Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]

By johanavmillan

5.1M 407K 109K

« ¿Qué pasaría si el abominable hombre de las nieves resulta ser, en realidad, un chico lindo y adorable? » ... More

Antes de leer...
Dedicatoria + BookTrailer
Libro 1
Personajes
Sinopsis
Prefacio | Inevitable
❅ | 01 | ❅
❅ | 02 | ❅
❅ | 03 | ❅
❅ | 04 | ❅
❅ | 05 | ❅
❅ | 06 | ❅
❅ | 07 | ❅
❅ | 08 | ❅
❅ | 09 | ❅
❅ | 10 | ❅
❅ | 11 | ❅
❅ | 12 | ❅
❅ | 14 | ❅
❅ | 15 | ❅
❅ | 16 | ❅
❅ | 17 | ❅
❅ | 18 | ❅
❅ | 19 | ❅
❅ | 20 | ❅
❅ | 21 | ❅
❅ | 22 | ❅
❅ | 23 | ❅
❅ | 24 | ❅
❅ | 25 | ❅
❅ | 26 | ❅
❅ | 27 | ❅
❅ | 28 | ❅
❅ | 29 | ❅
❅ | 30 | ❅
❅ | 31 | ❅
❅ | 32 | ❅
❅ | 33 | ❅
❅ | 34 | ❅
❅ | 35 | ❅
❅ | 36 | ❅
❅ | 37 | ❅
❅ | 38 | ❅
❅ | 39 | ❅
❅ | 40 | ❅
❅ | 41 | ❅
❅ | 42 | ❅
❅ | 43 | ❅
❅ | 44 | ❅
❅ | 45 | ❅
❅ | 46 | ❅
❅ | 47 | ❅
❅ | 48 | ❅
❅ | 49 | ❅
❅ | 50 | ❅
❅ | 51 | ❅
❅ | 52 | ❅
❅ | 53 | ❅
❅ | 54 | ❅
❅ | 55 | ❅
❅ | 56 |❅
❅ | 57 | ❅
❅ | 58 | ❅
❅ | 59 | ❅
❅ 60 | Final ❅
❅ Epílogo ❅
EXTRA I | Stefan
Secuela: Perversa Oscuridad
¿Serie o película?

❅ | 13 | ❅

72.6K 6.9K 1.2K
By johanavmillan

Giselle.

Me estoy quemando.

Dentro de mi ser todo arde, hay un calor que me abruma de manera increíble.

Escucho gritos a mi alrededor. Hay fuego consumiendo todo a su paso, incluyéndome.

A través de las llamas, del fuego, veo personas moviéndose, riendo, disfrutando de mi sufrimiento.

Trato de moverme, de salir de este infierno, pero no puedo. Estoy atada a un tronco.

Estoy muriendo. Me duele todo. Mi piel arde. Sin poder aguantarlo más dejo salir un grito, grito con todas mi fuerzas.

El caos a mi alrededor se intensifica, el ruido de las risas se hacen mayor, y, a pesar de ello, logro escuchar una voz muy clara a través de este caos diciendo —: « Cuidado. Él viene por ti ».

— ¡Me quemo! — Dejo salir un grito y, entonces, despierto sobresaltada.

El pulso me va a mil, y dejo salir un sollozo.

Siento unas manos caer sobre mis hombros y, defensiva, me siento sobre la cama y me alejo. Antes de poder conectarme con la realidad por completo, sollozo una vez más.

— Giselle, cariño, todo está bien, fue solo una pesadilla — Escucho a mi padre hablar y, cuando las luces se encienden, logro ver su rostro angustiado justo frente a mí.

Desorientada, miro todo a mi alrededor. Estoy en mi habitación, en mi cama, papá está sentado a mi lado, y Hannah y Sophie me miran desde la puerta, igual de angustiadas. Todos están en pijama, y por la oscuridad que se ve a través de la ventana es obvio que aún es de noche.

— Voy a traerle un vaso de agua.

Sophie se apresura en decir y, en un parpadeo, se va.

— Gigi, ¿todo bien? — Hannah da un paso en mi dirección, hablando en un susurro.

Asiento y me limpio las lágrimas que caen por mi mejillas.

— L-Lo siento. No quería despertarlos. Fue solo una pesadilla.

— ¿Quieres que me quede aquí contigo hasta que vuelvas a dormir?

Sacudo la cabeza, rechazando la propuesta de papá, aun agitada.

— N-No. Voy a estar bien.

