Llegaron las tan anheladas vacaciones decembrinas y muchos chicos optaron por quedarse en el colegio junto a sus padres para el tradicional baile de navidad. Muchos habían escogido sus parejas y como en las veces anteriores también los de primero a tercer curso tenían permitido participar. Rosie asistiría con Albus Severus, Osiris irían con Justin Creevey (hijo de Colin) Scorpius acompañaría a Astoria Robinson (la hija de Astoria Greengrass quien para sorpresa de todos ya no tenía prejuicios sobre la pureza de la sangre y lo demostró casándose con un muggle) Peter Dursley invitó a Lotti Malfoy, Arthur (el hijo de George) asistiría con Pauline Finnigan (hija de Seamus Finnigan) Molly (la hija de Fred) iría al baile con Kevin Jordan (el hijo de Lee Jordan) Bernardette (la hija de Bill y Fleur) iría del brazo de Alfred McLaggen quien era tan engreído como su padre Cormac, por supuesto Ted Lupin asistiría con su novia Victoire.
Regulus había visto y oído con impotencia cuando Rose Eileen le pedía a Tom Ryddle ir con ella.
- Es un simple baile Tom – Escuchó Regulus que dijo la chica en aquella ocasión – Papá y Harry no tienen por qué molestarse, ellos no saben que tú y yo continuamos saliendo.
- Yo no quiero causarte problemas linda – Respondió aquel canalla con su voz sedosa mientras acomodaba un mechón de cabello detrás de la oreja de ella – No soportaría que te enemistaras con tus padres y tu hermano por mi causa.
- Sólo les diré que tú eres mi pareja de baile y nada más. Tom no pueden negarse, ellos me lo deben, después de todo creen que tú y yo terminamos por su culpa.
- Está bien cielo – Dijo Tom – Iremos juntos al baile.
Un día antes del anhelado baile, el ser más famoso de Hogwarts se encontraba leyendo su libro favorito en una de las banquetas que estaba detrás de los invernaderos, le brindaba un lugar cálido y discreto.
- Sólo asesinando se consigue dividir el alma lo suficiente como para guardar un fragmento en cualquier objeto – Musitó Tom cerrando de golpe su ejemplar de Los secretos de las artes más oscuras – Esto es sencillamente fascinante, me pregunto qué sucedería si lograra matar dos lechuzas con un mismo hechizo, si pudiera hacerme menos vulnerable y al mismo tiempo vengarme del traidor más grande de todos los tiempos y su hijastro.
Pero justo en ese momento una voz agradable lo distrajo de su monólogo.
- ¿Con quién hablas Tom?
- ¡Ahh... Rose, cielo! – Exclamó el chico sobresaltándose de golpe y con un rápido movimiento lanzó el libro detrás de sí para ocultarlo de la vista de ella – Con nadie, sólo... practicaba un encantamiento, las vacaciones no son excusa para no estudiar.
- Siempre he dicho lo mismo – Respondió la chica yendo a abrazarlo pero de pronto advirtió algo en el piso - ¿Qué es esto? – Preguntó luego soltando al muchacho para ir detrás de la banqueta.
- ¿Qué es qué?
- Es un libro Tom – Dijo Rose – Y... ¡Por la barba de Merlín! – Exclamó pasando la mirada por las letras doradas de la cubierta - Los secretos de las artes más oscuras ¿Tú... tú estabas leyendo esto Tom?
- ¿Yo? Rose me sorprendes ¿Cómo puedes decirme tal cosa?
- Entonces dime cómo es que aparece semejante porquería detrás de ti así como así.
- No lo sé cielo, tal vez ya estaba allí ¿Por qué rayos todo lo que tiene que ver con magia oscura siempre tiene que estar relacionado conmigo? –Preguntó indignado dando una patada a la banqueta, luego se dirigió a la salida.
- ¡Tom! – Lo llamó Rose todavía con el libro en la mano y con una expresión de aprehensión – Lo... lo siento, no quise ofenderte, discúlpame, es sólo que no supe cómo lidiar con el hecho de ver algo así junto a ti – Concluyó luego mostrándole el libro.
