Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]

By johanavmillan

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« ¿Qué pasaría si el abominable hombre de las nieves resulta ser, en realidad, un chico lindo y adorable? » ... More

Antes de leer...
Dedicatoria + BookTrailer
Libro 1
Personajes
Sinopsis
Prefacio | Inevitable
❅ | 01 | ❅
❅ | 02 | ❅
❅ | 03 | ❅
❅ | 04 | ❅
❅ | 05 | ❅
❅ | 06 | ❅
❅ | 08 | ❅
❅ | 09 | ❅
❅ | 10 | ❅
❅ | 11 | ❅
❅ | 12 | ❅
❅ | 13 | ❅
❅ | 14 | ❅
❅ | 15 | ❅
❅ | 16 | ❅
❅ | 17 | ❅
❅ | 18 | ❅
❅ | 19 | ❅
❅ | 20 | ❅
❅ | 21 | ❅
❅ | 22 | ❅
❅ | 23 | ❅
❅ | 24 | ❅
❅ | 25 | ❅
❅ | 26 | ❅
❅ | 27 | ❅
❅ | 28 | ❅
❅ | 29 | ❅
❅ | 30 | ❅
❅ | 31 | ❅
❅ | 32 | ❅
❅ | 33 | ❅
❅ | 34 | ❅
❅ | 35 | ❅
❅ | 36 | ❅
❅ | 37 | ❅
❅ | 38 | ❅
❅ | 39 | ❅
❅ | 40 | ❅
❅ | 41 | ❅
❅ | 42 | ❅
❅ | 43 | ❅
❅ | 44 | ❅
❅ | 45 | ❅
❅ | 46 | ❅
❅ | 47 | ❅
❅ | 48 | ❅
❅ | 49 | ❅
❅ | 50 | ❅
❅ | 51 | ❅
❅ | 52 | ❅
❅ | 53 | ❅
❅ | 54 | ❅
❅ | 55 | ❅
❅ | 56 |❅
❅ | 57 | ❅
❅ | 58 | ❅
❅ | 59 | ❅
❅ 60 | Final ❅
❅ Epílogo ❅
EXTRA I | Stefan
Secuela: Perversa Oscuridad
¿Serie o película?

❅ | 07 | ❅

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By johanavmillan

Giselle.

Son alrededor de las seis de la noche cuando Hannah irrumpe en mi habitación con su libreta en manos. Quiere saber absolutamente todo sobre mi escaso tiempo compartido con el irresistible Chase Lachowshi. Su emoción es tal que no pude evitar compararla con una adolescente viendo por primera vez a su ídolo.

Le cuento todo, sin saltarme ningún detalle, aunque, claro, tampoco es como si tuviese algo importante que pueda pasar desapercibido; después de todo, no pasó nada interesante en ese tiempo.

Ella me mira de forma fija, muy interesada y atenta en lo que tengo que decir, y sonrío mientras hablo.

Una vez que termino con mi relato, me tiro sobre la cama, de forma en la que quedo boca abajo, para tomar la libreta de Hannah y copiar los apuntes de Biología, y otras materias, que han dado este día durante mi ausencia. Noto, por el rabillo del ojo, la forma pícara en la que ella me mira. Estoy segura que va a seguir haciendo preguntas, y no me equívoco cuando la escucho decir:

— ¿Lo invitaste a la fogata? — Su emoción es tan palpable, que me hace sonreír de lado. Sus grandes ojos verdes no paran de verme con ilusión, la cual va desapareciendo de apoco cuando niego con la cabeza.

— No hablamos nada, ya te dije. Eso significa que no dijimos ni una sola palabra en todo el camino.

La escucho soltar un bufido, decepcionada, tirándose sobre la cama, a mi lado. El silencio nos envuelve a ambas cosa que agradezco. Hannah  suele ser muy intensa a veces.

Por un momento me relajo, llegando a creer que dejará el tema estar; sin embargo, cuando abre la boca y dice —: ¿Mañana hablarás con él para invitarlo? — dejo salir un bufido.

— No. — Digo, negando con la cabeza.

La idea de invitar a Chase a una cita es, de cierta forma, aterradora porque, ¡vamos!, él no ha mostrado el mismo interés que yo he mostrado por él durante este corto periodo de tiempo yendo al instituto. Incluso puedo jurar que, si no fuera por mi increíble mala suerte y capacidad para pasar vergüenza a toda hora, él no hubiera notado ni mi existencia.

— No te entiendo, Gigi — Hannah suelta en un suspiro, negando con la cabeza, parece un tanto desilusionada por mi negativa — ¡Es obvio que te gusta Chase! — Sigue ella, frunciendo los labios. Parece frustrada.

— Me gusta — afirmo, asintiendo con la cabeza.

Chase Lachowshi me atrae de una manera increíble e ilógica. Me parece un chico bastante atractivo, con una mirada fascinante que me tiene cautiva. Y esta atracción es algo que ni yo misma logro comprender. Ha sido algo de inmediato. Cuando lo vi, quedó impregnado en mis pensamiento y es algo, simplemente, extraño. Incluso las ganas de verlo a cada momento me hacen sentir como una maldita acosadora.

— Pero no puedo invitarlo, Hannah. Me da vergüenza — expreso y veo como la aludida sacude la cabeza, viéndose decepcionada —. Aparte, ¿qué te hace creer qué aceptará salir conmigo? — Levanto una ceja. Esta, sin duda, es una buena pregunta, y quiero escuchar qué respuesta Hannah me dará.

— Nada pierdes con intentarlo — suelta con simpleza, encogiendo sus hombros en un gesto desinteresado —. Aparte… yo creo que le gustaste…

Suelto una pequeña risa ante sus palabras.

— ¿Qué te hace creer eso, Hannah?— Elevo una ceja, sonando divertida a la vez que niego con la cabeza, sin querer hacerme ilusiones.

— Te trajo a casa — suelta obvia, y sus palabras me hacen rodar los ojos.

— Cortesía — respondo —. ¿Sabes lo que es eso, Hannah? El chico me rompió la nariz, creo que se sintió comprometido… o algo así.

— Pero no era un compromiso u obligación — suelta de inmediato —. Lo hizo porque quería. No era una obligación.

Ruedo los ojos nuevamente.

— Okay. Tal vez es solo caballeroso y ya, Hannah.

— ¿Por qué te cuesta creer o aceptar que le puedas llamar la atención a alguien tan sexy como Chase? — Pregunta, arqueando una ceja — ¿Acaso tenemos problemas de autoestima, Gigi?

— No es eso… es solo que no me quiero arriesgar a un rechazo. ¡Qué vergüenza!

— ¡No va a rechazarte!

Abro la boca para responderle, pero la voz de Sophie me interrumpe, haciendo imposible que replique o diga algo para escapar de lo que Hannah me pide.

— ¡La cena está lista!

Una enorme sonrisa se dibuja en los labios de Hannah mientras se coloca de pie y exclama con una sonrisa juguetona en el rostro —: ¡Ya era hora! Estaba a punto de comerme a Giselle.

Una carcajada abandona mi garganta mientras la veo caminar hacia la puerta de mi habitación y desaparecer por la misma por donde, segundos después, salgo yo.

Cuando me voy a dormir, después de la cena, en donde poco a poco me empiezo a sentir un poco más resignada con la idea de papá y su nueva familia, no puedo dejar de pensar en Chase. A pesar de mi miedo, tengo unas ganas sobrenaturales e inexplicables de pasar tiempo con él y, en este momento, invitarlo a la fogata es la mejor escusa para acercarme y hablar con él.

¿Qué es lo peor qué puede pasar?

Sin embargo, después de meditarlo toda la noche, me retracto.

« Cobarde »

Los días siguientes pasan rápido. Logro adaptarme muy bien a la escuela y a mis nuevos compañeros. De hecho, los días en Hemsworth cada día son mejores. Gael es el payaso del grupo, y la compañía de las chicas logran que las clases no sean tan tediosas.

