Diario de una patética.

By soulmates16

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Avery Peterson es una chica de dieciocho años que lleva toda su vida soñando con una sola cosa, llegar a la U... More

Prólogo
La esperada carta
¿Resaca?
El reencuentro
Dulces sueños
¿Y si es un asesino?
¿Ese coche es un Mustang?
Mi plan maquiavélico
Feliz día de tu muerte

¿Iba a besarme?

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By soulmates16

Tras un largo y agotador día de "Visita por la ciudad" me desplomo en el sofá. Para Violet enseñarme la ciudad ha consistido en pasearnos por todos los centros comerciales que hay aquí.

Solo hemos ido de compras, y cuando le he preguntado en qué se supone que me iba a ayudar esto a conocer la ciudad, lo único que me ha respondido ha sido "No hay nada más importante que saber dónde comprar ropa".

En fin, no la puedo matar, me estoy quedando en su casa. ¡Ah y es mi mejor amiga!

Lo único que me apetece es dormir, pero entonces recuerdo que tengo unas llamadas pendientes. Me dirijo a mi nuevo cuarto para encender el ordenador y abrir Skype.

Al primero al que llamo es a mi padre. Me vuelve a soltar una retahíla de cosas que no debo olvidar de hacer, y todo eso después de asegurarse de que he llegado de una pieza. Mi padre llama a Rebeca, que no para de sonreír y de mandarme besos.

Después llamo a Jacob que me lo coge inmediatamente y tengo la suerte de que está con Sophie y Curtis, que me someten a un interrogatorio. Cabe destacar que lo primero que me ha preguntado Jacob ha sido: "¿Hay tíos buenorros allí? Porque si los hay y superan el 9 voy ahora mismo a visitarte". Como ya os he dicho, es una diva total. Cuelgo después de media hora y como unas cinco amenazas de muerte si no se me ocurre llamarlos todos los días.

Al mirar el reloj veo que son las una de la tarde, tengo una cita con la rectora de la Universidad a las cinco por lo que aún me sobra un montón de tiempo. Lo mejor de esta casa, a parte de sus muchas habitaciones, sus miles de metros cuadrados y por su puesto su señora de la limpieza, es que se encuentra a unos quince minutos andando de la Universidad.

Hago mis cálculos y veo que tengo más que suficiente tiempo para echarme una buena siesta.

Me permito descansar hasta las tres, cuando Violet me despierta a gritos para ir a comer. Seguramente cuando me levante me encontraré con una caja de la pizzería que está en la esquina. Si yo soy un desastre en la cocina entonces no quiero hablaros de Violet, a ella se le quema hasta el agua y no, no exagero.

Voy al salón y me encuentro con la pizza que me esperaba, pero alguien se la está comiendo y no es precisamente Violet.

Ella se encuentra en el armario de la entrada, cuando encuentra el bolso perfecto que le combina con los zapatos grita de alegría mientras me avisa de que volverá a las ocho.

Es entonces cuando me giro hacia la cocina y me encuentro con Jace y mi querida pizza. Voy hacia él lo más enfadada posible.

–¿Se puede saber qué haces comiéndote mi comida? –le suelto de manera brusca.

–Mmm no, no se puede –me dice con la boca llena y su aire pedante de siempre.

–Vale, ya es suficiente –suspiro hondo y cojo sus llaves de la encimera. Las tiro a una bolsa de la basura, que está llena de cosas cada cual más asquerosa.

–¡¿Pero a ti que coño te pasa?! –me grita enfadado. «Vaya, parece que a él tampoco le gusta que le toqueteen sus cosas»

–Ésta es mi casa ahora, y no te quiero ver aquí por muy amigo que seas de Violet. No vas a quitarme mi intimidad –me giro hacia mi habitación para ir a prepararme, se me ha pasado hasta él hambre.

Llego a mi cuarto y lo primero que hago es coger mis cosas y dirigirme al baño para darme una buena ducha, necesito quitarme este olor a mofeta muerta que llevo encima. Me doy una ducha rápida porque no quiero que el energúmeno se quede solo fuera, a saber que estará tocando o revisando.

Me pongo la ropa interior y un vestido de color rosa palo bastante simple pero algo elegante. Salgo hacia mi habitación y al abrir la puerta me encuentro al idiota en mi cama.

–Eres consciente de que puedo conseguir una copia tan rápido como lo hice antes, ¿verdad? –dice de lo más tranquilo y con una sonrisa pícara.

–¿Y tú eres consiente de que no me importa? –le digo cortándole el royo.

Por la cara que pone me doy cuenta de que mi respuesta le ha pillado por sorpresa.

–¿Ves por qué no me caes bien? –replica con el ceño fruncido.

–¡Qué pena!, esta noche no podré conciliar el sueño –le suelto de forma irónica.

Aprieta la mandíbula y su enfado me hace sentir victoriosa, Avy 1 – Jace 100, qué bien sientan las pequeñas victorias.

Le ignoro mientras escucho como maldice por lo bajo y voy en busca del peine, me siento en el pequeño escritorio y me cepillo el pelo. Acto seguido me echo un poco de rímel y pintalabios, no me gusta eso de ir pintada como una puerta. Busco los zapatos y mientras me los pongo veo de reojo como saca el móvil y no para de teclear.

Me pongo los pendientes y el collar cuando por fin el neandertal abre la boca y suelta una de sus estupideces.

–Ahora es cuando pretendes empezar a arreglarte, ¿verdad?. No pensarás salir así, ¿no? –me mira de arriba abajo.

–¿Se puede saber qué te ocurre con mi forma de vestir? Por lo menos yo no voy todos los días como si me hubieran invitado a un funeral –respondo ofendida.

–Vale, hasta aquí. Con mi ropa si que no –se levanta de la cama rápidamente, se acerca y me coge como un saco de patatas.

–¡¿Pero qué cojones haces?! ¡Bájame ahora mismo Jace! –grito enfurecida mientras le pego en la espalda con los puños cerrados.

–Eso pretendo. Dame un minuto y te soltaré.

–De un minuto nada, ¡ahora mismo! –pataleo pero me agarra más fuerte.

Abre la puerta del baño y enciende la ducha mientras se ríe.

–No, no, no, no, ni se te ocurra –le digo cuando me doy cuenta de lo que pretende hacer.

–Sí, sí, sí, sí, así aprenderás a no meterte con mi ropa.

–Pareces una chica, joder. Suéltame, lo siento, ¿vale? –las palabras salen de mi boca sin pensarlas.

–Demasiado tarde –dice y me suelta en la ducha dejándome estupefacta, el agua fría cae por mi pelo y me moja todo el vestido.

Estoy con la boca abierta y lo único que se me pasa por la cabeza en este momento, en el que estoy empapada totalmente y en el que él no para de reírse, es venganza. Cojo la alcachofa de la ducha y la dirijo hacia él empapándole tanto como a mí.

Cabe decir que está mucho más que enfadado, pero que le den, el ha empezado primero.

–¿Pero qué coño...? –grita enfadado.

–Tú has empezado primero –le recuerdo y le saco la lengua.

Entonces me quita la alcachofa de la mano y me moja la cara, no sé por qué pero siento que se me ha ido todo el enfado y me da un ataque de risa.

Cuando abro los ojos me encuentro que Jace también se está riendo, ¿estoy ante un milagro?

–Pero bueno, si sabes reírte y todo, quién lo iba a decir –le suelto pero esta vez de manera amistosa.

Él se sigue riendo y entonces decido que ya es hora de salir de esta ducha que no pretendía tomar, y que es la tercera en el día.

Cuando piso el suelo se me olvida lo mojada que estoy y me resbalo. Cierro los ojos pidiéndole a todas las divinidades que la caída sea lo menos dolorosa posible. Pero no siento el suelo, sino unos brazos que me agarran. Abro los ojos lentamente y cuando miro hacia arriba lo veo a unos centímetros de mi cara.

Por muy sorprendente que parezca, sobre todo porque lo odio con toda mi alma, no siento nada incómoda esta situación, de hecho estoy mucho más que cómoda.

