El Pocionista y la Cantante

By Samira85106

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El mundo mágico se encuentra a la expectativa de una nueva guerra, hasta los muggles se están dando cuenta de... More

La cena de compromiso
El juramento
Una terrible misión
La llegada
Un paseo por Diagon
La iniciación
La boda
La boda parte dos
El nidal de nubes
Dulce Luna de miel
¡Ma Che Bella Italia!
Una góndola y una canción
Entre vinos y tarantelas
De vuelta a Inglaterra
¿Por qué Snape?
Primer día de clases
Un paseo, una maldición
Un buen consejo de un buen amigo.
Conflictos
La fiesta de navidad
El pensadero
Cena de noche buena
Obsequios
Día de visitas
Una grata sorpresa
Embarazada
¡Feliz cumpleaños, señora Snape!
La fiesta
Veneno
Terror en la escalera
San Mungo
Vendetta
Superando el dolor
¿Qué oculta Draco?
La sesión de fotos
Un importante descubrimiento
Remembranzas
No siempre el triunfo trae alegría
Avada Kedavra
Perderlos a los dos a la misma vez
Dolor
Una despedida como se debe
Desahogo
Que difícil es ser espía
El Rescate
Una propuesta rechazada
Cae el Ministerio
Un lugar donde esconderse
En Grimauld place
La tribulación de Remus
Fugitivos
El castigo del Señor Tenebroso
Las calamidades del director
Por culpa del guardapelo
Godric's Hollow
Por muy poco
Su nombre es tabú
Huída frustrada
De vuelta a casa
Novedades en Hogwarts
¿Dónde está Emily?
Otro asesinato en el castillo
Sanando heridas
Revelaciones
El inicio de la guerra
La batalla
Se ha perdido una batalla, no la guerra
La victoria
Recuperación
El comienzo de la felicidad
Un par de ángeles
Epílogo
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Un hipógrifo rebelde emprende el vuelo

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By Samira85106

El gran comedor estaba atestado de comensales como siempre, todos con sus cuencos llenos de avena o cereales con leche conversaban unos con otros. Los de quinto no dejaban de mencionar los TIMOS, los de sexto analizaban sus resultados en las pruebas de aparición o exponían sus expectativas para cuando les tocara, y los de séptimo se encontraban nerviosos por sus ÉXTASIS.

En la mesa de los profesores, Emily conversaba animadamente con Charity Burbage mientras Snape conversaba con MacGonagall y Dumbledore. Más allá, en las mesas de los alumnos, varios aurores desayunaban junto a ellos. Todo permanecía en calma en el castillo pues desde la muerte del hermano menor de las hermanas Montgomery no había habido otro incidente que lamentar, salvo tal vez el hecho de que los padres de las gemelas Patil habían expresado su voluntad de llevárselas del castillo accediendo después a dejarlas cuando la profesora MacGonagall mencionó que mientras Dumbledore estuviese presente, Hogwarts continuaría siendo un lugar seguro.

De pronto y como era costumbre, una bandada de lechuzas cargadas con paquetes, cartas y la prensa entró por los ventanales. Emily recibió por parte de Boris Costner las tan anheladas fotografías del anuncio para la campaña publicitaría de sus cosméticos y además le envió una carta que la cantante leyó con emoción...

Querida Emily

Ahí te mando las fotos que, demás está decirte, quedaron DI - VI - NAS y ¿cómo no? si fuiste arreglada por estas manos de hada. No, mentira... eso se debe a tu condición o tal vez a tu belleza interna que es más importante aún y más grande.

Mi niña, estas fotografías fueron ampliadas y ya se pueden ver por Diagon y Hogsmeade además de que ya se está transmitiendo el anuncio por la radio mágica. La agencia de publicidad me augura buenas ventas y creo que es verdad porque ya he recibido varias lechuzas con tarjetas de felicitación y preguntas ¡Ay! Me muero, me muero, me muero! Dony... bueno, Donatello dice que fue un gran acierto tomarte como modelo y yo estoy de acuerdo.

Bueno primor, me despido hasta una nueva oportunidad, salúdame a tu marido y dale un beso y un abrazo de mi parte... ¡Oops! El beso no porque se enojaría al descubrir quién es el remitente, aunque no tanto al ver que tú eres la emisaria.

Un beso y abrazo de tu amigo y estilista.

Boris Costner.

Emily rió y luego Charity cuando ella le mostró la carta.

