Hawa: Debemos salir a flote |...

By meg-books

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COMPLETA - PRONTO EN LIBRERÍAS. Tras los intensos acontecimientos que han ocurrido últimamente, Audrey recibe... More

Sinopsis
❄ Preludio ❄
Capítulo 1
Capítulo 2 (Parte 1/2)
Capítulo 2 (Parte 2/2)
Capítulo 3
Capítulo 4 (Parte 1/2)
Capítulo 4 (Parte 2/2)
Capítulo 5 (Parte 1/2)
Capítulo 5 (Parte 2/2)
Capítulo 6 (Parte 1/2)
Capítulo 6 (Parte 2/2)
Capítulo 7
Capítulo 8 (Parte 1/2)
Capítulo 8 (Parte 2/2)
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte 1/2)
Capítulo 12 (Parte 2/2)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19 (Parte 1/2)
Capítulo 19 (Parte 2/2)
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22 (Parte 1/2)
Capítulo 22 (Parte 2/2)
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 (Parte 1/2)
Capítulo 25 (Parte 2/2)
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28 (Parte 1/2)
Capítulo 28 (Parte 2/2)
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33 (Parte 1/2)
Capítulo 33 (Parte 2/2)
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte 1/2)
Capítulo 36 (Parte 2/2)
Capítulo 37
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41 (Parte 1/2)
Capítulo 41 (Parte 2/2)
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44 (Parte 1/2)
Capítulo 44 (Parte 2/2)
Capítulo 45 (Final)
Top 15 Comentarios + Agradecimientos
Tercer libro: Gea + Avisos
¡Concurso!

Capítulo 38

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By meg-books


La música ya no resulta tan agradable como antes y siento que ahora las luces me molestan. Ebby ha estado queriendo convencerme de que todo estará bien hasta que Yaín llega a nuestro encuentro y los tres nos quedamos en medio del salón realizando el peor y más fingido baile de todos. No sé si Jim dirá algo al respecto; lo conozco y sé que no es una persona de lengua suelta —como Ebby, aunque ella ya ha entendido la severidad del asunto—, pero hay algo en mí que me incita a dudar sobre sus comportamientos. Jim es una persona que nunca sabrás cómo reaccionará, porque siempre tiende a hacerlo para mal. Siempre que he hecho algo erróneo, me he equivocado o he hecho algo que no le agradaba, se dedicaba a ignorarme y no tocaba el asunto a no ser que sólo me echara miradas significativas y frases cortantes... pero siempre llega un punto en el que recapacita. Quiero creer que ese punto llegará pronto; se le bajarán los humos y se calmará para pensar con más claridad, y tal vez yo deba hacerle caso a Ebby y darle un tiempo para que procese todo esto, como todos nosotros tuvimos que hacerlo.

Mi amiga se ha quedado sin pareja, y aunque ya me ha acompañado el tiempo suficiente para hacerme sentir mejor, nos deja un momento a solas y sale a saludar a otros compañeros para no echar a perder su fiesta. Yo la dejo ir cuando me lo pregunta, y Yaín y yo sólo nos quedamos uno al lado del otro durante lo que resta de la noche, mirando lo que hacen las demás parejas mientras de vez en cuando me ofrece algo de comida y, seguramente, se esté preguntando qué rayos pasa con mi humor. Creo observar en un momento a Mia Moore, con su largo vestido rojo dando zancadas de un lado hacia otro mientras parece estar buscando a alguien. Cuando se voltea un poco hacia aquí, le leo los labios, y entonces me doy cuenta de que está buscando a Sam.

Pero se fue. Es obvio que se marchó. Acabo de revelarle que sé que él y los suyos están a punto de realizar un asalto al Gremio, y tal vez haga algo al respecto. Retrasar el plan o avisarle a su padre... sea como sea, no sabe sobre Frank y el hecho de que planeamos usar su sublíder como trueque.

Cuando Yaín se va un momento a charlar con un amigo que se cruza por ahí, ojeo mi celular como por millonésima vez mientras le vuelvo a dar vuelta a la idea de llamar a Jim. «No, Audrey. Déjale tiempo. Déjale tiempo, que camine, que duerma, que procese. Tal vez incluso que hable con Ebby al respecto, que se tome un instante en...»