Después de la escuela tengo bastante tiempo libre por lo que adelanto los trabajos que tengo para la semana y ayudo en el café. Durante el tiempo que no tengo nada qué hacer Hannah me acompaña a dar una vuelta por el pueblo para ir conociendo. La chica es una amante de la moda, así que se la pasa comprando ropa en varias tiendas. Yo, por mi parte, me dedico a comprar cosas para decorar mi habitación. Quiero darle un poco más de mi estilo. He comprado varios libros – aparte de los que traje de California – para llenar la pequeña biblioteca que papá me ha comprado. Alguno de los libros ya los había leído, otro me han llamado la atención, lo cierto es que necesito de un buen libro tanto como necesito del oxígeno.

— ¡Adivina! — Hannah exclama, entrando a mi habitación. Sus ojos verdes miran el lugar y no pude evitar sonreír de lado cuando veo que su cara reflejar sorpresa —. Te quedó bien… — acepta, y observo a mi alrededor, orgullosa.

He comprado un papel tapiz con el que papá me ayudó a tapizar la habitación entera, también compré una de esas luces navideñas con las que he adornado la cabecera de mi cama, algunas nuevas almohadas y he pegado varias fotografías de mi madre, y de mi amigos de Los Ángeles, en las paredes, volviendo todo más acogedor para mí.

— Gracias — digo, al cabo de un largo segundo de silencio en los que solo contemplo lo que he hecho — ¿Qué querías?

Camino hacia mi cama y me siento sobre ella en posición indio. Hannah imita mi acción, y agarra una de mis nuevas almohadas blanca, con la figura negra de un perro en medio, para abrazarse a ella, sonriente.

— Hay una mega súper fiesta mañana en la noche. Ya que la escuela no hará este año baile de bienvenida, uno de los alumnos de último año hará su propia fiesta, ¡y todos están invitados! — Exclama emocionada a lo que yo ruedo los ojos.

— ¿Y…? — Levanto una ceja. Para estas alturas Hannah ya debe estar al tanto que las fiestas no me emocionan. Ni sé para qué insiste.

— Cómo que… ¿Y…? — Imita mi tono, con voz sumamente más chillona — ¡Hay que ir, Giselle!

Suelto un bufido.

— No — sentencio, alargando la última vocal —. No voy a ir, Hannah. No me gustan las fiestas, ¿se te olvida?

Hannah rueda los ojos, fastidiada.

— ¿Alguna vez te dijeron lo amargada que eres? — Eleva una de sus cejas.

— No soy amargada. Sólo no me gustan las fiesta y el alboroto. Aparte, no creo que en esa fiesta vaya a haber algo bueno. Apuesto que habrá alcohol y drogas — juego a adivinar.

— Pues de seguro no tomaremos jugo de manzana — suena obvia, haciéndome rodar los ojos.

— Sabes a lo que me refiero.

Hannah suspira.

— Lo sé.

— De verdad no quiero ir…

— De seguro van a ir los Lachowshi — tararea, mostrando su sonrisa tal gato de Alicia en el país de las maravillas.

Niego, sorprendida de verla utilizar esta estrategia. Ella sabe que si utiliza mi atracción por Chase, la cuál va en aumento conforme pasan los días, me hará flaquear.

— Eso no es jugar limpio — gruño; sin embargo, no puedo evitar embozar una sonrisa.

— Yo sólo digo — la veo encogerse de hombros, sin dejar de mirarme con burla.

Le saco la lengua en un gesto infantil antes de bajarme de la cama y colocarme mis deportivos Nike blancos.

— ¿Entonces vamos a ir? — Pregunta una vez más. No respondo y la veo hacer una mueca antes de bajarse de la cama y acompañarme para dirigirnos al café.

Ayudar en este lugar me gusta. Es una forma de conocer a los habitantes de Hemsworth. Durante la tarde, no hay mucha clientela por lo que Hannah y yo pasamos gran parte del tiempo hablando de cualquier cosa. Yo soy hija única por lo que ella es lo más cercano a una hermana, y me encanta tenerla.

— Chicos lindos a las once — susurra, y rápidamente dirijo mi mirada hacia el lugar que ella indica.

Los hermanos Lachowshi han entrado al lugar, juntos, hablando y riendo entre sí. Captan la atención de varias chicas reunidas en el café. Sin embargo, ignoran ese hecho y siguen con su camino hacia una mesa desocupada en el fondo.

