el chico de ojos azules

By AutumnFaded

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💙 ; James y Blake han compartido un vínculo especial desde la infancia, marcado por un beso robado que... More

P R Ó L O G O
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX

Capítulo III

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By AutumnFaded

· · ─────── ·𖥸· ─────── · ·

Dentro de la pista de hielo, James puede permitirse recibir el gélido abrazo del hielo mientras las cuchillas de los patines se deslizan por la superficie. La música, que resuena por cada rincón de la pista, acompaña los gráciles movimientos del muchacho cuya cabeza se llena de recuerdos, de luces y de sombras, de flores y de...

(de él...)

Los aplausos que reverberaban en su cabeza pronto se volvieron realidad, llevándoselo consigo. Danielle sonreía desde fuera de la pista y James se preguntó si es que el tiempo no le pasaba factura.

—Bien hecho, James —aplaudió la mujer una vez el castaño se acercó.

—Gracias —dijo con una sonrisa. Dirigió su mirada al más joven de los tres, que lo miraba con un brillo que bien podría compararse a un par de estrellas que irradian entusiasmo e inocencia—. Bien, Brendan, ¿alguna duda de cómo ejecutar la coreografía? ¿De cómo clavar los saltos?

Brendan agitó la cabeza.

—Ninguna. ¡Estoy seguro de que lo haré perfecto gracias a ti, entrenador!

«Entrenador», en algún punto Brendan había comenzado a dirigirse a James de esa manera. Tal vez lo hacía sin ser consciente de ello, pero no es algo que a James le molestara.

—No tengo la menor duda. — James revolvió el cabello de Brendan y salió del hielo dispuesto a quitarse los patines. Brendan entró y comenzó a practicar la coreografía que sería su programa corto en la próxima competencia.

—¿No te quedarás? —preguntó Danielle al ver a James guardando sus cosas.

—Me gustaría, pero debo presentar un examen —se colocó la mochila en el hombro, tomó los patines y a lo lejos pudo ver a Brendan practicando; internamente se preguntó si en algún momento Danielle sintió el mismo cosquilleo que él la primera vez que le llamaron «entrenador»—. Volveré en cuanto termine, lo prometo.

Se escuchó el sonido de las cuchillas golpeando contra el hielo. Ambos miraron al menor, Danielle sonrió y le dijo a James:

—Realmente le inspira que estés aquí. Ha mejorado mucho con tu ayuda.

—Sabes que no puedo llevarme todo el crédito, tú eres quien lo guía por el camino correcto. Lo ayudaré en lo que me sea posible, pero todo lo demás dependerá de él. Sólo... debe tener más confianza en sí mismo, porque tiene mucho talento.

James se despidió. Después caminó un par de calles con rumbo a la estación de tren. Al llegar, se sintió aliviado al ver que no estaba lleno de personas como de costumbre, tal vez era debido a que la mayoría de los estudiantes ya habían terminado sus clases.

Cady Cat
¿Tienes planes para esta noche?

No. Ahora estoy yendo a la escuela para presentar un examen, después regresaré a Lee Valley para seguir con la práctica.
¿Por qué? ¿Tienes algo en mente?

Cady Cat
Lou quiere que vayamos a pasear al centro de la ciudad. Tal vez ir a tomar algo, un café, algo de alcohol. ¡Doparnos! Eso es broma (pero si quieres no es broma...)
Vamooos, ¿sí? Desde que fuimos a comer pizza no has querido salir. No tienes excusas ahora.

Odio cuando intentan alcoholizarme...
¿A qué hora nos vemos?

Cady Cat
A las 20:30 en mi departamento, Louie será el conductor designado. 👏🏼

Buen chiste. 😂
Nos vemos.

James guardó su celular. Esperó un par de minutos antes de bajar del tren y dirigirse a la universidad. Con algo de suerte, el examen no demoraría mucho.

Después de su segunda visita en el día a Lee Valley Ice Centre, James salió sintiendo cómo el frío viento chocaba contra su rostro. Volvió a dirigirse a la estación del tren con destino a su hogar, dispuesto a tomar un baño, vestir algo decente y salir con sus amigos. Pasaron alrededor de treinta minutos cuando llegó a su parada. Caminó un par de calles y llegó al vecindario. Supo que sus padres no estaban porque fue recibido por un ambiente silencioso (y porque habían dejado una nota en el recibidor).

James, salimos al teatro. Volveremos tarde.
Si vas a salir, avísanos. Cuídate.
Con cariño, mamá.

James soltó una risita.

—¿Desde cuándo van al teatro?

