Por favor, déjame olvidarte

By RaeInTheMiddle

145K 5.8K 271

¿Cómo te recuperas de un corazón roto? ¿Cómo es que logras volver a enamorarte? Después de llorar y llorar po... More

Una historia de amor
Cediendo
La primera cita y el primer beso no siempre van de la mano
Atando cabos
Desliz
Declaración
Infortunio
Un poco de amnesia
Julia
Solo quedo yo
Esperanzas renovadas
El fin
El mismo de antes
Una tarde de otoño
Muy celosa
Noche de chicas
Nuestro acuerdo
Una noche con José
Con los días contados
Un mal día
Decidida
Scheiße!
Malentendido
Diciembre lluvioso
Hemos regresado
Confusión
La última vez
Cambio de papeles
Dudas
Fiesta de Navidad
A un paso
Año Nuevo
El día después de...
Planeando el futuro
Pasado y presente
Compras y disculpas
La boda
El principio del fin
Adiós a todos y a todo
Una historia para contar
Algunas cosas nunca cambian
Sin embargo otras sí
Una última vez
Golden Love

Presentimiento

1.9K 111 5
By RaeInTheMiddle

Una hora después de mi llegada tan dramática a la casa de José, me encontraba acostada a su lado. Mi ropa yacía junto a la suya en el piso de su habitación. Era la segunda vez que lo hacíamos y, si seguía así, tenía que empezar a tomar anticonceptivos. No era buena recordando cosas. Ni siquiera con alarmas. Crecer era duro.
José me acariciaba la espalda con la punta de sus dedos y yo estaba por quedarme dormida. Vagamente, observé los libros que habían sobre el escritorio donde se suponía que era el lugar de la cama de Nicolás.
— ¿Y la cama de Nico?—pregunté con voz adormilada.
—En el cuarto que antes era de mi hermana.
Cierto, su hermana se había mudado.
— ¿No te sientes un poco solo?—pregunté. Supuse que después de vivir toda la vida con tus padres y tus hermanos, vivir solo era un poco triste.
—Al principio no fue así. De hecho, hasta hace unas semanas me gustaba pero, después de despertar a tu lado, he pensado sobre eso. Me encanta tenerte a mi lado. Cuando duermo, cuando como, cuando cocino. Por eso quiero que vivamos juntos.
Mi sueño se había ido. Suspiré y recargué mi cabeza sobre su pecho.
—Tengo diecisiete, Jo. No tengo edad para vivir con mi novio. Ni siquiera tengo edad para vivir sola legalmente. A menos que me emancipe pero eso no sucederá.
José detuvo sus caricias en mi espalda y yo me sentí mal.
—Te quiero, Jo. En verdad. Pero...
— ¿Por qué tiene que haber un "pero"? No veo el problema. Te quiero, me quieres, ¿por qué no vivir juntos?
—Porque las cosas se pondrían muy serias entre nosotros.
— ¿Y? ¿Acaso no le ves futuro a lo nuestro? ¿No piensas en lo que pasará con nosotros después de terminar la universidad, quizás un poco antes?
— ¿Tú sí?—pregunté. Él asintió.
No me veía terminando la relación con José en un futuro cercano pero, ¿planear lo que sucedería con nuestra relación en los próximos años? No. No había pensado en eso. Yo solo había aceptado lo que me daba y había pensado que él hacía lo mismo.
Con Ezra, una parte inconsciente de mí había planeado las cosas cuando él se fuera a la universidad para poder seguir estando a su lado pero las cosas no habían resultado para nada conforme a mi plan por lo que decidí hacer las cosas diferentes. Por eso no había hecho lo mismo con José. Pero, ¿cómo explicarle eso? No podía.
Entonces, una pregunta se formó en mi cabeza: ¿Y si...? ¿Y si aceptaba? ¿Y si me iba a vivir con José? Mónica iba a vivir con Sebastián, no sería raro que yo hiciera lo mismo con mi novio.
José me había propuesto quedarme pero yo no quería eso. Nunca había estado en mis planes asistir a una universidad local, además era muy tarde para comenzar a buscar una; ya habían pasado las fechas de los exámenes de admisión. Si quería que viviéramos juntos, él tenía que ir a la capital conmigo.
—Bueno, supongo que no estaría mal. Podemos buscar algún departamento cerca de la universidad. Aunque tenemos que ver dónde estarías tú para que las cosas sean...
—Emma, ¿estás aceptando?
Pasó un segundo, luego asentí.
José se movió hasta ponerse sobre mí y me besó. Fuerte. Sus labios estaban sonriendo y yo lo imité. Podía hacerlo. Yo deseaba hacerlo feliz. Si vivir juntos lo hacía feliz, entonces yo era feliz.
José dejó de centrarse en mis labios, sus manos acariciaban cualquier parte que alcanzara, mis brazos, mi cabello, mis piernas.
Sabía lo qué iba a pasar después y me dejé llevar.
***
Más tarde, después de bañarme, me encontraba en mi habitación. Pensaba muy seriamente en cómo les diría a mis padres que me iría a vivir con José.
Ambos aprobaban mi relación con él: punto a favor.
Ambos pensaban que era bueno para mí irme a vivir sola: punto en contra.
Ambos sabían que José me quería: punto a favor.
Eso dejaba el marcador dos contra uno, favor José. Pero no podía engañarme, no aceptarían ni aunque su vida dependiera de ello.
Lo bueno era que cuando me mudara, no tardaría en tener dieciocho. Lo malo era que mis padres pagarían mis gastos en la universidad. Si no aceptaban, entonces yo tendría que pagarlos. Pero eso no era tan malo, ya tenía unos ahorros de mi salario, bastaría con conseguir un trabajo en la capital. Tal vez las cosas no estarían tan mal. Tal vez sí podía vivir con José. Ya me lo había imaginado una vez, ¿por qué no adelantar un poco las cosas? No lastimábamos a nadie haciéndolo. Los dos éramos libres y nos queríamos. Sí. Todo estaría bien. Iríamos a ver departamentos, buscaríamos la universidad de él y...
Me llegó un mensaje: Ezra.