- Sí, claro, Tom el nieto de quien tú sabes junto a un libro de magia oscura... nada más hay que sumar ¿No es así?
- No Tom, por favor lo que sucede es que...
- Siempre es así Rose, tal vez algún chico de séptimo lo estuvo leyendo para hacer una tarea de DCAO ya sabes que tienen que leer libros de magia oscura para conocerla, quizá lo dejó aquí por error pero por supuesto tenía que ser yo el malintencionado, me lo hubiese esperado de quien sea menos de ti Rose – Descargó el muchacho con voz trémula mientras sus ojos se humedecían con sorprendente rapidez. Había tal decepción en el tono de voz del chico que lastimó a Rose.
- No Tom, ven aquí – Expresó la chica tomándolo de la mano para evitar que se fuera – Por favor no te enfades conmigo, yo no quise lastimarte mi cielo.
Él la abrazó con fuerza mientras esbozaba una sonrisa de triunfo pero la sonrisa se desapareció de sus labios cuando escuchó lo que la chica dijo a continuación:
- No sé cómo llegó esto aquí pero definitivamente es algo muy peligroso si lo encuentra cualquier otro chico, se lo daré al abuelo Dumbledore, él sabrá qué hacer con él.
- ¡No!... digo, mejor dámelo, yo lo regresaré a la biblioteca – Respondió el muchacho separándose de ella.
- ¿Estás loco? Como bien lo dijiste, casi todo el mundo desconfía de ti, imagínate si te ven con esto en las manos – Terció Rose – Mi abuelo dice que con este libro empezó todo, no entiendo por qué está en la biblioteca de nuevo, no te preocupes cielo, él sabrá qué hacer.
La chica le dio un escueto beso en los labios y se dispuso a salir del invernadero con el libro en las manos pero antes de llegar a la puerta giró sobre sus pies para dedicarle una mirada tierna.
- Discúlpame Tom, por haberte dicho esas cosas, sabes que no fue mi intención lastimarte.
- Descuida princesa – Fue la escueta respuesta del descendiente de Voldemort.
Rose salió por fin del invernadero con el libro en las manos dispuesta a ir al despacho del director Dumbledore, de verdad ella no desconfiaba de Tom en lo absoluto, pero le preocupaba que aquel libro del cual le habían hablado desde pequeña estuviese en fácil acceso para los estudiantes ¿Cómo era que había salido de la biblioteca? ¿Sería verdad que Sirius como profesor de DCAO les había mandado alguna redacción respecto a artes oscuras a sus estudiantes de séptimo? Si era así debía averiguar primero con él y que él mismo se encargara del asunto. De modo que se dirigió al tercer piso, al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras mientras Tom Ryddle en el invernadero descargaba toda su furia sobre una maceta vacía.
- ¡Maldita Rose! – Exclamó lanzando la maceta contra el piso - ¡Malditos sean tú, tu padre y tu hermano! Juro por mi varita que tú, Harry Potter me las vas a pagar donde más te duele, todos me las van a pagar, es una suerte que haya logrado hacer muchas anotaciones importantes antes de perder el libro.
Rose llegó al despacho de Sirius y le habló acerca del libro, que lo había encontrado tras una banqueta en la zona de los invernaderos pero prefirió omitir el hecho de que lo había encontrado junto al chico más sospechoso en todo Hogwarts, sin embargo Sirius, aunque perteneciente a la casa Gryffindor, provenía de una familia de Slytherins y había heredado toda su astucia.
- ¿Y no encontraste a nadie cerca de este libro Rose? – Inquirió buscando su mirada pero la chica prefirió posarla sobre el gran esqueleto de un dragón que pendía del alto techo de madera.
- A nadie – Mintió la chica – Sólo estaba el libro allí tirado y... bueno pensé que tal vez algún chico de séptimo lo había sacado de la biblioteca para elaborar algún ensayo especial por orden tuya, pero aun así es una inconciencia dejarlo allí olvidado.