— Aquí está el agua — Sophie entra de nuevo a la habitación y se acerca para entregarme el vaso con agua.

Le agradezco en un susurro y, con manos temblorosas, me llevo el vaso a la boca para darle un trago.

— ¿Vas a estar bien? — Papá quiere saber, angustiado, y yo asiento, estirándome para colocar el vaso de agua en mi mesita de noche.

— Voy a estar bien. Vayan a descansar. — Les sonrío, tensa.

Sophie y Hannah se despiden en un susurro antes de salir de la habitación. Sin embargo, papá no se marcha, se queda junto a mí.

— ¿Quieres decirme que soñaste?

Sacudo la cabeza ante su pregunta, negándome. 

— No fue nada. Ve a dormir. Yo intentaré hacer lo mismo. Estoy agotada.

Papá asiente, me besa en la frente y sigue el camino trazado por su esposa, apagando la luz y cerrando la puerta a sus espaldas.

Dejo salir un suspiro pesado y, un poco más tranquila, me dejo caer de nuevo sobre la cama para intentar dormir; sin embargo, ya es inútil. No puedo hacerlo.

❅ ❅ ❅

Los tres días siguientes transcurren con mucha normalidad, y sin pesadillas. La hinchazón en mi pie ha desaparecido casi por completo y, si no fuera por el dolor que siento al apoyarlo, juraría que ya me he recuperado por completo. Mi cabeza duele como el infierno, pero estoy segura que es más por haber estado pensando todo el maldito tiempo en la bestia de las nieves y no exactamente por el resfriado que tenía, resfriado que poco a poco ha quedando atrás.

El miércoles por la mañana el sol entra por una mínima abertura que hay en medio de mis dos cortinas. Cierro y abro los ojos varias veces en un parpadeo, sin poder creerlo. Desde que llegué a este lugar nunca he visto al sol alumbrar con tanta intensidad. Es un buen inicio para un día más.

El sol mañanero me inyecta una intensa dosis de ánimos. Me siento mucho mejor por lo que me parece buena idea ir al instituto y salir de casa por fin. Me he quedado mucho tiempo aquí, aburrida hasta más no poder pues Hannah se marcha todas las mañanas al instituto, y Sophie y papá se van a trabajar, dejándome completamente sola.

Me hundo en mis vaqueros negros, busco una camisa de mangas largas de color azul oscuro y luego comienzo a colocarme los zapatos. Me pongo de pie y trato de ignorar el pequeño dolor que me asalta cuando comienzo a caminar para agarrar el abrigo que descansa sobre una de las sillas del lugar.

El olor a comida inunda mis fosas nasales cuando salgo hacia el pasillo. La mirada de Hannah se encuentra con la mía una vez que estoy en la sala y veo como frunce ceño, sorprendida de verme de pie.

— Creí que te ibas a quedar a dormir por más rato — me sonríe con ternura, terminando de amarrar sus rubios cabellos en un moño alto.

— Voy al instituto contigo — declaro con una sonrisa.

— Claro que no irás — interviene entonces mi padre, saliendo de la cocina con dos platos en las manos — Buenos días — besa mi frente cuando pasa junto a mí.

Un pequeño puchero se forma en mis labios.

— No quiero quedarme aquí por más tiempo — me quejo.

Los ojos de mi padre me enfocan a través de sus largas pestañas.

— Tienes reposo — dice simple.

— Pero me siento mejor — aseguro, rodando los ojos.

Mi padre coloca los platos sobre la mesa y yo me dedico a mirarlo, en espera de sus siguientes palabras; sin embargo, ninguna llega.

— Por favoooor — le suplico alargando la última vocal a pesar de saber que es inútil. Sé que mi padre nunca me dejará asistir a clases, no cuando el doctor me ha dado unas dos semanas de descanso; sin embargo, no pierdo nada con intentarlo.

— ¡Qué rara eres! — Hannah ríe —. Si yo tuviera reposo y pudiera faltar al instituto, no estaría suplicando para ir.

Sonrío ante sus palabras.

— Me aburro de sobre manera aquí, sin hacer nada — digo, encogiendo mis hombros.

Mi padre vuelve a mirarme, y su encogimiento de hombros es lo que necesito para entender que nada lo hará cambiar de opinión.

— Buenos días, Giselle — saluda Sophie saliendo de la cocina con otros dos platos en la mano.

— Buenos días — me saluda, y yo le sonrío en un gesto amable mientras tomo asiento en la mesa para empezar a comer.

