Pinky Hair Boy - YoonMin [+18...

By LucAAoSora

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Park Jimin, un joven de veinte años y peculiar cabello rosa, aparenta ser un chico tierno e inocente, pero de... More

✨LIBRO OFICIAL EN FÍSICO✨
Prólogo
Capítulo 1 (Primer Arco).
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18 (Segundo Arco).
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
❤️ T R A I L E R ❤️
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36 (Tercer Arco).
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo Final.

Capítulo 29.

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By LucAAoSora

Su cuerpo se sentía realmente pesado, la carga emocional junto a la responsabilidad de tener que tomar fuertes decisiones en su vida le estaban jugando muy mal. Su cabeza estallaba, no quería escuchar ni sentir nada; solo dormir. Encontraba una forma de escapar de su mundo al sumirse en el sueño, pero ni eso podía hacer ahora. El dolor lo estaba matando, no debió haber tomado tantas pastillas juntas, ahora lo tenía claro; se arrepentía.

Bufó, acurrucándose en la cama hasta hacerse bolita a la vez que el delicioso aroma a vainilla de la almohada llegaba a su nariz. La fragancia de Jimin, su mejor amigo, quien ya sabía todo lo que sucedía. Sonrió, estaba feliz de haber conseguido su apoyo, tenía tanto miedo de ser descubierto por él, pero Jimin actuó tal y como siempre actuaría en una situación así. De todas formas, el miedo le carcomía hasta la fibra más pequeña de su cuerpo; recordaba muy bien lo que había sucedido la última vez que se atrevió a pedir ayuda, no quería que su familia fuera víctima de sus acciones otra vez. No pudo contener su impulso y soltó esas palabras en una situación de desesperación, pues había llegado a su límite, no logró evitarlo. Al menos ahora tendría en quién apoyarse si algo llegaba a salir mal, estaba seguro de que Jimin era y sería siempre su mejor amigo, a pesar de todo lo que podía suceder.

De pronto, mientras Jungkook se encontraba hundido en sus pensamientos y con sus ojos cerrados, un cosquilleo recorrió su cuero cabelludo. Se exaltó, pero prefirió quedarse de espaldas creyendo que se trataba de Jimin. Una mano gentil acariciaba su cabeza y hacía masajes allí, entrelazando sus dedos entre las hebras, relajándolo de a poco. Suspiró, amaba que le hicieran mimos en su cabello, pero se percató de que aquella mano era más grande que la de su mejor amigo y entendió que se trataba de otra persona.

Abrió sus ojos con pesar, pues el dolor de cabeza seguía intacto y solo sabía aumentar a cada segundo; se dio la media vuelta con sigilo y distinguió una cabellera castaña de mechones verdes cerca de su cuerpo. Sus nervios aumentaron al cien por ciento luego de percatarse, se trataba de nada más y nada menos que Taehyung, quien le regaló una preciosa sonrisa tímida en cuanto sus miradas se cruzaron.

Jungkook se dio la vuelta por completo, absorto en los detalles de la fisonomía del otro, contemplando aquel lunar en su nariz que tan perfecto se veía, su piel trigueña y sus enormes orbes café que observaban con profundidad. Esos ojos siempre habían sido su perdición, pero nunca se había atrevido a ir más allá de su admiración a la distancia.

Sus labios. Oh, sus labios eran de lo más peligroso para Jungkook, no podía posar su vista allí sin quedarse al menos unos segundos observándolos. Estaba perdido, no debía sentirse así, no ahora que no tenía idea de lo que le depararía el futuro.

—Kook —susurró, sonriendo más—. ¿Cómo te sientes?

—Mi cabeza duele mucho —respondió, frunciendo el ceño por el malestar.

La mano derecha de Taehyung ahora recorría su mejilla, propinándole sensaciones hermosas, logrando que el dolor pasara a segundo plano y que ahora solo se concentrara en las caricias. Si había algo que él lograba hacer siempre, eso era calmarlo. Se miraron durante un largo rato, sonriéndose sin decir palabra alguna, no hacía falta arruinar el momento. Quería atesorar esos instantes.

Jungkook se removió sobre la cama, a punto de levantarse para tomar asiento. Sin embargo, el sonido de la puerta abriéndose irrumpió y solo se concentró en la manera en la que Taehyung volteaba a ver y una sonrisa muy diferente se mostraba en su rostro. No había necesidad de investigar, esa sonrisa solo la tenía con una persona en particular.

—¡Hobi! —exclamó—. ¡Ven, ven! Kook acaba de despertar.

—No te preocupes, yo debo irme —le sonrió desde la puerta—. Solo venía a decir que te prepares pronto, teñiré tu cabello hoy.

