanzó un par de pasos en su dirección, con la mano extendida, esperando que le entregase el pase, pero ella se negó, escondiendo este entre sus brazos, cuando los cerró alrededor de su propio pecho. En su expresión quedaba claro que no estaba nada cómoda con aquella situación, pero no era la única que se sentía así. Le asestó un golpe en la mano a Inseong, resoplando.

ㅡ ¡Tengo todo el derecho de estar aquí, soy su novia! ㅡseñaló al encamado, que seguía manteniéndose en silencio, pero negó fervientemente ante esa afirmación.

ㅡ Eso no es posible, te lo sigo diciendo. ㅡinseong comenzaba a perder la paciencia, aquella chica no entraba en razón.

ㅡ ¿Y por qué no?

No aguantó más, y terminó por explotar.

ㅡ ¡Porque su novio soy yo!





En aquella habitación de hospital reinó el silencio. Ninguno de los allí presentes era capaz de decir nada, a pesar de que todos tenían la boca abierta; el que más, Inseong, sorprendido con sus propias palabras. Estas aún resonaban en el ambiente. El castaño tragó saliva, sin saber qué hacer, esperando en tensión a la reacción de los otros dos, que se miraban en la misma situación de perplejidad. La primera en reaccionar fue ella, que se echó a reír; una risa nerviosa que denotaba que eso le hacía de todo menos gracia.

ㅡ Venga ya... Deja de vacilarme. Su pareja soy yo, es imposible que, teniéndome a mí, se vaya a ir con chico. ¿A que sí, Rowoonnie?

Sooyoung miró a este, buscando la respuesta que decantase la balanza a su favor. Prácticamente lo estaba presionando con una intensa mirada para que le diese la razón. Pero el chico, en un rápido movimiento, alargó la mano, tras zafarse de la ajena, y agarró la de Inseong, que ahora estaba mucho más cerca. Con ese tiró, el mayor de ambos, que seguía aún confuso por lo que él mismo había dicho, sin creerse lo que había salido de sus labios, dio un traspiés, agarrándose a los barrotes laterales de la cama.

ㅡ No miente. ㅡtanto Sooyoung como Inseong miraron al chico cuando hablóㅡ. Somos pareja, es mi novio.

El castaño lo miró aún más sorprendido. Había entrelazado sus dedos con los del mayor sin que este pudiera negarse o evitarlo, y sus palabras le sonaban extrañamente muy sinceras. De hecho, no recordaba otra ocasión en la que la voz de Rowoon hubiese sonado tan seguro de lo que decía, algo que lo hizo tragar saliva de nuevo. Mientras que él agachaba la mirada, avergonzado y algo incómodo, el menor le sostenía la mano con firmeza frente a la expresión confusa y atónita de la chica, la cual parecía que en cualquier momento se iba a desmayar de la impresión. Como si no fuera aquello suficiente, el muchacho herido, dejando claro que aún era un niño pero en grande, que solo buscaba hacer rabiar a la gente (pues era eso lo que realmente lo divertía), se acercó aquellas dos manos unidas a su rostro, dejando un beso corto y suave en el dorso de la que correspondía a Inseong, provocando en el muchacho un fuerte sonrojo que se notó incluso en sus mejillas. La misma reacción se dejó ver en el rostro de la chica, aunque el motivo era bien diferente.

ㅡ ¡¡Estáis enfermos!! ㅡgritó, provocando la sorpresa de los dos chicos.

Agarró su bolso de mano, que descansaba a los pies de la cama, y les dedicó una última mirada rabiosa antes de encaminarse a paso rápido hacia la puerta.

ㅡ La única loca eres tú. ㅡmurmuró Rowoon, cuando ella ya estuvo lo suficientemente lejos como para no escucharlos, sacándole la lengua a la puerta, como si siguiese allí.