Fue a su habitación, dejó sus cosas y se dispuso a tomar una ducha. No iba a negar que se sentía algo cansado debido a la práctica. Salió del baño, secó su cabello, preparó lo que usaría y comenzó a vestirse.

Louie le había llamado para decirle que pasaría por él cerca de las ocho y comenzar su primera noche fuera de la escuela. Mientras esperaba a su amigo, encendió el televisor para ver caricaturas.

Lou-Lou
No vas a cancelar de último momento, ¿verdad? 🙄

Tal vez. ¿Ya llegaste?

Lou-Lou
Sube perdedor, nos vamos de compras.
¡La noche apenas comienza! 🤠

James apagó el televisor y salió de casa, no sin antes avisar a sus padres a dónde iría. Subió al auto de su amigo y tomaron rumbo a casa de Cady.

—¿Qué tal el examen? —preguntó Louie sin apartar la mirada del camino.

—No fue complicado, tal vez vuelva a ver el mismo número en todas la materias —respondió sintiéndose desanimado.

—Eso no te molestaba cuando éramos niños.

—Porque éramos niños. La vida era más sencilla en ese entonces.

—Quién no quisiera arrastrarse por el suelo y llenarse la cara de lodo jugando en el jardín.

Llegaron a tiempo al edificio donde vivía su amiga pelirroja, la cual parecía estar en perfecta sincronía con la llegada de sus amigos. Subieron al auto y se dirigieron al centro de la luminosa ciudad. Aparcaron en un lugar que Louie conocía, también porque había pedido a dos personas de su equipo de seguridad que lo cuidaran, uno nunca se sabe.

—Bien, ¿a dónde deberíamos ir? —Cady buscaba con la mirada algún lugar dónde pasar el rato— ¿Qué tal ese café? Escuché que los clientes pueden subirse a cantar o tocar algo.

—Paso —dijo James inmediatamente, sus amigos lo miraron con un puchero en los labios—. Los conozco y sé que si vamos allí intentarán embriagarme y querrán que suba a cantar algo estando completamente estúpido.

—¡Vamos! Eso sólo pasó una vez —dijo Louie entre risas, James arqueó la ceja y lo miró serio—. Bien, fueron dos veces, ¡pero las risas no faltaron! ¿Qué les parece si sólo vamos a un pub y tomamos algo?

Los tres chicos se dirigieron hacia un pub que estaba en el sótano de un edificio cuya fachada seguía conservando los muros de ladrillo; en la barra de madera había una gran variedad de botellas de licor, fotografías en blanco y negro de diferentes partes del mundo y de la ciudad. La tenue iluminación y música suave de fondo daban una sensación de tranquilidad. Se sentía como un pedazo de Nueva York en medio de Londres, y era debido a que el propietario del local había crecido en un barrio de Nueva York. Tomaron asiento en una de las cabinas del rincón, pidieron sus bebidas y así comenzó su primera noche de vacaciones.

Louie salió por un momento del pub para contestar una llamada telefónica que le había hecho uno de sus compañeros de la universidad. Agradeció que el alcohol no le había provocado una pérdida de razón o del control sobre sus palabras (la última vez, según él, sólo decía estupideces).

Al término de la llamada sintió algo que le puso los vellos de punta, sentía como si alguien lo observaba al otro lado de la calle, pero debido a las personas que circulaban por la vereda —y tal vez un poco debido al alcohol— no pudo ver con claridad de quién se trataba, así que lo ignoró y regresó con sus amigos.

—Chicos, deberíamos irnos. James está quedándose dormido. —Louie dirigió una mirada al castaño que apoyaba su mentón en la palma de su mano.

—No estoy ebrio, lo juro —dijo James, arrastrando las palabras.

—Vámonos de aquí. Los chicos de aquella mesa no han dejado de mirarnos y es incómodo. —Cady se puso de pie, tomó a su somnoliento amigo y salieron del local.

El viento chocó contra el rostro de James haciendo que lo que sea que tuviera desapareciera por unos segundos

—Vamos por unas donas —lloriqueó James con un puchero.

—¿Tomó de más? —preguntó Louie, Cady negó. Al parecer James estaba en una de sus múltiples facetas producto del cansancio y la falta de sueño que implicaba la temporada de finales en la universidad.

—QUIERO. UNA. DONA.

James tenía la apariencia de un niño pequeño.

—De acuerdo, de acuerdo. Iremos por donas, pero no podemos cargarte todo el tiempo. ¿Crees que puedas caminar? —dijo Louie.

—¡Claro que puedo caminar! ¿Sabes quién soy? ¡Soy un jodido patinador artístico! Tengo la gracia y el equilibrio en la sangre.

Dio un par de pasos torpes, su cuerpo se inclinaba de una lado a otro hasta que cayó sobre sus rodillas.

