The Perfect Plan

By MichelleJBON

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Decirle estúpido era su manera de decirle te amo, golpear su hombro era como darle un abrazo cariñoso frente... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31

Capitulo 28

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By MichelleJBON

Después de mi horrible y muy traumatizante encuentro con el señor Mayer salí casi corriendo del edificio, tratando de ocultar mi cara con las lagrimas amenazando en salir y un horrible moretón formándose en mi jodida mejilla. Cuando salí de la vista de todos comencé a correr porque no quería a nadie queriendo ir conmigo, corrí hasta me faltó el aliento y mis piernas ardieron. Me detuve en algún punto en medio del bosque, no más lejos de lo que había ido antes pero definitivamente alejado. Mucho. Miré a mi alrededor unos minutos hasta que caí en cuenta de que no recordaba el camino de vuelta. Maldije y me senté en el piso porque de todos modos lo que menos quería era volver a la habitación. En realidad no podría ver a Ashton a los ojos sin llorar y sentirme la chica más estúpida del mundo y no podría ver a Harry sin golpearlo tan fuerte como me fuera posible por haber causado todo esto. Y no podría verme al espejo sin querer arrancar mi propio cabello por ser tan imbécil.

Después de que terminé todo con Jason me prometí a mí misma que nunca más me dejaría someter por otro hombre, aunque fuera por la más mínima cosa, que nunca volvería a hacer algo con lo que no me sintiera cómoda y que nunca me volvería a enamorar. Tres simples cosas ¿no? Pues no. Es increíble que sea tan estúpida como para dejar que ese maestro dañado del cerebro me hiciera algo así. No comprendo cómo es que no me paré y me fui de ahí en el momento en que dejó en claro sus intenciones. Ninguna maldita escuela y ningún viaje a Londres valían pasar por todo eso. Nada lo valía. Pero por un momento pensé que sería fácil, que podría hacerlo, que lo que pasó con Jason me había dado la fuerza necesaria como para enfrentarme a lo que fuera y no sentirme una niña tonta y utilizada de nuevo. Bueno, estaba muy equivocada. Con esto sólo demostré que no importa lo que haga y no importa que tan ruda sea con los hombres ni que tanto los desprecie, aun pueden hacer conmigo lo que les venga en gana. Sólo estuve media hora en esa habitación, y ya era como si todos estos años de terapia y de convencerme a mí misma que era una mujer independiente y fuerte, hubieran desaparecido por completo.

Sin darme cuenta, de un momento a otro tenía mi cara cubierta de lagrimas asquerosas. Estaba comenzando a anochecer, pero tendría que esperar a que fueran pasada de la media noche para poder llegar a la habitación, después de que los chicos estuvieran dormidos y no tuvieran que ver mi terrible apariencia. Tendría que aplicar bastante maquillaje para cubrir mi magullada cara, aunque, no es que fuera un problema, era una completa experta en cubrir golpes con maquillaje.

La batería de mi celular estaba a punto de morir cuando el reloj marcó la una de la mañana. Traté de pararme de un salto pero mis pobres piernas se sentían débiles y mi trasero estaba dolorido y adormecido por estar tanto tiempo sentada en el piso. Tardé más de media hora en encontrar el camino de vuelta al instituto, el lugar estaba demasiado oscuro y el camino lleno de piedras le jugaba malas pasadas a mis débiles piernas y a mi falta de coordinación. Cuando finalmente llegué a mi habitación todo estaba en silencio, a excepción de los ronquidos de Ashton.

Suspiré y me recargué en la puerta cerrada, pensando que todo estaría bien. Tomaría una ducha, me daría una de mis muy especiales platicas feministas para recuperar mi fuerza, y luego me dormiría y sería feliz por siempre. Pero la puerta del baño se abrió de golpe al mismo tiempo que me di cuenta de que la cama de Harry estaba vacía y él susodicho se acercó a mí con furia.

—No estoy de ánimos, Harry —gemí y traté de esquivarlo haciendo mi camino fuera del baño pero él bloqueó la salida.

—¿Qué pasa, Peyton? —sentía mis ojos arder con fuerza y un gran nudo formándose en mi garganta, cualquiera pensaría que me veía lo suficientemente mal como para querer hablar con alguien, pero él no me dejó en paz, sólo siguió y siguió con sus preguntas— ¿qué tienes en tu mejilla? ¿estuviste llorando? 

—Me golpeé —susurré con voz temblorosa, empezando a enojarme. 

