Babysitter ❴DESTIEL❵

By capncookstiel

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| UNIVERSO ALTERNO | Dean Winchester es un hombre que, según él, tiene casi de todo; un buen trabajo, un buen... More

0. Prólogo
1. Las ancianitas no son puro amor
2. Bienvenido a la familia
4. Un hombre encantador
5. La felicidad se acompaña con pizza
6. Un reino para Charlie
7. Corona o truco
8. Cita-N-Sip
9. Helado con chispas de reencuentro
10. Decepción
11. Érase un domingo...
12. La pierna rota

3. La belleza de una manzana

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By capncookstiel

Resumen #2: Dean llama a Castiel para preguntarle si podría estar dispuesto a cuidar de su hija, a lo que Castiel responde que sí. Ambos se ponen de acuerdo para verse en la mañana en el departamento de Dean. Esa misma noche Dean le cuenta a su hija el cuento del cazador Dean y el ángel Castiel. A la mañana siguiente Dean le hace un par de preguntas a Castiel, y tras presenciar una tierna escena entre su hija y Castiel, decide contratarlo.

PD: Las faltas de ortografía escritas en cursiva son intencionales XD.

Desde el terrible incidente de la niñera satánica y su hija sus mañanas no volvieron a ser iguales. La ansiedad se colgaba de él como si de un collar se tratase, metiéndole en la cabeza miles de pensamientos negativos relacionados directamente con su hija y su nuevo cuidador.

¿Y si solo se hace el lindo para convencerme? ¿Y si se lleva a Charlie?
¿Y si...?

"Y si..., y si..., y si...". Por ese mismo motivo su rutina pre-trabajo se había visto alterada, porque ni siquiera podía abrocharse los botones de la camisa sin hacer movimientos torpes antes. Charlie lo observaba con la cabeza ladeada, mirando luego a sus manos en su camisa. Su hija estaba odiando a esos botones por hacer que su padre estuviera tan complicado al lidiar con ellos. A punto de preguntarle el porqué era tan difícil tratar con unos botones tan pequeños, el timbre de la entrada se hizo escuchar. Charlie se levantó de un salto.

—¡Yo voy! —dijo con entusiasmo, corriendo hacia la puerta.

—¡Pregunta quién es! —le advirtió su padre, aún paranoico.

Ya en la puerta, la niña apegó su oído a la madera, pero nada se escuchó desde el otro lado. En esa misma posición, gritó:

—¿Quién es?

¡Hola Charlie! Soy Castiel.

La niña ahogó un grito tapándose la boca con ambas manos, porque había escuchado su nombre perfectamente y estaba segura que lo conocía del cuento que su padre le había contado la última noche.

—¿Quién es, Charlie? —se escuchó desde la habitación de Dean, quien ahora lidiaba con su corbata.

—¡Es el ángel del cuento! ¡El ángel Castiel! ¡El que te salvó de la perdición! —respondió ella gritando de emoción y corriendo de vuelta hacia la puerta para abrirla. Su sorpresa fue aún mayor cuando del otro lado se encontró con su salvador— ¿Tú eres el ángel de mi papi?

Castiel frunció el ceño épicamente antes de reaccionar.

—¿El qué?

—El nada —secundó la voz de Dean desde el fondo, aproximándose luego hasta ellos—. Es un gusto verte, Castiel.

—Lo mismo digo, Dean.

—¡Y yo también! —intervino la pequeña dando saltitos— Es un gusto conocer al ángel de mi papi.

Dean dejó salir varias carcajadas forzadas mientras tomaba a su hija por los hombros para sacarla de ahí, aún con la confusa mirada del nuevo niñero sobre él. Los vio desaparecer por un pasillo, segundos después, Dean volvió con una corbata desarmada alrededor de su cuello, sonriéndole a Castiel con la inocencia que no tenía.

—Niños... —dijo como si nada, rascando nerviosamente su nuca—. Por favor, ponte cómodo.

Castiel caminó hasta la sala con Dean siguiéndole el paso. Ambos se sentaron paralelo al otro como debía ser, aunque eso no duró mucho, pues Dean seguía luchando el nudo insufrible de su corbata y era difícil que Castiel no se percatara de ello, por eso, se dirigió con pasos lentos hasta Dean.

