Hawa: Debemos salir a flote |...

By meg-books

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COMPLETA - PRONTO EN LIBRERÍAS. Tras los intensos acontecimientos que han ocurrido últimamente, Audrey recibe... More

Sinopsis
❄ Preludio ❄
Capítulo 1
Capítulo 2 (Parte 1/2)
Capítulo 2 (Parte 2/2)
Capítulo 3
Capítulo 4 (Parte 1/2)
Capítulo 4 (Parte 2/2)
Capítulo 5 (Parte 1/2)
Capítulo 5 (Parte 2/2)
Capítulo 6 (Parte 1/2)
Capítulo 6 (Parte 2/2)
Capítulo 7
Capítulo 8 (Parte 1/2)
Capítulo 8 (Parte 2/2)
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte 1/2)
Capítulo 12 (Parte 2/2)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19 (Parte 1/2)
Capítulo 19 (Parte 2/2)
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22 (Parte 1/2)
Capítulo 22 (Parte 2/2)
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 (Parte 1/2)
Capítulo 25 (Parte 2/2)
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28 (Parte 2/2)
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33 (Parte 1/2)
Capítulo 33 (Parte 2/2)
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte 1/2)
Capítulo 36 (Parte 2/2)
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41 (Parte 1/2)
Capítulo 41 (Parte 2/2)
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44 (Parte 1/2)
Capítulo 44 (Parte 2/2)
Capítulo 45 (Final)
Top 15 Comentarios + Agradecimientos
Tercer libro: Gea + Avisos
¡Concurso!

Capítulo 28 (Parte 1/2)

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By meg-books

—¿Vas a decirnos cómo es que vamos a salir o piensas seguir guardando el misterio?

Estamos caminando los cinco juntos por un pasillo del Gremio que está muy vacío. Estaríamos completamente en la penumbra si no fuera por las antorchas que cuelgan de las paredes.

Fénix va adelante, liderando al grupo, tan callado y concentrado que por un momento pienso que no va a responderle a Ashley.

—En vez de perder el tiempo hablando prefiero que lleguemos rápido —contesta al cabo—. No falta mucho.

Doblamos una esquina. Después de un tiempo dirigiéndonos hacia la parte trasera de la academia, bajamos una escalera y salimos al patio.

Es el mismo patio donde nos formaron con los demás novatos. En cuanto me percato de ello, mi mirada vuela hacia la puerta que da al sótano. Me quedo observando; aún puedo imaginarme el pequeño pasillo oscuro entre las celdas. Se me escapa una exhalación, y por un segundo me pongo a pensar si mi celda seguirá congelada.

«No, ya no debe estarlo», pienso. Y si siguiera así, algunos ignisios ya se hubiera encargado de ello... Y es seguro que Kendrick ya lo sepa, a pesar del intento de Danna de hablar con él. A estas alturas sé que es casi imposible ocultarle al líder hechos que pasan dentro de su propia academia. Tan sólo espero que Danna haya podido hacerle creer que mi pequeño incidente en la celda no fue tan grave.

—No mires eso.

Me volteo, volviendo a la realidad, y me encuentro con Fénix mirándome fijamente. Luego echa un vistazo hacia la puerta del sótano.

—Te conozco, sé que te estás torturando tú sola en esa cabecita.

—Sólo estaba... echando un vistazo —aseguro.

Él no responde, aunque sé que quiere hacerlo.

Nos alejamos más del edificio y seguimos a Fénix, quien se acerca al muro que rodea el Gremio. No entiendo bien a dónde quiere llegar mientras sólo nos disponemos a caminar junto a la larga pared. Seguimos el trayecto del muro hasta que el camino se vuelve muy estrecho, casi chocando paredes con el edificio del Gremio. Nos ponemos en fila cuando ya no cabemos unos junto a los otros.

A mi derecha, la pared de ladrillos de la academia me raspa un poco el hombro, por lo que debo avanzar con el cuerpo de costado. A mi izquierda, el muro que rodea el Gremio comienza a llenarse de enredaderas. Me doy cuenta de que probablemente sean las únicas plantas que hay dentro de este lugar, además de que este pequeño sendero tiene varios yuyos y hierbas malas. Las enredaderas empiezan siendo pocas, pero a lo largo del trayecto nos encontramos con otras tan grandes y espesas que llegan a cubrir casi toda la altura del muro.