El desayuno es tranquilo mientras yo le sigo insistiendo a mi padre para que me dejé ir al instituto. Le afirmo un par de veces que me aburro estando acostada sin hacer nada, todo es en vano. Nada parece hacerlo cambiar de opinión.

— Papá… — Me quejo.

Él me mira y luego deja salir el aire, agotado.

— Si te sientes mejor puedes ayudarnos allá abajo en la cafetería — propone al final.

Suelto un suspiro y termino asintiendo. Prefiero mil veces pasarla allá abajo antes de quedarme en la habitación sin hacer nada.

Hannah se despide de nosotros después de comer la mitad de lo que hay en su plato y luego se marcha. Ayudo a Sophie a lavar los trastes sucios y luego me dispongo a acompañar a mi padre hasta la planta baja.

Las primeras horas del día no son tan transcurridas. Las personas vienen solo a pedir el desayuno para llevar y unos cuantos cafés. De vez en vez miro hacia las montañas y los recuerdos caen sobre mí como balde de agua fría.

Su pelaje blanco es algo que no ha salido de mis sueños. Su rostro furioso — el cual rápidamente había perdido aquella expresión — me atormenta. Sus ojos azules y su intenso calor es algo que no me deja vivir con tranquilidad.

Cierro los ojos.

Gran altura.

Pelaje blanco.

Ojos azules.

Agradable calor…

Dejo salir el aliento y vuelvo a abrir los ojos.

Deseo verlo. En estos últimos días ha nacido esa necesidad en mí. ¿Qué me pasa? No lo sé. ¿Por qué quiero verlo? Tampoco lo sé. Tal vez estoy perdiendo la razón, pero quiero verlo nuevamente, necesito hacerlo.

Estoy loca.

Entro a la cocina y enfoco a mi padre. Está apoyado en el borde del mesón, pelando una naranja.

— Papá… — lo llamo en un susurro, acercándome a él.

— Dime, cariño. — Ni siquiera me mira. Sigue concentrado en su fruta, con el ceño ligeramente fruncido.

Muerdo mi labio inferior y me acerco a él, pensando en si será buena idea contarle. Él me entenderá mejor que nadie… o, bueno, probablemente lo hará. Ha investigado sobre esa cosa, tiene diarios y libros enteros que hablan sobre la bestia… Es lo que necesito: información

— ¿Aún tienes esos libros que hablan sobre el Yeti? — Pregunto una vez que estoy a su lado. Papá levanta la vista en mi dirección, claramente confundido, y miro mis manos, nerviosa.

— Sí… — su voz suena extraña, vacilante.

Comprendo su reacción, después de todo, él tiene muy en claro mi antipatía por esa bestia.

— ¿Puedes prestarme algunos?

— Claro — Asegura, asintiendo con la cabeza, como queriendo enfatizar. Me mira atento, examinando mi rostro, como si estuviese buscando algo. Tal vez debe estarse preguntando: ¿quién es ella y que ha hecho con mi hija? O algo por el estilo.

— Genial.

Le sonrío.

— ¿Por qué el repentino interés? — Mi padre pregunta divertido, alzando una de sus cejas.

Suelto un pesado suspiro y aprieto los labios, dispuesta a contarle la verdad.

— Papá… lo vi — su ceño se frunce, claramente confundido por mis palabras. Ruedo los ojos y me obligo a explicarle —: Esa noche, cuando me perdí en el bosque, vi a esa bestia. Incluso creo que el motivo por el que sobreviví fue por él.

— Dios Santo, Giselle — mi padre jadea, viéndose sorprendido — ¿Estás segura?

Asiento sin dudarlo.

— Sé qué es una locura, pero…

— No lo es — me interrumpe, ladeando una sonrisa — ¿Estás viendo que no estaba tan loco como creías?

Sonrío ante sus palabras.

— Nunca creí eso, papá.

Es mentira.

— Te daré los libros que deseas. Solo no te obsesiones, Giselle — me guiña un ojo y me parece un poco divertido lo que ha dicho.

¿Obsesionarme? ¿Yo? Ese no es el plan…

Cuando empiezan a pasar las once de la mañana, los pies me empiezan a doler. Estoy agotada y puedo sentir como mi tobillo palpita. Mi padre me entrega un libro forrado en cuero negro desgastado y se marcha sin esperar algo de mi parte. No entiendo qué es este cosa, pero al leer la primera página lo comprendo. Es un libro sobre leyendas de Hemsworth. Cuando dan las once con treinta minutos, decido tomar un descanso. Camino hacia una mesa desocupada y me dispongo a leer del libro.

