Pinky Hair Boy - YoonMin [+18...

By LucAAoSora

7.1M 836K 863K

Park Jimin, un joven de veinte años y peculiar cabello rosa, aparenta ser un chico tierno e inocente, pero de... More

✨LIBRO OFICIAL EN FÍSICO✨
Prólogo
Capítulo 1 (Primer Arco).
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18 (Segundo Arco).
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
❤️ T R A I L E R ❤️
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36 (Tercer Arco).
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo Final.

Capítulo 9.

158K 18.5K 25.5K
By LucAAoSora

Un solitario joven de cabello rosa pastel se hallaba en el medio de un salón completamente vacío e iluminado hasta el más recóndito sector, paseaba de un lado al otro, una y otra vez. La longitud de aquel lugar era abismal, podía compararse con la mitad del largo de una calle. Había unas cuantas mesas rectangulares y largas, decoradas con miles de cosas, como si estuvieran preparadas para una pronta cena. De repente, ese chico se dispuso a sentarse en una de las bancas y tararear una canción mientras movía sus piernas al compás de su propia música, manteniendo sus manos sobre las rodillas y meciendo su cabeza de un lado al otro para variar. Una hermosa sonrisa se formaba en sus labios cada tanto, junto a un tierno sonrojo en sus mejillas. Parecía recordar algo lindo.

Sin embargo, toda la calma de su plena soledad se vio interrumpida por unos ruidos escandalosos de personas corriendo y riendo, parecía que se acercaban al lugar. Una de las puertas del salón se abrió e ingresaron por allí dos jóvenes altos que se correteaban entre sí. El precioso Jimin de cabello rosado se mantuvo atento a ambos, esbozando una linda sonrisa luego de reconocer sus rostros.

Allí estaban, Jungkook, de cabello azabache, y Taehyung, castaño con mechones verdes. El último mencionado perseguía al otro mientras se descosía de la risa y tensaba sus hilos de obsidiana como si estos fueran juguetes, como si no se diera cuenta de que podía llegar a matarlo si lo alcanzaba; mientras que Jungkook solamente mantenía una sonrisa divertida mientras huía, concentrándose más en regular su respiración.

Jimin frunció el ceño y exclamó: —¡Oigan!

Ambos detuvieron su paso, observando esa peculiar cabellera rosada resaltando en un sector del salón. Taehyung se echó a correr hacia él manteniendo sus hilos tensados, como si estuviera dispuesto a matarlo; intentaba que le siguiera el juego, pero Jimin ni siquiera se inmutó y permaneció quieto en su lugar, viéndolo con curiosidad. Al final se detuvo a cinco centímetros del cuello ajeno y le enseñó su linda sonrisa cuadrada como si se hubiese salido con la suya. Jungkook se acercaba lentamente, su expresión divertida había sido borrada por completo en cuanto vio a Park, como si le molestara.

—Casi te asesino —dijo Taehyung con diversión.

—No lo hiciste —respondió Jimin y le mostró su lengua, sonriéndole luego. Volteó su rostro hacia Jungkook y se puso serio—. Hola, señor.

Taehyung se arrojó al suelo y rodeó su abdomen con sus brazos mientras daba vueltas, descosiéndose de risa. Jungkook tragó saliva en seco, observando a su compañero revolcarse en el piso, y con disimulo posó su vista sobre Jimin, haciendo inmediata conexión con sus profundos ojos, notando su sonrisa ladina y su ceja levantada, como si buscara darle algún mensaje solo con su mirada. Tan solo movió sus manos con algo de inquietud y volvió a ver a Taehyung, quien ahora permanecía tranquilo, tendido sobre el frío suelo y observando el techo como si su vida pasara frente a él.

Y los ojos de Jungkook, tal como imanes siendo atraídos, regresaron su mirada a Jimin.

—Tae... —habló—. Vamos, debemos avisarle al jefe que terminamos la misión.

El mencionado refunfuñó y aplanó sus labios.