—¡Toma, cielo! —dijo Emily después de besar la mejilla de su esposo.

—¿Y esto? —preguntó extrañado de que su esposa lo besara en la mejilla.

—Te lo envía, Boris —simplificó ella mientras Charity volvía a reír.

—¡Payaso! —musitó Snape con su acostumbrada parquedad.

Al terminar el desayuno, Emily se dirigió junto a Musbick al segundo piso para impartir sus clases de música y los demás también se dedicaron a sus labores.

—¿Ejercitaron su diafragma? —preguntó el profesor Musbick a la clase, obteniendo respuestas afirmativas.

—Y también los ejercicios faciales son importantes —recalcó Emily—. No olviden que según el tono debemos esbozar una cara de pez o de bostezo. Vamos a trabajar con esta escala, ¿de acuerdo? —agregó luego apuntando a la pizarra con su varita donde inmediatamente se dibujaron unas líneas de pentagrama con algunas notas.

—¡Señor Longbottom! —lo llamó el profesor Musbick entre las risas de los Slytherins y las palabras de aliento de los Gryffindors.

El muchacho avanzó con nerviosismo hacia Emily quien le sonrió para darle aliento y él se sintió desmayar ante su belleza.

—Recuerda gesticular antes de entonar, ¿de acuerdo? Muy bien ¡Vamos!

—Do - re - mi - fa - sol - la - si - do —entonó Neville haciendo una escala ascendente con afinación perfecta.

—¡Wow! Todo un tenor, ¿no es así, profesor Musbick? —se admiró Emily.

El muchacho retornó a su asiento con más seguridad aunque los Gryffindor siempre supieron que lo haría estupendamente pues Música era la materia que más disfrutaba después de Herbología y siempre le iba de maravilla.

—Están preparados para ejecutar cualquier pieza operística —aprobó Musbick luego de analizar la voz de Lavender Brown.

—Y desde luego ¿por qué no? Una pieza operística adaptada al mejor estilo de rock gótico.

—¡Muchacha! —exclamó Musbick riendo—. Sé que como dices la música rock lo admite casi todo, pero aún no veo como puedes...

—¿Me acompaña con?.... ¡Lo tengo! Una pieza muggle El fantasma de la opera —dijo Emily chaqueando los dedos.

—De acuerdo —respondió el profesor encogiéndose de hombros.

Musbick se ubicó sobre una especie de tarima donde quedaba más alto y desde allí apuntó a un órgano con su varita. El instrumento, inmediatamente comenzó a afinarse solo, después Emily apuntó al suelo donde apareció, por arte de magia, un micrófono mágico de base. La cantante tomó una guitarra metálica (el equivalente a una guitarra eléctrica muggle) y se la colgó encima, comprobando que estuviese afinada, después apuntó con su varita a una batería que estaba justo detrás y las baquetas se elevaron en el aire dispuestas a tocar cuando ella lo indicase con un movimiento de cabeza.

—Éste es un encantamiento muy avanzado que utilizan los músicos cuando no pueden usar la varita por tener las manos ocupadas —explicó el profesor Musbick mientras los alumnos se acomodaban en las gradas y los miraban con expectación—. Desde luego vamos a enseñárselo aunque me imagino que el profesor Flitwick ya habrá adelantado bastante con los encantamientos no verbales y sin utilizar la varita más que la primera vez que hechizan al objeto.

—Esto es más o menos lo mismo —añadió Emily solo que debemos ser más precisos a la hora de encantarlos sin perder la concentración en las notas que queremos oír del instrumento que hechizamos.

Como Musbick sí tenía ambas manos libres pues no sostenía más instrumento que su varita, procedió a apuntar con ella al órgano una vez más y éste comenzó a emitir notas lúgubres. Poco después Emily comenzó a cantar, con una voz que solo habían oído en las últimas clases de canto lírico. Era un tono más alto que el acostumbrado. Desde su lugar, Draco estaba admirado. Aunque detestara a los muggles y a todo lo que tuviera que ver con ellos, lo único que les gustaba a él y a sus padres era aquella obra «El Fantasma de la Opera» les gustaba tanto que no tenían reparo en admitirlo públicamente hasta el colmo de haber asistido a teatros, soportando a los muggles presentes nada más por ver la majestuosidad de la puesta en escena. Incluso durante la fiesta de disfraces del año anterior él y su padre vistieron como el protagonista de la obra.