Ese gesto infantil hizo sonreír a Inseong, algo más relajado ahora que aquella extraña desconocida había abandonado la estancia y los había dejado tranquilos. Tuvieron que pasar unos segundos más antes de que se diese cuenta de que sus manos seguían unidas. Avergonzado, trató de romper esa unión, pero Rowoon se dio cuenta antes de lo que pretendía, y lo agarró con mayor firmeza. En el momento en que el mayor llevó su mirada al rostro ajeno y se encontró de lleno con aquella sonrisa encantadora, ese característico lunar bajo su labio, quiso convertirse en avestruz para esconder la cabeza bajo tierra.

ㅡ Oye, Inseong...

El muchacho tembló de pies a cabeza. Ya de por sí estaba nervioso, con todo lo que había ocurrido en la última hora, que ahora se le sumaba el hecho de que era la primera vez que se dirigía a él por su nombre, y no a través de las comunes fórmulas de cortesía. Le habría gustado regañarlo, decirle que no lo volviese a hacer, que lo respetase incluso fuera del trabajo, que no se tomase tantas confianzas, pero... La realidad era que le había gustado ese detalle; quizás demasiado. Se volvió a mirarlo, esta vez sin apartar los ojos de él, tratando de ser fuerte y que no se notase que se estaba muriendo de la timidez y la vergüenza.

ㅡ ¿Qué ocurre?

Con dificultad, Rowoon trató de incorporase en la cama, ante lo cual Inseong no dudó en ayudarlo, sujetándolo por uno de los brazos, del cual tiraba para alzar su largo y pesado cuerpo, esperando a que estuviese acomodado para soltarlo. Terminó sentado, con las piernas colgando de la cama, en el lado en el que se encontraba el mayor, y separó ambas piernas, por estar más cómodo, creando así un ancho hueco entre ellas. De nuevo, actuando rápidamente y por sorpresa, dejando al castaño sin poder reaccionar a tiempo, tiró de él para acercarlo y que se le acomodase en ese espacio delimitado por sus muslos. Parecía estar hecho a medida para él.

Inseong notaba las pulsaciones rápidas y agobiantes de la sangre en sus oídos, los labios secos y las manos y labios temblorosos, algo que el menor debió notar de igual manera. No tardó en coger ambas manos, comenzando a acariciar estas con los pulgares, en círculos, buscando tranquilizarlo, en la medida que pudiese. La misma intención tenía su ancha y tranquila sonrisa, solo que esta tan solo conseguía ponerlo aún peor, además de acentuar el sonrojo generalizado de su rostro y el calor que esto le daba. Se le vio resoplar en silencio, tratando de rebajar de alguna manera esa incómoda sensación. ¿Por qué no decía nada? ¿Por qué se mantenía tan callado, a pesar de que había sido él quien le había llamado primero?

ㅡ Rowoon, ¿qué pasa?

ㅡ Te quiero.

Inseong se congeló al momento. Después de haber escuchado esas palabras, habría preferido que se mantuviese en silencio más tiempo.

ㅡ Qué tonterías estás diciendo ahora.. ¿Te han puesto más morfina de lo normal? ㅡdecía cualquier cosa que se le pasaba por la cabeza, pues esa confesión tan repentina, sin venir a cuento, sin saber por qué, lo había puesto más nervioso de lo que habitualmente ya estaba en su compañíaㅡ. Esa chica ya se fue, puedes dejar de fingir, que no nos oye...

Trató de alejarse, apartar las manos de las de él, pero de nuevo el menor ejerció fuerza para cortar todo intento de escapatoria por su parte. Con ese nuevo tirón, lo forzó a mirarlo directamente a los ojos, en los cuales había un brillo que nunca había visto Inseong, un brillo sincero y atrevido. Tragó saliva, notando cómo las orejas le ardían; seguramente las tendría rojas como ascuas.

ㅡ Te quiero. Te quiero, Inseong. Estoy enamorado de ti.

ㅡ Rowoon, basta. Ya no tiene gracia. ㅡdejó escapar una risa nerviosa, sintiendo como si se le fuera a salir el corazón del pecho; por alguna razón, sus palabras estaban calando y provocando un extraño y desconocido efecto en el castaño.

