— No puedo creerlo. — dijo Sophia tapando su boca con sus manos por el asombro.
— ¿Se besaron y esperas hasta ahora para decirlo? — dijo Cathy, fingiendo estar ofendida.
— Lo siento, no quería que me dijeran que después de eso él se iba a enamorar de mí o algo así, no quería ilusionarme.
— ¿Qué esperabas? — dijo mi amiga— Es la única forma de explicar su comportamiento.
— Es cierto, no hubiera dejado a Rose por ti si no tuviera alguna clase de sentimientos.
— Lo sé, pero es que no lo entiendo, es extraño.
— Creo que su problema es que no tiene experiencia en este ámbito.
— ¿Lo crees?
— Sabe complacer a las mujeres en la cama, fuera de ella es un niño sin experiencia que no sabe cómo tratarte.
— Estoy de acuerdo en que a veces se comporta como un niño. — reí.
— ¿Lo ves? Estás hasta el copete amiga.
Necesitaba tanto esta noche de chicas, últimamente había estado estresada por todo lo de mis padres y también por Hoseok. Aun no entendía sus sentimientos por mi y mucho menos entendía sus acciones para conmigo, me dije a mi misma que debía dejar de pensar en eso y dejarme llevar, ya le pondremos un nombre después. Por otro lado, mi padre se había ido de casa por un tiempo, lloré el primer día, y el segundo también, pero luego entendí que son sus cosas personales, son cosas de adultos y no debo meterme aunque me duela. Mis padres hablaban todos los días, y parecía ser que estos días separados les estaban haciendo bien a ambos, ya que cuando el venia a vernos todos los días ya no peleaban como antes me dijeron que hacían. Me sentía muy feliz, las cosas no se estaban dando como yo quería pero no estaban tan mal. Tenía a mi familia, tenía a mis amigos y lo tenía a Hoseok, de cierta forma.
— Chicas, ¿creen que Marcus siente algo por mí?
— ¿Acaso lo dudas? ¿No llevan saliendo hace unos meses ya?
— Si, pero aun no me pide que sea su novia.
— ¿Y? Tal vez solo es tímido.
— ¿Eso crees?
— Lo creo, lo conozco bien. ¿Quieres que hable con él?
— No, no quiero parecer desesperada pero...
— Lo estás. — le dijo Cathy riendo— ¿Por qué soy la única que está sola?
— Porque aun no ha nacido alguien que pueda aguantarte. — reímos.
— Hey, no te burles de tu pobre amiga.
— Lo siento, te quiero.
— Y yo a ti, oye ¿Wonho no tiene algún amigo que este bien bueno como él?
— No lo sé, no conozco a sus amigos, en realidad... No conozco nada sobre él.
— Su relación es extraña.
— Lo sé, pero no sé cómo arreglarlo.
— Una sesión de sexo salvaje por la noche y todo se arregla.
— ¡Cathy! — gritamos Sophia y yo al unísono, ella se encogió de hombros.
— Sólo decía. ¿Me vas a decir que no harías nada con él si te lo insinuara?
— La verdad es que... — les conté sobre lo sucedido en el sofá.
— ¿Cómo pudiste rechazarlo?
— Es el comienzo de algo _____, no vas a poder escaparte. — continuó Sophi.
— ¿Qué debía hacer? Saben que no puedo ser más virgen. — ellas rieron.
— Deja de serlo y ya, no es tan complicado. No es como si no lo quisieras.
— Lo quiero pero... No sé si él me quiere a mí.
— Si vas a hacerlo procura no arrepentirte después. — habló Sophi.
— Ustedes dos son como las voces en mi cabeza, ¿saben? — les dije— Sophi tu eres el ángel, mientras que Cathy, obviamente es el diablito.
***
— ¿Estás libre el sábado? — cuestionó Hoseok.
— ¿Vas a llevarme a una cita?
— ¿Una cita? No estamos saliendo y además no se me dan bien esas cosas.
— ¿Entonces?
— Mi madre va a casarse...
— Oh, ¿estás feliz con eso?
— Si claro, él es un buen hombre.
— Me alegro. — le sonreí— ¿Y todo eso qué tiene que ver conmigo?
— Quería saber si... Querías...Ir conmigo... Tal vez.
— ¿Es en serio? — grité, haciendo que nuestros compañeros voltearan a vernos.
— Shh... — me tapó la boca— ¿Por qué eres tan jodidamente exagerada? No te estoy pidiendo matrimonio.
— Es que... Es algo bastante personal...
— No tienes que ir si no quieres.
— ¿Cómo no? Quiero ir.
— Está bien.
— ¿Soy la primera a la que se lo preguntas?
— Explícate.
— Digo, me lo podrías estar pidiendo a mí porque otras chicas te rechazaron.
— ¿Quién me rechazaría? — dijo con aires de grandeza— Oh, ya recuerdo, tu. — se respondió a si mismo haciéndome sonrojar, el haberle dicho que parara cuando estábamos cachondos en el sofá había herido su orgullo masculino, aunque no me lo decía directamente.
— L-lo siento... No estaba lista.
