Seduce a mi ex-novio (Disponi...

By ValeGarbo

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Cuando Megara Muttini es solicitada por la capitana de las porristas para seducir a su ex novio, no lo puede... More

Seduce a mi ex-novio
Oferta de trabajo
El peor equipo
Fondo para un auto
Rumores
Una señal del universo
Megara Muttini
La espía
El universo confabula
El partido
CITA (Comida Italiana y Tareas Absurdas)
Tan simple como un cumplido serio
La apuesta
Fiesta de escape
La fiesta
La trampa
El escándalo de la semana
Preguntas Frecuentes
¿Se va a publicar Seduce a mi ex novio en papel?
ADSAHKDJAKDHAK (aka. Está publicado)
Ebook disponible

Jordan Saura 101

299K 9.6K 1K
By ValeGarbo

(Megara)

Si hay algo que odio, es retractarme. Siempre prefiero comprobar todo antes de sacar una noticia. Si no está comprobado, no lo publiques. Simple y efectivo. Prefiero levantarme a las cuatro de la mañana y rogarle al señor de la imprenta que saque las copias a última hora que perder la credibilidad que me he ganado a pulso por años. 

Sin embargo, aquí iba, preguntando a todo el mundo por Briggite Lee para decirle que había cambiado de opinión. 

Mátenme. En serio, ni siquiera presentaré cargos. 

Pero evidentemente, nunca hay un asesino en serie fugado cuando uno lo necesita, de modo que me encontré a Briggite antes del último periodo, y alejé rápidamente a todos los chicos que la rodeaban a pesar de que aún no se había hecho pública su ruptura con Jordan. 

—Te he estado buscando —murmuré de mala gana.

Ella me dedicó la sonrisa más radiante que jamás vi en una persona.

—Y yo te he estado esperando —dijo animadamente—. Salgamos de aquí, pasa mucha gente por los pasillos.

La seguí obedientemente hasta la cancha de fútbol, completamente vacía. Briggite no se detuvo hasta que llegamos a la mitad. 

—Libre de testigos —dijo echando una mirada a su alrededor—. ¿Cuándo empezamos?

Puse los ojos en blanco pero tuve que admitir que era totalmente evidente para qué la estaba buscando.

—Cuando tú digas. Eres la que paga después de todo. 

—Oh, es verdad, el pago. Cerremos eso primero, porque lo haces por eso, ¿cierto?

—Ciertamente no intento comprarme un puesto en las animadoras, si eso es a lo que te refieres.

Su respuesta fue rápida y supe que llevaba pensándolo desde antes.

—¿Y qué tal Sarah? 

—No necesita mi ayuda para ser una de las mejores animadoras.

—Pensé que como era tu mejor amiga…

—Pensé que habías dicho que podías darme 100 dólares, tal vez más —le recordé.

Si ella creía que yo necesitaba tener una razón para no huir, estaba equivocada. Una vez que decidía algo, se necesitaba una situación de emergencia para hacerme cambiar de idea. No tener auto antes de empezar la universidad era una emergencia.

Briggite se alisó el pelo con una sonrisa de negociadora.

—Sí, pensé que lo entenderías. Conduzco un Porsche y vivo en una mansión, obviamente puedo darte más de 100 dólares.

Se miró las uñas, esperando. Si ella pensaba que iba a fijar un precio por mi cuenta…bueno, vale, tal vez estaba en lo cierto.

—Eso pensé. ¿En cuánto vamos a dejar esto?

¿Por qué todo sonaba como el libreto de una mala película? Solo faltaba agregar el: “te haré una oferta que no podrás rechazar”. Aunque olvídenlo, esa fue una buena película.

—¿Cuánto te falta para el auto que quieres?

Pensé en mis siete mil dólares ahorrados y en lo que me iba a costar la universidad. 

—Mil dólares —susurré de mala gana—. Pero está bien, solo…

—Vendido por mil dólares.

Juro que iba a decir “solo dame doscientos y considera pagado cualquier gasto”.

¿Cómo es eso de tener tanta plata que puedes solo sacar mil dólares de la nada? Bueno, no creo que salga de la nada. Seguramente de la cuenta de sus padres.