Parece que Jota ya no cabe entre ambas paredes.

—¡Esperen! —exclama, no tan alto. Cuando giramos la cabeza para verlo, nos damos cuenta de que le está costando pasar por un tramo donde hay muchos ladrillos salientes por un lado, y una enredadera muy espesa del otro.

—Te pasa por no bajar kilos —comenta Ash, sin perder la oportunidad de molestarlo.

Me permito reír un poco. Jota no es para nada gordo, pero es gigante.

Él hace un último esfuerzo y logra pasar aguantando el aire, estirándose lo que más puede y haciendo fuerza hacia adelante.

—¿Qué diablos hay por aquí, Elmend? —pregunta Marshall.

Fénix no contesta, porque se detiene en cierto punto del camino y alza los ojos hacia el muro. Palpa las enredaderas con las manos y yo me pregunto lo mismo que Marshall. ¿Acaso quiere trepar por ahí?

Sigue un metro más adelante, sin dejar de toquetear las plantas. La pared de ladrillos del Gremio comienza a acercarse cada vez más hacia el muro; no hay posibilidad de que se pueda seguir caminando por allí.

Pero, entonces, parece que Fénix encuentra algo.

—Es aquí —susurra.

Nos lo quedamos mirando con las cejas arqueadas mientras él toma algunas enredaderas y las aparta como puede. Lo ayudaría si pudiera pero, a pesar de que es imposible que nos paremos en el mismo sitio, no sé qué busca exactamente.

Ashley lo pregunta antes que yo.

—¿Qué estás buscando allí?

Fénix echa un jadeo al quitar una enredadera que estaba muy pegada.

—Hace años aquí había una pequeña puerta que daba hacia afuera —responde, sin quitar la atención de su tarea—. Al otro lado del muro había una pequeña habitación que utilizaban para algo. Es obvio que dejaron de usarla y ahora la puerta y aquel cuarto quedaron tan abandonados que la vegetación se los ha tragado.

—Y... ¿se puede abrir? —pregunta Marshall, que está al fondo del grupo.

—Con las llaves correctas, sí.

—¿Tienes las llaves?

Fénix se detiene un instante y me mira antes de seguir su labor.

—Son las que utilizamos para encontrar la poca información que tenemos —digo, prefiriendo responderle yo—. Todavía no... todavía no la hemos devuelto.

—Gracias a Gea —añade Ash.

Un sonido horrible se escucha cuando Fénix halla la puerta y da con ella. Me cuesta horrores verla, porque estamos en la oscuridad, pero sobre todo porque es prácticamente invisible. Es del mismo color grisáceo del muro y su contorno es casi imposible de ver, además de que las enredaderas no ayudan mucho a visualizarla. Lo único que resalta un poco es el pequeño picaporte redondo, muy viejo y oxidado.

Fénix extrae las llaves de su bolsillo y tarda bastante en hacer funcionar la abandonada cerradura.

—¿Y dónde encontraron esa información? —pregunta Jota. Se lo ve muy curioso mientras observa a Fénix.

—En... el ático —responde él entre jadeos y maldiciones.

—¿Con toda la guardia que han montado? —a Jota le cuesta creérselo.

—Fue antes de que pasara todo el tema de la oficina y del chico muerto.

—Joder —exclama Ash—, será mejor que escondas bien esas llaves o las devuelvas con todo el cuidado del mundo.

—Suerte que todavía no lo he hecho.

En cuanto Fénix responde aquello, la puerta se abre con mucho esfuerzo y hace un chirrido que me pone los pelos de punta. Con mucha cautela y serenidad, él comienza a abrirla para que no haga tanto ruido. Jota parece querer preguntar otra cosa acerca de las llaves, pero entonces Fénix sale al exterior y saca una mano para indicarnos que salgamos.