- No he mandado a redactar ningún ensayo a los alumnos de séptimo que tenga que ver con este tipo de magia – Rebatió Sirius mientras le echaba un vistazo a la introducción – En este momento hemos estado trabajando cómo combatir los encantamientos paralizantes y los contrahechizos de varias maldiciones, apenas y hemos hablado sobre los Horrocruxes pero nunca les he pedido que revisen esto, si bien les he hablado de la magia oscura y les he pedido que revisen en algunos libros de la sección prohibida porque lo considero necesario para poder combatir, jamás les pediría que leyeran esta basura.
Rose tragó saliva con dificultad ¿Quién estaría interesado en ese tipo de magia entonces? Una sensación desagradable de vacío en el estómago se apoderó de ella en ese momento, su razón le insistió en que debía sospechar como todo el mundo, pero su corazón se negaba a ver lo que saltaba claramente a la vista, tal vez Tom tuviera razón después de todo, quizá alguien más se interesaba en esas cosas pero todos insistían en culparlo a él.
Cuando se dirigía a su sala común al final de un corredor se encontró con su padre quien para su desgracia le formuló la pregunta que tanto temía y esperaba al mismo tiempo...
- Hija, ahora que sí tengo tiempo, me gustaría que me respondieras algo... ¿Con quién asistirás al baile?– Preguntó Severus.
Rose bajó la mirada enseguida, confirmando así las sospechas de su padre quien la tomó con delicadeza por la barbilla para obligarla a mirarlo.
- No hace falta que me contestes – Dijo con voz determinante – Es con ese...
- Papá, sólo en calidad de amigos – Mintió la chica – Él no tenía con quien asistir y...
- ¿Desde cuando eres tan mentirosa? – Fue la respuesta de Severus.
- No miento papá.
– No me hagas indagar en tu mente, jamás me has dado motivos para desconfiar de ti.
- ¿Ejercerías Legeremancia conmigo? – Inquirió ella cruzada de brazos en actitud indignada.
- Sólo ponme a prueba – Respondió Snape con la misma postura mientras la capa negra pendía desde sus brazos, luego se acercó a ella para acorralarla, tal y como hacía con Harry hacía muchos años atrás y como aún hacía con los alumnos que se atrevieran a desafiarlo – Dices que Ryddle no tenía con quien asistir ¿Verdad? Pero eso suena algo absurdo cuando la mitad de las chicas del colegio, por no decir todas, andan esperando ilusionadas como unas tontas a que él las invite.
Él no pasó desapercibido el hecho de que al oír aquello su hija frunció el ceño y pareció molesta.
- Pero él no tiene confianza con ninguna de ellas, yo soy su única amiga, ¿Qué tiene de malo que asista al baile conmigo?
- No soy tonto Rose – Respondió Severus apartándose de ella pero sin dejar de mirarla ¿De veras crees que no sé qué aún siguen juntos?
A ella el corazón le dio un vuelco dentro del pecho ¿Cómo rayos lo sabía?
- Pero papi yo no...
- Por favor hija, te ruego que no me mientas más – Le dijo él acariciando a su hija en la mejilla. Estaba asustado de que le hicieran daño a uno de sus más grandes y más preciados tesoros.
- Tienes razón papi – Respondió ella bajando la mirada nuevamente – Perdóname por no ser honesta contigo pero... si, aún salgo con él, lo quiero mucho papá. Dale una oportunidad, él no te ha dado motivos para desconfiar – En ese preciso instante recordó lo del libro pero inmediatamente descartó el pensamiento pues no sería ella quien dudara de él.