El apelado suspiró hondo, y ahora fue él quien apartó la mirada, al agachar la cabeza. Se le escuchó reír de manera cansada. Segundos después de un largo silencio, sus ojos volvían coincidir con los ajenos, que se empequeñecieron al instante, en una mezcla de temor ante lo desconocido y curiosidad.

ㅡ No me recuerdas, ¿verdad? ㅡla expresión confusa en el rostro del mayor fue la única respuesta que necesitó Rowoon a su pregunta, por lo que de entre sus labios pálidos por la medicación se escapó un nuevo suspiro, hundiendo con ello sus hombrosㅡ. Trata de hacer memoria, aquel verano... Junto a la orilla del río. Tú me salvaste.

FLASHBACK INSEONG

Serían alrededor de las nueve de la noche. El sol ya se escondía entre los edificios, iluminando el cielo con tonos púrpuras, rosáceos y anaranjados. Inseong se detuvo un instante para admirar la belleza del momento. le habría gustado tener una cámara a mano para poder capturarlo, pero sabía que ni de lejos la fotografía reflejaría lo que en ese momento estaba viendo, y que su memoria era el mejor instrumento para preservarlo en todo su esplendor. Apretó el paso, necesitaba legar a casa cuanto antes para hacer todas sus tareas y no retrasarse con sus horarios; no se tiraba todo el fin de semana planificando por completo la siguiente semana como para que ahora perdiese ese tiempo tan valioso que le había costado organizar.

El sonido de la chicharra de verano era su única compañía, que se entremezclaba con el tenue murmullo del riachuelo que corría junto a él, a pocos pasos, bajando una empinada colina de hierba. Le encantaba tomar aquel camino, porque era como una manera muy básica pero eficaz de evadirse del pesado ambiente atascado del centro de la ciudad, a pesar de seguir en él. Recordaba las veces que había jugado allí de pequeño, y ahora que había cumplido los 16, esas veces le resultaban lejanas a la par que agradables; incluso se atrevía a decir que conservaba ese lado infantil aún dentro de él, deseando ser despertado.

La aparente calma de la situación se vio rota de pronto por un fuerte grito, seguido este de un llanto lastimero. Inseong frenó en seco, agudizando tanto el oído como la vista. Cerca del puente de la carretera, observó a un grupo de personas. Cuanto más se fue acercando a este, más fue capaz de identificar que se trataba de varios chicos, de aspecto fuerte y grande, mientras que solo uno se mantenía tirado en el suelo, hecho una bola, cubriéndose la cabeza con los brazos. Se escondió rápidamente tras unos matorrales cercanos, para poder seguir observando sin ser descubierto; debía asegurarse bien de qué trataba la situación antes de reportarla a la policía: ese era su deber como ciudadano. El chico que estaba en el suelo era delgado, de cabellos negros y lacios, y no dejaba de llorar y gimotear con cada golpe, pero no parecía tener ninguna intención de defenderse, algo que encendió a Inseong, pero no se movió de donde estaba, pues estaba claro que, si se metía en esa pelea con aquellos chicos, seguramente acabaría igual que ese al que quería defender. Por suerte, no fueron muchos minutos los que tuvo que quedarse esperando hasta que los matones desaparecieron de escena, no sin antes regalarle un par de patadas más en el costado, dejando al otro sacudiéndose entre lágrimas, tirado en el césped.

Fue en ese momento en que Inseong se decidió a salir, comprobando antes que realmente se habían ido los otros, bajando la colina a la máxima velocidad, cuidando de no caerse. Rápidamente, llegó junto al chico, que ahora lloraba en silencio, agarrándose con poca fuerza el cuerpo a la altura de la barriga, hecho un ovillo, en postura fetal. Al examinarlo con mayor detenimiento descubrió que tenía una ceja partida, sangrando, así como un brazo amoratado (donde había recibido la mayor parte de los golpes) y la cara; se apostaba a que bajo la ropa también tendría rastros de los golpes, moratones y zonas hinchadas, pero cuando trató de apartar aquel uniforme escolar para poder mirar mejor, el chico se revolvió, asustado. Abrió los ojos y miró a Inseong, con pequeños ojos negros, temblando de miedo. Sabía perfectamente que era incapaz de defenderse, en esas condiciones; es más, parecía que estuviese esperando nuevos golpes, y esa imagen le partió el corazón al castaño.