La pantalla se prende. Pego un pequeño respingo y tomo con más fuerza el teléfono en mis dedos temblorosos mientras me concentro en leer las letras: «Fénix está llamando».

Echo un vistazo alrededor para cerciorarme de que Yaín y Ebby no estén volviendo a mi encuentro, y entonces atiendo.

—¿Aún estás ahí?

El sonido al otro lado de la línea es sólo un desastroso ronroneo irregular. Frunzo el ceño y me tapo el otro oído para amortiguar la música cuando me inclino hacia adelante.

—¿Qué? —Pregunto, tal vez gritando— ¿Fénix?

—Sólo sal de allí —responde, y entonces corta.

Bajo el teléfono hacia mi regazo e intento encontrar a Yaín con la mirada, pero es imposible. Me pongo de pie y es allí cuando me pregunto por qué querría Fénix que saliera del baile, y entonces mi mirada se clava por impulso en la puerta de salida y tardo tan sólo un segundo antes de ir hacia allá lo más rápido posible.

Afuera el frío sigue siendo intenso. El viento continúa empujando el enorme cartel de graduación y se sacuden levemente las pequeñas lucecitas de arriba, y yo me mantengo observando lo que posiblemente esté causando la repentina presencia de los hawas cuando veo algo y mis músculos se relajan. Fénix está en el borde de la calle, y no nota mi presencia hasta que aparta la mirada de su teléfono y la alza directamente hacia a mí, como si me sintiera.

No lleva esmoquin, ni peinado, ni corbata, ni moño ni zapatos, y aún así para mí se ve más maravilloso que cualquier muchacho que haya visto dentro del salón. Me acerco atravesando el largo camino de adoquines desde la escuela hasta la calle mientras él se va irguiendo lentamente y esconde su celular en un bolsillo. No es muy complicado contemplar la moto que lo espera unos pocos pasos más hacia la izquierda; ha venido sin avisarle nada al Gremio, porque no ha traído la furgoneta.

Cuando llego a su encuentro, él por fin aparta la mirada de mi cuerpo y la sube hacia mi rostro.

—Por Ignis y por Hawa y por Gea y por todos los dioses que seguro inventan porque no saben explicar nada —suspira.

—¿Estás orando o es un cumplido?

—Es un cumplido y mucho más —asegura, y entonces algo da un tirón en su comisura—. Estás... preciosa —balbucea—. No, no sé cómo describirte realmente. No voy viendo muchas mujeres con vestidos así en mi vida.

Sonrío con gratitud, sintiéndome estúpidamente bien al respecto.

—Escogiste plateado —murmura al cabo, con un pequeño brillo en los ojos—. Creí que no ibas a tomar mi petición en serio, ya que no iba a ser tu pareja.

—Me importa un bledo y un poco menos lo que mi verdadera pareja pensara sobre cómo voy vestida.

Doy unos pasos hacia el costado cuando noto de reojo que Fénix se guarda una sonrisa complacida ante mi comentario. Una carcajada ronca retumba en su garganta.

—¿Tan mal ha sido?

—Si estás aquí no te preguntas eso —digo—, lo asumes.

—¿Fue erróneo de mi parte pensar que tu pareja iba a ser un fiasco?

—Sé que eso deseabas —bromeo.

Una risa seca por parte de ambos queda flotando mientras me quedo contemplando distraídamente las nubes que se mueven sobre nosotros, en el cielo oscuro. Fénix comienza a quedarse serio mientras sé que no me saca la atención de encima. Después de un corto instante, agacha la cabeza con el ceño fruncido y se para a mi lado.

—¿Vas a decirme qué ha ocurrido o tendré que fingir que no noto tu expresión mientras intento no hacerte preguntas?

Me volteo hacia él de un brusco movimiento, y entonces levanta las cejas con insinuación.

Quedo un instante sumida en su mirada absorbente.

