Sector 0: El despertar (libro...

By DianaGolay

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La vida de Lena se hunde cuando es arrestada y condenada a veinte años de cárcel tras un robo. Sin poder ayud... More

Nota
Introducción
Capítulo 1: Una nueva etapa
Capítulo 2: Sussie
Capítulo 3: Terroristas y bombas
Capítulo 4: El trabajo
Capítulo 5: La fuga
Capítulo 6: Los militares
Capítulo 7: El infierno
Capítulo 8: La frontera
Capítulo 9: Las bandas
Capítulo 10: En casa
Capítulo 11: La organización
Capítulo 12: Sin rastro
Capítulo 13: La marcha
Capítulo 14: Promesas
Capítulo 15: El reencuentro
Capítulo 16: Adiós
Capítulo 17: Tocando fondo
Capítulo 18: La OLIC
Capítulo 19: Josh
Capítulo 20: Pérdidas
Capítulo 21: El muro
Capítulo 22: Gregory
Capítulo 24: Nuevas reglas
Capítulo 25: Incorporación
Capítulo 26: Sector 0
Capítulo 27: Miedos
Capítulo 28: Secretos
Capítulo 29: El plan
Capítulo 30: Brittany
Capítulo 31: Disculpas
Capítulo 32: La cena
Capítulo 33: Confesiones
Capítulo 34: Cambios
Capítulo 35: Confianza
Capítulo 36: El rescate
Capítulo 37: La huida
Capítulo 38: Una ladrona del Sector 4
Capítulo 39: Foso
Capítulo 40: Mala idea
Capítulo 41: Reconciliaciones
Capítulo 42: Mentiras
Capítulo 43: La información
Capítulo 44: Los marginados
Capítulo 45: El Despertar
Epílogo
Nota del autor
Banda sonora

Capítulo 23: La fiesta

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By DianaGolay

Los días estaban siendo larguísimos. Me moría de aburrimiento. Tres días en ese infierno de habitación. Pero por lo menos Josh podía estar contento conmigo, no había hecho ninguna tontería. ¡Dios! Cada vez que pensaba en él me moría de vergüenza recordando nuestra última conversación. La diferencia entre una persona borracha y una drogada, es que la primera no se acuerda de lo que ha dicho. Pero yo me acordaba de todo, me había comportado como una niña pequeña llorica. Era bochornoso recordar la conversación. Miré por la cristalera que daba al balcón. La habían bloqueado.

—Tenéis prohibido salir al balcón —murmuré imitando la voz de Josh mientras me acercaba al cristal.

Apoyé la frente en el cristal permitiendo que los rayos del sol me recorrieran el rostro y calentaran la tela del pijama. "Por lo menos no le conté nada de Aron" pensé intentando animarme, ni sobre lo que me contó Sussie. Claro que esto último fue porque le llamaron y se tuvo que marchar. Se había centrado en preguntarme, sobre mi infancia. Mi patética y deprimente infancia. Lo último que quería es que Josh sintiera pena por la pobre chica del cuarto sector. Y le había contado todo lloriqueando, desde la muerte de mi padre hasta que me vi obligada a trabajar con poco más de nueve años para pagar las medicinas de mamá. También me preguntó cómo me había hecho ladrona, pero en un momento de lucidez me negué contestándole "siguiente pregunta" de forma burlona como él había hecho en nuestra conversación anterior. Le hizo gracia porque se rió y, curiosamente, no insistió continuando con otro tema. Como el por qué me había quedado en el Sector 4 pudiendo ir a vivir al Sector 3. Y se lo había confesado sin tapujos, para estar cerca de mi familia y cuidarlos. "Tonta, tonta, tonta" pensé a la par que daba golpecitos con la cabeza en el cristal. Había desvelado mi punto débil sin tapujos: mi familia.

La conversación también había avivado una preocupación que había dejado de lado. No sabía nada de mi madre. Aunque mi hermano me contó que estaba con Poli, no me sentía completamente tranquila. Las medicinas de mamá eran caras y Poli vivía con lo justo, como cualquier persona del Sector 4. Tenía que conseguir contactar con ella para saber qué tal estaba.

