Sweet Candy © |njh|

Por xBaby_Ayix

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-Gracias por enviarme los dulces Niall, ¿O debería decir Daddy? -Yo no envié los dul... Espera ¿Qué? *Histor... Más

Sweet Candy
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
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❤️ Agradecimientos ❤️

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Por xBaby_Ayix

Candy POV

Durante 8 años había callado aquel secreto, aquel dolor que por las noches me atormentaba, aquel infierno que había vivido tan solo teniendo 12 años.

Mi obsesión por los "Daddy's" siempre había tenido una explicación y era mi maldito trauma, mi maldito dolor, mi maldita marca con la que viviría hasta el resto de mis días.

Niall no era mi padre, pero a pesar de ello había sido parte importante para sanar mi gran dolor, nunca se lo había dicho a nadie.

Había vivido bajo amenaza toda mi vida, jamás pude decir la verdad, había enterrado aquel doloroso recuerdo y el haberlo visto allí, frente a mí, con su maldita sonrisa era tocar aquella gran herida que tenía en mi alma.

A diferencia de Malcom, Niall había sido el primer hombre que no me hizo sentir sucia, él me había tratado como una dama a pesar de que en su momento solo me quería por mi cuerpo.

Habían pasado varios días desde que mi maldito padre había aparecido, Niall había cambiado mucho, tenía miedo de tocarme, incluso por las noches dormía antes de que yo me acostase.

Sentía que lo estaba perdiendo, aquella noche lo recuperaría, lo necesitaba, no dejaría que la aparición de aquel monstruo cambiará mi vida, mucho menos mi relación con mi novio.

—Creo que es tarde. —Bostezo — ¿vamos a dormir? —Me miro con una sonrisa.

—Sí, vamos, esta noche no tengo intenciones de darme un baño. —lo miré con picardía

— ¿Por...? ¿Por qué? —tartamudeo.

—Por qué me volveré a ensuciar. —me senté en sus piernas y abracé su cuello, sus manos estaban petrificada en el sillón.

—Amor... Yo...—Ataque su cuello con besos fuertes, dejando marcas algo notorias. —Candy... —lo notaba muy tenso.

— ¿Que sucede Daddy? —lo miré con una sonrisa.

—Amor... No necesitas decirme Daddy yo... —allí lo entendí todo, aquellas palabras aclararon mis dudas.

— ¿Por qué no quieres tener relaciones conmigo Niall?

—Yo... Cielo...

— ¿Ya no te atraigo? —lo mire dolida, me separe de él y comencé a caminar

—Amor espera. —me tomo la mano y lo mire. — no es eso cielo. —suspiro. —lo siento yo... Tengo miedo.

— ¿miedo? —lo mire intrigada.

—Te has guardado ese dolor durante tanto tiempo y... Yo he alimentado tu dolor con aquel fetiche...

—Niall... Tú no alimentas mi dolor de esa manera. —lo miré a los ojos, abracé su cuello y el abrazo mi cintura. — estar contigo jamás revivió mi horrible experiencia. Amo decirte Daddy porque es un juego, es... Nuestro juego. —Le sonreí. —así fue como te conocí, así me enamore de ti y no quiero que nuestra relación cambie por que el pasado haya regresado.

— ¿No te molesta continuar...? ¿Así?

—Para nada amor. —Mordí mi labio — nunca dejaras de ser mi Daddy. —sonrió y roso nuestros labios. —No sabes cómo extraño que me toques.

—Yo creí que... Podía hacerte daño si... Lo hacíamos... Adoro que me digas Daddy pero pensé...

—Shh... —Puse mi dedo en sus labios — no pienses y solo déjate llevar. —mordí mi labio y él sonrió, me alzó y reí.

—Es hora de jugar hermosa. —comencé a besar su cuello y nos subió a ambos por las escaleras hasta la habitación, cuando llegamos me bajé de sus brazos y lo tiré a la cama.

—Tengo algo para ti —le guiñe el ojo y el mordió su labio.

Me saqué mi vestido y quede en una fina lencería que tenía preparada solo para él.

—Joder...

— ¿Te gusta Daddy?

—Me encanta... —mordió su labio y se sentó en la cama.

Me acerque y abracé su cuello, el llevo sus manos a mi cadera y bajo hasta mi trasero, era tan excitante volver a sentir sus manos sobre mi cuerpo.

—Te queda tan bien. —se acercó a mi vientre descubierto y comenzó a dejar pequeños besos y una que otra mordida. — extrañaba tanto tu piel. —me miro y me tiro sobre el logrando que ambos cayéramos a la cama.

Se acomodó sobre mí y me dio un gran beso lleno de lujuria, su lengua bailaba con la mía a un compás imparable y salvaje. Ambos lo anhelábamos, necesitábamos estar juntos de una manera más íntima y aquel era el momento perfecto.

Sus manos indagaban todo mi cuerpo y sus labios devoraban la piel de mi cuello con fuerza. No podía evitar que jadeos salieran de mis labios, lo extrañaba tanto.

Me miro con una sonrisa llena de deseo y una de sus manos bajo hasta llegar a mi centro, corrió la tela de las bragas de encaje negro que tenía puesto y comenzó a acariciarme.

—Oh dios... —mordí mi labio —Daddy... —el sonrió y volvió a mi cuello.

— ¿Necesitas a Daddy bebe? —asentí en desesperación. — quiero oírte nena, dile a Daddy lo que quieres.

—Te necesito Daddy. —Mordí mi labio— necesito que me toques... —Él sonreía satisfecho al verme suplicar por sus caricias.

—Voy a llevarte a otro nivel de placer nena. —mordió mi cuello y enterró dos de sus dedos con fuerza. Un gemido fuerte salió de mis labios, intente retener sus dedos pero el comenzaba a moverlos.

— ¡¡Dios!! ¡¡Daddy!! —empuje mi cuerpo hacia abajo para poder sentir más pero él los alejaba.

—Eres una niña muy traviesa amor. —los volvió a introducir peor esta vez acompañado de un tercer dedo. — ¿Quieres que te de cariño con mi boca nena?

— ¡Dios! ¡Si! Daddy por favor... —el bajo riendo hasta mi centro, corrió por completo la tela y comenzó a succionar mis centro como su fuese el mejor dulce del mundo. — ¡DADDY! —me retorcí del placer al sentir su lengua invadirme.

Cada vez aceleraba más sus movimientos y sentía mi orgasmo llegar. En un movimiento repentino dejo de invadir mi cuerpo por completo dejándome al borde del orgasmo.

—No dejaré que te corras hasta que no esté dentro de ti. —me levante rápidamente y comencé a quitarle su ropa con desesperación.

Baje su pantalón junto a su bóxer y me deleite al verlo completamente desnudo a excepción de su torso que a pesar de estar descubierto aún llevaba consigo su camisa blanca.

Tome su miembro y corrí mi cabello hacia un lado para que no me interrumpirse, comencé a besar toda su longitud sin despegar mi vista de la suya.

—Joder... Nena... —acaricio mi cabello y lo apretó sin causarme dolor.

Su miembro estaba demasiado duro y tan grande que me costaba bastante que entrase por completo en mi boca.

Succionaba con fuerza la punta y me deleitaba de oír sus maldiciones cada vez que daba pequeñas lamidas a la punta.

—Candy... Me... Voy a correr... —lo metí a mi boca y comencé a succionar con fuerza. — ¡JODER! —Lo solté y lo mire con una sonrisa. Era mi forma de vengarme por haberme dejado al borde de mi orgasmo.

Me aleje un poco y lo contemple, el mordió su labio y se acercó acorralando mi cuerpo.

—Eres muy mala nena. —mordió mi labio y jadee en respuesta.

Separo mis piernas lo máximo que puso y se acomodó, sin previo aviso invadió mi interior con fuerza logrando que un grito gutural saliera de mis labios.

Abracé su espalda con fuerza y comencé a clavar mis uñas sobre la tela de su camisa, por raro que pareciera el hacerlo con ropa no era tan incómodo e incluso me era más existente.

La cama comenzó a rechinar con cada movimiento fuerte que daban nuestros cuerpos. Callamos nuestros gemidos con besos aunque tenía por sabido que tanto mi madre como Jade y Sander seguramente nos habían oído.

—Joder Candy... —Enterró su cuerpo lo máximo que pudo en mí e intente retenerlo apretando mis piernas en su cadera. —No aguanto... Más... —Un movimiento más y el orgasmo nos invadió a ambos.

— ¡DADDY! —Grité como nunca al sentir como una ola de placer me golpeaba similar al atropello de un tren.

Estaba exhausta, cansada y completamente sudada.

—dios... Nena... —mordió su labio y me dio un corto beso. —te extrañe tanto...

—La noche no ha acabado Daddy... —Le guiñe el ojo y el sonrió. — hay mucho por hacer. —lo bese y el comenzó a moverse nuevamente.

Agradecí que James tenía el sueño pesado igual que yo, ni un terremoto podría despertarlo, a excepción de la luz.

Aquella noche fue increíble, nada nos detuvo, nada impidió lo quenuestros cuerpos anhelaban, nada impidió que nos diéramos amor a nuestra...extraña manera.

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