—Sí, voy a decirte —murmuro, pero antes de seguir diciendo algo, echo una ojeada hacia la escuela a mis espaldas y después hacia la motocicleta—, pero preferiría hacerlo en otro lugar.


El viento es más fuerte aquí arriba, pero los árboles lo atajan bien para no molestarnos. Las nubes ahora se ven reunidas más allá, sobre las luces y las pequeñas figuras que forman Auferte, mucho más lejos de esta colina. Observo las casas y edificios diminutos, allí abajo, mientras sé que Fénix procesa lo que acabo de contarle. No me he dejado nada esta vez: Jim, Ebby, e incluso Sam no se ha salvado, aunque sigo prefiriendo que nuestros pasados entrenamientos queden en secreto.

El molesto cri, cri, cri de un grillo rompe el silencio antes que Fénix.

—¿Se lo has dicho a tu amiga?

Aunque intenta camuflar su voz dura, yo la presiento. Pero no voy a sentirme mal al respecto.

—Debía hacerlo —suelto con calma—, ya no podía soportarlo. Ella ya sospechaba que algo ocurría...

Fénix sacude levemente la cabeza hacia un costado, pero al final vuelve a dejarla caer hacia abajo mirando sus manos juntas y los brazos que rodean sus rodillas. No está completamente enojado, entonces no es algo que se salga de lo usual. Hay varios ignisios y varios hawas rondando por el mundo como para que todos ellos sean responsables de guardar tal secreto.

—No puedo ser la única que lo haya hecho —digo entonces, sin darme mucha cuenta de que lo hago en voz alta.

—No, seguramente no lo eres.

—¿Entonces qué? —Inquiero— ¿Qué sucede cuando...?

—No ha habido revelaciones mayores, eso es lo más importante —interviene él, ahora sí mirándome—. En realidad, nadie se atreve demasiado a revelarlo. Tú misma no te sentías a gusto de contárselo a tus propios amigos; no es muy diferente a como pensamos los demás. Es algo... natural. Sentirse fuera de lugar y no querer contarlo, quiero decir.

—¿Pero qué ocurre si alguien más lo cuenta? Si Jim... —empiezo, pero corto la frase al instante y él lo percibe— Sé que Jim no lo hará —aseguro—, ¿pero qué sucedería si fuera así?

—Dijiste que sólo estaba él, así que quédate tranquila. Nadie va a creerle si llega a soltar por ahí que vio a alguien echando fuego... mucho menos si fue en una fiesta donde había alcohol.

Dejo salir el aire contenido y me pongo a cortar pequeños trozos de césped.

—¿Entonces es solamente eso lo que hacen? ¿Confiar en que nadie va a creerle?

—Puede haber gente que le crea, sí —responde—, como hay gente que cree en magos, en espíritus, en reencarnaciones, en videntes... Pero nadie irá mucho más allá de eso. Sabes también que hay gente en el gobierno que se encarga de dejarnos como estamos —sacude la cabeza—. Aún así, no andes por ahí contándolo, Audrey. Y mucho menos andes exponiéndote de esa forma...

—Vi a Sam, Fénix —lo interrumpo, con el mismo tono severo que él ha comenzando a emplear conmigo—. Lo vi y no pude evitar pensar en todo lo que nos dijo Bob, en lo que está planeando su padre... ¡en cómo se está alterando el clima!

—¡Eso no es excusa para atacarlo cuando sabes que hay muchísimas personas allí!

—¡Ya lo sé! —exploto, cortándolo.

El silencio vuelve a hacerse, aunque yo esperaba que él volviera a responderme. Sin embargo, no; simplemente me mira... y a veces siento que esa mirada es peor a que me conteste.

—Pasó muy rápido —me explico, bajando las tensiones—. Ni siquiera recuerdo haber estado bien consciente al respecto. Sólo... salió de mí, en cuanto sentí su helada esencia y se sumó a todo el frío del ambiente —dejo los cortes de pasto y vuelvo a concentrarme en la Auferte frente a mí—. Sé que estuvo mal, no necesito que me lo digas.

Sigue sin decir nada, aunque sé que está pensando en muchas cosas.

Se inclina un poco hacia atrás.