Mi vista se pasea por las letras negras impresas en el viejo papel. Habla sobre las creencias de las personas de la zona, nada que no hubiera escuchado antes salir de la boca de mi padre.

Ya sé todo lo que dice el libro por lo que mejor decido buscar en mi móvil un poco más de información. Saco el aparato de mi bolsillo y enciendo los datos. Observo la pantalla por unos segundos en espera a que los datos se activen y, una vez que logro ver la señal, me meto en Google para buscar información. Escribo lo que quiero buscar y luego observo los cientos de Link que se encuentran en la pantalla. Un montón de información sobre mitología se expande frente a mis ojos y abro el primer enlace.

Deslizo mi pulgar por la pantalla táctil a medida en la que voy desplazando la información, leyendo e intentando comprender todo.

De un momento, a otro me encuentro envuelta en una burbuja. Comienzo a leer con detenimiento la información, cuidando con sumo cuidado que no se me pase nada por alto. Mi dedo se desliza casi por voluntad propia hacia las pequeñas letras que dice: Fotos.

Las imágenes se hacen presente casi de inmediato, y no puedo evitar fruncir el ceño. Definitivamente el Yeti no es como lo pintan en estas imágenes. Tiene el pelaje blanco, sí, pero no es tan aterrador como se lo ve. Claro que, no mentiré, al inicio aquella bola de pelos me asustó como la mierda, pero al verlo juguetear me resultó tan... adorable.

Cierro los ojos con fuerza cuando los recuerdos me sobrepasan una vez más, como si se tratase de un vaso lleno hasta el tope. Puedo recordar con tanta facilidad sus ojos, su gran altura… su acogedor calor. Es como si estuviese aquí, conmigo.

Dejo salir un pesado suspiro y abro lo ojos, encontrándome con Chase sentado al otro lado de la mesa.

— Hola, Giselle — saluda con una pequeña sonrisa.

Sonrío un poco avergonzada, preguntándome a mí misma si él me ha observado durante mis minutos de pensamientos.

— Hola — lo saludo de vuelta, devolviéndole la sonrisa.

¿Cuánto tiempo tiene aquí?

— ¿Cómo estás?, ¿te sientes mejor? — Chase alza una de sus cejas, luciendo interesado por escuchar mi respuesta.

Asiento, incapaz de pronunciar palabra alguna.

— Ahora que lo recuerdo; te debo una cita. Si ya te sientes mejor podríamos… — deja de hablar de forma inmediata.  Sus ojos azules se entornan en cuanto mira el pequeño libro — ¿Qué lees? — Pregunta, con su ceño fruncido. Estira su mano para coger el pequeño libro colocado sobre la mesa y luego le echa un vistazo a su contenido.

Soy consciente de cómo la tensión se apodera de sus hombros anchos. Lo veo cerrar los ojos un momento, respirando con fuerza y, al abrirlos, está serio.

— ¿Por qué investigas sobre esa cosa? — Su expresión es calmada, serena, seria… un gran contraste con el tono de su voz.

¿Qué le pasa? ¿Por qué este cambio?

— Por nada — niego con la cabeza, sonando más ansiosa de lo que pretendo —. ¿Qué decías?

Chase me mira de forma fija, por un segundo que parece eterno. 

— Giselle, deberías déjalo estar — me aconseja aún en tono serio —. Esto no va a terminar bien. El Yeti no existe, según tú.

— Yo lo vi — le recuerdo, imitando su tono serio — ¿Recuerdas? Te lo dije, Chase.

— ¿Cómo estás tan segura de eso? Estabas en medio del bosque, con un frío del demonio, tal vez estabas alucinando... Es decir; es una posibilidad, pero no creo que sirva de algo investigar sobre él. Déjalo ya.

— No puedo, Chase — le confieso, segura, sintiéndome estúpida al admitirlo.

— Sí, sí puedes.

— No lo entiendes, Chase — suelto el aire retenido en mis pulmones y bajo la mirada a mi teléfono para apagar la pantalla.

— Explícame —  pide, colocando el libro sobre la mesa otra vez.

— Desde que era niña pasaba todos los días escuchando a mi padre hablar sobre eso, escuchaba sus leyendas y... hasta hace unos días estaba convencida de su inexistencia y ahora haberlo visto, saber que es real, que es muy probable que haya cuidado de mí… yo… me siento confundida y curiosa.