Emily interpretaba a Christine (la protagonista de la obra)

En sueños me cantó y vino a mí.
mi nombre pronunció, yo lo sentí.
Es esto un sueño más o al fin te vi.
fantasma de la opera ya estás, ya estás aquí.

Posteriormente el profesor Musbick dejó escapar una voz de tenor, alta e imponente que descuadraba con la pequeñez de su cuerpo.

Si cantas junto a mí, mi gran poder.

Influyo sobre ti, podrá crecer.

Querrás huir de mi, dejarme atrás.

La sombra del fantasma siempre en ti ,en ti caerá.

Emily continuó

Quien vio tu rostro ya, con miedo huyó, yo soy tu mascara...

Siguió el profesor

Tu genio yo, tu espíritu y mi voz.

Un mismo amor, fantasma de la opera ya estás en mi interior

Luego las dos voces se unieron a coro

Es el fantasma de la opera

A este punto de la canción, Emily dio una cabezada y las baquetas arremetieron contra la batería. Ella comenzó a tocar la guitarra y el órgano de Musbick arrancó con las notas características de la famosa pieza que interpretaba, inmediatamente las exclamaciones de admiración no se hicieron esperar. Los alumnos y el propio Musbick estaba maravillados ante tal adaptación.

Emily siguió cantando:

En mí, fantasma de la opera

Musbick la siguió:

Canta para mi.

Canta mi ángel de la música.

Canta ángel mío, canta para mi, canta mi ángel, canta para mí.

Al terminar de cantar y tocar, todos los alumnos comenzaron a aplaudir a ambos profesores, el mismo Musbick no cabía de tanta admiración ante la adaptación de una pieza lírica al rock.

—Eso es lo que se conoce como rock lírico. ¿Les gustó? —preguntó Emily.

—Simplemente fantástico —respondió Hermione sin dejar de aplaudir.

—¡Wow! Eso fue intenso, grandioso. Creo que ahora dejaré de ver la música lírica como algo aburrido dijo Ron.

—Y yo —terció Harry—. Sencillamente bárbaro. Me encantó.

—¡Bravo! —gritaba Draco—. No tengo palabras para expresar esto más que... arte.

—Es algo muggle —se quejó Pansy a su lado.

—Es muggle pero es lo mejor que han creado hasta ahora, una obra magnífica, pero ¿qué vas a entender tú del drama de Christine y Erick?

—Si es muggle no quiero saberlo, no me interesa —volvió a increpar su novia.

Al terminar la clase, Draco se deshizo en halagos para su mejor amiga y hermana del corazón y hasta prometió aprender a tocar el órgano en sus ratos libres. A la hora del almuerzo, Emily se reunió con el trió de oro cuando ellos salían de sus clases de Encantamientos y juntos se encaminaron hacia el gran comedor, comentando sus expectativas con respecto al gran partido entre Ravenclaw y Gryffindor que tendría lugar pronto y el cual, si ganaban con más de trescientos puntos, posicionaría a los leones en primer lugar, y de ganar con menos, los llevaría por debajo de las águilas pero era mucho mejor que perder y quedar detrás de Hufflepuff o en cuarto lugar, incluso debajo de Slytherin. Cuando llegaron al vestíbulo, Tonks les salió al paso.

—¿Cómo están, chicos? ¡Emily! Menos mal que te encuentro.

—¿Qué sucedió, Dora? Tienes un semblante... ¡Dios mío! ¿Le sucedió algo a mis padres? Dora, no me digas que...

—No, Emily, no se trata de tus padres, ellos está bien ¡Cálmate!

—¿Tiene que ver con Sirius? —preguntó Harry comenzando a ponerse nervioso también.

—¿O con mi familia? —preguntó Ron nervioso.

—Mis padres son muggles —susurró Hermione con un hilo de voz, estaba muerta de miedo—. Están desprotegidos.

—No, chicos, no se preocupen, no es nadie de su familia. Se trata de...

—¿De quién, Dora? Nos tienes en ascuas —preguntó Emily.

—Acabo de llegar de Londres dónde me enviaron junto a un regimiento para cubrir la escena de un crimen, fue en la residencia Robinson... Emily, el señor Samuel Robinson está... muerto.

—¿Qué? —preguntó la cantante con el labio inferior temblando por la conmoción mientras sus ojos se nublaban por las lágrimas—, Pero ¿cómo?