—Yo también lo hubiera hecho —afirma, y yo lo miro de repente, sorprendida—. Me refiero a enfrentarme a Sam. El gran protegido de Abner... —resopla— Mira que lo he deseado varias veces. Pero ya habrá un momento para eso.

Cuando lo escucho, algo hace click en mi cerebro.

—Ustedes se conocían desde antes —murmuro, casi sin pensarlo previamente—. Cuando él me llevó a casa y ustedes se encontraron... esa no fue la primera vez que se vieron, ¿no es así?

No es la primera ocasión en que noto cómo Fénix se tensa ante una pregunta de su pasado. Tampoco es la primera vez que deja la mirada perdida tras un recuerdo como si no quisiera hablar al respecto. Pero yo tampoco deseo hablar de ciertas cosas, y cuando decido contárselas, espero que él decida lo mismo conmigo.

Pestañea y toda su expresión cambia, como si volviera a la realidad.

—Abner sabía que yo no quería quedarme en el Gremio. Siempre lo supo —añade casi al instante—. Siempre lo supo todo... y siempre buscó ventaja de eso. Hubo una vez, cuando el Gremio me asignó ir con un grupo de ignisios en busca de mundanos que tuvieran indicios de nuestros poderes, un mensajero de Abner se puso en contacto conmigo. No parecía violento ni con intenciones de hacerme algún daño, él sólo... —vacila un poco, rascándose el dorso de una mano— él sólo me ofreció irme con ellos.

Abro más los ojos. Espero a que se retracte o me diga que no fue así, pero Fénix se mantiene sereno ante sus palabras.

—¿Te insinuó a...?

—¿A ser un traidor? Sí —concluye—. Pero no sólo se insinuó... lo fui.

Creo que me quedo sin inhalar. Imaginarme a Fénix como a un traidor es como imaginarme... a Brett. Como imaginarme a quien ha empujado a un pobre chico del Gremio desde un balcón. Como imaginarme a una persona desagradable, deshonesta e inmoral. Sé que él no tuvo un buen contacto con el Gremio durante su vida, pero ¿irse al bando opuesto para hacerlo caer? ¿A los suyos?

Por eso Kendrick debe tener ese recelo con Fénix. No sólo porque no quería cooperar con ellos y porque insistía en huir del Gremio cuando ellos lo necesitaban; no sólo porque él puede tener más influencia sobre mí que el propio líder... sino porque hubo un tiempo en que aceptó brindar información y ayuda en contra de los ignisios.

—Por un tiempo —asegura tras examinar mi gesto, casi repitiendo mis pensamientos—. Nunca llegué a ver a Abner cara a cara, pero sí hubo un corto lapso donde creí unirme a ellos. Lo intenté... me sentía perdido. Y aunque no conocí a Abner en persona, sí a su hijo —masculla—. Conocí a Sam. Hubo una noche en que se acercó a hablar conmigo. Todo iba bien, aunque yo sentía un doble sentido en sus palabras; un tono de voz que no las acompañaba. Se burlaba de mí. Insinuaba que hasta un propio ignisio se daba cuenta del poco potencial de los suyos, que era un traidor porque el Gremio no tenía las fuerzas suficientes... —Fénix arquea las cejas, como si de repente recordara algo más— Decía unas cuantas cosas más sobre mí a mis espaldas, y no dejaba de halagar el poder de su padre... Así que me harté, y me fui.

Sus irises verdes se topan con los míos, expectantes. Sé que Sam admira mucho a su padre, pero ese Sam que Fénix menciona no es el Sam que reconozco ahora. Ahora esa admiración suele jugarle en contra y convertirse en miedo y sumisión, en momentos en los que él mismo prefiere no hablar sobre Abner ni su relación con él. Al menos, no durante las pequeñas lecciones conmigo.

—Tal vez tomé sus palabras muy a pecho —añade tras mi mudez— , pero esos insultos me sirvieron para darme cuenta de lo que estaba haciendo. Pensé que, quizás, si volvía al Gremio, todos esos insultos dejarían de ser ciertos.