—¿Fuiste con el señor Mayer, cierto? —inquirió Harry, se acercó un poco más a mí y levantó mi barbilla obligándome a verlo a los ojos. La preocupación se notaba en todo su rostro cuando comprobó que lo que tenía en el rostro no podía ser nada echo por mi estupidez. No pude contener más el llanto, las lagrimas comenzaron a correr por mis mejillas sin parar. Los recuerdos me invadieron una vez más, no sólo estaba del señor Mayer, también de Jason, ambos mirándome con superioridad y amenazantes. No podía mirar a Harry a la cara y todo mi cuerpo comenzó a temblar; Harry me acercó hacía él en un fuerte abrazo sin decir otra cosa, gracias a Dios.

Me sentía la más grande miseria de la historia, y aún odiaba completamente a Harry. Pero, sin duda, lo que necesitaba en ese momento era desahogarme, tener a alguien que me sostuviera mientras sacaba toda la mierda de mí, porque ya no podía seguir siendo fuerte yo sola, porque nunca fui fuerte, y el hecho de que Harry fuera un idiota no quitaba que era el único que estaba ahí para mí en ese momento. Si Ashton se enteraba simplemente enloquecería y empeoraría la situación para mí, pero al parecer, Harry estaba bien con sostenerme y dejarme mojar su camisa con mi asquerosas lagrimas

—¿Cómo mierda no lo adiviné? —gruñó Harry por lo bajo, como para sí mismo— ¿Qué te hizo ese hijo de puta, Peyton?

No respondí, sólo me apreté más a su pecho y lloré más. Dios, era patética.

—¡Contéstame, Peyton! —gritó, tan sorpresivamente fuerte que me hizo saltar y me sorprendió que Ashton no se despertara.

—No sé, nada, no quiero hablar de eso —murmuré. Se separó de mí y examinó mi cara unos segundos; después su expresión pasó de furia a desasosiego. El desasosiego invadía su alma como la grasa invadía mi cuerpo.

—Mañana, entonces —apretó su mandíbula con fuerza y me atrajo de nuevo a sus brazos. Nos quedamos así unos minutos hasta que logré calmarme un poco más. Después nos acostamos en mi cama, no tuve energías para decirle que se podía ir a la mierda lejos de ahí, además del hecho de que en sus brazos me sentía menos miserable; incluso pude dormir esa noche.

Afortunadamente, por la mañana me desperté antes que Harry y Ashton. Me apresuré al baño para darme una ducha, me miré al espejo antes de entrar. Seguía siendo la misma niña asustadiza, dejada y tonta de hace algunos años, sentía ese mismo desprecio por mi cuerpo, esas mismas ganas de castrar al próximo hombre que se atravesara en mi camino.

Tomé una ducha rápida, me puse mi disfraz y maquillé mi mejilla, colores desde morado hasta verde se extendía por todo el lado izquierdo de mi cara, pero años de experiencia dieron sus frutos y logre cubrirlo perfectamente. Cuando salí del baño Harry y Ashton estaban aún dormidos, me apresuré a tomar mi mochila y me precipité hasta la puerta pero Harry se levantó de la cama como un ninja y me detuvo unos momentos antes de que tomara la perilla.

—Tenemos que hablar —ordenó en voz baja pero firme, su agarre en mi brazo era gentil pero sabía que me detendría si intentaba irme.

—Voy tarde a clase Harry —traté de evitar su mirada.

—Mentira. Y ni un kilo de maquillaje puede ocultar lo que se nota en tus ojos, Peyton, te conozco —apretó levemente su agarre en mi brazo, me obligué a mirarlo esta vez, y me di cuenta de que, sí, era un tonto, pero podía confiar en él. 

—Sí pasó algo —admití apenas en un susurro. Su mandíbula se contrajo y cerró los ojos un momento.

—¿Qué pasó? Dime que no te violo, porque si...

—No, eso no, pero... —dije rápidamente, me miró un momento y después asintió lentamente.

—Vamos a denunciar a ese hijo de perra, te juro que lo vamos a arruinar —asentí con la mirada al piso. Eso no iba a pasar, las personas como esas nunca son descubiertas.

Mi vista comenzó a nublarse y el conocido ardor comenzó a recorrer mi garganta. Harry me abrazó, tan fuerte que casi dolía, pero no quería que me soltara, sentía que si lo hacía me desplomaría en el piso. Estuvimos así unos minutos, traté de no llorar, de nuevo. Yo no era una llorona. 

—Yo me voy a encargar de todo, Peyton —prometió. Me separé de el lo suficiente para verlo a la cara— mira, arregla un encuentro con él hoy después de clase y yo me encargo de lo demás ¿Bien?