— Fuiste la única a la que se lo pregunté, ¿sí?
— ¿En serio? — le respondí sonriendo, él sonrió conmigo, no podía evitar sentirme especial aunque él dijera que yo no lo era.
— Si, y si no hubieras aceptado... — dudó unos segundos— Iría solo.
Lo hubiera abrazado fuerte y besado toda su preciosa cara de no ser porque estábamos en el aula y todos nuestros compañeros, que no sabían acerca de nosotros, estaban ahí. Me prometí que no iba a ilusionarme con él pero aquí vamos de nuevo, ¿quién no lo haría? Si es jodidamente tierno.
— Te besaría ahora mismo. — le dije sincera.
— Ni se te ocurra.
— Eso duele. — dije fingiendo que me dolía el pecho, aunque en realidad si lo hacía.
— Podemos hacerlo después de clases. — me susurró en el oído, haciendo que mi piel se erice al captar el doble sentido de sus palabras.
No podía aguantarlo, no aguantaba su doble sentido porque mi cuerpo reaccionaba ante sus palabras, y creo que él lo sabía, lo que él no sabía era que yo no tenía ni la más mínima experiencia en el tema, y estaba muy preocupada por eso. Me ponía nerviosa el sólo pensar en cuando el momento llegara, aunque podría poner como excusa que no somos nada y volver a rechazarlo pero siendo sincera no es lo que quiero, mi cuerpo entero quiere estar con él para siempre.
— Hey, te estoy preguntando si tienes hambre. — dijo él, pasando su mano por mi cara una vez que estaciono en su casa, esperen, ¿su casa?
— ¿Qué hacemos aquí? — pregunté confundida.
— Lo que tú quieras. — dijo guiñándome el ojo, yo desvié la mirada.
— Yo solo quiero dormir. — le dije y no mentía, no había dormido nada por estar toda la noche charlando con las chicas, necesitábamos ponernos al día.
— ¿No dormiste bien anoche?
— No dormí nada.
— ¿Y eso por qué?
— ¿Te importa? — jugué.
— En realidad no.
— Yo creo que sí.
— Que no, no me importa.
— Ok, entonces no te cuento. — él se giró para verme, expectante.
— Dime, me importa.
— Las chicas y yo hicimos una pijamada, estuvimos hablando toda la noche y no dormimos.
— Ya veo, ¿les hablaste de mí? — sonrió ladino.
— La verdad no, solo hablamos de chicos guapos. — él rió.
— ¿No soy guapo para ti? — arqueó una ceja, él sabía la respuesta pero le gustaba hacerme temblar.
— ¿Tu qué crees?
— Dímelo.
— Eres feo. — me reí y él tomó mi cara entre sus manos, inflando mis cachetes.
— Vas a tener que arreglar esto.
— Sólo te dije la verdad. — él negó con la cabeza y me besó, era un beso lento y normal, pero las mariposas no tardaron en aparecer.
— ¿Vamos a dormir? — dijo abriendo la puerta de su lado.
— Eh...Si, si.
Ambos bajamos y entramos a su casa, hoy estaba más ordenada que nunca, evidentemente el muchacho había estado de limpieza. Sonreí para mis adentros de tan solo imaginar lo sexy que se vería en pantalones deportivos y sin camisa mientras hacia las tareas del hogar, todo un hombre, pensé.
El me tomó de la mano para subir juntos a su habitación, no quería pensarlo mucho pero su mano sobre la mía se sentía tan bien, su tacto era cálido y deseaba que no quitara su mano de la mía jamás.
— Tus manos están frías.
— ¿Qué? Oh, tengo un poco de frio. — le dije algo distraída.
— ¿Necesitas entrar en calor?
— N-no es necesario. — él rió, y me prestó algo de ropa para dormir. Se quitó su abrigo y el pantalón, y se coloco uno deportivo rápidamente, todo ante mis ahora deleitados ojos, hice como que no vi nada y él entró a la cama tirando de mi para que me acostara a su lado, después me abrazó por la espalda.
— ¿Así está bien? — ronroneó sobre mi oreja.
— ¿Por qué preguntas?
— Sólo quiero que te sientas cómoda.
— Estoy cómoda.
Dormimos cerca de dos horas, me desperté sobresaltada por a hora que era, pero luego recordé que mi padre pasaba por Tao hoy así que volví a intentar dormir. Hoseok dormía pacíficamente a mi lado, su pecho subía y bajaba tranquilamente, su boca hinchada estaba hacia abajo, como si estuviera haciendo un puchero, se veía como un bebé. Recorrí su cuerpo con mis manos, dándole pequeñas caricias en los brazos y en la cara, su pómulo izquierdo estaba un poco hinchado, supuse que por alguno de los golpes que recibió, odiaba verlo así, tenía varios moretones en sus brazos y en la parte baja de su abdomen, eso pude notarlo cuando él se revolvió entre las sabanas y su remera se subió. Me miró con sus ojos entrecerrados y una enorme sonrisa, quisiera haber podido darle una sonrisa de vuelta, pero en lugar de eso solo fue una mueca.