ㅡ Tranquilo, puedes relajarte... ㅡhablaba en un tono suave, buscando transmitirle esa tranquilidad, esa confianza que quería que tomase con él; en sus labios, una ancha sonrisaㅡ. No te haré daño, he venido a ayudarte.

El herido lo miró con tal fijeza que incluso le hizo sonrojar, algo incómodo; a pesar de todas las heridas, bajo estas se podía adivinar su verdadero rostro, e Inseong no pudo evitar pensar que era excepcionalmente guapo, para ser un chico. No obtuvo respuesta, pero Inseong tomó la decisión unilateral de que lo ayudaría aunque no quisiera, por lo que se descolgó la mochila de la espalda, dejándola en el césped, junto a ellos. De esta sacó un pequeño estuche de color blanco, con una cruz en rojo justo en medio: era su botiquín portátil. Obviamente no tenía lo suficiente allí para curar tremendas heridas del chico, pero al menos conseguiría parar el sangrado de algunos pequeños cortes que tenía por todo el cuerpo. Bajó hasta el río para recoger algo de agua y, con ayuda de gasas, limpió aquello que vio con sangre o suciedad, para también evitar el contagio de alguna bacteria. Tuvo el mayor cuidado del mundo en sus acciones, y se detenía cada vez que el otro se quejaba, aunque poco a poco las quejas fueron descendiendo hasta hacerse prácticamente inaudibles. Estaba de hecho tan concentrado en curarlo que no se dio cuenta en la forma en que el otro niño lo estaba observando. En cuestión de minutos, el pequeño tenía parte de los brazos, las piernas, e incluso la cara, cubiertos por tiritas con un estampado bastante infantil.

ㅡ Ya está. ㅡmurmuró Inseong, colocando la última en el dorso de su mano.

Sonrió, satisfecho por su trabajo. El chico observó aquella tirita, y dibujó una tenue sonrisa en sus doloridos labios, la cual no duró mucho, precisamente por eso.

ㅡ Muchas gracias... ㅡbalbuceó, tímido.

Tenía una voz suave y algo aguda, algo común en los niños pequeños, y gracias a ese detalle Inseong supo que era menor que él, pues a él ya le había cambiado la voz, ya era todo un adulto.

ㅡ No tienes nada que agradecer. ¿Cómo te llamas? ㅡestaba dispuesto a entablar una conversación con él, para que no se sintiese solo, que confiase un poco más en él. Tenía la extraña y continua necesidad de cuidarlo, de protegerlo.

ㅡ R-rowoon... ㅡsu voz tembló un poco al responderㅡ. ¿Y tú?

ㅡ Inseong. ㅡeste parecía orgulloso de haber conseguido entablar conversación con élㅡ. Tengo 16 años.

ㅡ Inseong hyung... ㅡcomentó el pequeño Rowoon, con una nueva sonrisa, que se le contagió al castaño enseguida.

ㅡ Así que eres más pequeño... ¿Puedes ponerte en pie, Rowoon?

El pequeño se mantuvo quieto unos segundos, pero finalmente asintió, utilizando una de sus manos para impulsarse y tratar de estabilizarse sobre sus pies, aunque para eso último necesitó la ayuda de Inseong, que hizo la fuerza necesaria por él, y también lo ayudó a limpiarse los restos de césped y tierra del uniforme. En ese momento, el mayor de los dos descubrió el escudo que lucía en la parte derecha de la camisa.