—Me quiero quedar con nuestro nuevo compañero un rato. Estuvimos cinco horas afuera, Jungkook.

—Haz lo que quieras entonces... —dijo cansado, sin apartar su vista de Jimin—. Iré a nuestra habitación luego de ver a R.M., ¿bien?

—Bien —respondió, algo curioso por las miradas que los otros dos se daban.

Los pasos de Jungkook hicieron eco, escuchándose cada vez menos, señal de que había comenzado a dirigirse a una de las puertas para retirarse. Mientras eso sucedía, Taehyung se levantó para sentarse en la banca junto a Jimin, quien sonreía bastante, como si recordara algo. Eso llamó su atención, así que rodeó a su compañero con su brazo, sorprendiéndolo y logrando que este girase un poco su rostro para verlo.

—Dime, Chim, ¿qué es lo que te tiene tan feliz hoy? —indagó—. Recuerdo que en la mañana no estabas tan animado.

Jimin abrió un poco más sus ojos ante la abreviatura de su nombre. Pensaba en lo extraño que se había vuelto todo en tan poco tiempo. Taehyung le sonrió con picardía, alzó y bajó sus cejas unas tres veces con rapidez, cosa que le hizo reír.

—Nunca me habían llamado así.

—¿Nunca te pusieron un apodo? —sonó sorprendido.

Jimin sonrió con incomodidad, no sabía qué responder al respecto. Taehyung no tenía la culpa, no sabía que era un tema serio para él.

—Ah... —habló, llevando su dedo índice hacia su mentón y tratando de regresar al asunto anterior—. Suga hyung y yo nos besamos, por eso estoy tan feliz.

Unos segundos en completo silencio pasaron, lo último que se escuchó fue el eco de sus palabras resonando en ese gran y solitario salón.

—¡¿Qué?! —exclamó Taehyung, saltando en su lugar.

—¡¿Qué hicieron qué?! —siguió Jungkook a lo lejos. Al parecer no se había retirado.

—¡¿Que pasó qué?! —siete voces más gritaron desde el balcón interno que daba al salón en el piso superior.

—¡Lo que escucharon! —exclamó con un tono infantil, frunciendo su ceño.

Antes de que alguien pudiera decir algo, un joven de cabellera anaranjada hizo aparición en aquel salón, alarmando a esos siete entrometidos que habían estado espiando a Park desde el inicio.

—¡A ver, a ver! ¡Se retiran todos de aquí! —ordenó—. ¡No quiero tener que limpiar sus cabezas después si el jefe llega a enterarse!

Todos los que se mantenían escondidos salieron corriendo cual cucarachas que escapan de la luz, dejando solos a Jimin, Taehyung y aquel que había dado la orden, Hoseok. Jungkook también se retiró, realmente le interesaba poco y nada..., tal vez.

Hoseok se aproximó hacia los dos chicos sentados en la extensa banca mientras afilaba dos de sus cuchillas como si fuera lo más normal del mundo. Taehyung empezó a correr para alcanzarlo antes de que llegara y se lanzó encima de él, haciendo que ambos cayeran al suelo por la acción, quedando a horcajadas sobre el otro y notando que este mantenía sus cuchillas lo más lejos posible para no hacerle daño. Jimin se reía ante la escena.

—¡Casi te acuchillo, imbécil! —le gritó—. Ten más cuidado, por el amor de Dios.

—Jamás me acuchillarías, Hobi... —sonrió—. Ni siquiera lo harías si fuera una orden del líder.

Hoseok hizo una mueca, incómodo ante la manera en la que esos grandes ojos oscuros lo miraban, sabiendo que hablaba más que en serio gracias a su habilidad que le permitía sentir las emociones ajenas.

—Como sea —se removió, intentando quitárselo de encima—. ¡Bájate, Taehyung!

—Qué malo —le sacó la lengua.

—Oigan —habló Jimin, llamando la atención de ambos—. Iré a cambiar mi ropa, porque esta me incomoda.

