Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]

By johanavmillan

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« ¿Qué pasaría si el abominable hombre de las nieves resulta ser, en realidad, un chico lindo y adorable? » ... More

Antes de leer...
Dedicatoria + BookTrailer
Libro 1
Personajes
Sinopsis
Prefacio | Inevitable
❅ | 01 | ❅
❅ | 02 | ❅
❅ | 03 | ❅
❅ | 04 | ❅
❅ | 06 | ❅
❅ | 07 | ❅
❅ | 08 | ❅
❅ | 09 | ❅
❅ | 10 | ❅
❅ | 11 | ❅
❅ | 12 | ❅
❅ | 13 | ❅
❅ | 14 | ❅
❅ | 15 | ❅
❅ | 16 | ❅
❅ | 17 | ❅
❅ | 18 | ❅
❅ | 19 | ❅
❅ | 20 | ❅
❅ | 21 | ❅
❅ | 22 | ❅
❅ | 23 | ❅
❅ | 24 | ❅
❅ | 25 | ❅
❅ | 26 | ❅
❅ | 27 | ❅
❅ | 28 | ❅
❅ | 29 | ❅
❅ | 30 | ❅
❅ | 31 | ❅
❅ | 32 | ❅
❅ | 33 | ❅
❅ | 34 | ❅
❅ | 35 | ❅
❅ | 36 | ❅
❅ | 37 | ❅
❅ | 38 | ❅
❅ | 39 | ❅
❅ | 40 | ❅
❅ | 41 | ❅
❅ | 42 | ❅
❅ | 43 | ❅
❅ | 44 | ❅
❅ | 45 | ❅
❅ | 46 | ❅
❅ | 47 | ❅
❅ | 48 | ❅
❅ | 49 | ❅
❅ | 50 | ❅
❅ | 51 | ❅
❅ | 52 | ❅
❅ | 53 | ❅
❅ | 54 | ❅
❅ | 55 | ❅
❅ | 56 |❅
❅ | 57 | ❅
❅ | 58 | ❅
❅ | 59 | ❅
❅ 60 | Final ❅
❅ Epílogo ❅
EXTRA I | Stefan
Secuela: Perversa Oscuridad
¿Serie o película?

❅ | 05 | ❅

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By johanavmillan

Giselle.

Mientras caminamos por los pasillos atestados de alumnos, le pido indicaciones a Hannah para llegar al baño y ella, gustosa, me las da. Ambas quedamos en vernos en la cafetería así que emprendo mi viaje hacia mi destino. Una vez que me encuentro frente a las dos puertas que, supongo, son los baños, entro en el primero que capta mi atención.

Me encamino hacia los lavamanos y me quedo estática frente al espejo para observar mi apariencia. Mi moño alto está hecho un desastre por lo que me dispongo a deshacerlo y luego volver a armarlo. Abro el grifo de uno de los lavado y suelto un suspiro. El lugar parece estar vacío, por lo que el único ruido que se escucha es el del agua al caer. Estoy hecha un desastre, pero a estas alturas me da lo mismo.

— Disculpa — una voz masculina a mis espaldas me hace levantar la vista de golpe —, este es el baño de chicos.

De pronto, la vergüenza me sacude el cuerpo entero cuando nuestras miradas se encuentran a través del espejo del baño.

Oh… — es lo único que logro formular.

Lo veo pasar una mano por su cabello blanco, alejando algunos mechones que caen sobre su frente, y yo muerdo mi mejilla interna, avergonzada hasta la mierda. Genial. Este día, sin duda, se está convirtiendo en uno de los más humillantes de mi jodida existencia.

— El de mujeres está al lado — continúa, colocándose a mi lado y abriendo el grifo del otro lavamanos.

— Claro — suelto en un balbuceo, y quiero golpearme por ello —. No había ningún letrero afuera que me diera una pista de cuál debía ser el baño de mujeres. — Explico, como si quisiera justificar el motivo por el que estoy en el baño equivocado.

Él asiente, dando a ver que me entiende.

— Supongo que la escuela no lo ve necesario. Después de todo es muy poco común tener alumnos nuevos, y los alumnos de aquí conocen el lugar de esquina a esquina.

— Entiendo…

Lo veo sonreír un poco, claramente le divierte la situación y lo torpe que me muestro, y yo maldigo en mi mente por ser así de patética. Lo más lógico es que, después de esto, tome mi camino hacia la salida del baño. Pero no. No puedo hacerlo, y me quedo quieta, mirándolo a través del espejo, como idiota. 