«Hola, Emma. Julia me ha pedido que te diga que la boda será el próximo fin de semana. Dice que quería decírtelo ella misma pero que te fuiste corriendo. Quiere que seas su testigo y su dama de honor. No te preocupes, ya le he aclarado que no puedes porque eres menor de edad así que me lo ha pedido a mí. Ambas cosas. Síp, seré damo de honor.
Entonces solo te toca hacer acto de presencia. También me dijo que quiere verte en vestido y a José en un traje. O algo que no sean esas "ropas de funeral".
Bueno, he cumplido. Nos vemos mañana.»

Me reí en voz alta a causa del mensaje. Ezra. "Dama de honor". ¿Damo? ¿Caballero de honor? Tenía entendido que se decía "padrino", pero no había asistido a muchas bodas. De hecho, a ninguna. Tal vez cuando era pequeña pero no desde que podía vestirme por mí misma.
Al leer su nombre, me había imaginado otra clase de mensaje. En cambio, en el mensaje él había sonado normal. Como si no nos hubiésemos casi besado horas atrás en la bodega. Como si no hubiese declarado que yo lo quería. O me hubiese pedido dejar a José.
Yo le había pedido que me dejara tranquila pero, ¿fue así de fácil? Semanas esperando mi respuesta y ¿se conforma con un simple "no"?
Pero no tenía derecho de quejarme. Yo se lo había pedido y debería estar feliz de que él fuera de la clase de chico que sabe respetar la negativa de alguien. Además tenía cosas más importantes en las que pensar; el vestido que llevaría a la boda, por ejemplo.
Solo a Julia se le ocurriría decirte que la boda por la que llevas esperando dos meses, vaya a celebrarse dentro de tres días. ¡Tres días! Yo pensaba que tenía tiempo de planear mi peinado. Ir a comprar un vestido. Zapatos.
No tenía idea de nada.
¿Podía llevar a mis padres? ¿A mis amigas? ¿Sería en el día o en la noche? ¿La dirección? ¿Habría misa? ¿Julia era católica, cristiana o atea? ¿O budista? Tenía muchas preguntas pero nada de respuestas. Y tendría que seguir en la oscuridad otro día más.
Mientras intentaba no pensar en todas esas preguntas, mi mente decidió parar en un hecho: había tenido sexo con José justo después de casi besar a Ezra. ¿Qué clase de persona era? Yo, que estaba por completo en contra de las infidelidades. Que le había jurado a José que nunca haría algo así y me había sentido muy ofendida por sus dudas. Al parecer, me conocía mejor que yo misma.
O no.
Solo me había dejado llevar por las palabras de Ezra. Él era bueno hablando, José era bueno actuando.
Esa había sido la razón por la que había terminado siendo novia de José. Él actuaba. Quería algo y lo tomaba. Ezra era más analítico. Si veía algo que le gustaba, no solo pensaba en hacerlo suyo. No, él quería saber que estaba haciendo la decisión correcta antes de arriesgarlo todo. Por eso me había sorprendido mucho que hubiese intentado besarme. ¿En verdad había supuesto que yo simplemente me dejaría besar? ¿Sabiendo que yo estaba en una relación? No tenía sentido. Decía que me conocía pero, ¿en verdad lo hacía? Si no me conocía él ni José, ¿entonces quién? Mis amigas, mi familia, Nicolás.
¡Nicolás!
Le había prometido que le escribiría. Había dicho que no me mandaría ni un solo mensaje hasta que yo le mandara uno y hacía más de un mes de su partida.
Tomé mi celular y comencé a escribir.

