hoseok se caracterizaba por ser una persona insistente, alguien que no perdía sus esperezas verdosas tan fácilmente.
así que, al día siguiente, volvió al bosque.
fue a la misma hora, y en el mismo lugar.
quería, deseaba, anhelaba y necesitaba ver al pelinegro.
el chico de piel dulce lo había cautivado con tan sólo un encuentro, ¿cómo había sido posible? fue a tal punto en el que el castaño cesaba sus horas de sueño, disponiendo aquél tiempo para pensar en el asunto con yoongi.
estaba tan distraído observando el pastizal silencioso del piso que no captó cuando una figura esbelta que ya conocía se encontraba frente suyo.
—¡dios! ¡me asustaste! —exclamó él castaño.
—oh, lo siento, hoseok... no quería asustarte.
—descuida, hyung —dijo el menor parándose del tronco en el cual se encontraba sentado—. ¿cómo estás?
—eh... —el pelinegro rascó su nuca pensativo—, pues algo negro, ¿tú?
—blanco —respondió sonriente—. ¿dónde anduviste ayer?
—¿uh? ¿a que te refieres?
—ayer estaba esperándote, pensé que volverías.
—oh. lo siento, no salgo mucho de casa.
hm.
—¿y eso? ¿por qué?
—sufro de paranoide, no salgo muchas veces.
uhm.
—lo entiendo.
—bien.
—de hecho, ayer tuve un turno con el psicólogo, disculpa.
—¿vas al psicólogo?
—sí, ahora debo irme. adiós.
el pelinegro se dio vuelta y rápidamente desapareció de entre los árboles, dejando a hoseok con dudas.