Cuando sus ojos azules me enfocan nuevamente, es lo único que hace falta para que reaccione por fin, saliendo rápidamente del baño para empezar mi camino hacia la cafetería.

«Genial» pienso «ahora de seguro piensa que soy una idiota»

❅ ❅ ❅

La cafetería está completamente atestada de gente, lo noto de inmediato en cuanto pongo un pie en el lugar.

Hannah — la cual me esperaba en la entrada — me guía hacia la barra en donde se encuentra la comida. Agarro una bandeja y me coloco detrás ella. La fila avanza rápido cosa que agradezco. Una vez que es mi turno, me pongo a analizar el menú. Decido elegir pastel de carne y gelatina. Hay dos opciones de jugo; uno es de color azul y el otro es de color rosa «¿Qué es esto? ¿Guerra de géneros jugosos?» No puedo evitar reír por mis pensamiento mientras opto por elegir el jugo rosa, con la vaga esperanza de tomar jugo de fresa.

Nos sentamos al final de una larga mesa, junto a dos chicas y un chico, a los cuales me presenta, y gracias a la repetición constante de los nombres puedo memorizarlos. Todos en la mesa comienzan a parlotear mientras yo me dedico únicamente a escuchar y comer de mi pastel de carne.

— ¿Así que vienes de California? — Pide saber Gael. Es un chico alto, de cabello rubio medio oscuro y ojos color avellanas. Bastante lindo a decir verdad.

— Los Ángeles — especifico.

— ¿Por qué te fuiste de Los Ángeles para venir a Hemsworth? — Se interesa Victoria, la chica sentada frente a mí. Sus ojos son de un gris bastante claro, y su cabello de color castaño oscuro —. Normalmente las personas huyen de Hemsworth.

Río y Hannah suelta un chillido ante la declaración de su amiga.

— ¡No digas eso! Hemsworth es increíble. No le hagas caso, Giselle. — la veo hacer un gesto desdeñoso con la mano y sonrío de lado cuando veo a Victoria repetir las palabras de Hannah sin formular ninguna palabra, burlona.

— Mi madre consiguió un trabajo que la mantiene de viaje de manera constante y, pues, a mi padre le tocó ser niñera. Después voy a volver por, ya saben, la universidad y eso — respondo sin mucho esfuerzo la pregunta que Victoria me ha hecho anteriormente, encogiendo mis hombros para restarle importancia.

Las preguntas siguen y siguen durante un par de minutos. No me molesta responderlas; después de todo, es una forma de conocernos mejor, no obstante, no puedo evitar sentirme un poco incómoda al ser el blanco de toda la conversación.

— ¿Ya tienen cita para la fogata? — Pregunta Gael, cambiando por completo el tema de conversación. Agarra el jugo de Hannah y se lo lleva a la boca para darle un sorbo, y yo agradezco que lleve el tema de conversación en otra dirección.

— Tú eres mi cita — responde Hannah con la boca llena, y hago una mueca de desagrado al ver su comida a medio masticar.

— ¿¡Discúlpame!? ¿Qué te hace creer que no tengo ya una cita? — Cuestiona el muchacho, indignado, cruzándose de brazos.

— ¿La tienes? — Hannah pregunta con burla, imitando la acción de Gael.

Gael se queda un momento en silencio, dudando su respuesta. Hannah arquea un de sus rubias cejas, insistente para obtener la respuesta, y él suelta un suspiro derrotado antes de negar con la cabeza.

— Sí, tú eres mi cita — acepta con voz derrotada y se pasa una mano por el cabello, alborotándolo un poco.

Hannah sonríe victoriosa y ahueca el rostro regordete del chico antes de dejar un ruidoso beso en su mejilla, completamente complacida.

— ¿Qué fogata? — Pregunto curiosa una vez que todos quedan en silencio.

— La que se realizará dentro de dos semanas — Victoria habla — Cada año, los alumnos de la escuela hacen una especie de fogata, en una fecha especifica, cerca de las montañas. Es un tipo de celebración por haber sido la primera vez en la que se vio al Yeti por esta zona y bla, bla, bla… — Me explica rápidamente, desinteresada.

Sin poder evitarlo, dejo salir una pequeña risa ante esas palabras.

— Giselle no cree en el Yeti — expone Hannah de la nada, tomando de la bebida cuando Gael la vuelve a colocar en su sitio.

— ¿No lo haces? — Cuestiona Samantha. Sus grandes ojos marrones se abren con sorpresa y se dispone a recoger su cabello castaño en una coleta alta.