El bello joven de cabello rosa pastel salió de allí con mucha velocidad, sin permitirle a los otros responder, ansioso por volver a usar su ropa habitual, y se dirigió directamente hacia las escaleras. Balanceaba sus brazos y daba saltitos dispuesto a subir, sin embargo, una risa burlona que retumbó en todo el vestíbulo le hizo detenerse al pie de la escalera. Su semblante infantil se tornó serio y alzó una ceja, posando su mirada sobre aquella persona que irrumpía en su diversión.

Los ojos almendrados del chico lo observaban con intensidad, como si estuviera ansioso por golpearlo en cualquier momento. Jimin al principio se alteró, pero se calmó luego de saber que se trataba de él. Suspiró, rodando sus ojos con fastidio y mirándolo seriamente para hacerle entender que se estaba cansando. Aquel joven se hallaba reposado sobre una pared, con sus brazos entrecruzados.

—Jungkook... —dijo con tonos sarcásticos.

—Jimin —respondió, usando el mismo tono y sonriendo de forma ladina.

—Métete en tus asuntos, ¿qué me ves?

—¿Acaso no puedo verte?

—No, ya déjame en paz. Me tienes harto —bufó para luego seguir el camino.

Jimin se dispuso entonces a subir las escaleras lo más rápido que pudo y corretear por los pasillos hasta llegar a la habitación, en donde las luces estaban encendidas. Asomó sus ojos antes de ingresar para corroborar si alguien se había metido al cuarto o no. Como vio que estaba vacío, bajó la guardia y entró, cerrando luego la puerta. Se aproximó hacia el armario para tomar la ropa con la que había ido el primer día, notando que se hallaba limpia y sonrió por ello. Arrojó la vestimenta sobre su cama y comenzó a quitarse la que ahora tenía, pues no estaba muy acostumbrado a usar ropa de cuero ajustada a su cuerpo, era incómodo.

Terminó de desvestirse para empezar a colocarse su tierno pantalón de jean corto hasta las rodillas, seguido de sus calcetines blancos para luego tomar su remera de rayas. Sin embargo, antes de colocársela, el ruido de la puerta lo despistó, así que se cubrió su pecho con la remera por el susto, viendo que por allí ingresaba un joven de cabellera platinada con una expresión de cansancio, intentando limpiar el barro que lo ensuciaba.

—¡Hyung, no se acueste en la cama, la manchará! —lo detuvo Jimin al ver que tenía intenciones de arrojarse al colchón.

Suga dio un respingo en su lugar al escucharlo, observando atónito hacia su semblante semidesnudo. Se podían ver detalladamente sus brazos musculosos y hombros, lo que le daba una imagen bastante atractiva. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Suga fue que no se había dado cuenta en ningún momento de que Jimin estaba allí, ni siquiera logró sentir su presencia. Ese jovencito no solo sabía robar como todo un experto o lograr mantener un semblante inocente al igual que un niño cuando la situación era peligrosa, sino que su presencia a veces era casi nula, no se percibía. Lo había notado en aquel encuentro con los pandilleros de Zico. Era igual que estar junto a un asesino profesional.

—Oh, pulga... —alzó una ceja, intentando parecer sereno—. Juro que ni te vi.

—No me diga así... —murmuró—. ¡Como sea, hyung! ¡No arroje la ropa a su cama!

—Yo hago lo que se me da la puta gana —alardeó—. ¿Qué haces tapando tu pecho, imbécil? Ni que fueras mujer.

—¿Necesito ser mujer para tener vergüenza? —refunfuñó ante su comentario—. Debo cambiarme, dese la vuelta.

—Pero que no eres...

—¡Que se dé la vuelta! —le interrumpió haciendo un berrinche.

Suga soltó un suspiro lleno de cansancio y se giró, comenzando a quitarse la ropa.