—La marca tenebrosa estaba sobre la casa. Fueron ellos —respondió la metamorfomaga.

—Pero ¿qué querrían de él? —preguntó Harry dubitativo.

—Fue Roger —soltó Emily con odio limpiándose las lágrimas—, fue el maldito Carter. Le debía demasiado dinero a la disquera por sus estafas, además fue el señor Robinson quien reveló su identidad como animago no registrado. De seguro vio su oportunidad y... ¡Dios mío! ¿Cómo está Dorothy?

—Deshecha —respondió Tonks—. Llegó de Diagon dónde había estado comprando unas cosas para el viaje. Según nos contó, ella y su padre iban a viajar a Dublín mientras pasaba todo este caos pero ya ves, la pobre vio la marca sobre la casa y cuando entró, lo encontró allí en el vestíbulo. Fue una maldición asesina, también sospechamos de Carter directamente, intuimos que el crimen fue personal, pero el cobarde se amparó en la marca tenebrosa porque su nuevo grupo le otorga más poder e inmunidad según lo que él cree.

—¡Pobre Dorothy! —musitó Emily—. El señor Robinson era todo lo que tenía en el mundo... Me refiero a familiar directo. Lo lamento tanto porque si yo perdiera a papá... ¡No!... ¿Cuándo será el sepelio?

—Mañana —respondió la joven auror—, por la tarde, ya están avisando a la prensa.

—¿Las chicas y Sirius ya lo saben? —preguntó Emily secando las lágrimas que habían vuelto a emerger.

—Remus les está avisando, está en la lechucería.

Emily y el trío de oro continuó avanzando hacia el gran comedor y la cantante no pudo evitar dejar caer la cabeza en el hombro de su esposo.

—¿Qué te sucede, hermosa? —preguntó Snape.

—El señor Robinson está muerto —contestó la cantante.

—¿El dueño de la disquera? —inquirió dubitativo mientras Emily asentía.

—La marca tenebrosa estaba sobre la casa.

Severus comenzó a preguntarse qué deuda tendría el señor Robinson con Voldemort. Hasta dónde él sabía, el músico jamás había sido mencionado por el Señor Tenebroso ¿Qué propósito tendría con su muerte? No ganaba absolutamente nada pero más tarde la afirmación de Emily le mostró la respuesta y él también llegó a la misma conclusión.

—Fue Roger, estoy segura de que fue él, quedó demasiado perjudicado cuando el señor Robinson lo acusó ante el ministerio. Perdió el prestigio, la fortuna de los Robinson, el poder, a Dorothy... Lo perdió todo y por eso no le importó nada, quiso vengarse de él.

Tienes razón, eso suena lógico contestó Snape abrazándola.

Estamos plagados por la muerte, una sombra oscura se cierne sobre todos nosotros. Vamos a terminar...

¡Ya basta, Sybill! amonestó Charity ante el acostumbrado fatalismo de la vidente—. Eso es lo que nos falta, que vengas tú con tus preciosos pronósticos.

Es la verdad terció la profesora Trelawney.

No hay dudas de que aquí nos encontramos más seguros dijo el profesor Flitwick.

Pero no debemos confiarnos comentó Dumbledore—. Al enemigo no hay que cederle terreno. Hablaré con los aurores, es una lástima... una lástima. 

—Lo siento mucho, hija —dijo MacGonagall, apretando cariñosamente la mano de Emily.

—Gracias, el señor Robinson fue quien me llevó a ser quien soy ahora. Las chicas y yo le debemos nuestro éxito y fama, nos dio una oportunidad y... ¡Es terrible!


Al día siguiente, Emily, las chicas de la banda y Sirius, todos acompañados por Tonks, Remus y el profesor Dumbledore, asistieron a la ceremonia de entierro del señor Robinson. Había muchas personalidades del mundo de la música. Emily además había llevado consigo al señor Weasley porque sabía que había sido gran admirador de los Hipógrifos Rebeldes en su juventud e inevitablemente pensó en Lucius, su padrino ¿Se habría enterado ya de la muerte de su rival de adolescencia? ¿Estaría contento o le sería indiferente?

El lugar estaba repleto de personalidades de la música, incluso los viejos integrantes de Los Hipógrifos Rebeldes estaban allí para darle el último adiós a su compañero y líder, incluso tocaron un par de canciones de la banda. Emily y las chicas se fijaron en Dorothy que, hecha un mar de llanto y ataviada con una túnica negra, se abrazaba al féretro de su padre, agarrando con fuerza un ramillete de girasoles (las flores favoritas de Samuel)

La mitad de arriba del ataúd estaba abierta para dejar ver el torso y el rostro del artista.