—¿Regresaste con los Hijos de Ignis, pero luego seguiste intentando huir del Gremio?

—Creo que nunca se enteraron realmente de mi pequeña prueba con los miembros del Círculo. Después de abandonar a los hawas intenté aprovechar mi ausencia para escapar, pero los ignisios volvieron a dar conmigo, y yo nunca dije nada. Sólo me percaté de que no tenía deseos de quedarme ni con el Gremio, ni con el Círculo. Sin embargo, antes que estar encerrado como un sucio traidor, preferí hacerlo como alguien... un poco más leal, al menos. Que no esté de acuerdo con la academia no significa que no esté del lado de los Hijos de Ignis.

—Sigo sin comprender cómo rayos se te cruzó la idea de aceptar ir con ellos —farfullo—. ¿No es que sospechas que fueron los hawas quienes mataron a tus padres? ¿No es que querías intentar sacarle información sobre ello a Bob...?

—Sospecho de todos, Audrey —murmura con una severidad peligrosa—. Incluso del Gremio y de su maldita página arrancada. Siempre lo hice y por eso también quise irme de allí. Pero mis padres... mis padres fueron ignisios, y una gran corazonada me dice siempre que el Círculo puede ser culpable de esto. Sea como sea, me fuera al Gremio o al Círculo porque no podía escapar de ellos, siempre dudé de ambos.

Sus padres... Luke y Aldana, una vez me dijo. Hijos de Ignis, ambos. Sé que eso es extraño genéticamente, o al menos eso es lo que me han explicado. Suele suceder, como sucede con Abner y Sam... como sucedió con Maron y yo, aunque el caso de multis sea muchísimo más insólito y sorprendente. Lo normal sería que Fénix fuera un mundano común y corriente, y que quizás la generación procedente de él heredara los poderes de sus padres. Pero estos casos se dan... y tal vez el hecho de que Luke y Aldana fueron ignisios es la respuesta a por qué Fénix es tan habilidoso y el Gremio no quiere perderlo.

—Un traidor, ¿eh? —Susurro al cabo, a medio bromear— Todos los ignisios creen que soy una, así que quizás te pida que me cuentes cómo debo llevarlo.

—No todos los ignisios —corrige al instante, y entonces se inclina un poco más hacia aquí, un poco más hacia mi mano—. Sólo una parte de ellos, porque están desesperados, confundidos y dolidos. Créeme, yo ya aprendí que no hay que meterlos a todos en una misma bolsa.

—Está bien, no serán todos, pero no me sirve que sólo la mitad confíen en mí...

—Frank sabrá quién es el traidor o el infiltrado que han introducido en el Gremio, y lo haremos hablar. Cuando sepamos quién es, todos esos idiotas que han gritado en tu contra cerrarán la boca de una vez.

De repente siento una calidez sorprendente y súbita sobre mi muñeca, y entonces mis ojos viajan a aquellos dedos largos que empiezan a capturar mi mano. Por alguna razón recuerdo lo que Sam me dijo en un anterior encuentro: que absorba las sensaciones y me deje llenar por ellas. Así que, a pesar de las bajas temperaturas y del frío de la noche, me dejo inundar por el tacto de Fénix y me uno a él. Entonces algo comienza a surgir allí en el suelo, aún más por debajo de su piel y la mía: una pequeña luz. Arrugo el entrecejo al notar que el pequeño resplandor se escapa vagamente entre las aberturas de nuestros dedos, como una llamarada intentando salir de un frasco.

«Rápido, siéntelo. Cópialo».

La insistente voz de Sam retumba en mi mente en forma de eco otra vez, y entonces comprendo. Comprendo algo de mí que provoca que desorbite la mirada hacia ninguna parte en especial. Hay una razón por la cual el instinto me hizo pelear con Sam hace sólo unas horas, una razón por la cual Ignis despertó en esas gradas. La misma razón por la cual congelé la celda, por la cual casi congelo a Fénix, por la cual le lancé fuego a Sam en su casa después de que tratara de besarme...