Jimin se quedó absorto en sus movimientos, viendo cómo aquella piel pálida empezaba a hacerse visible a medida que el otro se desvestía. Se colocó su remera a rayas en un instante, tratando de no quitar la vista de aquella hermosa silueta. Suga se agachó para quitarse su pantalón de jean, ahora dejando a simple vista sus piernas tan blancas como la leche y delgadas por su contextura física. Algo comenzó a hacer cosquillas en el abdomen de Jimin, quien frunció el ceño por la confusión. No podía olvidarse de aquel beso, pareció ser un camino sin retorno.

Sus ojos oscuros estudiaban cada detalle de la anatomía de Suga, quien había dejado completamente al descubierto sus tatuajes. Observó el símbolo del Dragón Dorado ubicado en su nuca y luego posó su atención en los omóplatos, los cuales eran revestidos con líneas y curvas de color negro que recorrían toda su espalda hasta el final de su espina dorsal. Un dragón al estilo oriental simple cubría gran parte de su piel, perdiéndose entre la misma para mantener una forma dotada de hermosura. Jimin tragó saliva en seco, ya que los tatuajes se movían a medida que Suga también lo hacía.

—Woah, hyung... —susurró, haciendo que él girara un poco su rostro para verlo—. Usted es hermoso.

Suga rio algo confundido al mismo tiempo en el que terminaba de ponerse un jean nuevo.

—¿Hermoso yo? ¿Qué bicho te picó, mocoso?

—No lo... —balbuceó y pronto acomodó sus pensamientos—. ¡Oh, ya sé! ¡El bicho del amor!

Mientras terminaba de decir la frase, elevó sus brazos hasta depositar la punta de sus dedos en su cabeza para formar un corazón, mientras sonreía ampliamente.

Suga se quedó inmerso en sus acciones, viendo cómo también elevaba una de sus piernas para hacer una posición de danza. Se dio la vuelta, todavía con el pecho desnudo, y comenzó a dirigirse hacia el armario, donde se mantuvo hurgando hasta encontrar una remera simple de color gris; ese y el negro eran sus tonos favoritos.

Jimin siguió atento a la espalda de Suga mientras este tomaba aquella ropa.

—Hyung, ¿qué significa ese dragón? —preguntó curioso.

—Significa peligro.

—Oh... —dijo, ignorando la clara broma—. Entonces es algo importante.

—Más de lo que puedas imaginarte, pulga rosada —continuó con tonos irónicos mientras terminaba de colocarse esa remera.

—¡No me diga así, hyung! —exclamó, cual niño pequeño haciendo un berrinche.

Suga observó unas botas de cuero negras dentro del ropero antes de cerrarlo, por lo que se agachó para sacarlas de allí. Hacía tiempo desde que no usaba ese calzado, solo usaba zapatos de deporte o tenis últimamente, así que no dudó en tomarlas para colocárselas, ignorando por un momento a Jimin que se quejaba por su apodo y volviendo a darle la espalda. Cualquier vestigio de cansancio había desaparecido, por lo que ya no tenía la intención de acostarse a dormir.

—Y bien, entonces... —habló con algo de esfuerzo por estar inclinado cambiándose el calzado—, ¿cómo quieres que te diga, pulga? Eres pequeñito, así que...

—¡No soy pequeñito! —volvió a hacer berrinche.

—Me agradan los diminutivos, así que usaré eso, ¿qué opinas?

—Mejor cambiemos de tema, hyung —insistió, incómodo.

—¿"Jiminito"? —dijo y una risa que pareció incómoda se oyó de parte ajena—. No, suena horrible. ¿"Jiminie"? Oh, ese suena...

Se vio interrumpido por un ruido seco que golpeó contra la madera del armario y una leve brisa cerca de su oreja izquierda que al instante desapareció. Dirigió su mirada a ese objeto brillante clavado justo a su lado, era una de las cuchillas de Hoseok, pudo notarlo al instante. Algo en su interior se agitó al darse cuenta de que eso pudo llegar a darle justo en la nuca, por lo que frunció el ceño, sintiendo toda esa furia crecer, y se volteó al instante, dispuesto a darle una paliza al mocoso rico de pelo rosado.