— No puedo hacerlo... nunca lo he visto — declaro.

— Yo tampoco lo he visto — asiente Gael, frunciendo un poco el entrecejo —. De hecho, no creo que llegue ese día. 

— ¿No se les hace trillada la idea? — Quiero saber, alzando una ceja —. Es decir, ¿un enorme chimpancé de pelaje blanco?, ¿de verdad? Es absurdo. No vivimos en un mundo de fantasía, esto es la vida real.

Veo a Gael asentir, como si estuviera de acuerdo con mis palabras.

— Bueno... hace cuarenta años, uno de los creadores de éste pueblo aseguró haber visto a una criatura parecida a un chimpancé, con pelaje blanco tal cual la nieve, intensos ojos azules y como de dos metros de alto. Desde ese momento, las personas vienen aquí. Aparte de las montañas, ese es uno de nuestro atractivo. — Explica él, cogiendo una papa frita.

— La leyenda cuenta que ese día del año es donde el Yeti se deja ver. Por alguna razón no hay pruebas que logren corroborar su existencia; sin embargo, más de una persona afirma haberlo visto, y una de ellas tiene una parte del rostro derecho con tres cicatrices parecidas a las que te dejaría una gato al arañarte. — Samantha sigue con la explicación, después de darle un trago a su jugo.

— ¿Luke Turner? — Cuestiono al recordar a Luke y las cosas que Sophie me ha contado sobre él.

— Exacto. — Samantha asiente —. Él es descendiente de Abraham Turner, hijo de Ingrid Hemsworth. El tipo está completamente loco, pero es inofensivo. El hombre afirma haber visto al monstruo de pelaje blanco en más de una ocasión desde hace cinco años.

— Hasta que no lo vea con mis propios ojos, no voy a creer en su existencia; sin embargo, respeto lo que cada uno cree — doy por terminada la conversación. Agarro otro poco de pastel de carne y me lo llevo a la boca. No sabe mal, pero he probado mejores y, cuando pruebo la bebida rosa, me sorprendo cuando resulta ser limonada.

Los chicos siguen hablando sin parar sobre la fogata, evento que realmente no despierta mi interés por lo que solo hago de cuenta que presto atención a la conversación.

No tengo ganas de ir. La idea de pasar una noche afuera, con el frío que de seguro hace cerca de las montañas, no me llena de gran jubilo. Prefiero mil veces pasar la noche en mi nada incómoda habitación, disfrutando del calor de mi edredón, y de la compañía de un buen libro.

Cuando la conversación se empieza a tornar aburrida, comienzo a recorrer el lugar con la mirada, detallando a cada una de las personas que se encuentra en el lugar, y no puedo evitar ladear una media sonrisa al verlo.

Su extravagante belleza lo hace resaltar del resto, y me desorienta de una manera increíble. No se esfuerza por sobresalir, lo hace por sí solo; así sin más.

Todo él me saca de balance. Hay algo que me atrae de manera que no logro entender. Sus ojos tan intensos; sus labios carnosos, su masculina expresión, y su piel tan blanca. Luce como si nunca en su vida hubiera ido a tomar el sol a la playa. Está sentado al final de una larga mesa ubicada en una esquina bastante alejada. Su vista está fija en su plato a medio terminar y sus labios están curvados hacia arriba en una pequeña sonrisa. Está acompañado de un muchacho, y recuerdo de inmediato haberlo visto cuando buscaba mi horario junto a Hannah. Ahora que los veo ahí, sentados uno al lado del otro, noto que tienen cierto parecido.

«Han de ser hermanos », pienso. Ambos conversan entre sí, sin prestar atención a nadie más.

Me quedo suspendida, sin poder siquiera alejar la vista de ellos, aprovechando que están distraídos como para notar que los estoy observando.

El chico de cabello oscuro suelta algo que parece ser divertido ya que el chico de cabello blanco alza la vista para enfocarlo. Su ceja se arquea con diversión, y luego le enseña sus dientes en una sonrisa despampanante que me quita el aliento.

¿Cuál será su nombre?

— ¿Giselle…? — la voz de Hannah me atrae de vuelta a la realidad.

La miro desconcertada, y la vista de todos fija en mí solo deja claro que me ha hecho una pregunta, pregunta que claramente yo no he escuchado.

— ¿Qué? — Inquiero, mirándola con una ceja alzada.

— ¿Me escuchaste?