Yo soy la que sale después de él. La puerta no logra abrirse demasiado, así que debo volver a ponerme de costado para avanzar a través de ella. Hay más enredaderas del otro lado que dificultan la salida, pero Fénix me las aparta para que pueda pasar.

Una vez que logro salir, me coloco a su lado y ayudo para que los demás también puedan venir. Aquí afuera hay un pequeño suelo cuadrangular de cemento, y, por los ladrillos que sobresalen en los bordes, me doy cuenta de que aquí estaba la vieja habitación que Fénix nos ha contado que había.

Cuando Jota, que es el último, sale, arregla un poco las enredaderas del lado interno del muro para que oculten la puerta por dentro. Por fuera hacemos lo mismo.

—Bien —dice Fénix, una vez la puerta queda bastante cubierta. Se gira para mirarme y me hace un gesto con la mano—, ahora es tu turno de guiarnos.

Es cierto, y quiero maldecir cuando me doy cuenta de que no puedo orientarme desde aquí. Además de la oscuridad de la noche, hay tantos árboles que el bosque me parece igual desde todos los ángulos. Y todo sería un poco más fácil si partiéramos desde el portón principal.

—Este... —mascullo, girándome en todas las direcciones— ¿El portón está para allá, no es así?

—Sí —contesta Fénix, tranquilo, y con una pequeña sonrisa. Sabía que iba a perderme así y eso le divierte.

—Pues vayamos hacia esa dirección, pero en medio del bosque —añado.

—Me parece bien —responde él, como si ya supiera que iba a decir eso, pero como si quisiera que fuera yo quien diera la orden esta vez.

No comento nada al respecto, así que sólo comenzamos a andar. A pesar de que no lo sufro, me doy cuenta de que hace más frío y de que a los ignisios no les está agradando mucho. Por suerte todos vinieron bien abrigados y, al estar juntos, el espacio que nos rodea se vuelve más cálido.

Sin poder evitarlo, mi mirada vuela hacia Fénix, que va caminando a mi lado. Va con la cabeza en alto y todo su cabello que parece estar perfectamente revoltoso, como siempre.

—¿Cómo sabías que en el llavero estaban ambas llaves, la del ático y la de la puerta abandonada? —decido preguntarle.

Él se voltea hacia mí.

—Lo averigüé hace mucho, mucho tiempo —contesta, mientras seguimos avanzando—. En realidad, investigué y supe que servían para el invernadero... Pero resultaba que el Gremio no tiene invernadero.

Me quedo pensando un poco, y entonces lo entiendo.

—Aquella habitación destruida por la cual acabamos de salir...

—Exacto —responde—. Supongo que hace muchos años sí había un invernadero allí, pero ya no más. Me di cuenta de que las llaves servían para ese sitio, fuera del muro. Y entonces, si había llaves, había una puerta.

—Se nota que tenías mucho tiempo libre —bromeo, y él se ríe.

—No tenía la cabeza para nada más.

Nos quedamos un momento más en silencio mientras volvemos a orientarnos en el bosque. Detrás de nosotros, Marshall habla con Jota mientras Ashley va absorta en sus pensamientos.

—Pero no sabía que también servían para el ático hasta hace no mucho —añade Fénix—. ¿Recuerdas la casa destruida donde me hicieron una transición de calor? Después de...

Asiento. No hace falta que continúe. «Después de La Tormenta».

—Allí te dije que me había enterado de un sitio donde podríamos encontrar información de nuestros padres. Ese lugar era el ático. Te lo dije porque me había enterado hace poco de que las llaves con las cuales escapé estaban en el mismo llavero donde estaban las que servían para el ático.

Claro, por eso no le costó nada encontrar las llaves cuando nos metimos en la oficina. Sabía dónde estaban guardadas y cuáles eran, pues las había utilizado para huir.

—¿Y cómo hiciste para escapar con las llaves, si luego ya estaban de vuelta en la oficina? —cuestiono.

—No fue tan complicado, en realidad —resopla—. Abrí la puerta y fui a devolver las llaves. No exactamente en el mismo sitio... pero quien sea que las encontró no se cuestionó mucho y volvió a guardarlas en su lugar.

