—Te dije que iba a mandarte a la mierda.
Levanté la vista del libro en mis manos, observé con amargura como Devan entraba a la habitación y cerraba la puerta con cuidado de no hacer mucho ruido, dejé el libro de lado sin responderle, no estaba de humor para pelear con él.
>> Ugh, no estas de humor. Bien lo diré rápido, en cuanto volvamos no quiero saber nada más de ti, de Shirley o de cualquiera de ustedes.
—¿Qué?
—No esperabas que estuviéramos juntos toda la vida, ¿O sí?
—No, pero...
—Tú tienes muchos asuntos que resolver, y francamente no quiero ir a prisión. Suficiente con los pendientes que tengo en California, como para inmiscuirme con herederas y Acendrados. No gracias.
Junté las cejas levantándome de la cama, enfrentándolo. No se movió.
—No puedes dejarnos.
—Claro que sí, no quiero vivir mi vida encendiéndome, los cazarán hasta que los atrapen a los dos por el resto de sus vidas.
—Eres un maldito egoísta, Devan.
—¿Por qué? ¿Por procurar vivir lo más que pueda? Si es así, entonces sí, Gracell. Soy un maldito egoísta.
Me acerqué, antes de que pudiera reaccionar lo abofeteé con toda la fuerza posible, su rostro giró levemente antes de observarme fijamente.
—Vete.
—No.
Sujetó con fuerza mis manos, la picardía en sus ojos se perdió por un instante, después de unos segundos rápidamente me soltó, empujándome levemente separándome lo más lejos de él, caminó hasta dejarse caer en la cama. Lo observé desde mi lugar con asombro, había perdido el control por varios segundos.
—Devan...
—Lo siento si te he hecho daño, a veces pierdo el control y no lo controlo.
—¿Qué fue lo que pasó? —No me acerqué, me mantuve en mi lugar.
Sacó su cabeza de entre sus manos y la mirada de dolor en sus ojos me dijo que estaba a punto de quebrarse.
—Cuando mis padres murieron —Exhaló fuertemente—, se supone que debemos manejar las emociones para que no dependan de los sentimientos, sino de nuestras órdenes. Pero después de todo lo que sucedió, no los controlaba, se me salieron de las manos, no podía dejar de escuchar cada pensamiento de las personas a mi alrededor, los dejaba entrar y eso me ponía de mal humor, lo que hacía que manipulara los sentimientos de mis hermanos mayores, hacía que lloviera en la casa por días, cuando estaba muy triste ocasionaba las muertes de animales cercanos a mí.
>> No podía controlarme, así que mis hermanos me enlistaron con los guardianes, nada funcionó, para cuando me mandaron a una misión a la tierra, me sentí tan bien ahí, era libre, era otro mundo, otras personas, era estúpido, pero fui a terapia, controlé mis emociones, y controlé mis poderes, pero aun cuando tengo una sobrecarga de tantos sentimientos, pierdo el control.
Era inevitable, me acerqué hasta envolverlo en un abrazo, me apretó tan fuerte que pude haberme quejado, pero me mantuve callada durante varios minutos, hasta que nos separamos, le sonreí.
—Yo también sufría del descontrol emocional adolescente, es solo que no lo hicieron público hasta que en una rabieta lastimé a una anciana, ahí fue cuando mi familia se dio cuenta de que mi poder creía, ella no pudo sanarse, intentamos de todo, incluso yo intenté curarla, pero en ese tiempo aun no podía sanar.
>> Al parecer cuando la ataqué, también ataqué sus poderes, me llevaron con Agatha, ella les dijo que no solo la había lastimado, si no que había absorbido sus poderes, poco después ella murió, yo la maté, solo tenía 7 años —Sorbí mi nariz—. Por eso me fui, no quería lastimar a nadie, no podía lastimar a mi familia, jamás me lo perdonaría. Intenté mantenerme lejos de todos, pero después ese desliz, mi abuela obligándome a actuar y hacer cosas horrorosas, ella experimentó conmigo, explotó mis poderes, todos presionándome para convertirme en una reina.
>> Yo no estaba lista y pronto sería la coronación, le dije a mi hermano que me ayudara a escapar, que no podía quedarme, que él tomara mi lugar como rey, era su derecho hacerse cargo de la nación que tanto amaba, no yo. Se negó y dejó de hablarme por meses, ahí supe que nadie me ayudaría, ideé mi plan, enamoré a un humano y cuando terminamos escondí sus recuerdos de mí. Fue cuando me llevaron, tuve que hacerlo, ella era mala, me quitó mucho, tenía que morir para que yo pudiera huir.
Devan alisó mi cabello con ternura, le agradecí infinitamente ese gesto. Él era mucho más de lo que mostraba, de eso estaba segura.
