Capitulo 27

158 17 2
                                    

(Harry)

Estaba en el pasillo, frente a mi habitación, porque la señorita Peyton había cerrado con llave la habitación en su intento de hacerme un poco miserable. Caminaba de un lado a otro totalmente ansioso, podría jurar que estaba haciendo una zanja en el piso. Hacía más de quince minutos que había dejado a Peyton sola con ese viejo pervertido y me fui a caminar por el edificio para aclarar mi mente y no regresar y golpearlo, no sabía que tanto podrían estar discutiendo, pero eso simplemente me traía un mal presentimiento, malo como cuando… como cuando algo muy malo está a punto de ocurrir. 

Comencé a imaginar un millón de cosas idiotas, como de costumbre, pero está vez implicaban a Peyton en una variedad de malos escenarios y eso las convertía en cosas estúpidas serias. Aunque me costara admitirlo, en realidad me preocupaba por Peyton, mucho; no era sólo que quisiera que su cuerpo estuviera bien a salvo para poder disfrutar de él, sino que en realidad quería que ella estuviera bien y me importaba su estado de animo, que usualmente es de la mierda, pero no podía imaginar a nadie haciéndola sentir como mierda. Si sólo escuchar acerca de su estúpido ex novio abusivo me hacía querer golpear cosas. 

Atascado en mis pensamientos angustiosos, no me percaté de cuando Peyton entró a la habitación sin siquiera mirarme o disculparse por dejarme fuera. Claro que eso seguramente era el menor de sus problemas en ese momento, quien sabe que cosa inmunda le habrá pedido el señor Mayer hacer a cambio de su silencio, lo conocía demasiado bien como para imaginarme sus peticiones. 

Cuando entré a la habitación, Peyton ya estaba encerrada en el baño, al parecer tomando una ducha. Había dejado la camiseta que le presté para cubrirse sobre mi cama, mi primer impulso fue tomarla en mis manos y olerla, pero decidí que no podía llegar a ese nivel de idiotez todavía, así que tan solo la lancé al resto de ropa sucia.

—¿Peyton?... ¿Estás bien? —pregunté, pero el sonido de el agua cayendo fue lo único que alcanzaba escuchar dentro del baño. Por un momento temí que se hubiera desmayado o algo parecido— ¿Cómo fue todo con el señor Escalofriante?

—Bien —contestó secamente. 

No soy lo que se podría llamar brillante, pero me di cuenta que algo no andaba bien, tan sólo con el tono de su voz sabía que no fue nada parecido a “bien”. El hecho de que me hubiera pasado de largo al llegar, que no me hubiera golpeado, gritado o insultado, decía que algo fue malditamente mal.

—¿Bien bien o bien mal? Hay diferencia. 

—Sólo bien ¿Ahora podrías dejar que tome una ducha en paz? Y ponte algo de ropa porque los chicos no tardaran en llegar, no quiero que Ashton enfurezca.

—Está bien, hablaremos de esto luego.

—No, no hablaremos de nada porque no pasó nada, todo está bien. Relaja tu maldito trasero y deja de ser tan escalofriante con todas esas preguntas ¿desde cuándo te importa lo que pase conmigo de todas maneras? —su voz era casi un grito por encima del sonido del agua cayendo. No podría decir si estaba molesta conmigo o con la situación en sí, pero definitivamente estaba alterada. Quise pensar en alguna respuesta inteligente a su pregunta, para variar, pero creo que en realidad ni yo noté cuando comenzó a importarme, y era algo loco porque ella era odiosa conmigo el 90% del tiempo. Supongo que era mal karma. 

Después de algo cercano a una eternidad, Peyton salió del baño con pants, una sudadera vieja de Ashton, calcetines impar y su cabello en un molote mal hecho, si había algo seguro en esta situación era que seducirme no estaba dentro de sus planes. Encima de eso, tomó su mochila, vació los libros en su cama y se puso a estudiar. Con eso era más que obvio que no me quería cerca. 

Algo definitivamente pasaba con Peyton, pero no había forma que lo fuera a averiguar cuando ella le estaba prestando más atención a un maldito libro sin dibujitos que a mí, a mi sexy y bella persona, que acababa de protegerla del señor Mayer. Eso me ganaba por preocuparme por una chica, ser cambiado por un maldito libro.

The Perfect PlanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora