yoongi se encontraba sentado en canastita sobre el piso, oyendo los pasos amarillos de hoseok cada vez más cerca, aproximándose al interior de la casita.
—hola, hyung —saludó cuando pudo al ver a yoongi mientras se introducía entre las cuatro paredes.
hoseok sacó la navaja de su bolsillo trasero y la dejó en el suelo.
—tengo que decirte algo.
la voz del pelinegro se oía decaída, cansada, asustada, completamente marrón-turquesa.
—¿que sucedió?
el menor se acercó hasta yoongi y se sentó frente a él en el piso.
la morada piel de yoongi palideció, y su mirada se perdió.
—es difícil de decir.
—dilo.
su piel se tornó aún más morada de lo normal, y sus labios se secaron.
—vamos... —hoseok apuró.
—uhm... hobi... —el mayor tartamudeó un poco—. mira... estuve hablando con mi padre —el pelinegro paró de hablar, y el menor alzó las cejas, invitándole a seguir—. quieren internarme en un psiquiátrico o aumentar las dosis aún más.
hoseok se quedó callado, parecía blanco, apacible, pensativo en su lugar. su cabeza se agachó y sus manos se entrelazaron en señal de nerviosismo.
—pero ellos... ellos no pueden.
—¿por qué?
—porque... porque, uhm... porque si te vas me quedaré solo, tu eres lo único que tengo —el castaño habló—. eres lo único que me llena.
hoseok tomó a yoongi por los hombros y lo atrajo hacia su cuerpo, apoyando la cabeza de yoongi contra su propio pecho—. pero... hobi...
—tú eres mío —dedució.
los ojos de yoongi se abrieron de par en par, aunque el castaño no pudo notarlo—. pero hobi... ellos en cualquier momento pueden...
—no, yo no dejaría que te lleven —el castaño lo apretó de los hombros, y alzó su cabeza para poder contectar ambos ojos—. y tú lo sabes ¿no?
el pelinegro asintió lentamente, conectado con los orbes contrarios—. sí...
hoseok sonrió, y en unos pocos segundos ambos ya estaban besandose.