La miro por un largo segundo y termino por asentir, mintiendo.

Hannah ladea una sonrisa y dice —: ¿Qué te dije?

— Yo… — Suelto un balbuceo, sin saber qué responder, y me quedo en silencio, observándola fijamente.

Hannah rueda los ojos, y le da un trago a su bebida.

— ¿Vas a venir? — Es Gael el que pregunta al final, mostrándose divertido.

— ¿Adónde…?

— Diablos, chica — Victoria suelta una risa divertida —, debes prestar más atención.

Le regalo una sonrisa de lado como una especie de disculpa y luego vuelvo a centrar toda mi atención hacia el frente, mirando a los chicos.

Oh… es normal que esté así, chicos. Giselle se encuentra bajo los efectos Lachowshi — enfoco a Hannah cuando la escucho decir eso. Una sonrisa burlona baila en su rostro, ocasionando que el rubor encienda mis mejillas — ¿Cuál te gusta?

— No sé de qué hablas — trato de hacerme la desentendida, mordiendo mi labio para evitar sonreír —. Solo estaba mirando por ahí — hago un gesto desdeñoso, tratando de no darle tanta importancia a la situación. 

— ¡Oh por Dios! — Victoria exclama, con sorpresa exagerada — ¡¿Por ahí o a esos bombones?! — Medio ríe. Abro los ojos de par en par al darme cuenta que su voz ha salido en un grito.

— ¡Baja la voz! — Ahora es mi turno de exclamar, mirando nerviosa en dirección a los Lachowshi. Sé que es muy poco probable que escucharan si tomamos en cuenta el ruido colosal que hay aquí y la distancia, pero aún así no puedo evitar relajarme al notar que, en efecto, no han escuchado —. Y no, no los estaba mirando… — miento otra vez, encogiéndome de hombros.

— ¡Mentirosa! — Victoria se reí — ¿Qué clase de persona eres? Los hermanos Lachowshi nunca pasan desapercibidos. Ellos son…

— Ellos son tan lindos. — Samantha interrumpe las palabras de Victoria, y embozo una sonrisa al verla apoyar su mandíbula en su palma y agitar sus pestañas como boba enamorada.

— Son gays — concluye Gael, tomando nuevamente la bebida de Hannah.

— ¡Claro que no lo son! — Hannah chilla, golpeando con suavidad la mano del muchacho antes de quitarle la bebida, la cual apenas toca sus labios.

— Son tan lindos. — Samantha repite, sin dejar de parpadear.

— Sí, son muy lindos  — admito, mordisqueando mi labio a la vez que asiento, una y otra vez.

— Son más que lindos — añade Samantha con una sonrisa, saliendo del trance en el que aparentemente se encontraba.

— ¡Eso es estúpido! — Exclama Gael —, ¿qué tienen ellos que yo no?

— Seguro el tamaño de lo que tienen entre las piernas. — Masculla Hannah a lo que todos en la mesa ríen.

Gael abre los ojos con indignación.

— ¡Estás insultando sin necesidad! — Grita, no obstante, sonríe.

Mi hermanastra se encoje de hombros, y hace una mueca como diciendo: lo siento pero es la verdad.

— Los hermanos Lachowshi tienen mucho tiempo aquí, ¿no creen que ya eso del 'efecto Lachowshi' debería pasar de moda?

La tres chicas en la mesa niegan con la cabeza en un rotundo «no», y Gael rueda los ojos, dejando salir un bufido antes de mascullar: mujeres, como si fuéramos un caso sin remedio.

— ¿Qué es eso de 'Los efectos Lachowshi'? — Pregunto, levantando una ceja en dirección a Hannah.

— Pues lo que acabas de experimentar, dah — me responde obvia.

— Es lo que pasa cuando miras por primera vez a los hermanos Lachowshi — sigue Samantha.

— Te quedas completamente hechizada, viéndolos, sin prestar atención a nada más que a esos seres perfectos creados por un ser místico de lo más generoso por traernos a semejantes mortales. — Victoria añade, levantando los brazos y cerrando los ojos, como si le estuviera dando las gracias a ese ser místico.

Escucho a Gael mascullar un —: Exagerada — y sonrío ante eso.

— Todas las chicas han pasado por los efectos Lachowshi alguna vez. Es normal. Nadie es inmune. Ellos son atractivos y, pues, tienen ese efecto: en gays, lesbianas, bisexuales, heteros… ¡Todos quieren con ellos!

Veo a Samantha asentir frenéticamente, como si estuviera de acuerdo con las palabras de Hannah. 