—Lo siento tanto, papá —lloraba Dorothy—. Yo te maté, al casarme con ese asesino yo te maté ¡Perdóname, por favor!

Rita Skeeter que no perdía oportunidad de asistir a un evento donde poder meter su nariz y la de su fotógrafo, le pidió a éste que inmortalizara el momento mientras ella se acercaba con imprudencia para hacerle preguntas a la chica.

¿Por qué dices que tú lo mataste? ¿Acaso también te uniste al bando del que no debe ser nombrado junto a tu marido? ¿Tú y él planearon su muerte?

¡Déjala, ya basta! exclamó Emily, interponiéndose entre Dorothy y la periodista—. ¿No puedes mostrar un poco de sensibilidad por una vez en tu cochina vida?

Nunca pensé ver algo así. Emily  está defendiendo a Dorothy se admiró Gloria.

Es lo lógico, en momentos como estos no existe el rencor contestó Espina enjugándose las lágrimas con un pañuelo que Sirius le ofreció—. Dorothy perdió a su padre y él era nuestro amigo, nuestro mentor.

El hombre que nos brindó una oportunidad en un momento en que nadie creía en una banda conformada por mujeres añadió Sasha rompiendo en llanto mientras su novio Jeremy la abrazaba para reconfortarla.

—Es increíble ver como ese infeliz de Carter se convirtió en un monstruo —añadió Jeremy.

Dorothy miró a Emily a los ojos con dolor por unos segundos pero luego la pena y la vergüenza la obligaron a bajar la mirada, estaba muda por un acceso de llanto y esa punzada mortífera que laceraba su corazón al contemplar a su padre sin vida. Remus y Tonks se apresuraron a expulsar a la periodista y a su fotógrafo del recinto en medio de protestas.

—¡Perdóname! —musitó Dorothy mientras gruesas lágrimas caían sobre el señor Robinson.

—Estoy segura de que no tenía nada que perdonarte —respondió Emily—. Siempre fuiste muy buena con él y él te adoraba.

—No me refería a él —contestó la muchacha con voz trémula, levantando la mirada pero sin atreverse todavía a posarla en los ojos de Emily—, me refería a ti.

Emily quedó pasmada al escucharla.

—¿De qué hablas exactamente?

—Yo te causé mucho dolor cuando cedí ante los galanteos de Roger...

No hablemos de eso, ahora no tiene sentido, yo lo olvidé. Me casé y adoro a mi esposo, es el hombre más maravilloso del mundo respondió Emily.

Lástima que yo no pueda decir lo mismo del mío, ese cretino mató a mi padre dijo Dorothy antes de volver a recostar su cabeza sobre Samuel—. Lo hizo por venganza, me lo quitó y ahora no podré recuperarlo pero lo quiero de vuelta ¡Quiero que te levantes de ahí, Samuel, por favor!...

Emily no pudo aguantar la profunda tristeza que le provocaron las palabras de Dorothy. Cuando ella se unió a Roger, Emily sintió que la odiaba, que jamás le perdonaría esa mala pasada porque aunque no eran amigas, solían llevarse bien y además ella sabía muy bien que Roger era su novio, pero más tarde, conforme lo fue olvidando, comprendió también que la mayor responsabilidad recaía sobre él, que era el que le debía fidelidad. No obstante, ahora que la veía allí sin toda esa arrogancia que antes la caracterizaba, vulnerable, dolida, sintiéndose sola, casi se reprochó sus sentimientos de antaño. No podía odiarla, tal vez jamás llegaran a ser amigas pero definitivamente no podía odiarla porque además la acompañaba en el sentimiento, Samuel Robinson significaba mucho para Emily y para el resto de la banda.

¡Perdóname, Emily! Yo soy la que merezco estar muerta por lo que te hice, no mi papito.

—Te perdono —le dijo Emily tomándola de los hombros para que levantara el torso del féretro y entonces Dorothy hizo algo que Emily jamás esperó, se abalanzó sobre su regazo mientras sollozaba.

—Gracias —respondió la mujer sin dejar de abrazar a Emily—. Me quitas un enorme peso de encima —añadió luego al separarse.