Pensé que eso sería todo hasta que Briggite siguió hablando de todas las cosas que iba a necesitar. Información sobre Jordan, horario de sus clases, su familia….

Mil dólares era mucho dinero pero al parecer ser la novia de un jugador de fútbol de la escuela era un trabajo a tiempo completo y lleno de peligros. 

—Tienes que tener cuidado con los del equipo de fútbol de la secundaria Callirgos, suelen atacar a las novias de los jugadores cuando se acerca un partido. Una vez me tiraron un jugo hecho con colorante verde y pegamento, tardé siglos en sacarlo. A mi estilista casi le da un infarto y tuve que faltar dos días al colegio. Aunque al final les ganamos y fue una de las victorias más dulces que jamás hemos tenido. Hubo otra vez…

En ese momento, miré mi reloj y casi salgo corriendo.

—Briggite, solo…mándame un mensaje con lo que consideres necesario o vamos a llegar tarde a clases.

—Pero necesitas saber…

—Envíame un mensaje por facebook.

—Megara, quiero que lo tengas claro, por favor. No puedo perder mi corona de reina por esto. He peleado cinco años por ella.

Tiene que estar bromeando.

Sin embargo, no es el tipo de cosas que le dices a tu jefa.

—Dame tiempo, tuve la suerte de que nos tocara juntos un trabajo de literatura. Voy a tratar de…salir con él. Algo se me ocurrirá. 

—Ama los nuggets, prefiere Pepsi en lugar de Coca-Cola —por la cara que puso dirías que el chico había cometido un crimen capital—, su auto favorito es un…

—Briggite, manda un mensaje. Si tengo dudas, te avisaré. Dirijo un periódico, puedo con esto.

Dejé a Briggite hablando sobre a qué jugadores debía evitar porque les encantaba estar con las chicas que ya tenían novios. 

Llegué a la última clase justo a tiempo y me fijé que la silla a mi lado estaba ocupada. 

Por fin algo bueno.

Corrí tan rápido que todo el mundo se me quedó mirando pero no me importó. Le di a Sarah un abrazo que casi la tira de la silla.

—No tienes idea de lo que te haces extrañar, tonta.

—Dos días —dijo ella en un tono mortal—. ¿Me voy dos jodidos días y decides que vas a salir con Jordan Saura?

Sí, esta es mi mejor amiga en todo el universo: Sarah Matellini, ausente por dos días después de que la mandaron a un concurso de matemáticas en la capital y con evidentes ganas de estrangularme.

—Baja la voz —reclamé innecesariamente, dado que dominaba a la perfección el arte de hablar en el nivel justo para que la escuchara solo quien ella deseaba y moviendo tan poco los labios que nadie podría leerla.

—Quiero toda la información sobre lo de Jordan —siguió exigiendo mientras el profesor pasaba lista—. Mis opciones son que te secuestraron los extraterrestres, locura temporal o chantaje. Si es chantaje no me lo digas, porque si no sé el secreto que están usando en tu contra, te mataré.

Reí a todo lo que daban mis pulmones y me gané una mirada de reproche del profesor. Bajé la mirada automáticamente y me puse recta en mi silla, tratando con todas mis fuerzas de contener la risa.

—Sabes todos mis secretos —logré decir—, y te las ingenias para hacer que te diga hasta los más oscuros. La gente tiene algo llamado privacidad, ¿sabes?

—Y también algo llamado excusas. ¿Por qué vas a seducir a Jordan Saura?

—Porque Briggite Lee me va a pagar mil dólares. 

Ahora quien se ganó una mirada de indignación del profesor fue Sarah, debido a la maldición que soltó. 

—Señoritas, ¿necesitan un nuevo compañero de mesa?

—Lo siento, profesor —dijimos al unísono. 

Cruzamos una de esas miradas llenas de significado que solo las que han sido mejores amigas por mucho tiempo pueden usar para comunicación telepática. Nos quedamos en silencio el resto de la lección: somos las primeras de la clase y no pensábamos arriesgar los privilegios que nos dan los profesores por eso.