—También tienes alcohol en la sangre —se burló Louie.

—Tal vez... sí estoy un poco ebrio, ¡pero sólo un poco!

—Como digas. Ven aquí, te llevaremos a casa para que descanses y no vomites en el auto.

Louie lo tomó por los hombros, llamó a quienes cuidaban su auto para pedirles que se acercaran a su ubicación. Tal vez no fue la velada que Louie esperaba, pero pasó un buen rato con sus amigos y eso era lo importante. James descansaba sobre el regazo de Cady, completamente dormido.

—Lou, viven lejos, ¿por qué no se quedan a dormir en mi departamento? —sugirió Cady mientras acariciaba el cabello de James, arrullándolo y haciendo más profundo su sueño.

—¿No será molestia?

Cady negó.

—James aún debe presentar unos proyectos antes de las vacaciones. Tú y yo estamos cansados y a punto de convertirnos en zombies. Mañana pasaremos todo el día juntos, pero por ahora, dejemos que James descanse.

Una vez llegaron al edificio, Louie pidió un vehículo para sus hombres, avisó a sus padres y a los de James que dormirían en el departamento de Cady. Subieron por el ascensor hasta el séptimo piso y entraron al departamento. Lou no se extrañaba de que fuese bastante amplio, Cady trabajaba muy duro en la pastelería y le iba muy bien, además de que sus madres siempre le enviaban algo de dinero para que no tuviera complicaciones.

El departamento refleja completamente la personalidad de la pelirroja; su decoración era mayormente minimalista, resaltando las manualidades que solía hacer en su tiempo libre. Dejaron a James en la habitación de invitados. Cady y Louie fueron a tomar algo de café en la barra de la cocina.

—¿Estás bien, Lou? —preguntó Cady con voz suave.

—No. ¿No has notado que han pasado cosas raras desde el día de la pizzería?

—Lo único raro que he notado desde entonces es el estado melancólico de James.

Louie se inclinó hacia adelante, sus manos sosteniendo firmemente la taza de color verde olivo.

—Creerás que estoy loco, pero cuando salí a contestar el teléfono, sentí... sentí que alguien me observaba.

Cady enarcó la ceja.

—Quizás estabas un poco ebrio... o sí estás delirando —dijo, dándole un último sorbo a su café—. Aunque yo sigo preguntándome si el Blake Orsen de la pizzería es el mismo que conocimos, aunque... Cómo sea, no tiene importancia. —Cady se levantó de la barra con una sonrisa burlona—. Trata de relajarte, necesitas dormir un poco. Qué suerte tienes de que el sofá sea muy cómodo.

—¿Por qué no puedo dormir en una cama? No soy un vagabundo.

—Sólo tengo una cama extra y está ocupada por un bebé alcoholizado. Deja de quejarte y descansa. Te dejé una almohada y un cobertor, estarás bien con eso. Buenas noches, Lou —canturreó Cady, entrando a su habitación.

—Ese bebé tiene casi veinte años —murmuró Louie, terminando su café luego de unos minutos.

Se quitó la chaqueta y los zapatos, para después sentarse en el sofá —sorprendido por lo cómodo que era— y prepararse para dormir. El departamento estaba iluminado tenuemente por las luces de la calle. Louie intentaba relajarse, tal vez Cady tenía razón y estaba delirando, pero algo dentro de él le decía que el chico de la pizzería tal vez era el responsable de aquella incómoda sensación que tuvo afuera del pub.

«No, él... no está aquí. Él se fue... Se fue sin despedirse... », pensó antes de quedarse dormido.

La mañana siguiente, James despertó con un dolor de cabeza. Esto afirmaba la creencia que tenía la pelirroja sobre que el menor era un «cabeza de pollo». Cady preparó un poco de café y un baño caliente para que James lidiara con los efectos de la resaca; no podía evitar sacar su lado maternal cuando se trataba de James. Louie, por su parte, despertó temprano porque iría a su casa a cambiarse de ropa y aprovechó para llevarle ropa limpia a James. También quiso comprar algunas donas, creyó que sería un lindo detalle ya que James tenía antojo la noche anterior.

—Gracias. Vuelva pronto —dijo amablemente la cajera de la tienda.

Louie dio media vuelta, caja en mano, y notó a un chico entrar al lugar. Estaba seguro que lo había visto en algún otro lugar. El chico hizo contacto visual con Louie, esbozó una pequeña sonrisa y se acercó.

—Sabía que eras tú —su voz era masculina, con notas de nostalgia mezclados con felicidad.

El rostro le resultaba familiar. Lo miró por unos segundos y exclamó:

—¿Blake Orsen? ¿En verdad eres tú?