Nicolás, ¡hola!:

Estaba pensando en ti. ¿Cómo estás? ¿Tu vida universitaria va bien? La mía como estudiante de preparatoria apesta. Me muero por recibir noticias, ya sabes de qué habló.
No puedo parar de agradecerte por no decirle nada a José. No se te ocurra decírselo nunca. Es algo que haré cuando me llegue. Mientras tanto, como si nada hubiese pasado, ¿está claro? Disculpa, no quiero sonar mandona es solo que... estoy nerviosa. Cambiaré de tema.
Julia se casa. Así como lo lees. JULIA. SE. CASA.
Sé que no puedes venir pero ojalá estuvieras aquí. Julia estaría encantada de tener a los gemelos Contreras en traje, uno a cada lado, para posar en las fotos. Se verían muy bien. Ya puedo imaginarlos. Bueno, al menos a Jo sí lo veré en traje. Ni modo, tendré que esperarme hasta tu boda. O a la mía. ¿Se te ha pasado por la cabeza cómo terminara tu relación? ¿Se casarán o terminaran en unos meses? Yo no. ¿Es raro? O sea, sí que he pensado en nuestra relación cuando termine la prepa. Pero siempre pensé que yo estaría en la capital y que volvería a ver a José, o quizás él podría ir. Aunque supongo que debí pensar en muchas cosas. Ahora no tengo nada claro. Mis planes han sido estropeados tantas veces que hasta me da miedo decirlos en voz alta.
Uf. Nico, no vuelvas a pedirme que te escriba: me pongo toda profunda.
Diviértete estudiando. Pronto estaremos por allá.
Te quiero y extraño,

Emma.

Le di clic en enviar antes de que me arrepintiera. Por eso mis mensajes eran cortos. Si me daban cualquier superficie para escribir, yo ponía todo lo que me guardaba. Y no me agradaba. Decir todo lo que sentía era cosa de Sandy. Incluso de Rebeca. Pero Mónica y yo éramos las duras. O así era hasta que llegaron los chicos a nuestras vidas.
En mi mente habían pasado siglos desde la última vez que me había burlado de algunas chicas de mi escuela. Las veía llorando por los pasillos, en los baños, a veces en el salón, otras ocasiones en el autobús, y la razón siempre era la misma: los chicos.
Hasta me daban pena ajena. ¿Llorar por un chico? Pensé que nunca lo haría. Me creía demasiado inteligente para hacer tal cosa. Pero no solo me burlaba de sus llantos, también de sus emociones. Cuando se ponían como locas cuando pasaba el que les gustaba, o les hablaba o lo que fuera. Ponía los ojos en blanco y le dirigía una mirada de irritación a Mónica que, muy fiel a mi forma de pensar, sonreía con burla y decía un comentario sarcástico.
Solo tenía que mirarme ahora. Seguro que era el karma.
Tomé mi celular y le mandé un mensaje a Ezra.

«Ya quiero verte al lado de Julia, sosteniendo su ramo. ¿Tu vestido combinará con las flores? Pídele a Julia que elija uno bonito para que puedas usarlo en otra ocasión ;).
Pero ya en serio, es una lástima que no pueda ser testigo en esa boda. Y dama de honor. Más o menos. Honestamente no me gustaría estar parada frente a las personas en la ceremonia.
Gracias por el aviso. Hasta mañana. Un beso. »