Se que parecerá un cliché pero dejadme deciros que mientras se acerca lentamente pienso en el beso que estamos a punto de darnos. Pero de repente, como buena telenovela, tocan el timbre y la verdad es que no sé si esto me alegra o me enfada, ¿realmente quería ese beso?

–Están llamando a la puerta –digo casi como un susurro.

–Ya, lo he escuchado. Yo abro si quieres –dice de forma amable y yo asiento.

–Claro, yo me voy a cambiar.

–Mmm, vale.

En cuanto Jace sale del baño suspiro, no sabía que estaba aguantando el aire.

Me voy a mi habitación y me pongo lo primero que pillo. Unos vaqueros cortos y una camiseta blanca con la que se me ve el piercing del ombligo.

Desde aquí se escucha el mal humor de Jace, parece que vuelve a ser el idiota de siempre.

–¡Avy! –escucho como me llama desde el salón.

–¿Qué pasa? –digo saliendo de mi habitación a toda prisa y cierro la puerta. Él me hace una seña hacia la puerta y me encuentro con un chico joven, que no tendrá más años que yo y que está de toma pan moja.

–Hola –digo de forma simpática y con una sonrisa.

–Hola, soy Mark –dice este chico con un acento muy marcado y me extiende la mano.

–Yo soy Avy –le estrecho la mano y siento como los ojos de Jace me miran fijamente.

–Deja que me presente –me sonríe de forma educada y creo que tiene la sonrisa más bonita que he visto. –Soy tu vecino de al lado, el del 420 –yo me asomo por la puerta y miro a la derecha.

–Oh, no sabía que vivías justo al lado. Yo me acabo de mudar aquí –le devuelvo la sonrisa.

–Sí, Violet me avisó de que iba a tener una nueva inquilina pero no me dijo que iba a ser tan guapa.

–Oh vaya, gracias –digo agachando la cabeza sonrojada.

–Ejem –oigo como carraspea Jace detrás de mi y me giro hacia él.

–¿Pero qué te pasa? –le susurro con la mandíbula apretada.

–¿Y a ti? –me dice irritado.

–Solo estoy siendo agradable, de todos modos ¿y a ti que más te da? –le pregunto y sin dejar que conteste me dirijo a Mark con una sonrisa –¿Decías?

–¿Conoces ya la ciudad? –me pregunta de forma educada.

–No, no he tenido tiempo todavía.

–Pero si esta mañana saliste a dar una vuelta con Violet –me dice con una sonrisa socarrona y yo le lanzo una mirada asesina.

–Solo fuimos al centro comercial –le digo a Mark restándole importancia –si quieres podríamos quedar esta noche y así me enseñas algunos restaurantes de por aquí. Me gusta comer fuera.

–Claro, no puedes vivir en California y no haber cenado en Rose –me guiña el ojo.

–Es una pena que esta noche tenga planes, pero podemos quedar otro día –dice Jace con tono amistoso y a la vez burlón.

–Pero si tú no estás invitado –le digo y pongo los ojos en blanco.

–Bueno, ¿te recojo a las siete? –me pregunta ignorado a Jace.

–Me parece perfecto –asiento decidida –no llegues tarde –le pido y se ríe.

–Vivo al lado, no puedo llegar tarde –me dice y me río.

–Tienes razón –digo mirándole a esos preciosos ojos verdes.

–Nos vemos luego Avy, que tengas un buen día.

–Lo mismo digo Mark, nos vemos luego –le sonrío y al cerrar la puerta me apoyo en ella y suspiro.

Me encuentro con un Jace bastante molesto y sin hacerle caso me voy a por mi bolso. Me acabo de acordar que tengo una cita con la rectora de la universidad.

Cuando por fin saco al idiota de mi casa me voy casi corriendo. Es mi primer día y no puedo llegar tarde.

¡Hola a tod@s! ¿Qué os ha parecido el capítulo de hoy? Queremos saber vuestra opinión así que no olvideis dejar un comentario, además nos encanta leer lo que poneis🙈

¡Nos vemos muy pronto con un nuevo capítulo!☺

Gracias por votar y leer, nos hacéis muy felices😊

Recordad que admitimos todo tipo de críticas, pero siempre con respeto y amor 😳

Muchos besos desde el sur de España😚❤

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