— ¿Cuidado? — Pregunta, alzando una ceja.

— ¿De qué otra forma llegué a la fogata nuevamente? El último recuerdo que tengo de esa noche es a la bestia, dándome calor… y Hannah dijo que me encontraron inconsciente, cerca de la fogata. ¿Encuentras otra explicación?

Su pecho se infla mientras lo veo tomar aire por la nariz.

— Basta, Giselle. Entiendo que te sientas atraída e interesa en esa criatura, pero debes dejarlo ya.

— ¡No puedo! — Exclamo con irritación — Necesito verlo, necesito verlo una vez más… solo una.

— ¿Y qué ganas con eso? — Me interrumpe de tajo, con su voz más ronca que de costumbre — ¿Hacerle un interrogatorio? Preguntarle algo como: oye, ¿por qué me salvaste? — Cuestiona con sarcasmo, irritado.

Levanto una ceja. ¿Se está burlando de mí? ¿Qué mierda le ocurre?

— No pienso hacer eso — siseo, negando con la cabeza —. Y me estoy empezando a cansar de esta conversación.

Chase permanece en silencio por unos minutos que me parecen eternos. Tengo que desviar mi mirada, incapaz de seguir aguantando la suya.

— No lo vas a encontrar — asegura. No lo miro y él prosigue —: El Yeti no se deja ver más de una vez.

— Luke Turner lo vio en repetidas ocasiones — le recuerdo —. Si él puede, ¿por qué yo no?

Lo miro. Su mirada sigue fija en mí, y sus ojos azules se han vuelto tan fríos que me dan escalofríos. Su mandíbula está tensa, como su cuerpo, y la aprieta con tanta fuerza que temo que en algún momento se desencaje frente a mis ojos. Su manzana de Adán se mueve de arriba abajo conforme traga saliva.

— Estás loca, Giselle — suelta al final. Trato de mantener mi expresión neutral para que no note lo mucho que me afectan sus palabras —. No puedes ir a las malditas montañas congeladas en busca de una criatura como esa. Es peligroso, él es peligroso — declara por fin.

Miro hacia una de las ventanas que dejan ver aquella imponentes montañas y aprieto los labios. Los recuerdos de aquella noche me abofetean una vez más y dejo salir el aliento. Sé que es peligroso, no soy estúpida y reconozco los riesgos, pero es algo que estoy dispuesta a hacer.

Miro a Chase nuevamente. Sigue con su vista clavada en mí, inescrutable, y puedo notar como sus hermosos ojos azules se han vuelto más brillantes e intensos.

— Adiós, Chase — digo, y me sorprendo a mí misma al escucharme decir eso. Él también parece sorprendido.

Me coloco de pie, agarro mi teléfono y el libro antes de comenzar a caminar lejos de él, ignorando por completo el dolor en el tobillo. No quiero seguir ahí con él, no quiero quedarme a averiguar qué cosa pasará si me quedo hablando con él.

Mientras camino hacia el mostrador en donde Sophie se encuentra, no puedo dejar de pensar en el hecho de que… me estoy alejando de Chase Lachowshi, del chico que ha llamado mi atención desde la primera vez que lo vi, por voluntad propia.

Lo cierto es que en este punto de mi vida nada está claro, nada salvo lo que pasará esta noche. He tomado una decisión. Voy a hacerlo: voy a ir a las montañas para buscar a la criatura de las nieves.


Continue Reading

You'll Also Like

12.3K 403 29
tn es una chica del mismo vecindario de los waltons y javon detesta a tn por q ellos eran amigos pero un dia javon le confesó q le gustaba y tn l...
78.3K 10.4K 63
˚→ ˚→ ˚→ Ann Taylor una joven mexicana de 22 años, llena de sueños viaja por primera vez a Italia, en medio de su recorrido en las ruinas antigu...
8.4K 1.1K 17
Freen, omega e hija única, vivía con la constante idea que no merecia el amor de nadie, algo que su Padre siendo el unico Alfa en su casa se lo recor...
154K 20.8K 200
DESCRIPCIÓN EN LA PRIMERA PARTE ✨ IMPORTANTE: ESTÁ NOVELA NO ES DE MI PROPIEDAD, CRÉDITOS CORRESPONDEN A SU RESPECTIVO AUTOR. TRADUZCO CON FINES PARA...