—Por favor, déjame ayudarte con eso— Dean no se atrevió a contestar con palabras, pues la vergüenza no lo dejaba hablar. Muy apenas pudo asentir con la cabeza.

Al mismo tiempo en que Castiel comenzaba a arrodillarse frente a Dean en una de sus rodillas, Charlie regresaba a la sala acompañada de su muñeca, y volvió a ahogar un grito cuando vio la escena frente a ella. Retrocedió sobre sus pasos y se apoyó en la pared, aún procesando esa imagen.

—El ángel de mi papi estaba arrodillado como en las películas... ¡le está pidiendo matrimonio! —susurró para sí misma sin abandonar esos pensamientos ingenuos que estaba teniendo cuando la realidad era otra.

Castiel no fue capaz de desvincular su mirada del nudo que estaba haciendo, porque podía ver perfectamente por sus reflejos que Dean no había dejado de mirarlo, cosa que sumado a la cercanía que estaban teniendo en ese momento le ponía de los nervios. Se separó de él apenas terminó el nudo, dejándolo suelto.

—Ya está —fue lo que dijo antes de levantarse con rapidez, e inesperadamente Dean lo imitó también.

—¿Podrías ajustarla a mi cuello? Suele ser el trabajo de Charlie, pero ella está en su habitación —pese a que ellos no sabían que la niña estaba a pocos metros de ahí escuchando todo, Castiel asintió con los nervios comiéndolo por dentro.

—No hay problema.

Uy, si habían problemas, pero Castiel no quería mostrarse nervioso ante el hombre para el que trabajaba solo por hacer un tonto nudo de corbata, sin contar el hecho de que habían posibilidades cósmicamente altas de que tuviera novia o fuese heterosexual. La realidad de Dean era otra, pero de momento no le correspondía darle esos detalles personales al niñero.

"Aunque con ese rostro tan lindo le daría más que detalles" Pensó la parte pícara de su cerebro, haciendo que la cercanía de Castiel lo pusiera nervioso a él esta vez.

—Y... listo.

—Muchas gracias.

—No fue na...

Una aguda vocecita llegó para perturbar la paz de ese ambiente, acompañada de su fiel compañera.

—¡Hermi y yo estamos listas para la boda! —expresó la niña a gritos, añadiendo al instante— ¿Podemos llevar los anillos?

Dean quiso morirse de la vergüenza y Castiel estaba en la misma situación. La niña llevaba una sábana envuelta en el cuerpo como si de un vestido se tratase, también se encargó de vestir a su muñeca usando papel higiénico. Corrió rápidamente hacia los dos hombres, mirando las manos de su padre con decepción.

—¿Dónde está tu anillo, papi?

—Preciosa —Dean se agachó y tomó delicadamente su rostro por las mejillas—, ¿de qué estás hablando?

—Vi a tu ángel arrodillado frente a ti como en las películas, cuando el niño le pide a la niña que se casen y luego viven felices por siempre.

Castiel suspiró casi en silencio por la activa imaginación de esa niña que, sin embargo, le caía más que bien. Dean en cambio negó dulcemente con la cabeza hacia ella.

—Solo estaba arreglando mi corbata, amor.

—¡Pero yo hago eso!

—Lo sé, y se lo dije, pero tú no estabas aquí —susurró en el oído de su hija—. Además, ¿de dónde sacaste esa sábana? ¿acaso desarmaste tu cama, jovencita?

—¡No! —respondió ella, cruzándose de brazos con algo cercano a la indignación— Desarmé la tuya.

—¿Hiciste qué?

Castiel se plantó rápidamente a espaldas de la niña, tomándola de los hombros con suavidad.

—Señor... Dean, no se preocupe. No tengo inconveniente con hacer su cama —dijo Castiel con un tono de voz tan sereno que Dean ni siquiera siguió dándole importancia al asunto.

"¿Y si me haces el favor de acompañarme a mi habitación para mostrarte otras cosas que hacer en la cama, angelito?" Volvió a decir la parte corrompida de su consciencia. Dean se obligó a mantenerse en tierra firme y no perdido en sus pensamientos impuros hacia el niñero.

—¡Yo puedo ayudarlo, papi!

—¡Claro! Me vendría bien una compañera —secundó Castiel con alegría, haciendo reír a la niña.