—¡Bien! —sonrió—. ¿Sabes algo de Jimin?

Jungkook dejó de ignorar lo que allí sucedía y se sentó sobre el colchón, atento a lo que estaban diciendo ambos, recordó que Jimin se había llevado su teléfono móvil, así que esperaba que no hiciera nada imprudente. Taehyung se extrañó por su reacción, pero decidió continuar con la plática. Hoseok rascó un poco su cabellera anaranjada y frunció sus labios, como si se hallara preocupado.

—¿Qué pasó con Jimin? —se atrevió a preguntar Jungkook.

—Oh, cierto —habló Taehyung—. Él me dijo que estabas mal, por eso vine a verte, pero me llamó mucho la atención su actitud, porque me lo crucé en los pasillos y parecía alterado.

—Yo fui a buscarte a tu habitación y Jimin estaba hurgando entre tus cosas —le habló Hoseok—. Me dijo que tú le diste permiso, ¿es así, Jungkook?

—Sí, no te preocupes —mintió.

Habló tan de inmediato que ninguno de los otros dudó de sus palabras. Tan bien como para no ser descubierto por J-Hope. Jungkook había aprendido a mentir en su vida, así que sabía que debía cubrir a Jimin en lo que fuera que estuviera haciendo.

—Oh, bien... Me dio curiosidad, pues ustedes dos casi no hablan —recalcó Hoseok.

—No es nada, le pedí que buscara algo... —replicó con firmeza—. Él me ayudó cuando me desmayé, así que aproveché a pedirle un favor, ya que no podía hacerlo yo.

—Entonces... —habló Taehyung—. ¿Sabes qué le sucedía a Jimin, Hobi? ¿Te dijo?

—No, simplemente me dijo que lo mandó Jungkook a buscar algo —respondió—. Pero se lo veía en verdad ansioso, no sé qué pasaba. Tal vez peleó con Suga.

—No lo creo, esos dos están muy pegados últimamente —afirmó Taehyung.

—Como sea, te espero en un rato... —sonrió—. Estaremos en el vestíbulo hasta que vengas, ¿bien?

—Entendido, Hobi.

El joven de cabello anaranjado se retiró finalmente y Taehyung se quedó atento a la puerta cerrada, como si no se hubiese dado cuenta de que el otro se había retirado. Mantenía una sonrisa suave en su rostro, con sus mejillas algo sonrojadas, cosa que llamó la atención de Jungkook, quien se estaba comenzando a marear otra vez. Sintió náuseas en un momento, pero no quería vomitar, era algo que odiaba hacer y le provocaba lágrimas. Taehyung regresó en sí mismo y se dispuso a ayudarlo a acostarse de nuevo. Sin embargo, antes de recostarse por completo, se atrevió a preguntar.

—Te gusta Hoseok, ¿verdad?

—¿Eh...? —frunció el ceño—. ¡No, no, no! ¡¿Qué dices?!

—Se nota por cómo lo ves —susurró, sintiendo un nudo en su garganta al ver la reacción tan obvia del otro.

Jungkook en su rostro no expresaba nada, pero por dentro estaba destrozado.

—No, no, no. Estás equivocado, él es como un... ¡Un hermano! —respondió, su voz temblaba por los nervios.

—Eres muy obvio... —lo miró—. Demasiado.

En cuanto el joven de ojos almendrados se percató de que su voz se oía temblorosa llevó sus manos a su rostro y se arrojó a la cama para darse la vuelta. Taehyung se sorprendió demasiado al ver los ojos de Jungkook algo llorosos por un instante, así que se aproximó a él luego de que este se recostara, casi forcejeando para que este dejara ver su expresión.

Jungkook no quería parecer débil, siempre se forzaba a esconder sus sentimientos detrás de una máscara y con el único que algunas veces no podía hacer eso era con Jimin. Jamás lloró ante nadie más que él y su familia, estaba seguro detrás de esa capa de frialdad que se había creado para sobrellevar su situación. Estaba seguro..., pero ahora parecía que ya no tenía nada con qué protegerse.

—Kook, ¿qué pasa? —preguntó—. ¿Qué te duele? ¡Dime, buscaré medicamentos!

—Déjame solo... —susurró, sorprendiéndose por cómo sonaba su voz.

—Pero...

—Necesito dormir —le interrumpió—. Ya se me pasará.

Taehyung hizo una mueca ante su actitud, no quería irse.

—Está bien...

Solo se dispuso a acercarse al cuerpo acurrucado de Jungkook y posar su mano sobre la coronilla de su cabeza, haciendo algunas caricias en señal de despedida. Luego se puso de pie y se dirigió, sin hacer mucho ruido, hacia la salida.