Emily le secó las lágrimas con su propio pañuelo y le sonrió aunque con tristeza.

—Será mejor que continúes con tus planes de ir a Dublín y permanezcas por allá. No quiero que el imbécil de Carter te haga daño a ti también.

El señor Robinson fue enterrado al fin y Dorothy se fue junto a su familia irlandesa y algunos aurores de custodia a su residencia donde ella buscó las pertenencias y posteriormente se marchó a  a Dublín.

Las Brujas de Macbeth junto a Sirius, el profesor Dumbledore, el señor Weasley y los Lupin se fueron al Caldero Chorreante a tomar un hidromiel antes de regresar a Hogwarts y se pusieron a comentar lo ocurrido, era además una pequeña tertulia como miembros de la Orden del Fénix, aunque solo Dumbledore y Emily conocía y compartían información que los otros desconocían.

—Debemos detener esto —dijo Sirius—. Harry es el elegido, debemos entrenarlo.

—Pero ¿cómo? —preguntaba el señor Weasley—. El que no debe ser nombrado es poderoso, Harry es valiente sí, pero es muy joven.

—Eso no es un impedimento —terció Emily.

—Estoy de acuerdo —soltó Sasha—. No importa si es demasiado joven, si tiene las armas adecuadas.

—Y las tiene, créeme. Harry podría vencerlo, estoy segura —añadió Emily.

—Bueno, creo que va siendo hora de regresar al castillo —terció Dumbledore a quien no le apetecía para nada que se siguiera tocando el tema de Harry como el elegido por más que todos pertenecieran a la Orden del Fénix.

El profesor Dumbledore, los Lupin y Emily se despidieron del señor Weasley, Sirius y Espina y se unieron en aparición conjunta, encontrándose segundos más tarde frente a las puertas de roble del castillo.

—Las ventajas de aparecerse junto al director de Hogwarts, ¿no? —dijo Remus admirado—. Aparecimos dentro de las verjas.

Y lo hubiera hecho dentro del castillo mismo pero no quise presumir bromeó el director antes de empujar con dificultad la enorme puerta de roble que los separaba del vestíbulo. Remus y las chicas se apresuraron a ayudarlo.

Emily bajó hacia las mazmorras para contarle todo lo ocurrido durante el sepelio a Snape, pero al entrar en el despacho lo halló muy agitado, revolviendo entre frascos de pociones en su armario.

—¿Dónde rayos lo puse? —se preguntó alterado—. ¿Pero qué diantres hago buscando como si fuese un muggle? —alzó la varita y exclamó—. ¡Accio díctamo!

Una botellita con un líquido amarillento acudió a su mano.

—¿Qué sucedió, cielo? —inquirió Emily nerviosa al ver la desesperación reflejada en los ojos de Snape—. ¿Te lastimaste?

—Es Draco —respondió éste con un tono de reproche para sí mismo—. Debí cuidarlo mejor, se lo prometí a su madre pero él es tan testarudo.

—¿Qué le pasó? —inquirió Emily tapándose la boca con las manos—. ¿Qué demonios está pasando? Vengo de un sepelio y ya me encuentro con otra mala noticia ¿Qué fue lo que le sucedió?

—Pues fue tu amiguito Potter, el niño que vivió. Tan altanero y bravucón como su padre —contestó Snape encaminándose raudo a la puerta, con su capa ondeando detrás de él.

Emily trotó para alcanzarlo, estaba estupefacta ante la respuesta.

—Pero ¿cómo? —preguntó mientras cerraba la puerta tras ella y luego se ponía en marcha—. ¿Qué le hizo? ¿Dónde está Draco? Harry no es así, no es un chico agresivo y mucho menos un bravucón.

—Pues sí lo es —respondió Snape deteniéndose ante el retrato de una mujer vestida con ropas de la era barroca—. ¡Los Slytherins son superiores! —pronunció.

La mujer miró a Emily de hito en hito con desdén y luego se hizo a un lado mientras el marco se abría como una puerta.

—Potter atacó a Draco con un encantamiento muy peligroso... Septumsempra. Abre la piel de la víctima como si hubiese sido atacada con hojillas invisibles. Afortunadamente llegué a tiempo para conjurar el contrahechizo.

—Eso suena como a magia oscura —analizó Emily mientras caminaban por el pasillo que los conducía al área de escaleras—, pero ¿de donde aprendió Harry ese conjuro tan terrible? Tú no habrás enseñado eso en tus clases... ¿no?