Dean estaba completamente conmovido por la dulce forma de ser de Castiel y lo feliz que su hija se veía cuando estaba junto a él. Estaba, porque todo rastro de tranquilidad se desvaneció cuando vio lo atrasado que iba al trabajo.

—No puede ser... —el ahora frustrado sujeto se levantó y corrió hasta su habitación, regresando luego con su chaqueta—. Debo irme. Si necesitan algo tienen mi número.

Plantó un fugaz beso en la mejilla de su hija, y era tanto el apuro que tenía en ese momento que no se dio cuenta cuando besó también la mejilla de Castiel. Corrió desde la sala hasta la salida y desapareció por la misma, dejando a Castiel perplejo y a Charlie algo apenada.

—¿Entonces no habrá boda?

Castiel se repuso rápidamente para responder a aquello.

—Lamento decepcionarte, pero no la habrá. Tal vez no aún.

—¿No aún? —repitió la niña con esperanza, ganándose una sonrisa por parte del hombre.

—Puede que tu papá vaya a casarse uno de estos días, nunca se sabe.

Charlie adoptó un aire completamente soñador al imaginarse llevando los anillos a su padre y a su pareja —a quien imaginaba como el mismo hombre parado junto a ella—. La escena la hacía sonreír y la llenaba de emoción. Se volvió hacia Castiel para mirarlo con una sonrisita.

—Si mi papi se casa espero que sea con un ángel como usted.

Castiel sintió que esa simple e inocente oración lo desarmó por completo, porque si bien casi no conocía a Dean Winchester, sabía que la forma de ser de ese hombre estaba atrayéndolo más de lo que debería.

Acarició la cabeza de la niña juguetonamente antes de agacharse frente a ella.

—¿Qué te parece si armamos la cama de tu papi y luego jugamos a algo?

Los ojos de Charlie parecieron brillar.

—¡Si!

—Perfecto —se levantó y se dejó guiar por la niña hasta la habitación.

Charlie se deshizo de su improvisado vestido y dejó la sábana sobre la cama algo apenada. Castiel le sonrió con dulzura antes de desarmar la cama y comenzar a estirar las sábanas con la ayuda de la niña. En ese entonces una duda surgió en su mente.

—Charlie, ¿puedo preguntarte algo?

La niña lo miró con duda.

—Mmm... está bien, pero solo si luego yo le hago preguntas a usted.

"¿Una pregunta por varias más?" Eso no parecía justo en su mente, pero aún así hizo un gesto afirmativo hacia ella, lo que la hizo sonreír.

—¿Por qué dices que soy el ángel de tu padre?

—¡Por el cuento que él me contó anoche! —respondió eufórica— Él dijo que el cazador Dean fue salvado por el ángel Castiel cuando pasaba por un difícil momento, ¡y creo que usted es ese ángel!

—Ya veo... —dijo él, terminando de alistar las almohadas sobre la cama—. ¿Qué te gustaría preguntarme?

Se vio totalmente sorprendido cuando la niña lo tomó de la mano para llevarlo hasta el comedor y hacerlo sentarse en una de las sillas, luego, salió disparada por el pasillo volviendo luego con una hoja medio arrugada. Ella arrastró una silla frente a Castiel y procedió a sentarse sin soltar aquella hoja.

—¿Qué es eso?

—Un preguntatorio —respondió la pequeña niña, sonriendo con orgullo—. Yo le haré preguntas y usted responderá con mucha sinceridad.

—Como tú digas —Castiel no evitó sonreír por esa niña cuya imaginación parecía trabajar 24/7. Charlie leyó la primera pregunta escrita con crayones de colores.

—¡Primera pregunta! ¿Cuál... es su... ca... color... favorito?

Castiel se vio completamente enternecido por la dificultad de la niña al leer, aunque con su corta edad ese era un gran avance.

—Mi color favorito es el azul.

—Aaaaazul —repitió ella, dibujando un rayón azul en la hoja—. A mi papi le gusta el verde, como sus ojos.

—Los ojos de tu padre son muy lindos —bellísimos, no me cansaría de mirarlos complementados con esas tiernas pecas debajo.

—Es usted muy tierno, señor Castiel. Usted también tiene ojos bonitos.

—Es usted muy tierna, señorita Charlie. Usted tiene ojos bonitos.