No pude hacer más que asentir, aunque sabía que las cosas no iban a estar “bien”. La cara de Harry estaba tan tensa que casi no lo reconocía. No había nada del tonto malo de la cabeza en él. 

(...)

El día fue totalmente insoportable, Ashton no paraba de hacer preguntas sobre de mi extraña actitud y la cabeza me dolía como los mil demonios. Encima Harry faltó a la mayoría de las clases, así que me encontraba sola contra Ashton.

Antes del final de la última clase recibí un mensaje de Harry.

"Todo listo. Encuéntrame detrás de la biblioteca justo después de tu última clase. Todo va a salir bien"

¿Cómo podía estar seguro que todo va a estar bien? Yo lo sentía más como que todo iba a estar muy mal, como que mi miseria no terminaría en ningún momento cercano. Sólo me dije a mí misma que no tenía nada que perder, que las cosas no se podían poner peor de lo que ya estaban.

La clase terminó treinta y cinco minutos después de que recibí el mensaje de Harry. Todos salieron huyendo del salón excepto yo. Tenía miedo, nauseas y algunos pensamientos suicidas. Inconscientemente me encontré caminando hacia donde había acordado con Harry.

—Llegas tarde, Peyton —me miró con cautela y con algo de desesperación en su voz— no importa. Sólo escucha con atención lo que te voy a decir —él me miró un largo rato esperando una respuesta de mi parte, pero no recuerdo haber hecho nada. Después siguió hablando.

—Esta bien, esto es lo que harás —hizo una pausa, lamió sus labios y sostuvo mis hombros con delicadeza— entraras ahí igual que la última vez, en su oficina hay un reloj colgado sobre su escritorio, asegúrate de ver la hora justo en el momento que entres ahí, eso es importante. Trata de ganar algo de tiempo antes de que él intente algo. Yo llegaré ahí justo veinte minutos después de que tu entres, por eso el tiempo es importante, debes asegurarte de que para ese momento ambos se encuentren en una posición comprometedora, ¿entiendes lo que digo? —asiento levemente.

—Yo llegaré ahí con el director, todo ya está arreglado, solo debes asegurarte de que él esté intentando algo para ese justo momento —mis ojos estaban ya húmedos y creo que temblaba un poco— sé fuerte, linda ¿está bien? Sólo piensa en lo bien que se sentiría darle una patada en los huevos al tipo.

Eso me dio un poco de risa, sonaba como algo que la Peyton, que disimulaba ser, haría. Harry me obligó a respirar profundamente un par de veces, me ayudó a limpiar mis lagrimas y dijo un par de maldiciones hacía el señor Mayer con las que yo estuve completamente de acuerdo. Después se fue, y volví a sentir mucho miedo. Posiblemente era el hecho de que ahora sabía exactamente de lo que el señor Mayer era capaz lo que me hacía estar tan aterrada.

Unos momentos después de que Harry comencé a caminar hacia la oficina del señor Mayer, el miserable señor Mayer. Toqué la puerta dos veces e hiperventilé unos momentos antes de que la abriera. Se veía prepotente y malvado como siempre, me invitó a pasar y lo hice, justo al entrar las palabras de Harry comenzaron a repetirse en mi cabeza. Revisé el reloj colgado sobre el escritorio justo como Harry había dicho, 1:45, eso debía terminar a las 2:05.

Cuando desvié la vista del reloj el señor Mayer me miraba con malicia, me indicó con la mano que me acercara, pero recordé lo que había dicho Harry, debía ganar algo de tiempo.

—Veo que ha decidido seguir siendo un completo y asqueroso idiota —lo miré con desprecio, el mayor desprecio que jamás había sentido por alguien, a excepción de Jason. 

—Es una barbaridad que tenga que recurrir al chantaje para satisfacer sus necesidades sexuales. ¿Que dirá eso de usted mismo? ¿Cómo se las arregló para conseguir una esposa? ¿Para preñarla? Ew.

—Creo que ya se te olvidó que tu trabajo no es abrir la boca para hablar, creí haber dejado eso en claro la última vez —se acercó a mí pareciendo calmado pero me sorprendió con una cachetada que me hizo gritar y casi caer. Hijo de...

—Yo creí haber dejado claro que mi importa una mierda lo que usted diga, asqueroso animal. 

—Puedes insultarme todo lo que quieras, eso no quita el hecho de que puedo hacer contigo lo que me plazca —sonrió, y lo odie por eso —ahora comienza por quitarte esa horrible ropa.

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E vuelto chicas! lamento haberme desaparecido tanto tiempo.

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