—¡¿Qué te pasa, imbécil?! —exclamó, avanzando pocos pasos—. ¡¿Te crees que esto es un juego o qué?!

Se detuvo. No pudo evitar hacerlo en cuanto vio la expresión de Jimin. Simplemente se detuvo. Todo rastro de rabia y enojo desaparecieron al instante en el cual sus ojos se posaron sobre los ajenos. Suga vio cómo él temblaba y mantenía su mano derecha hacia adelante, con la cual seguramente había lanzado la cuchilla. Sus ojos se hallaban brillosos, pero no por el llanto, sino por miedo; parecía atormentado. Su labio inferior temblaba también y su piel se había tornado pálida de un momento al otro. Su mirada, a pesar de estar fija en la suya, no parecía encontrarse con la misma realmente, más bien era como si observara un punto muerto.

—¿Jimin...? —preguntó.

De alguna manera Suga sintió preocupación, no supo el motivo.

—No... me... —balbuceó y continuó hablando, pero sus susurros no eran entendibles, solo se notaba cómo sus labios se movían.

—Habla claro, pulga.

—No me diga así —al fin, sus ojos se encontraron con los de Suga.

—¿Que no te diga cómo? —alzó una ceja—. ¿"Jiminie"?

—¡Que no me diga así! —exclamó, frunciendo su ceño—. ¡No lo haga! ¡No me diga así! ¡No! —llevó sus manos hacia sus orejas como si intentara no escuchar mientras cerraba sus ojos y comenzaba a temblar y a llorar, negando frenéticamente con su cabeza—. ¡No me diga así! ¡Me portaré bien, lo juro! ¡No le diré a nadie! ¡Jimin se portará bien! ¡Jimin se...!

Fue silenciado por unos brazos que lo rodearon al instante. Suga había comenzado a avanzar hacia Jimin mientras él decía todas esas cosas, hasta quedar frente a frente sin que este se diera cuenta. No supo por qué lo hizo, tan solo lo abrazó.

El joven de cabello rosa abrió sus ojos con sorpresa, dejando de llorar por unos segundos para intentar descifrar quién era la persona que le daba calidez, pues su mente se hallaba algo perdida en esos momentos, no podía pensar con naturalidad. Unas manos grandes recorrieron su espalda por encima de su remera a rayas, propinándole un cosquilleo agradable hasta que una de esas manos alcanzó su nuca, mientras que la otra se mantuvo rodeando sus costillas. Jimin entrecerró los ojos, dejándose llevar por las sensaciones y relajando su cuerpo, notando cómo los dedos que se entrelazaban entre sus hebras empujaban su cabeza con suavidad hacia adelante, haciéndole posar su frente en la curvatura del cuello ajeno. Olía a cigarro y limón, extraño pero delicioso.

Sin embargo, luego de unos segundos siendo abrazado, los recuerdos llegaron como destellos a su mente y Jimin volvió a tensionarse.

—Tranquilo, pulga... —le dijo en voz baja, afianzando más su agarre—. Tranquilo, soy yo. Soy Suga.

—Hyung... —balbuceó en un hilo de voz antes de romper en llanto y rodear el cuerpo ajeno entre sus brazos, correspondiendo al gesto contrario—. ¡Lo lamento mucho! ¡Lo siento!

Suga frunció su ceño con confusión, notando cómo Jimin restregaba la frente sobre su hombro, y suspiró luego, derrotado ante su tierna actitud.

—No sé quién mierda te decía así, pero esa persona no está aquí, ¿bien?

El jovencito de pelo rosado asintió varias veces en silencio como respuesta.