Con todo eso en la cabeza dejé que mis ojos recorrieran el exterior. El balcón me impedía ver lo que había abajo. Pero podía ver la mansión vecina y el árbol que tenían. Una punzada de rabia me recorrió por dentro. Mientras yo me preocupaba por pagar unas insignificantes medicinas ellos regaban su árbol. Las plantas eran algo escaso, en el cuarto sector no existían. Por no hablar de que se trataba de algo caro, el agua era un bien muy valioso en La Ciudad.

Me aparté de la ventana y miré a Tony, estaba jugando con un videojuego que le había traído Josh. Por lo menos él estaba entretenido. Había intentado jugar, pero al ponerme el casco de realidad virtual me mareaba. Todavía no estaba en plena forma.

En cuanto se me pasaron los efectos del sedante mi cuerpo me bombardeó de dolores. El doctor tenía razón. Pasé un día casi sin moverme, las manos y el costado me dolían a rabiar. Tony estuvo a mi lado en todo momento, me ayudó para ir al baño, darme de comer, para cambiarme de posición en la cama cuando lo había requerido y hasta para vestirme. Me había sentido como una completa inútil. A Tony por el contrario le sentó bien. Me ayudaba de forma concienzuda como si fuera lo más importante de su vida. Seguía sin hablar pero las pesadillas habían disminuido y le notaba más seguro.

Josh había aparecido muy poco esos días. Exactamente dos veces. Y sólo se dirigía a mí para preguntarme cómo me encontraba. El resto se lo preguntaba a Ann -la chica de la voz aguda- o al doctor, cuando éste estaba presente. Me sentía como un ratón de laboratorio.

Me paseé con calma por la habitación de camino a la cama. Todavía mi cuerpo no me permitía hacer gestos bruscos. De forma instintiva fui a la puerta. Intenté abrirla. Cerrada. No había cerrojo en el baño y tampoco había cerrojo por dentro de la habitación. Todo el mundo podía entrar en mi habitación sin preguntar, pero yo era incapaz de abrir la puerta para salir. Después de examinarlo varias veces y observar su funcionamiento cuando alguien entraba, comprendí que el cerrojo estaba ligado a la domótica de la casa. Se abría por medio de la huella dactilar. Lo más probable es que las huellas estuviesen registradas en el ordenador central de la casa, permitiendo abrir las puertas solo a aquellos que les daban permiso. Era un sistema que había visto, pero era más habitual en las puertas que daban al exterior. La única forma de anular el sistema era por medio de un descodificador. Helio me había conseguido uno, nada muy sofisticado pero que cumplía su función. Sin él, no tenía nada que hacer.

Aun así insistí un rato más sin muchas esperanzas. De repente la puerta hizo un sonido de apertura. Mi cara se iluminó. No tenía ni idea de cómo, pero el cerrojo se había quitado. Con la mano todavía en el pomo la puerta se abrió con más fuerza de lo que esperaba. Me encontré de cara con Josh.

—¿Qué haces? —preguntó con el ceño fruncido.

—¿Pasear? —Había sonado como una pregunta.

—Vete a la cama.

Una vez sentada en la cama me fijé en que había dejado una bolsa mientras iba a saludar a Tony. Éste le abrazó con cariño al verle. "Todo esto no puede acabar en nada bueno" pensé al ver la tierna escena.

—¿Qué haces aquí? —pregunté evitando mirarle a los ojos cuando se acercó con Tony en brazos. Odiaba la sensación de bochorno que se había instalado dentro de mí cada vez que lo veía.

—Saludaros. —Estaba de buen humor. Me dio la sensación de que ocultaba algo, pero no estaba gruñón y, últimamente, eso era algo extraño así que me animé en seguida.

—¿Nos vamos? —pregunté esperanzada olvidándome de mi vergüenza.

—No. Pero tengo... una noticia buena y una mala. —Dejó a Tony en el suelo que vino corriendo a sentarse a mi lado—. ¿Cuál prefieres antes?

—La buena —contesté sin dudarlo. Malas noticias tenía a montones, sólo con encender la televisión ya me daban los siete males. Mi rostro salía en todas las noticias juntó con el de Josh.

—Sussie está estable.

En cuanto escuché las palabras de Josh la cara se me iluminó.

—¿De verdad? —pregunté todavía sin poder creerlo.

—Sí —dijo Josh con una sonrisa. En la cara se me dibujó una gran sonrisa.

—¿Lo has oído, Tony? —dije mientras sin contenerme cogía al muchacho entre mis brazos para abrazarle mientras me reía—. ¡Sussie está despierta! —El niño respondió al abrazo aunque no entendía qué pasaba.