Severus tomó a su hija por los hombros, la atrajo hacia él y la estrechó en un tierno abrazo. Esa niña era su adoración, representaba todo el amor que le había profesado a su esposa Lily desde hacía tantos años, y aunque ella ya era toda una señorita, para él seguía siendo su bebé (razón tenía Eileen al verlo aún como a un niño pequeño) pero también recordó las sabias palabras de Dumbledore, a veces era necesario ceder un poco, actuar con astucia como un verdadero Slytherin para ganar terreno, necesitaba averiguar qué se traía el despreciable mocoso entre manos y para eso indudablemente tenía que aparentar que daba su brazo a torcer. De modo que, muy a su pesar, pero con la convicción de que estaría cerca para vigilarla fingió darle su consentimiento para que pudiera salir libremente con el muchacho.
- Eres joven aún para tener novio, ¿Por qué mejor no lo consideras un amigo? bueno sé que le gustas y él a ti pero... está bien Rose será tu novio pero bajo mi estricta vigilancia.
- ¿En serio papi?
- Sigo sin confiar en él pero confió mucho en ti, no hagas que te pierda esa confianza, no dudes en contarme si notas algo fuera de lugar, lo que sea, sólo dímelo, es importante Rose, es supremamente importante que me lo diga.
En ese momento algo en la conciencia de Rose Eileen Snape pareció revolverse al escuchar las palabras de su padre, no quería mentirle, confiaba en Tom pero al mismo tiempo necesitaba sincerarse con su padre y decirle lo del libro, pero justo cuando abrió la boca para hablar se escuchó un ligero crack y Dobby apareció ante ambos.
- Papi yo...
- Profesor Snape, el profesor Dumbledore quiere verlo en su despacho, envió a Dobby a buscarlo a usted señor – Dijo el elfo con su vocecita chillona.
- Está bien, iré para allá enseguida, gracias Dobby – Dijo el pocionista mientras el elfo desaparecía nuevamente.
Severus besó a su hija en la frente y se dispuso a ir a la oficina del director. Pensaba mucho en lo que acababa de hablar con ella y se repitió mentalmente una y otra vez que aunque había "accedido" a que ella continuara su relación con Ryddle jamás la usaría como carnada para atrapar al muchacho, él estaría muy cerca, se convertiría en su sombra si era necesario pero no le iba a dar oportunidad al muchacho de lastimarla, él lo atraparía antes de que pensara siquiera en ello.
Sin darse cuenta ya estaba saliendo al patio de antesala al vestíbulo, cruzó hacia su derecha y se encontró con la gárgola que custodiaba la entrada del despacho del director.
- ¡Pepas Bartie! – Exclamó sin poder evitar sentirse estúpido al pronunciar aquella absurda contraseña.
La gárgola se hizo a un lado y él se subió a la escalera de caracol dejando que esta lo condujera por medio de su movimiento espontaneo y ascendente.
Al llegar a la puerta del despacho, tocó la aldaba en forma de Grifo y escuchó que al otro lado el director le indicó que pasara, así lo hizo, recorrió el lugar con la mirada antes de cerrar la puerta tras él comprobando que allí estaba Harry, Dumbledore y esta vez Sirius Black. Todos tenían una marcada expresión de preocupación en el rostro.
- ¿Qué?.. ¿Qué ha sucedido? – Inquirió nervioso.
- Por ahora nada Severus – Respondió el anciano - Pero creo que debemos conversar acerca de esto – Dijo señalándole un libro que yacía abierto sobre su escritorio.
- ¿De qué se trata? – Preguntó.
- Lo encontró Rose – Respondió – Sirius – Acércate y verás de que se trata.
Nota de autora: Hola amigas (os) como se habrán dado cuenta ya Ryddle ha dado muestras de sus intenciones y cada vez se acercará más a su cometido aunque como bien lo saben, los demás están bien preparados también, sólo lo lamento por el señor Ryddle que de verdad tiene buenas intenciones y no sospecha que su hijo quiere hacer tanto daño, en el fondo Rose se resiste a creer que Tom quiera hacerle daño porque está fascinada con él, pero en los próximos capítulos podrán darse cuenta de que la pelirroja comienza a dar muestras de lamentar su distanciamiento con Regulus.