—Me alegra verte de nuevo, Louie.

La sonrisa del moreno creció; se acercó a Louie para darle un corto abrazo que en un principio fue correspondido con un poco de duda, para después volverse uno cálido, de esos que se vuelven un safari emocional al ver a un viejo amigo (y así lo era).

—No puedo creerlo, ¡de verdad eres tú! Dios, amigo, te ves... diferente. ¿Pero cómo es que...? ¿Cuándo llegaste? ¿N-no estabas en...?

—Es una larga historia —dijo, llevándose una mano al cuello—. Ah, Louie me alegra mucho verte, en verdad te extrañé.

—¡Hombre, lo mismo digo!

—¿Crees que sería bueno reunirnos algún día? Tú sabes, para platicar un poco y ponernos al día. ¿Hace cuánto que no nos vemos? ¿Ocho, nueve años?

—Hombre, tenemos media vida sin vernos —agregó Louie entre risas. Sus ojos brillando de alegría.

Blake tomó una servilleta y sacó un bolígrafo del interior de su chaqueta, escribió algo y se lo entregó al muchacho frente a él, que lo miraba como quien mira al amanecer después de un largo periodo de desesperanza.

—Este es mi número. Llámame si quieres que salgamos algún día —dijo Blake con una sonrisa ladina.

—Lo haré.

Louie imitó el gesto, guardando la servilleta en el bolsillo de su pantalón.

Se despidieron con un abrazo que duró más que el primero. Blake siguió a Louie con la mirada cuando salió de la tienda, manteniendo intacta la sonrisa en su rostro.

Louie subió a su auto, acordándose a sí mismo que Blake estaba de vuelta. ¡Había regresado! En verdad era él... Se quedó en silencio por un momento; una parte de él aún recordaba lo que había pasado con James después de que Blake se fue, pero una voz en su cabeza le dijo: «Tal vez esto sea bueno, tal vez es lo que James necesita». Encendió el motor de su vehículo y volvió al departamento donde estaban sus amigos.

—¡He vuelto, mis amores! ¡Y traje donas! —exclamó Louie al entrar al departamento.

—¡Donas! ¡Yo quiero! —James tomó la caja de donas y Louie pensó en lo mucho que se parecía a Gollum.

—Cambiado por unas donas. ¿Acaso me respetas o me quieres?

—Sabes que te quiero y respeto, Lou —dijo James con una inocente sonrisa, tenía las mejillas llenas de azúcar—. Excepto cuando estás ebrio porque puedo tomarte fotografías haciendo el ridículo para después llevarte a casa y chantajearte cuando lo necesite.

—...In.cre.í.ble. Se nota que eres mi amigo. ¡Mira que incluso fui a traerte ropa limpia!

James le sacó la lengua y Louie negó, divertido.

—¿Pasó algo interesante en el camino? —Cady aún traía la secadora de cabello sobre su melena pelirroja.

—Lo de siempre: Idiotas que no saben respetar las leyes de tránsito, ayudé a una anciana a cruzar la calle y... ¡Ah, sí! Me encontré con Blake en la tienda de donas.

Cady apagó su secadora y James casi escupe su té. Louie esperaba una reacción así de su parte, a él casi se le cae la caja de donas cuando lo vió en la tienda.

—V-vaya, qué... Qué agradable noticia —dijo Cady en un intento por romper el silencio—. Sería bueno verlo. ¿No creen?

—Sí, tal vez... Sería bueno reunirnos. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez —agregó Louie.

James no respondió. El ambiente se volvió tenso; podía sentirse una corriente fría en el aire. James miraba el plato donde quedaba poco menos de media dona acompañada por una taza de té vacía.

—Y-yo... Quiero contarles algo...

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MAY.11.2024

hello, sunshines!
¿cómo han estado? ¿todo bien?

me había dado a la tarea de traerles un capítulo más en esta semana, ¿qué les pareció? ¿les gustó? ¡ya llegó por quien llorabaaan! (¿o no?) (estamos hablando de Blake, ¿sí lo extrañaban o era la única?)

siéndoles sincera, hay muchas cosas de las cuáles ya no me acordaba y se siente lindo volver a leer lo que mi yo del pasado escribió (con una percepción de la realidad toda alterada, dude, ¿acaso estos niños no se tienen qué preocupar por el dinero? yo quiero vivir ese sueño).

anyway, recuerden que cualquier cosa pueden escribirme por el tablón de mensajes —o por transferencia bancaria jsjsj— y que pueden encontrar los links de mis otras plataformas en el carrd en mi perfil (pronto estaré subiendo las historias por allá). 🤍

¡nos leemos pronto!

xx.

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