El carraspeo de Josh hizo que volviera a prestarle atención. Seguía manteniendo la sonrisa pero más apagada.

—En realidad —comenzó—, no se ha despertado. Sigue en coma, pero está estable, lo que aumenta las posibilidades de que despierte.

Mi sonrisa disminuyó y entendí el dolor de los ojos de Josh.

—Bueno —dije intentando suavizar ese sentimiento—, pero está mejor. Son buenas noticias.

—Sí —murmuró de forma ausente. Pasado un rato volvió a prestarme atención—. Ahora la mala. —Aguanté inconscientemente la respiración temiendo lo que iba a decir—. Gregory quiere que vayas a la fiesta de esta noche.

—No —contesté de forma automática sin inmutarme. Levantó una ceja mientras se le formaba una media sonrisa.

—No era una pregunta. —Hice una mueca ante sus palabras.

—¿Para qué quiere que vaya? No le gusto —me quejé intentando convencer a Josh de que aquello era una mala idea. Porque era una idea horrible. Jamas había estado en una fiesta, no sabía cómo tenía que actuar ni qué tenía que hacer. Todo estaba destinado a que fuese una catástrofe donde yo sería la causa de ella. Por eso, no tenía ninguna intención de ir.

—No sé para qué quiere que vayas a la fiesta. —Fruncí el ceño cuando Josh apartó la vista—. Pero si quiere que vayas a la fiesta, vas a la fiesta. Vendrá un estilista a la hora de comer. Aquí tienes un vestido para ponerte. —Señaló la bolsa.

—Por favor, Josh —supliqué haciendo que sus ojos volviesen a posarse en los míos—, no puedo ir a esa fiesta. Es peligroso y... —Miré a mi alrededor intentando buscar algo que me ayudase a salir de aquella situación. Mis ojos se posaron en Tony—. No puedo dejar sólo a Tony.

Tony afirmó con la cabeza para apoyar mi versión. Le dediqué una sonrisa de gratitud.

—Tony se quedará con Ann y sólo asistirá gente de la Organización así que no corres ningún peligro. —Supuse que eso era bueno, aunque no por ello me dejaba más tranquila. Estaba a punto de volver a exponer por qué aquello era una mala idea cuando Josh habló—: He intentado convencer a Gregory de que no podías ir. Te puedo asegurar que a mí me hace tan poca gracia como a ti que vayas a la fiesta. —No supe como tomarme esa afirmación, así que decidí dejarla pasar—. Quiere que vayas y no va a ceder. No te preocupes, todo va a ir bien. Simplemente no te separes de mí. Te vendré a buscar para ir juntos —finalizó dando por terminada la conversación y saliendo de la habitación. Pero yo no me sentía nada tranquila, la última vez que oí la frase: "No te preocupes, todo va salir bien" de boca de Josh había terminado cayendo inconsciente desde un muro de cinco metros.

El estilista me arregló el pelo. Pensaba que no se podía hacer nada con el corte que me había hecho Marie, pero consiguió hacer algo muy decente. "Hasta me queda bien" pensé mientras me observaba en el espejo. Las manos me las había vuelto a vendar Ann con un vendaje más discreto, aun así me habían dejado unos guantes para cubrirlas.

No pude comer nada a medio día, sabía que Josh me regañaría, pero prefería eso a vomitar en medio de la fiesta. Había estado dándole vueltas a por qué Gregory insistía tanto en que fuera a la dichosa fiesta. Sólo podía haber un motivo y era lo que hacía que se me revolviese el estómago. Quería divertirse a costa de la chica del cuarto sector.

---------

Un gesto de horror se me dibujó en la cara cuando me vi en el espejo.

—¡Es horrible! —le dije a Tony que me miraba a través del espejo. Por la cara que puso supe que opinaba lo mismo que yo.

Volví a mirarme en el espejo de cuerpo que había junto al sofá. Nunca había visto un vestido más feo. Estaba lleno de volantes dándole un volumen exagerado a la falda que me llegaba hasta los tobillos. El color no me favorecía nada. Era un tono pálido color melocotón. Por lo menos el maquillaje estaba bien.

Me senté en el sofá desesperada. El hecho de estar rodeada por tanta gente desconocida, me ponía muy nerviosa. Y más si eran del Sector 2. Suspiré desganada.