— Pero ellos no quieren con nadie — adivino, sonriendo un poco.

— Sí, pero no — Hannah hace una mueca —. Ellos hablan con todo el mundo, son frescos y divertidos. Pero no tienen novia ni nada. Chase es relajado, y Stefan es… el mejor polvo de la escuela. O eso dicen.

Woow.

— Me encanta Stefan Lachowshi, es muy sexy — Samantha suelta en medio de un suspiro, sin apartar la vista de ellos —. Aún no lo supero. Ha sido mi crush desde que lo vi por primera vez.

— Claro que no, más lindo es Chase Lachowshi — asegura Victoria, mordiendo su labio inferior con descaro.

— Los dos son lindos, sólo que uno tiene belleza exótica y es adorable. Y el otro es muy caliente — declara Hannah. Su mirada se alza con disimulo para mirar en dirección a los hermanos Lachowshi —. Aparte, Stefan parece un BadBoy. Eso lo hace ver sexy.

— Ustedes, niñas, deberían ir a darse un baño con agua muy fría y supérarlos de una vez — Gael habla, rodando los ojos.

Sonrío al detectar una pequeña pizca de celos masculinos en él.

— El que tiene el cabello blanco es muy..., demasiado lindo — me corrijo en un susurro, y sin poder evitarlo evoco nuestro encuentro en el baño.

— ¡Lo ves! Chase Lachowshi está más bueno que el chocolate — Victoria sonríe victoriosa, mirando a Samantha quien solo le saca la lengua en un gesto infantil.

Chase Lachowshi

Una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios ante tal referencia. No es la mejor comparación para utilizar ya que el chocolate me resultaba asqueroso; sin embargo, Chase Lachowshi sería el único chocolate que me gustaría probar.

— Chase Lachowshi. Es un lindo nombre — acepto, frunciendo los labios.

— No, amiga. Chase Lachowshi no es un lindo nombre, es un lindo hombre querrás decir — dice Victoria, mostrándome una sonrisa de oreja a oreja.  Le sonrío de vuelta, dándole la razón.

Vuelvo a ver en dirección a los hermanos Lachowshi, y un increíble sentimiento de vergüenza se forma en mi pecho cuando me doy cuenta que ambos hermanos tienen la vista fija en nuestra mesa.

Apenada porque Chase me ha pillado observándolo, de nuevo, desvío la mirada a Hannah que se ríe de algo que desconozco.

Por más que intento mantener mi atención lejos de la mesa donde Chase y Stefan están, es inútil, la curiosidad puede más y vuelvo a verlos. Ambos hermanos me siguen observando, y cuando veo a Stefan soltar una carcajada que llama la atención de más de uno, miro de nuevo hacia otro lado, sintiendo que mis mejillas se ponen rojas como tomate ante la idea de ellos riéndose de mí.

« Maldita sea, Giselle. Deja de meter la pata »

❅ ❅ ❅

Historia es mi última clase.

El profesor de historia, un hombre bajo y regordete, de cabeza calva y bigote extraño, me pide que me presente frente a todos y yo, vacilante, lo hago. A pesar de ser el inicio del año escolar, yo parezco ser la única nueva en el instituto, y no falta el comentario de uno de mis compañeros referente a lo ocurrido más temprano en clase de matemática. Algunos de los alumnos le ríen el chiste mientras yo pertenezco quieta frente a la clase. Me siento abochornada, y la vergüenza aumenta aún más cuando Chase, sentado al final del salón, junto al chico que ha hecho el chiste, levanta una ceja en mi dirección, divertido. Y, sin poder evitarlo, como una burla de mi propia mente, recuerdo nuestro encuentro en el baño de hombre.

El resto de la clase pasa rápido, y la campana anunciando el final de la jornada estudiantil s el alivio de todos los alumnos.

Una vez que estamos en la entrada de la escuela, prosigo a cubrir mi cuerpo con el enorme abrigo que se supone debe protegerme del frío. Espero a que los chicos también se abriguen y juntos salmos rumbo al café.

Hundo mis manos en los bolsillos del abrigo cuando el frío me golpea con fuerza, volviendo el viaje terriblemente largo e insoportable.

Supongo que solo tocará esperar a que me acostumbre un poco al clima gélido.

El calor del café es bien recibido por mi cuerpo cuando entramos al local, y el olor a café y otro tipo de comida causa que mi estómago suelte un gruñido ante esa mezcla de deliciosos olores.