Y aquel de cabello azabache no lo aguantó más, sabía que Taehyung no lo estaba haciendo a propósito, porque, de saber sobre sus sentimientos, no le haría tal cosa. Se acurrucó entre las sábanas y sollozó en silencio, pues ahora había confirmado que le gustaba Hoseok. Se había atrevido a preguntar luego de tanto tiempo, tal vez solo estaba buscando una excusa para destruirse más aún. Ahora parecía que solo podía llorar. Se estaba dejando llevar por sus sentimientos otra vez y eso no era bueno. Sin embargo, algo bueno terminó consiguiendo, ahora su mejor amigo era lo único que le quedaba, por él lograría mantenerse firme ante cualquier cosa.

"Solo no te atrevas a irte, Jimin. Quédate conmigo.", pensó, abrazando la almohada que tenía su aroma.


En otro sector de la mansión.

Jimin avanzaba alegremente por un pasillo solitario, movía sus manos y saltaba, tarareaba una canción bonita y meneaba su cabeza a la par de su ritmo. Oh, mierda... ¿Qué hacía allí?

—Seokjin, sabes que no puedes hacer estas cosas...

Una voz se escuchó desde un cuarto y el joven de cabello rosa pastel avanzó hacia allí en silencio.

—Tú debes dejar de ser imprudente, desaparecieron dos frascos de la droga...

Asomó sus ojos para ver mejor, pues la puerta estaba entreabierta. Notó los detalles de lo que parecía ser una habitación normal, pero se percató de varias cosas. Una mesa con decenas de tubos de ensayo, tal y como un laboratorio, todos llenos de sustancias de diferentes colores. Vio a Jin y al líder juntos.

Jin tenía sus ojos normales y sostenía una jeringa en su mano, la cual estaba inyectándole en el brazo a R.M. ¿Qué era eso?

Prestando más atención, vio que el rostro del jefe tenía una herida profunda, la cual no dejaba de sangrar, pero parecía que ninguno de los dos le daba importancia a eso. Jimin frunció el ceño, había ido para otra cosa al ala este, no esperaba encontrarse con algo así.

—Juro que mataré al que se robó la droga en cuanto lo encuentre —soltó R.M.

—Hazlo pronto, nadie sabe qué pueden hacer con eso.

—Tú debes cuidarte, Jin —dijo con preocupación—. Varias organizaciones ya están en busca de tu sangre.

—Nadie me encontrará si me quedo aquí, ¿verdad? Es como siempre —sonrió—. Ten cuidado, ya inyecté la droga.

El joven de cabello rosa pastel abrió más sus ojos debido a la sorpresa al ver cómo la herida de R.M. se curaba al instante luego de haber recibido esa sustancia. Quedó boquiabierto, no podía creerlo... ¿Acaso todos esos frascos en el mueble servían para diferentes cosas? ¿Qué más se podía hacer con la sangre de Jin? Pero... algo no cuadraba, ¿no era que querían deshacerse de todo rastro de la droga? ¿Por qué tenían eso en el ala este escondido de todos?

—Hola —entró con total descaro, llamando la atención de ambos—. ¿Qué es eso? ¿Para qué sirve? ¿Puedo probar?

Un disparo se hizo oír y rozó justo en el hombro derecho de Jimin, quien lanzó un grito por el dolor mientras caía de rodillas al suelo. Jin se levantó de inmediato de su asiento y se lanzó hacia él. Lo tomó con cuidado y, llevándolo hacia la cama para que se sentara allí, observó con furia a R.M., quien seguía apuntando sin dudar hacia la cabeza del joven.

—¡Namjoon, deja de dispararle a todo lo que se mueve! —le gritó y luego se dirigió hacia Jimin—. ¿Estás bien, niño? No llores.

—No voy a llorar. Y no soy un niño —murmuró entre dientes.

—Espera aquí, traeré algo para vendarte.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué no me inyecta eso?! —señaló la jeringa medio llena.

—Oh, ¿eso? —rio—. No puedes, esa sustancia debe estar adaptada a ti. Al líder le costó muchos estudios y pruebas antes de poder recibirla, te puedes morir si eres imprudente.

—Dime a qué mierda viniste... al ala este, ¡maldición! —exclamó R.M.—. Sabes muy bien que tienen prohibido poner un pie aquí, ¿qué estás haciendo entonces?

—Lo sé, pero no hubiese roto las reglas si no fuera importante. Vine a decirle quién robó la droga... —confesó.