—Yo.... Enseño Defensa Contra Artes Oscuras, Emily no lo contrario —se defendió Snape aunque por dentro se sentía culpable, a sabiendas de que sí había sido de él de quien el muchacho había aprendido el conjuro, aunque lo hizo indirectamente, a través de su libro de pociones con anotaciones en los márgenes (No podía ser otra cosa)

—¿Cómo está Draco? ¿Cómo pasó eso?

—Potter no quiso decirme nada, supongo que se han debido estar peleando y entonces... ya ves, Draco terminó en la enfermería. ¡Ven! tomemos este atajo, por este tapiz. Debo llevar el díctamo para cerrar sus heridas mientras él está sufriendo una terrible agonía.

Severus y Emily se metieron por un tapiz que mostraba a unos caballeros luchando contra un dragón, y aparecieron al instante por el pasillo de enfermería en el tercer piso. Emily casi corrió para llegar de primera al recinto, abrió las puertas sin siquiera tocar y entonces vio que todas las camas estaban vacías a excepción de una que estaba cubierta por unas cortinas. A Ella no le importó si Draco estaba presentable o no, empujó las cortinas y casi se muere al verlo en semejante estado. 

La señora Pomfrey lo había desvestido, dejándolo en ropa interior. Su piel estaba horriblemente lacerada aunque sus heridas lucían más bien como cicatrices pues Snape le había puesto un contrahechizo para salvar al muchacho pero aún así estaba muy adolorido y algunas de las heridas se notaban que habían sido bastante profundas y sangraban, aunque no copiosamente como lo habían hecho antes del contrahechizo de Snape. La enfermera limpiaba la sangre con un lienzo mientras Draco, con los ojos cerrados, gemía de dolor y angustia.

—¡Emily! Él no está presentable, no debes verlo así —advirtió la enfermera.

No me importa si está vestido o no, señora Pomfrey, solo me importa su salud. ¿Cómo está? ¡Por Dios, Draco! expresó la muchacha con voz trémula mientras le asía una mano con delicadeza para no lastimarlo más.

Aquí está el díctamo que le prometí dijo Snape colocando la botellita en las manos de la enfermera que rápidamente se dispuso a verter una pequeña cantidad en un lienzo limpio para frotar con él la piel del muchacho.

—¡Muchas gracias, profesor Snape! Por favor ¿podría colocar también unas gotas dentro de este frasco de poción revitalizante?

—Enseguida, eso lo ayudará a recuperarse más rápido.

—Emily, por favor aléjate de él, necesito trabajar —pidió la enfermera con tono amable.

—Y yo necesito saber que va a estar bien.

—Lo va a estar en cuanto le administre esto —contestó la enfermera señalando el lienzo impregnado con el remedio.

—Ya escuchaste, mi niño, vas a estar bien, tu hermanita está cerca de ti para cuidarte, ¿sí? —dijo Emily secándose algunas lágrimas.

—¡Emily! —susurró Draco en medio del sopor, sin abrir los ojos.

—Sí, sí, estoy aquí, mi pequeño contestó ella, soltando con delicadeza su mano para darle paso a la señora Pomfrey—. Estoy cerca. Vas a estar bien, lo prometo—. ¡Oh, Severus! —Emily se arrojó a los brazos de su esposo.

—Potter es... no mide las consecuencias de sus actos —se quejó Snape mientras acariciaba el cabello de Emily, viendo como la señora Pomfrey volvía a cerrar las cortinas para ponerse a trabajar en medio de protestas acerca de cómo peleaban los estudiantes de hoy en día y que la culpa de todo la había tenido ese fulano club de duelo que hubo organizado Lockhart una vez.

—Estoy segura de que debe haber una equivocación, es decir, Harry no es malo, cariño, no iba a querer lastimar a Draco de esa manera.

—Pero lo hizo.

—Tengo que habar con él. No te separes de Draco ni un segundo, cielo.

—¿A dónde vas, Emily? —preguntó Snape viendo como ella se dirigía a la puerta.

—Necesito hablar con Harry, quiero que me diga por qué lo hizo.

Emily se alejó de la enfermería y se dirigió directamente hacia la sala común de Gryffindor, sabía que Harry no era un mal chico pero necesitaba saber qué lo había instado a arrojar ese encantamiento tan destructivo sobre Draco y sobre todo necesitaba saber de dónde lo había aprendido.

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