ㅡ Oh... Vamos al mismo colegio. ¿Cómo puede ser que no te haya visto nunca?

ㅡ He sido transferido de otro colegio, soy nuevo...

ㅡ ¿A estas alturas del curso? Qué raro...

Se quedaron en silencio los dos, aunque se escuchaba los tenues quejidos de Rowoon, que seguía dolorido, sobre todo cuando trataba de caminar, aunque conseguía hacerlo sin mayor esfuerzo. Inseong sabía que las curas que le había realizado él no iban a ser suficientes, y que necesitaba un chequeo más a fondo. Sacó el móvil de su bolsillo trasero del pantalón y marcó como pudo las teclas que correspondían al número de la policía.

ㅡ Vendrán a por ti y te llevarán al médico. Ellos te curarán mejor que yo.

Rowoon lo miró con cierta tristeza, pero no respondió, simplemente bajó la cabeza, observando su rodilla sangrando, tragando saliva entonces; odiaba la sangre. En cuestión de minutos, en lo alto de la colina, apareció un coche de policía, del cual bajaron dos agentes que, a la carrera, se plantaron a su lado, observando primeramente al herido, y después hablando con Inseong, pues era quien los había llamado. Este les explicó lo que había conseguido ver, pero por mucho que preguntaron al implicado en la pelea, este parecía no tener ganas de hablar, así que cualquier intento iba a ser en vano. Los policías aseguraron que se encargarían de Rowoon, y aunque Inseong se negaba a irse, pues quería asegurarse personalmente de que estaría bien y que lo cuidarían, debía hacerlo, tanto porque así se lo pedían los agentes y porque debía llegar a casa antes de que anocheciese, su madre siempre se impacientaba. Al final, el muchacho mayor, se cuadró frente a los hombres uniformados, los cuales, con una sonrisa paternal, le devolvieron el saludo, cogiendo a Rowoon en brazos, con mucho cuidado de sus heridas.

ㅡ ¡Tienes que ponerte bueno, Rowoon! ¡Nos veremos en la escuela! ¿De acuerdo? No puedes fallarme. ㅡtuvo que alzar la voz para asegurarse de que este lo escuchaba alto y claro, y hasta que no vio que le sonreía, como única respuesta, no pudo recoger sus cosas y volver tranquilo a casa, aunque en su cabeza seguía dándole vueltas a aquel chico de tímidos y asustados ojos negros.

FIN FLASHBACK

Inseong abrió los ojos y parpadeó un par de veces, como si se acabase de despertar de un extraño sueño.

ㅡ ¿Tú eras ese niño...? ㅡpreguntó con voz queda, aún sorprendido. Rowoon asintió.

ㅡ Desde ese día, te convertiste en el protagonista de mis sueños. Te seguía en el instituto, quería aprender de ti, ser como tú.

ㅡ ¿Y por qué nunca me dijiste que eras tú?

ㅡ Quise hacerlo, pero no te acordabas de mí. Me convertí en delegado de mi clase, y un día, en una reunión, me nombraste, dijiste mi nombre en alto, y me miraste. Esperé con el corazón en un puño a que me reconocieras, a que te acercaras a mí, pero... No ocurrió. Simplemente seguiste, como si nada. ㅡinseong tragó saliva, sintiéndose de pronto terriblemente culpable de ese mal recuerdo que se le había quedado al menorㅡ. Desde ese momento supe que lo mejor que podía hacer era mantener las distancias contigo, hasta que me convirtiese en un hombre del que pudieras estar orgulloso y del que no te arrepintieses de haber salvado.

El mayor escuchaba atento sin poder salir de su asombro, sin saber tampoco qué decir o cómo reaccionar, mientras Rowoon hablaba.

ㅡ ¿Y por eso te hiciste policía?

ㅡ Sí. Porque te vi entrar en la academia. Siempre había sido tu sueño, y yo no quería perderte, no quería estar lejos de ti, así que me esforcé, y conseguí entrar. Quería alcanzarte, quería ser tu compañero.