Sin embargo, a la salida, subimos a su auto y ella condujo hasta mi casa. Solo cuando estacionó, se decidió a mirarme. 

—Jordan Saura —repitió cuidadosamente—. Escúpelo. 

—No creo que se me permita escupirle, presiento que eso no ayudará a que le agrade…

—Megara, habla. Ahora.

Suspiré cansadamente.

—Brigitte Lee vino hace dos días y me dijo que quería que saliera con Jordan porque ellos han terminado —alcé una mano cuando ella intentó interrumpirme—. Hay un partido el sábado y si pierden…

—La gente va a culparla —comprendió Sarah—. No puede arriesgarse a perder la corona de reina.

No me sorprendió que lo entendiera tan rápido. Sarah era parte del equipo de animadoras, así que sabía mejor que yo la forma en que se desarrollaban las cosas en ese mundo.

—Si yo salgo con Jordan, no hay excusas.

—Y tú serías una…no, espera, nadie te va a llamar zorra. O tal vez sí…mierda, me temo que te van a hacer pedazos. 

—Briggite dijo que lo solucionaría —repliqué, empezando a dudar.

—Ah, tienes la protección de la abeja reina. Entonces todo bien. 

No encontré nada que responder y nos quedamos en un silencio que estaba tratando de llenar desesperadamente. Fracasé.

—¿Cómo está él?

—Bien —respondí al instante—. Está trabajando en su reportaje para el concurso de La última palabra.

—Sí, lo recuerdo.

Me mordí el labio inferior. Odiaba cuando ponía esa expresión lastimera y me daban ganas de asesinar a Seth. ¿Por qué diablos había cortado con ella? Ni siquiera mis más astutas dotes de reportera pudieron deducirlo…¡y se trataba de mis dos mejores amigos!

Sarah se recuperó rápidamente y aunque le costó vario segundos de ojos vidriosos, logró esbozar su sonrisa de mejor amiga.

—Por cierto, necesitas una clase de “Jordan Saura 101”.

Sonreí ante su ofrecimiento.

—Eres la mejor.

—No digas eso.

—Pero…

—Se siente horrible. Si soy la mejor, ¿entonces por qué él no me ama?

Mierda. Pensé que habíamos logrado dejar atrás ese tema. 

Desde que terminaron, he intentado todo lo que se me ocurrió para solucionar las cosas. Sin embargo, ahora estaba más en la etapa de: “tienen que solucionarlo ellos solos”. Nunca iba a ganar esa batalla y seguirle hablando de Seth hasta que se echara a llorar por los recuerdos no era mi trabajo como mejor amiga.

—Jordan Saura 101 —dije como si fuera la oferta del siglo—. Seré una buena alumna. 

—No soy la mejor maestra, pero puedo hablar con algunos chicos…

—Yo revisaré qué tengo en su expediente. 

Colgando de mi cuello tenía un usb con carpetas llenas de información sobre todos los alumnos de la escuela. Nunca lo separaba de mí y muy pocas personas sabían sobre su contenido. Era útil para ordenarme pero lo usábamos solo en casos especiales. Usualmente bastaba con hacer una búsqueda simple en los archivos del periódico a los que todo el mundo tenía acceso.

—Paso 1. Tienes que ir más seguido a los partidos. 

—Estoy en cada partido para verte animar —reclamé.

—Así que solo prestas atención cuando actuamos en el medio tiempo —me cortó ella—. Tienes que ver cada paso que dé ese chico.

—Sí, mamá —bromeé—. Anótame para el partido.

—Y pon un aviso en el periódico diciendo que buscas guardaespaldas. Créeme, cuando veas las cosas que nos hacen las porristas del instituto Valladolid, vas a pedir un aumento de sueldo.

—Pero no soy porrista —reclamé.

—Serás la chica de un jugador y les basta con eso. Te voy a pasar un par de consejos sobre…

Su información de vital importancia se vio interrumpida por mi celular, que empezó a vibrar en mi bolso.

Apenas había contestado cuando la voz del otro lado gritó histéricamente:

—¡Megara! Tenemos que cambiar la portada de mañana: Briggite y Jordan han terminado.

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