Mis poderes tienden a aparecer para contrarrestar lo que me rodea. Cuando estuve rodeada de ignisios, Hawa se hacía presente en mí para oponerse a las esencias que me acorralaban. Y lo contrario ocurría cuando me hallaba frente a un hawa, dejando que Ignis se apoderara de mi ser. Es un instinto feroz, indomable si no lo reconozco, que me incita a confrontar lo que predomina.

Y Sam debe saberlo. Debe saberlo si me dijo aquello cuando congelamos la fuente en las colinas. Me enseñó que debo dejarme llevar por mis percepciones, tomarlas para así sumarme a ellas. «Copiarlas». Sam debió saber de cierta manera que los multis tenemos este estímulo primitivo a oponernos, y por algo habrá querido que aprenda a incluirme en vez de contrarrestar, que me concentre para reproducir lo que siento y no enfrentarme a ello.

Mi mirada vuelve a tomar foco sobre nuestras manos, donde aquella pequeña llama existe gracias a que me centralicé y me fusioné con la esencia de Fénix, no la rechacé.

—¿Recuerdas lo que te dije aquella noche, cuando te quedaste en mi sala?

La voz inesperadamente ronca y suave de Fénix me arrastra hacia su rostro. Trato de recordar aquel momento y, cuando por fin lo logro, él vuelve a tomar la palabra.

—Me dijiste que tenías miedo de lo que iba a suceder después de asistir al Gremio, de las cosas que iban a venir —continúa, aún sin quitar la mano sobre la mía—. Te dije que quizás todo estaría bien.

—Sí, y que luego de terminar mi tiempo allí iba a suceder algo que no quisiste contarme...

—Porque en ese momento no estaba seguro si podría resultar así al final...

Yo sabía lo que era: decidir de qué lado quiero estar y luchar por lo que pertenezco. Aprender a ser la Hija de Gea que debo ser y actuar acorde a ello... pero Fénix parecía tener otra cosa en mente.

—Para mí, luego de asistir lo que debes al Gremio, de asegurar que lo escoges y de aprender lo debido... luego de todo eso, vendría lo que estaría bien —asegura, y creo notar de reojo que la luz entre nosotros se incrementa con ganas—: estar juntos.

Me aprieta un poco más la muñeca y el dorso, y su gesto, su voz, su mirada penetrable, me roban una genuina y suave sonrisa. Dijo que en aquel momento no estaba seguro de eso, quizás aún dudaba de lo que yo quería con él, pero con todo lo que terminamos pasando juntos a partir de allí... tal vez sea cierto. Tal vez, al final, todo pueda terminar así: sin problemas.

Juntos.









I M P O R T A N T E

No me gusta dejar notitas aquí pero menos me gusta hacer una actualización aparte. Bellezas, les quiero contar un par de cosas importantes (que ya comenté un poco en mi perfil):

- A partir de ahora Hawa tendrá un pequeño "parón" que me tomaré para escribir los capítulos finales (voy a llorar). De esta forma podré tenerlos más organizados, coordinados y coherentes entre sí, porque básicamente tratan de la misma escena. 

- Así mismo, los publicaré todos juntos para que puedan disfrutar más del final de la historia. Será algo así como un maratón también. 

- Cuando eso pase, publicaré Gea (voy a llorar x2) para que puedan ir agregándola a sus bibliotecas, si quieren, y así enterarse cuándo comienza (de eso hablaremos más tarde, en una actualización aparte).

- Por otro lado, recuerden que estaré eligiendo los mejores comentarios sobre la novela para compartirlos en la sección de "Top Comentarios" junto con el nombre del usuario que comentó. Al igual que como hice en Ignis, esta parte la publicaré después del final del libro. Con cualquier comentario que dejes ya estarás participando para ser elegido y aparecer. 

- Les voy adelantando que también habrá un concurso muy interesante que les compartiré al finalizar Hawa, y que tiene que ver con la historia de Gea y ustedes.

- En la espera seguiré actualizando mi otra novela fantástica, Sivenia, por si quieren echarle un ojo ♥


Eso es todo por ahora, cualquier duda que tengan la estaré respondiendo :) ¡Los espero para leer los capítulos finales de un tirón! ♥

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