Luego de unos minutos, Suga posó sus manos sobre el pecho ajeno para apartarlo al fin, ya que no parecía querer soltarlo. Estudió con detalle la expresión que Jimin tenía, notando cómo la calma había llegado a él nuevamente, y observó sus ojos brillosos por el reciente llanto, sus mejillas húmedas y teñidas de carmesí junto a la tierna punta de su nariz. Se quedó inmerso en las clavículas que su ropa dejaba expuestas, en los carnosos labios de Jimin, sintiendo que otra vez se volvía loco. Ese impulso regresaba, aquel que había tenido cuando lo besó antes. No podía entender cómo ese mocoso que recién acababa de conocer lograba provocarle dichas emociones.

—Vamos, béseme otra vez —dijo.

Suga solo pudo concentrarse en el movimiento de su boca. Era tan injusto.

—Eres un niñito... —murmuró—. Un niñito aprovechador.

Así, el joven de cabello platinado lo miró con malicia y comenzó a aproximar su rostro hacia el otro hasta quedar a solo centímetros de sus labios, sintiendo la respiración de Jimin, quien cerraba los ojos con felicidad a la espera de aquel beso. Beso que nunca llegó, porque Suga sonrió triunfante y se lo sacó de encima por completo, empujándolo con fuerza hacia un costado, por lo que se golpeó la frente sobre el colchón de la cama de Hoseok y cayó sobre la misma.

Suga no pudo evitar soltar una carcajada en cuanto Jimin lo miró lleno de rencor, se veía en verdad infantil.

—¡Hyung, no es gracioso! —exclamó, acariciando su frente.

—¿Esperabas que te besara, niñito tontito? —ladeó la boca—. Estás muy equivocadito.

—¡Que no use el "ito"! —se quejó, moviéndose de forma exagerada en su lugar.

—¿Te pone nerviosito?

—¡Me molesta mucho!

—Oigan —interrumpió una tercera voz.

Ambos prestaron atención a eso y posaron sus ojos sobre la puerta, notando que una cabellera anaranjada se asomaba por allí. Se trataba de Hoseok, quien alzó una ceja al instante en cuanto vio a Suga sonriendo y a Jimin con un prominente puchero en su rostro mientras se hacía mimos en su frente. Le llamó mucho la atención ver a su compañero en esa situación, era muy inusual verlo reír; en todos esos años en los que trabajaron juntos, Hoseok solo vio a Suga bromear y reírse con personas de mucha confianza.

Carraspeó un poco e ingresó por completo en la habitación.

—¿Qué querías, solecito? —dijo Suga.

—¿Solecito? —Jimin ladeó su cabeza con curiosidad y ternura.

—Sí, ese es un apodo que le puse —respondió con seriedad fingida—. ¿Y bien? —volvió a dirigirse hacia Hoseok.

—Primero: la cena está lista. Y segundo... —observó a Jimin—. Parece que tu padre regresará mañana por la noche.

—¡¿Qué?! —exclamó—. ¿Cómo saben eso?

—Tenemos espías, ¿cómo pretendes que no lo sepamos? R.M. está preparando todo para la captura de Park Jung Hae.

—Eso significa que... —habló Suga.

—Mañana tendremos una gran misión.

Hoseok sonrió con picardía luego de decir aquello. Era la primera vez que Jimin veía esa expresión en él.


EDICIÓN 2022.

Continue Reading

You'll Also Like

262K 41.5K 35
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
94.7K 5.6K 24
𝐒┊𝐒 𝐂 𝐑 𝐄 𝐀 𝐌★ 𝐋 𝐀 𝐑 𝐀 no entendía el por que le temian tanto a su compañero de universidad 𝐓 𝐎 𝐌, el tenía actitudes raras pero no lo...
101K 8.5K 48
"loving you never was in the plan stuck in your ways, i sink in your sand" [pedri x oc!fem]
93K 5.7K 40
Porque Avery Leclerc siente que nadie va a volver a amarla tanto como Max Verstappen, hasta que Lando Norris le demuestra lo contrario. o Porque Lan...