Suspiro y enfoco a Chase. Se ve tan atractivo, como siempre.

— ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para dejar de sufrir eso de 'efecto Lachowshi '? — Pregunto sin poder evitarlo.

Esta atracción por él es tan extraña e intensa que incluso me asusta.

— Hasta que mueras — Hannah responde en medio de una risa, y la veo negar con la cabeza, como si no hubiera remedio alguno.

Estoy jodida entonces, pienso mientras desvío de nuevo mi mirada a Chase.

— Ve a atenderlos — me alienta en un susurro, golpeándome en el hombro para captar mi atención.

La miro, espantada ante lo que ha dicho.

— ¿Estás loca? ¿Se te olvida lo torpe que soy? No lo haré. — Niego de inmediato, sacudiendo la cabeza una y otra vez.

Veo a Hannah rodar los ojos, sin perder la sonrisa.

— Ve, Giselle — insiste — ¿Qué te cuesta?

Niego otra vez. La veo rodar los ojos por segunda vez y mirar en dirección a los hermanos Lachowshi.

— ¡Giselle ya va a atenderlos! — Exclama, haciéndole una seña a Stefan, quien acaba de levantar la mano para ser atendido.

— ¡Hannah! — Chillo horrorizada, maldiciendo una y mil veces.

— Suerte, cariño — me guiña un ojo, sonriente, entregándome la libreta y bolígrafo.

Los agarro resignada y me giro para mirarlos. Ambos están esperando, hablando entre ellos, relajados.

« Por favor, que no me caiga. Por favor, que no me desmaye… por favor… »

Doy una inspiración profunda antes de armarme de valor y caminar hacia donde los Lachowshi se encuentran. Stefan viste de negro, cosa que es habitual en él, parece ser su color favorito, y eso le da un aire mayor a BadBoy. Hannah, la cuál sí se ha relacionado un poco con él, dice que es un chico muy divertido, pero que es engreído y se cree el ser más sexy del mundo. Y con razón pues, todas las chicas del instituto, parecen pensar lo mismo. Stefan y yo no compartimos ninguna clase por lo que nuestra interacción no existe en lo más mínimo.  

Chase, por su parte, es completamente diferente a Stefan, a pesar de tener rasgos similares en lo físico. Chase usa el color blanco y todo tipo de azul en su ropa, y escasamente el negro, causando que sus ojos resalten aun más, de manera increíble. Hannah, la cuál me ha contado que Chase había trabajado unos tres meses en el café junto a Liam y que todas las chicas del pueblo convirtieron ese café en su lugar favorito durante ese tiempo, describió a Chase como un chico simpático, tímido y adorable. Dijo que, durante ese tiempo que trabajaron juntos, nunca hablaron de ningún tema relacionado con su vida personal. También me comentó que Chase nunca mostró interés por ninguna chica, y que algunos llegaron a pesar que es gay, tal y como lo comentó Gael.

— ¡Hola! — Saludo una vez que estoy cerca de ellos. Mi voz chilla más de lo normal y hago una mueca, queriendo golpear por ello — ¿Desean algo?

Maldigo. Qué estúpida he sonado. «Si están aquí es porque obviamente quieren algo, Giselle » me reprendo mentalmente. 

— Sí. Tu número. — Stefan me muestra sus dientes en una gran sonrisa, sin apartar sus ojos azules de mi rostro, y siento como  mi pulso se acelera de manera increíble. Noto, entonces, como Chase le lanza una mirada furibunda a su hermano, el cual sólo suelta una risa —. Estoy bromeando. Cálmate, hermano.

Chase niega con la cabeza antes de soltar un « idiota » y enfocarme.

— ¿Cómo está tu nariz? — Me pregunta a cambio, y ladeo los labios.

— Pues bien — digo —. Han pasado algunos días así que… — dejo la frase en el aire.

— ¿De verdad? Porque, no sé, parece torcida. — Stefan opina, y rápidamente me cubro la nariz. Sé, de antemano, que no es cierto, que, en efecto, no está torcida, pero no puedo evitar esconderla entre mis dedos. Stefan me muestra una sonrisa y luego dice —: Estoy bromeando, Giselle.