Los chicos se sientan en una mesa desocupada mientras Hannah y yo nos encaminamos en dirección a la cocina.

— ¿Cómo les fue? — Sophie es la primera en preguntar una vez que nos ve cruzar la puerta de la cocina. Está preparando más café, pero deja un momento su tarea para prestarnos atención, con una amable sonrisa en su semblante.

— Bien… — Soy yo la que responde, apoyándome en la pared más cercana.

— Día uno: superado —  asegura Hannah, y la veo robar un pedazo de queso de la cocina. Tira su mochila en el suelo de una manera despreocupada mientras come de lo que ha robado.

— Hannah, tu bolso no va ahí. Tienes esa mala costumbre — regaña Sophie, mirando con mala cara a su hija.

Hannah la ignora, agarra tres sándwiches del mostrador y sale de la cocina después de guiñarle un ojo a su progenitora.

— ¿Y mi padre? — Pregunto curiosa al notar que no está por ningún lado.

— Salió a comprar algunas cosas — me informa. La veo rebuscar algo en el bolsillo de su delantal antes de mirarme — ¿Vas a ir para arriba o te quedarás aquí?

— Yo.…, eh, voy a subir para dejar mi mochila y luego bajo — decido. Sophie asiente y me tiende las llaves.

Las tomo y salgo de la cocina, jugueteando con el juego de llaves.

Mientras me dirijo hacia las escaleras, miro en dirección a la mesa, en donde Hannah y los chicos se encuentran sentados, cuando Gael me llama en un grito. Lo veo hacer un saludo exagerado con la mano, cosa que me hace fruncir el ceño con diversión. Ese chico está realmente loco, pero es bastante divertido.

Cuando escucho la campana sonar, vuelvo mi vista al frente y contengo el aliento.

Chase y Stefan Lachowshi acaban de entrar, y noto como se roban la atención de más de una de las chicas en el café. Sin embargo, ellos parecen no notarlo. Hablan y ríen entre sí, y justo cuando pasan junto a mí me sonríen.

No me da tiempo de responderles la sonrisa ya que he llegado al inicio de las escaleras, y ellos han seguido de largo, hacia el mostrador.

Subo a toda prisa y me detengo una vez que estoy frente a la puerta cerrada que sirve como separador entre la casa y el café. Muevo el llavero y observo las llaves sin saber cuál es la que abre la puerta. Me toma un par de intentos encontrar la llave que me da la entrada a la casa y, una vez en el interior, tiro mi mochila sobre el mueble de la sala y corro hacia el baño.

Mi vejiga está a punto de explotar.

Una vez que termino de hacer mis necesidades, lavo mis manos con el agua caliente que sale del lavado y me humedezco el rostro, dejando que el calor cale y acaricie mi piel.

Me miro en el espejo y suspiro, viendo lo del asco que me veo. Mi cabello está horrible. Esta mañana no me lo he arreglado por lo tanto parece un nido de pájaros. Me acomodo el moño alto y me doy la vuelta, dispuesta a salir del baño para ir con los chicos y, con un poco de suerte, ver también a Chase.

Bajo las escaleras a pasos lentos y barro todo el lugar con la mirada, buscando a Chase Lachowshi. Cuando lo veo, frente a la mesa en donde Hannah y los chicos se encuentran, junto a su hermano, intercambiando algunas palabras con Gael, siento que mi corazón se acelera un poco.

Por un momento me quedo quieta, al pie de la escalera, mirando su espalda ancha. No puedo entender el por qué llama tanto mi atención. Tal vez es su intensa mirada y ese color tan increíble que pinta su iris, o tal vez es el hecho de ser el chico más jodidamente atractivo que he visto jamas. No lo sé, realmente no lo sé, pero hay algo en él que me atrae de una manera que no soy capaz de entender.

Sigo con mi vista fija en él, dudando en si acercarme o subir de nuevo hasta que él ya no esté. Entonces, como si pudiese sentirme, mira sobre su hombro en mi dirección. En ese mismo instante juro ver un atisbo de sonrisa empezar a asomarse por su semblante; sin embargo, no puedo asegurar nada ya que vuelve su vista al frente rápidamente. Se despide de Gael con un choque de puños y de las chicas con una seña de manos y, entonces, empieza a alejarse junto a su hermano.

Pego mi espalda a la pared más cercana mientras lo veo caminar hacia la salida y, justo antes de salir del café, vuelve a verme, regalándome una pequeña sonrisa que causa un agite agradable en mi pecho.

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