Me echo una carcajada sin querer; sí que ha tenido sus golpes de suerte.

Pasamos un largo tramo del bosque, alejándonos notablemente del Gremio, y entonces creo empezar a orientarme mejor. Y eso me llena de un extraño orgullo.

—Oye, Ash... —oigo la voz de Marshall por detrás, mientras seguimos caminando.

Ashley suspira.

—¿Qué quieres, Marshall?

—¿Sabes que eres muy bonita como para andar siempre con esa cara?

Un silencio incómodo se desenvuelve de repente.

—¿De qué estás hablando? —inquiere ella, con una mezcla de fastidio y confusión.

—Tu rostro —continúa él, con ese suave acento que tiene en la voz— es muy bello para andar siempre con esa seriedad. Estoy seguro de que fue creado para sonreír.

Ashley no responde por un instante.

—Y estoy seguro de que tienes una risa hermosa —añade—. O tu cabello, por ejemplo. ¿No se te cruza la idea a veces de dejártelo crecer? Sé que el pelo corto va con tu originalidad, también tu personalidad, pero estoy convencido de que tendrías unos largos cabellos dorados preciosos.

No soy capaz de darme la vuelta y ver la expresión en la cara de Ashley, pero por el silencio que hay, me sorprendo al creer que se lo está pensando. Cuando estábamos en nuestra habitación, me rechazó varios cumplidos hasta que ya no negó el último.

—Tal vez... —murmura al cabo, pero vuelve a ser interrumpida.

—¡O tu cuerpo! —Exclama Marshall con fascinación— Es tan agraciado en el aspecto femenino, pero está en buena forma y está musculado como el cuerpo de una mujer fuerte y audaz. ¿No crees?

A mi lado, Fénix abre los ojos y frunce el ceño notablemente mientras me clava la mirada. Yo le devuelvo el gesto, pero ninguno de los dos se atreve a mirar atrás o comentar algo.

La respuesta de Ash nos sorprende a todos.

—Sí... en eso tienes razón —responde ella después de un instante, mientras se lo piensa detenidamente—. Por suerte no tengo el cuerpo débil como todas las demás idiotas.

—¡Vaya! —Exclama Jota con admiración— ¡No puedo creer que lo haya picado!

Ashley suelta como un gemido, un pequeño trozo de voz que se ha atorado en su garganta y que no logra gesticular.

—¿Lo ves? —Pregunta Marshall con suficiencia— Te dije que puedo lograr que cualquier mujer se sienta halagada y lo acepte. Ahora dame el dinero que me debes.

La risa de Fénix resuena entre nosotros con notable diversión.

—Siendo sincero, no creía que llegarías a ganar la apuesta... —comenta Jota en voz baja, mientras se mete la mano en el bolsillo y comienza a rebuscar.

—Los detesto a todos —añade Ash.

Yo también me echo a reír, aunque en voz baja. Al menos Marshall ha logrado que Ashley acepte —aunque sea por un corto momento— los atributos y ventajas que ella tiene. Pero me sienta un poco mal que le hayan gastado esa broma. Sea o no sea Ashley como las demás chicas, es una broma de mal gusto para cualquier mujer.

—Es por aquí —digo yo, para cambiar de tema. No sería nada bueno que Ashley explotara ahora.

A pesar de la falta de luz, después de unos minutos más, me doy cuenta de que estamos en el lugar exacto donde estacioné el auto aquel día que vine a encontrarme con Sam. Me detengo un momento a orientarme; había ido hasta la fuente y luego a caminar para secarme la ropa. Trato de recordar el camino por el cual volví hasta aquí, no por el cual me fui. Así que guío a todos hacia la izquierda, comenzando a recordar.







Segunda parte mañana ♥

¡NOTICIA! 

Se creó un grupo en Facebook llamado "Fans de Ignis y Hawa<3", así que ya pueden ser parte si quieren. Dejé más información en un apartado de Ignis, y en mi perfil está el enlace directo por si no lo encuentran con el nombre en el buscador de Facebook. ¡Sean parte! ♥ ¡Saludos!

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