La niña la miró entre divertida e indignada.

—¡No me copies! —unas risitas abandonaron sus labios seguido de un leve rubor en sus mejillas— Y mis ojos no son lindos, son café popó —añadió apenada, cruzándose de brazos y dejando caer la hoja al suelo.

El ojiazul se inclinó hacia ella apoyándose en sus piernas. Tocó la rodilla de Charlie con un dedo para llamar su atención y la niña lo miró con un puchero.

—Eres una niña muy linda, Charlie, por dentro y por fuera, nunca dudes de eso. También debes saber que la apariencia no lo es todo, porque ¿qué pasaría si un día ves una manzana que luce bonita y sana por fuera, pero tiene un mal sabor por dentro?

—La botaría...

—Probablemente lo hagas —Castiel tomó las manos de la niña—. Las personas funcionan así, y tú eres de las manzanas que tienen un buen sabor por dentro, eso es lo que vale.

—Entonces... ¿soy una manzana?

—Una muy linda manzana.

Charlie se levantó de su silla lenta y dramáticamente mirando un punto fijo en el vacío.

—Mi papi siempre me dice que soy una fresita porque mi cabello es rojo, pero ahora sé que soy una manzana... —se volvió hacia Castiel de un salto, sonriendo de oreja a oreja—. ¡Tal vez mi mamá sea una manzana y por eso mi cabello es rojo!

Si bien Castiel no deseaba meterse en asuntos de los cuales desconocía, se limitó a asentir afirmativamente con la cabeza hacia la niña, pues no sabía nada sobre la madre de la misma y para ser sinceros ni siquiera sabía si la niña era adoptada o si la madre seguía con vida, pero de todas formas le siguió el juego a Charlie, quien luego volvió a correr hacia su habitación gritando que dibujaría una familia de manzanas. Castiel se agachó para recoger la hoja del preguntatorio, y solo, solo por curiosidad leyó la pregunta siguiente.

¿Cuál es tu My Little Pony favorita?

Agradeció que Charlie no siguiera con el preguntatorio porque él no veía ese programa, aún así sonrió, porque esa pregunta lo habría tomado por sorpresa. Dejó la hoja sobre la mesa, ordenó las sillas en su lugar y acompañó a Charlie en su tarea dibujando manzanas.

✐✎✐✎✐✎

Su tarde en el trabajo no había sido tan pesada como otros días, pues gran parte de sus colegas estaban enterados de que el pobre tuvo un fuerte lío con su hija y una mujer. Alistó sus cosas apenas llegó la hora de salida, pues estaba tan ansioso por saber de su hija que casi olvida su teléfono sobre su escritorio, el cual le fue devuelto por Toni.

—¿A dónde vas tan apurado?

—A casa. Charlie está con su nuevo niñero y empezó hoy.

—¿Lo contrataste? —dijo ella, más sorprendida que curiosa— No creí que lo fueses a hacer.

—Oh si, y si lo llego a echar ten por seguro que hizo algo mal y saldrá con unas lindas manchas en su rostro.

—Siempre tan violento —Toni rodó los ojos, sonriendo—. Es un buen hombre, contratarlo es lo mejor que has podido hacer por tu hija.

Mientras Toni terminaba de alistar sus cosas también, Dean se quedó pensando en Castiel y su trabajo como niñero, porque pese a todo seguían dándole desconfianza, pero supuso que eso iría arreglándose con tiempo. Toni besó fugazmente su mejilla antes de irse.

—Adiós. Buena suerte con Castiel.

—Ni que lo digas... —susurró para sí mismo antes de irse también.

✐✎✐✎✐✎

Su departamento estaba en completo silencio cuando entró en el, y se vio sorprendido cuando no sintió las risas de su hija, pues ella no solía dormirse aún.

—Ese hijo de...

Dejó su maletín en el suelo y se dirigió a la habitación de su hija casi trotando. La puerta estaba abierta y se podía ver como el pasillo era iluminado por la lámpara en el interior de la habitación. Aquella escena que se encontró en el interior lo dejó desconcertado, pues su hija estaba sobre su cama jugando con sus figuras de juguete mientras que Castiel echaba otros a un baúl. Todo estaba en orden.

—¡Papi! —exclamó la niña cuando se percató de la presencia de su padre, alarmando a Castiel también.