No digo nada ante sus palabras.

— Ignora a mi hermano. Es un idiota — Chase aconseja, llamando mi atención nuevamente —. Un café descremado, y una pastel de fresa, por favor — pide y yo asiento, anotando su orden en la libreta.

Miro a Stefan, el cuál hace muecas raras con los labios, como si quisiera ocultar su sonrisa.

— ¿Tú quieres algo? — Pregunto, alzando una de mis cejas.

— Sí. Un nuevo cerebro — pide a cambio Chase, haciéndome ladear una sonrisa. Stefan suelta una exclamación, seguido de una mueca de fingida indignación, ante las palabras de su hermano, pero termina por reír.

— Lo mismo que él — pide al final y yo, después de asentir, me dirijo hacia el lugar en donde Hannah se encuentra sentada, mirándome con burla.

— Te odio…

— Me amas — asegura, sin perder la sonrisa.

— Jamás te lo voy a perdonar. — Aseguro.
  
Rápidamente me encamino hacia la cocina en donde papá y Sophie se encuentran charlando. Les entrego la orden de los hermanos Lachowshi y, una vez que me lo dan, salgo de la cocina y me abro camino hacia la mesa de los hermanos Lachowshi, donde no veo a Chase.

Con el ceño fruncido me acerco a Stefan y dejo el pedido sobre la mesa. Me mira y me sonríe, yo le devuelvo el gesto y me doy media vuelta, lista para ponerme a andar hacia donde Hannah se encuentra. Sin embargo, justo en ese momento, tropiezo contra algo duro y firme al mismo tiempo. El choque me hace dar unos pasos hacia atrás, haciendo que golpee la mesa colocada a mis espaldas.

— Lo lamento — susurro, levantando la  mirada para encontrarme con Chase.

Abrumada parpadeo un par de veces, notando que sus manos han caído en mis hombros para estabilizarme y que está demasiado cerca.

— Fue mi culpa — dice, con una pequeña sonrisa en los labios — Creo que vas a tener que meternos eso para llevar.

Asiento ante lo que ha dicho y doy un paso hacia atrás, consciente de que aún me sostiene.

— Ahora mismo lo hago — intento sonreírle, pero estoy segura que me ha salido como una mueca.

Me doy la media vuelta y vuelvo a agarrar la orden antes de ir a la cocina donde preparo todo para llevar. Al salir, me encuentro a los hermanos Lachowshi frente al mostrador, hablando con Hannah que le entrega una tarjeta a Chase.

— Aquí tienen — digo, entregándole la orden a Stefan. El chico me agradece con una pequeña sonrisa y luego miro a Chase.

— Muchas gracias, Giselle — dice, con una sonrisa en los labios —. Espero verte pronto — me guiña un ojo y, antes de que llegue a ver como mis mejillas se tiñen de rojo, se da media vuelta y empieza a alejarse junto a Stefan.

— Uy — Hannah molesta, dándome un ligero golpe con su codo — ¿Cómo te fue? — Pregunta, y no disimula lo divertida que se encuentra. No digo nada a lo que ella ríe — Volviendo al tema de mi interés: ¡Vamos, Giselle! ¡Acompáñame a la fiesta! — Suplica, haciendo puchero.

— Hannah…

— ¡Vendremos temprano! ¡Lo prometo!

Junta sus manos y exagera aún más su expresión de cachorro maltratado.

Exhalo profundo y me relajo, sonriendo.

— Bien, bien. Iré. Pero solo si volvemos temprano.

Hannah pega un chillido emocionado que me hace reír y luego me abraza, exaltada.

Cuando me libera, vuelvo a mirar al frente. Chase y Stefan van saliendo justo cuando un chico entra y camina en nuestra dirección. Una vez que está de pie frente a nosotras, hace que mi hermanastra, que no para de hablar sobre lo increíble que será la fiesta, quede muda de inmediato ante su presencia.