ㅡ Desde luego, eres idiota... ㅡfue lo primero que se le vino a la mente a Inseong para decir, abrumado por aquella confesión del más pequeño; no se podía creer que realmente hubiera hecho todo eso solo por él, no esperaba haber dejado una impresión tan fuerte en él solo por unos pequeños actos del pasadoㅡ. Pero... ¿Eso quiere decir que no tienes verdadera vocación por este trabajo?

ㅡ Al contrario. Desde el día que me salvaste, supe que debía convertirme en alguien como tú, en alguien que salvaba, en alguien que cuidaba en lugar de ser al que tenían que salvar y cuidar. Quería ser el héroe, y no la víctima.

Inseong seguía sin comprender por qué se le estaba confesando, por qué le estaba contando todo aquello, después de tantos años. Lo peor de todo es que sabía que Rowoon no mentía, que mucho menos aquellas palabras eran de broma, y eso lo hacía estar aún más confuso y, a su corazón, latir aún más deprisa y apresurado. Al ver el nerviosismo ajeno, el moreno sonrió con ternura, tomándolo con firmeza de las manos una vez más, besando estas con total suavidad.

ㅡ Escucha una cosa, Inseong... No te estoy diciendo esto buscando que me correspondas, ¿vale? No te sientas presionado como si necesitaras darme una respuesta, porque no te he preguntado nada. Solo te lo estoy contando porque tenía que hacerlo. Llevo con ello dentro mucho tiempo, y simplemente ha llegado el momento en que debía soltarlo.

La sonrisa que en ese momento adornó el atractivo rostro de Rowoon descolocó al mayor de ambos. En ese mismo instante, como si de un mecanismo de alta precisión se tratase, los recuerdos en su memoria fueron encajando unos con otros, cobrando sentido repentinamente, dando sentido, por primera vez, a un sentimiento que nunca antes había experimentado. Recordó cuando Rowoon cuidó de él la noche en que descubrió que toda su vida amorosa había sido una farsa, cómo había arriesgado su vida al ir a salvarlo cuando cometió el error de enfrentarse cara a cara a una de las mafias más peligrosas del país y, como esos, muchos más detalles de la vida cotidiana en la comisaría: pequeñas sonrisas, caricias disimuladas, ayuda desinteresada... Unos detalles que antes no había reparado en ellos y que ahora le parecían lo más adorable del mundo. Su sentido común desconectó entonces. Se soltó de las manos ajenas y, ante el gesto de sorpresa en el rostro del menor, se agachó sobre él y pegó sus labios a los de él.

Había comprendido que le quería. Ese estúpido chico tan alto como una farola y tan infantil como un cachorro de apenas unos meses de edad, había conseguido atravesar su corazón y quedarse allí como si fuera su hogar.

No tuvo claro cuánto tiempo duró el beso, simplemente se apartó cuando sintió que debía hacerlo. Descubrió entonces que el menor había cerrado los ojos, y que aún los mantuvo así unos segundos más, antes de abrirlos, provocando un escalofrío general en todo su cuerpo en el momento en que ambas miradas se cruzaron. Sonrió, tímido y terriblemente avergonzado, mientras, algo tembloroso, apoyaba las manos en sus hombros; segundos después, las ajenas estaban colocadas en su cintura, algo que le hizo tensarse, pero lejos de resultarle incómodo, estaba más que encantado. Ninguno de los dos dijo nada en varios segundos, hasta que Rowoon rompió el silencio.

ㅡ ¿Te quedarás a dormir?

ㅡ La enfermera me dio el pase, así que creo que me tocará ser tu guardián esta noche.

ㅡ No me refiero a eso.

Ante la confusión del mayor, el chico hizo un gesto con la cabeza, señalando así la cama. Inseong no tardó en entender a qué se refería, y por ello, un intenso sonrojo apareció en su rostro. Su primera reacción fue la de rechazo. Si se paraba a pensarlo, no dejaba de ser aquello un lugar público, y se apostaba su placa a que había cámaras en las habitaciones para controlar lo que ocurría, por lo que violar las leyes del hospital de aquella manera, subiéndose a una cama de un paciente, podría ser muy peligroso, en todos los aspectos.