Leí el mensaje una, dos, tres, cuatro veces. Entonces le borré la parte en donde le enviaba besos. ¿Qué demonios me pasaba? Apagué mi celular y me dormí.
***
Al siguiente día, durante la segunda clase, saqué un segundo mi celular para ver si tenía una respuesta de Ezra: nada. Me sentí un poco mal pero me dije que era lo mejor. Yo quería ser su amiga pero si él decidía que era algo que no podía darme, entonces no me quejaría.
— ¿Estás bien?—me susurró Rebeca.
Compuse una sonrisa y asentí.
Las clases siguieron su curso. Los profesores hablaban y hablaban de temas que no me interesaban. Mis compañeros hacían comentarios sobre el tema y yo intentaba no dormirme con la conversación que entablaban con el profesor.
Por fin sonó el último toque del día y me dirigí hacia mi casa. Ni siquiera me pude quedar a platicar con mis amigas. No tenía ganas de hacer nada. Tenía un presentimiento pero no podía saber si era bueno o malo... Necesitaba averiguarlo.
Cuando llegué a casa, me apresuré a mi habitación y me cambié para el trabajo. Puse música y canté y baile, intentando quitarme el presentimiento de la mente, pero no hubo éxito. Opté por analizarlo pero, aparte de la sensación de que había perdido algo, no logré mucho. Comencé a buscar en mi habitación, en el cuarto de mi hermana, en la cocina, en el baño, pero no encontré nada. Aunque tal vez se debiera al hecho de que no tenía la menor idea de lo que buscaba.
Tenía ganas de llamar a Julia y decirle que no podía ir a trabajar pero entonces ella me preguntaría la razón y yo le diría que buscaba algo, y luego ella preguntaría qué era y yo le respondería que no tenía idea. No era muy inteligente.
Por eso salí y me encaminé hacia el trabajo. El cielo estaba nublado; las nubes eran de un intenso color gris, casi negro. Llovería y yo no llevaba paraguas y tampoco llevaba zapatos cerrados. Esa tarde me había decidido por un short de cintura alta de mezclilla, un crop top blanco de tirantes y unas sandalias. Y había elegido esa ropa porque, a pesar del cielo nublado, hacía un calor de los mil demonios. Prefería mil veces mojarme a tener calor.
Llegué a la librería y saludé a Julia que atendía a una señora en la sección de historia. Me puse detrás del mostrador y acomodé las cosas que estaban ahí. Cuando acabé, vi pasar los segundos en el reloj colgado arriba de un sillón.
—Estamos muy idas hoy, ¿no?—comentó Julia.
Me sonrojé un poco y negué con la cabeza. Entonces me acordé de todas las preguntas que tenía que hacerle.
—Oiga, ¿a qué hora va ser? ¿Y en qué lugar?
Julia me miró como si no entendiera.
—La boda—aclaré.
—Ah, niña, no te preocupes. Se pospuso para las vacaciones de abril.
Luego continúo leyendo el libro que tenía en la mano. Yo me le quedé viendo por unos cinco minutos, más o menos. No levantó la vista. Entonces llegó Ezra. Venía acompañado de un señor con su hija de unos catorce años. La niña veía con ojos soñadores a Ezra. Sonreí y lo miré. Él llevaba los brazos cargados de libros.
—Cóbrate todos estos, por favor—dijo cuando llegó al mostrador. Hice lo que dijo y mientras lo hacía, preguntó: — ¿Qué pasa?—lo vi con extrañeza—. Te ves un poco desconcertada.
—Ah. Nada. Simplemente me acaba de decir—señalé a Julia con la cabeza—que se pospuso la boda hasta las vacaciones de abril.
— ¿Qué?
Asentí. Terminé de poner los libros en una bolsa enorme y les agradecí su compra. La niña se despidió de Ezra con una tímida sonrisa y él le guiñó un ojo. Uf, el chico sí que sabía el efecto que causaba en las chicas.
—Julia, ¿cómo que se pospuso la boda?—preguntó Ezra.
—Ay, no se preocupen; simplemente pensamos que era lo mejor. Ahora—cerró su libro y se lo entregó a Ezra—, acomoda esto en el ático, en la caja de la esquina izquierda. Yo me iré a ver unas cuantas cosas para la boda. Nos vemos al rato.
Y se fue, tan tranquila como siempre. Se hizo un silencio incómodo. Rápidamente busqué algo que decir.
—Oh, adivina qué—dije con un tono de voz excesivamente feliz,; hasta para mí sonó fingido—: mis clases acaban a finales de mayo.
Ezra me sonrió.
—Eso es fantástico, Ems. Bueno, mejor me voy a acomodar esto.
Lo vi desaparecer entre los pasillos. Me sentí un poco cortada. Ezra podía haberse quedado a hablar conmigo, no tenía que irse en ese momento; tenía toda la tarde para acomodar ese dichoso libro. Pero no había querido.
Entonces me golpeó, supe qué era lo que había perdido: La amistad de Ezra.
Conocía a Ezra, aun si él no me conocía. Sabía que no me equivocaba, así como sabía que él no dejaría de ser amable conmigo. Hablaríamos en horas de trabajo y hasta podríamos reírnos pero solo sería en el trabajo. Fuera de aquí, sería como si no existiera. No me invitaría a su casa, a ninguna conferencia, no se ofrecería a llevarme a mi casa. Aunque tampoco se negaría si yo se lo pidiera, después de todo él era alguien considerado. Pero no sería lo mismo.
Ezra y yo habíamos dejado de ser amigos.

12 - 04 - 15 / 24 - 04 - 17


Continue Reading

You'll Also Like

440K 21.4K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
19K 956 30
Un poemario dedicado al arte de olvidar
96.6K 2.4K 199
Hola... Solo quería que supieras que,en este sitio podrás encontrar las frases de libros que mas te llamen la atención o te gusten claro tambien enco...
3.1K 107 7
Antes leía la biblia, me perdía y no entendía varios textos, sobre todo cuando se trataba del antiguo testamento, me estaba olvidando de que estos li...