—Hola preciosa, ¿te portaste bien?

—Muy bien —la voz de Castiel lo incitó a alzar la mirada hacia él, encontrándose con una encantadora sonrisa—. Charlie es una niña asombrosa.

—¡Y dijo que soy una manzana bonita! —añadió la niña con orgullo— Bonita por dentro y por fuera, pero lo que importa es ser bonita por dentro.

Si bien Dean apenas alcanzaba a entender sus raras referencias sobre... manzanas, sabía a lo que se refería, y le sonrió de vuelta a Castiel por ello. No se estaba equivocando al tener a ese hombre cuidando de su hija, al menos no de momento, la desconfianza ahí sobraba.

Dean cargó a Charlie en brazos y le hizo un gesto a Castiel para que los siguiera hasta la sala, ya ahí Castiel aprovechó para tomar su chaqueta y alistarse con las pocas cosas que traía consigo.

—Puedo ir a dejarte a tu casa si quieres —le ofreció Dean con serenidad, pero Castiel se negó.

—No hará falta, tengo unas cosas que hacer antes de irme a mi casa.

Estuvo a punto de insistirle en llevarlo, pues afuera estaba muy oscuro y no era seguro andar solo por las calles, pero estaba realmente cansado y solo deseaba tirarse sobre su cama y no despertar hasta unas ocho horas más. Finalmente asintió con la cabeza y acompañó a Castiel hasta la puerta, en ese momento Charlie bajó de los brazos de su padre para abrazar a Castiel por las piernas.

—Gracias por cuidarme, señor Ángel— Charlie le tendió una hoja doblada, y cuando Castiel vio su contenido sintió que su corazón se derretía lentamente de ternura—. Usted también es una manzana bonita.

Dibujado y pintado con crayones, plasmada en la hoja había una manzana con rostro, piernas, brazos y unas alas de ángel negras. Hizo nota mental de hacerle regalos originales a esa niña, porque era extraordinaria a sus ojos.

Cuando Charlie advirtió de que iría a lavarse los dientes dejando a ambos hombres solos, Dean se apoyó sobre el umbral de la entrada. Era su última oportunidad del día para establecer lazos confiables con el niñero.

—¿Te gustaría quedarte a cenar mañana? Traeré pizza de mi trabajo y nos iría bien tu compañía.

"Di que sí... aunque si dices que no hallaré la forma para hacerte quedar".

—Sería un placer.

Dean festejó internamente aquella mini victoria, pero en el exterior solo se limitó a sonreírle de lado. Ambos se despidieron estrechando las manos, aunque Castiel habría preferido que se despidieran como lo habían hecho hace rato, cuando Dean besó su mejilla por apuro.

—Adiós Dean —se despidió con voz cálida.

—Nos vemos mañana Castiel. Ve con cuidado.

Perdió a Castiel de vista cuando cerró la puerta. Aprovechó la ausencia de Charlie para dar un rápido recorrido por la sala para asegurarse de que todo estaba bien y no faltaba nada, sin embargo, su misión se vio interrumpida por algo sobre la mesa del comedor que llamó su atención. Había una hoja doblada acompañada de un crayón azul, y no tuvo duda alguna de que esa era cosa de su hija. Extendió el papel por completo y se encontró con unas pocas preguntas escritas con crayones y de título llevaba "Preguntatorio". Leyó la primera pregunta por curiosidad, pero la tuvo que releer varias veces. La pregunta decía:

"¿Cuál es su color favorito?"

Abajo, Charlie escribió:

"Le gusta el azul. Dise qe los ojos de mi papi son lindos" ❤

Dean sonrió, porque Charlie había delatado a Castiel y ahora sabía que al niñero le gustaban sus ojos. Dejó la hoja en la mesa, tomó el crayón azul y escribió a un lado de la respuesta.

"A Dean también le gustan los ojos de Castiel, son muy lindos".

Dobló la hoja y la dejó en la mesita de noche de Charlie. Todo había salido bien. Su hija estaba a salvo. El niñero era —y estaba— bueno. Le gustaban sus ojos y a Dean le gustaban los de él.

—Todo salió bien...

Definitivamente había hecho bien en obedecerle a Toni, porque apenas había pasado un día y ya podía decir que Castiel era el mejor niñero que había tenido.

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