En ese instante, el moreno bajó su arma y observó cómo Jimin hurgaba en su lindo suéter de color cian, sacando un aparato de su bolsillo con su brazo sano. Se veía como un pequeño altavoz blanco que él rápidamente le ofreció, así que R.M., confundido, lo tomó, pensando en qué tenía que ver eso con el traidor que se robó la droga.

—Coloqué micrófonos en el cuarto de Zico... —le dijo—. Por cierto, ¿por qué él duerme con los otros miembros de su pandilla? Es incómodo, tuve que escabullirme para esquivar a dos que estaban durmiendo. No se podía...

—Explícate —le interrumpió—. ¿Me estás sugiriendo que Zico es un traidor?

—Nada de sugerencias, se lo puedo demostrar —sonrió—. Solo escuche esas grabaciones.

—Zico es de mis más fieles aliados, no puedo simplemente creer esto.

—"No hay peor ciego que el que no quiere ver" —replicó—. Solo espere, el tiempo me dará la razón.

Obvio que Zico no había sido el responsable de robar la droga, ese fue nada más y nada menos que Jungkook, quien se encargó de entregarle la sustancia a Chanyeol. Sin embargo, Jimin no iba a dejar que descubrieran a su amigo ahora que sabía el motivo por el cual hacía esas cosas. Así que estaba dispuesto a cubrir todos sus crímenes con tal de que no volviera a hacer nada imprudente, y lo liberaría, finalmente, de la organización para incorporarlo a la mafia. No permitiría que descubrieran a Jungkook, sabía muy bien que eso le costaría la vida. Y ahora, con la amenaza de Zico, todo parecía encajar a la perfección para sacárselo de encima. Sí, quería acabar con él a golpes, pero Jimin era más inteligente y no iba a arriesgarse, así que fue por el mejor camino para eliminarlo de su vida.

Mientras Jin hurgaba entre algunas de sus cosas y R.M. limpiaba la sangre en su rostro —dejando al descubierto su piel limpia de heridas—, Jimin sonrió con picardía al ver la jeringa con algo de la sustancia sobre la cama en la que se hallaba sentado. El jefe no le estaba dando importancia, no se veía tan sanguinario como siempre se mostraba, parecía tranquilo a pesar de que Jimin se encontraba en esa habitación, en el ala este y después de haber visto algo que, de seguro, querían esconder de todos los demás.

El joven de cabello rosa pastel llevó su mano hacia donde estaba la jeringa, la tomó sin que nadie se percatara de ello y la inyectó en su hombro lastimado mientras Jin se daba la vuelta con una venda en sus manos.

—¡Jimin, ¿qué hiciste?! —exclamó.

—¡Park, estás demente! —le gritó Namjoon, quitándole el objeto de su mano.

Ya era tarde, ya lo había inyectado. Sin desinfectar, sin preocuparle una mierda las consecuencias.

—¡Solo estoy curioso! Quiero... —se mareó, sacudió su cabeza y sintió que su piel ardía en la zona de la herida.

—¡Jimin!

Jin comenzó a caminar de un lado a otro en la habitación, murmurando cosas y tronándose los dedos con nerviosismo, intentando buscar una solución a la inminente muerte del jovencito Park. R.M. solo lo observaba con pura frialdad, expectante a lo que sucedería.

Finalmente, luego de que su mente divagara un poco, Jimin sintió un poco de dolor de cabeza, pestañeó varias veces e intentó incorporarse en su lugar, aún más mareado. Tanto R.M. como Jin se quedaron estupefactos ante lo que sus ojos veían. ¿Qué era eso? Se suponía que debía morir, pero..., en cambio, su herida estaba sanando.

—¿Será el tipo de sangre? —indagó el líder, sintiendo escalofríos.

—No, es imposible —negó con su cabeza—. Los experimentos de J.M.P. demostraron que eso no tiene relación.

—No entiendo cómo es que está vivo.

El joven líder observó a Jin, buscando una respuesta en su mirada atónita, pero se encontró con una incertidumbre aún mayor que la suya. R.M. consiguió adaptar, después de varios años e intentos fallidos, la sustancia a su cuerpo para tener una ruta de escape por si alguna vez llegaba a recibir una herida mortal.

—La única manera de que lo esté es que... —balbuceó Jin.

—Sea como tú —completó la frase, sintiendo su sangre congelarse.

—Yo no... —habló Jimin—. No hice nada malo...

Los ojos negros del joven de cabello rosa pastel se tornaron, por solo un instante, algo rojizos, antes de caer desmayado sobre la cama, dejando a los demás en un ambiente tan silencioso como tétrico.


EDICIÓN 2022.

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