—Me peleé con mis hermanos esa noche, y solo me fui, no conté el tiempo, para cuando llegué a casa —Su voz se quebró, apreté su mano bajo la mía—, mi padre estaba muerto a unos metros de la entrada, temí lo peor, busqué desesperadamente a mis hermanos o a mi madre, ellos no estaban. Después me enteré de que ellos se habían ido por mi culpa, que se habían peleado con mis padres por mi culpa, para cuando bajé las escaleras y fui a la sala, ahí estaba mi madre, pedazos de vidrio roto bajo su cuerpo y parte del espejo un lado, aún estaba viva cuando con cuidado lo tomé en mis brazos, ella no podía hablar, y cuando sus ojos se encontraron con los míos —Suspiró fuertemente—, no supe que hacer, ella dijo que estaba bien.
>> Que no sentía dolor, que pronto estaría con mi padre, y antes de morir, me dijo que era egoísta de su parte, pero que tenía que cuidar de mis hermanos, porque ellos eran muy testarudos para cuidarse por si mismos. No sé cuanto tiempo permanecimos así, pero cuando los guardianes entraron por la puerta, entre ellos mi hermano James, mi madre ya estaba muerta, ella murió en mis brazos, vi su alma irse, vi cuando sus ojos se apagaron. Y lo único que Anabell y James hicieron fue culparme y encerrarme en el entrenamiento para guardianes, nunca más los volví a ver hasta hace unos días, ¿Y qué me dijeron?, que no volviera a fallar porque esa vez dejarían que fuera a prisión, que no tenían el tiempo de cuidar a un delincuente, que mamá estaría decepcionada de lo que me he convertido.
—Son unos idiotas, Devan, ellos no saben la grandiosa persona que eres, debajo de esa fachada, aquí —Señalé su corazón—, hay un corazón que late, que protege, que es capaz de sentir por más personas. Al menos tienes sentimientos, y no solo eres una maquina fría asesina, y siento lástima de que ellos no lo valoren, tal vez eres un idiota a veces, pero, eso no quita que te preocupes por las personas que más aprecies.
—Gracell...
Para cuando me di cuenta, sus labios ya se encontraban en los míos, hambrientos, no me separé y le correspondí con la misma ferocidad, tomó con una mano mi cuello profundizando más el beso, y con la otra acarició mi mejilla con delicadeza. Su lengua jugó con la mía por largos minutos, eché mi cabello a un lado e hice brevemente mi cabeza para atrás para dejarlo tener más espacio para tocar, pude sentir su sonrisa en mi boca, pero lo ignoré.
Deslicé mis manos por su abdomen retirando su camisa lentamente, me separé levemente para dejarlo caer sobre la cama, sus ojos llenos de lujuria, lo tenía que aceptar, Devan estaba bueno y de eso estaba segura desde el momento en el que lo vi por primera vez.
Me subí a horcajadas de él y lo besé de la misma manera en la que lo hacía, ambos tratábamos de obtener todo sobre nosotros mismos. Saqué mi blusa, Devan sonrió observándome con deseo absoluto, besó mis hombros, después mi boca y luego regresó a mi cuello, solté un gemido cuando cuidadosamente bajó una correa de mi sujetador, antes de que tuviera tiempo de bajar el otro, sostuve su rostro muy cerca del mío, lo observé con tanto deseo explotando en mi cuerpo, con tantos sentimientos, sentimientos que empezaban a aterrarme.
Lo besé de nuevo, pero esta vez fue un beso lento, tierno y cauteloso, cuando desabroché mi pantalón la puerta se abrió en un estruendoso ruido, rápidamente me quité de encima, tapándome con las sábanas a un lado, pude escuchar la maldición por parte de Devan, y mentalmente supe que todo se había ido a la mierda.
—Gracell, yo quería disculparm...
Abrió los ojos con sorpresa, y yo cerré los míos para luego abrirlos y encontrar nuevamente a Shirley parado en la puerta, esperaba que por arte de magia hubiera desaparecido, claramente no era así, mis ojos se dirigieron a su mano, casi quise llorar, pararme y golpear mi cabeza contra la pared de lo idiota que había sido, una idiota calenturienta, observé la rosa blanca y en como la dejaba en la cómoda junto a la puerta, después asintió como si tratara de convencerse a sí mismo.
—Shirley...
—Lamento haberlos interrumpido, supongo que será en otra ocasión.
Lo frías de esas palabras bien pudieron congelar mi corazón, no me observó, pero si a Devan, asintió nuevamente hacia él y antes de que pudiera pararme y explicarle lo que había sucedido, se fue. Me levanté, abroché mi pantalón, subí la correa de mi sujetador y coloqué mi camiseta para después ponerme los zapatos rápidamente.
—¿Qué se supone que haces?
—Tengo que explicarle que no pasó nada.
—Oh, no pasó nada.
Mierda. Me giré hacia él.
—Devan, no...
—Descuida, Gracell —Se paró abruptamente de la cama, tomó su camiseta colocándosela con fuerza, se abrochó los zapatos y para cuando se detuvo frente a mí, su lujuria había sido remplazada por enojo, auténtico enojo—, no pasó nada.
Y sin más, salió sin decir absolutamente nada, dejándome completamente sola en una habitación enorme, con dudas, y con pensamientos erróneos sobre cada situación ocurrida el día de hoy.