—¿Tú vas a estar bien? —El muchacho se encogió de hombros—. Intentaré estar antes de que te duermas. Sólo quiero estar una hora. Ann se va a quedar a cuidarte. Es un poco seca pero no es mala chica, ¿no crees? —Volvió a encogerse de hombros. Opinaba lo mismo que yo. Ann no debía ser una mala persona pero era del Sector 3, así que para ella cuidar de nosotros era degradante.



A las ocho en punto Josh apareció por la puerta para recogerme. Él a diferencia de mí, iba con un traje de vestir muy elegante que le quedaba bien. En cuanto nos despedimos de Tony y Ann, no paré de hablar. Lo hacía porque estaba realmente asustada.

—Parezco un enorme merengue de melocotón ¿Quién ha sido tan hortera para elegir un vestido así? Hay que tener mal gusto. —Me sujeté a Josh cuando mi tobillo tambaleó en los zapatitos de princesa que tenían unos tacones demasiado altos.

—Estás muy guapa —comentó de forma distraída mientras me guiaba con cuidado por el pasillo. La casa era impresionante. Las paredes estaban cubiertas de tapices y cuadros que (si no fuese porque ya había estado en otras casa del segundo sector) habría descrito como viejos, pero ya sabía que eran antigüedades. El techo tenía molduras de escayolas decoradas en tonos dorados y el suelo estaba cubierto por una moqueta con dibujos granates y negros. Probablemente, si no hubiese estado tan alterada hubiese prestado más atención a todo aquello y me habría quedado asombrada cuando entramos en el ascensor, pero en lugar de eso estrujaba con nerviosismo los volantes de la falda mientras atosigaba a preguntas a Josh.

—¿Y quién va a estar? ¿Todos los miembros de La Organización?

—No, sólo los altos cargos —contestó separando mis manos del volante que en esos momentos estaba siendo torturado por mis manos—. Es una fiesta pequeña. —Su respuesta no me ayudó nada, no me relajaba ir a una fiesta con los altos cargos de La OLIC. Me asustaba más aún.

Cuando se abrió la puerta pude oír la música y las voces al final del pasillo. Me encogí mirando el fondo con horror, no me sentí capaz de moverme. Al ver mi rostro Josh dio a un botón y las puertas del ascensor se cerraron.

—Mira —dijo poniéndose delante de mí mientras apoyaba una mano al lado de mi cabeza. Ese simple gesto hizo que todo alrededor desapareciera—. Lo que quieren es verte asustada e intimidada, sobre todo Gregory. Es un niño mimado que se aburre y ahora te ha visto como un entretenimiento. Evítale, sonríe e intenta hablar lo menos posible. —Todas mis sospechas habían dado en el blanco—. Estás preciosa —dijo por último. Estuvo mirándome a los ojos hasta el final... con la última frase desvió la vista.

—Bufff —bufé—. Vaya mentira. —Alzó las cejas sorprendido—. Cuando mientes nunca miras a los ojos y lo último que has dicho es mentira. —Me miró con curiosidad.

—Está bien —contestó clavando sus ojos en los míos—. Eres preciosa. —Eso no me lo esperaba y empecé a notar calor en las mejillas—. Pero el vestido... —Le echó un vistazo rápido—, está un poco recargado —concluyó intentando aguantar la risa.

—Eso es lo mismo que horrible —dije apartando la vista y escapándome de él por el lado libre—. Mis normas —continué para intentar olvidar lo sonrojada que me sentía por la situación, no se me escapó su sonrisa de diversión—, nada de bailar, como máximo estamos una hora y no te separas de mí.

—Hecho —dijo dándole al botón para que se abriesen las puertas.

Se volvieron a oír las voces, las risas y la música de fondo, inspiré profundamente una última vez para coger fuerzas.

—¿Estás lista?

—Sí

—Vamos —dijo ofreciéndome su brazo para sujetarme. Nunca había estado en una fiesta, nunca había tenido esa oportunidad. Y ahora que iba a tenerla prefería estar en cualquier otro sitio. Mi preocupación ante mis confesiones a Josh habían pasado a un segundo plano, lidiar con la gente del segundo sector era mucho peor. Ahora Josh era mi único aliado y me reconfortaba que estuviera ahí. Miré su brazo y lo acepté con seguridad. Sabía que podía hacerlo, no estaba sola.

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