Yo lo detallo con la mirada rápidamente, y él hace lo mismo conmigo. Es alto y muy guapo. Se le ve bastante joven. No puede ser mayor a los veinte años. Tiene unos ojos verdes precioso, y el cabello rubio le llega hasta los hombros en suaves ondas.

Hay algo en él que me resulta familiar. La forma en la que me mira…, todo él es… extraño.

— Buenos días — saluda, sin dejar de verme, y una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios — ¿Podría darme un late descremado y unos alfajores?

— Claro — Hannah y yo respondemos al mismo tiempo y, mientras mi hermanastra se apresura a cobrarle, yo me giro con la intención de ir a buscar su orden.

Justo cuando estoy a punto de entrar a la cocina, el chico me frena.

— ¿Sabes lo que es una Belledame?

Me giro para mirarlo, con el ceño fruncido.

— ¿Disculpe?

— La Belledame es una flor. Se dice es originaria de Francia. De ahí el nombre. Se cuenta que anteriormente los hombres se la regalaban a la mujer con la que quería pasar el resto de la vida como una especie de promesa.

Todo esto lo explica sin dejar de mirarme. 

Miro a Hannah, sin entender a qué viene esto. Mi hermanastra me mira igual de confundida. Cuando vuelvo la vista al frente, veo que el chico sigue sonriendo y, entonces, extiende una hermosa flor hacia mí. Su color es violeta, y los pétalos son alargados y caen hacia abajo, en la punta de los mismos su color es blanco, y el tallo es largo y fino. Es hermosa.

Justo cuando estoy a punto de agarrarla, la flor se enciende. Pego un brinco ante la sorpresa. Hannah hace lo mismo y, entonces, el fuego se apaga y la flor, sorprendentemente, ha quedado intacta.

— ¡¿Cómo hizo eso?! — Mi hermanastra exclama, tan sorprendida como lo estoy yo.

El chico sonríe un poco más y me entrega la flor.

— Se dice que esta flor es tan indestructible como lo es el poder que provoca. Es por eso que los enamorados la usan, para bendecir el amor. Con esta flor prometen que su amor será igual de indestructible que la Belledame.

— Increíble… — digo, mirando la flor entre mis manos.

— ¿Es usted un mago? — Mi hermanastra es la que pregunta, agarrando la flor de mis manos.

El chico sonríe de medio lado.

— Algo así.

Le guiña un ojo.

— Ahora vuelvo con su orden. — Digo, dándome la vuelta.

Al entrar a la cocina me encuentro con una imagen que me hace desviar de inmediato la vista.

Papá tiene a Sophie acorralada contra la pared, y le está besando el cuello. Mientras, la mujer dejar salir pequeñas carcajadas. En cuanto me ve, empuja a mi padre con las mejillas rojas. Yo hago como si no hubiera visto nada y, una vez que salgo con la orden del cliente, me encuentro a Hannah garabateando algo en la libreta que he dejado sobre el mostrador. Del cliente no hay ni rastro.

— ¿Y el chico? — Pregunto, confundida por no verlo. Tampoco está sentado en una mesa o en alguna parte del lugar. Simplemente ha desaparecido.

Hannah levanta la vista en mi dirección y arquea una ceja.

— ¿Qué chico? — pregunta.

Frunzo el ceño.

— El chico que estaba aquí hace unos segundos — le recuerdo y le muestro la orden que tengo en mis manos —. Tengo lo que pidió.

— No sé de qué me hablas — dice, viéndome como si estuviera loca.

Por un momento me quedo con la vista fija en ella, más confundida que antes. ¿Acaso me está tomando el pelo?, ¿cómo es posible que no lo recuerde?, ¿Qué mierda…? Y noto que la Belledame tampoco está.

Estoy a punto de preguntarle si acaso me está jugando una broma. Sin embargo, lo dejo pasar y coloco las cosas a un lado.

— Olvídalo. Debo subir a terminar una tarea.

— De acuerdo — masculla, sin dejar de verme extrañada —. Nos vemos luego.

Hago una seña en su dirección como saludo de despedida y luego me abro paso hacia las escaleras antes de empezar a subirlas.

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Nota: La Belledame no es real.

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