ㅡ Rowoon, no podemos... Además, no sé si sería buena id-... ¡AH! ㅡㅇejó escapar un gritito agudo en el momento en que sintió que el menor lo cogía por las muñecas y tiraba de él para tumbarlo sobre la gran cama. Lo miró sorprendido, no entendía de dónde era capaz de sacar toda aquella fuerza, cuando aún se encontraba débil. Nada más ver la mueca de dolor que apareció en su rostro, segundos después, frunció el ceño, resoplandoㅡ. Deberías tener más cuidado... Que te vayan a dar el alta no implica que estés completamente curado.

Inseong se revolvió en la cama, con cuidado. Se había dado por vencido, sabía que no iba a poder negarse a quedarse allí, el menor era muy tozudo y más fuerte que él (y en el fondo, estaba deseando él también el tumbarse a su lado, como llevaban haciendo días atrás), por lo que trató de buscar una postura más cómoda para los dos, sobre todo mirando por el bienestar y la curación de la herida que el menor tenía. Rowoon le rodeó los hombros con un brazo, prácticamente forzándolo a que se colocara de lado, con el rostro sobre parte de su pecho.

El castaño, al cual toda aquella situación lo había dejado confuso y sin palabras, estaba avergonzado. No dejaba de ser, precisamente, el mayor de los dos, y aun así se sentía pequeño en su compañía, empequeñecía repentinamente cuando estaba entre sus brazos, se volvía vulnerable, buscaba la protección que Rowoon le ofrecía de forma indirecta. Le había cuidado tanto en los últimos meses que se había acostumbrado a aquella cálida sensación, a recibir constantes atenciones, incluso a sentirse inquieto si el menor no estaba cerca. Por eso, cuando lo sintió morirse entre sus brazos, sin que pudiese hacer nada evitarlo, y encima con aquel intenso sentimiento de culpa, sintió cómo el mundo se le caía encima. Por suerte, había sobrevivido, y ahora estaba a su lado; y no solo eso, además se le había confesado, posibilitando así que pusiera en orden todos sus pensamientos, todos sus recuerdos y, lo más importante, que sus verdaderos sentimientos vieran la luz.

Ahora estaba en paz, se sentía bien, se sentía feliz. Inconscientemente lo abrazó con mayor firmeza, con una sonrisa suave en sus labios.

ㅡ No vuelvas a darme estos sustos, por favor... ㅡsu tono de voz era bajo, debido a la cercanía y al ambiente tranquilo que el hospital tenía por la noche.

ㅡ No fui yo quien se metió en la boca del lobo sin avisar ni pedir ayuda. ㅡaunque fuera una especie de bronca, sus palabras eran cariñosas, así como la sonrisa que lucía en su rostro, enternecido por las acciones y las palabras del mayor de ambos.

ㅡ Ni fii yi qiin si mitii in li bici dil libi... ㅡmediante esa forma tan infantil de hablar, digna de un niño pequeño, hizo burla de sus palabras, provocando la risa de Rowoonㅡ. No te vuelvas a ir y punto.

ㅡ Tranquilo, no lo haré.

Inseong estaba reventado. Había dormido entre un par de horas y nada en los últimos días desde el accidente, ni siquiera las pastillas ni los remedios naturales podían conseguir curar ese repentino insomnio. Estar tumbado a su lado, sintiendo su calor, su respiración, sus caricias lentas y tranquilas, su fuerte y característico olor, lo fueron relajando lentamente, poco a poco, hasta que, en cuestión de un par de minutos, cayó dormido como un tronco. Su corazón y su mente estaban en paz, y ahora también lo estaba su cuerpo. Esa noche tuvo uno de los sueños más reconfortantes, tranquilos y bonitos que podía recordar en toda su vida.

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