Hawa: Debemos salir a flote |...

By meg-books

847K 85K 12.5K

COMPLETA - PRONTO EN LIBRERÍAS. Tras los intensos acontecimientos que han ocurrido últimamente, Audrey recibe... More

Sinopsis
❄ Preludio ❄
Capítulo 1
Capítulo 2 (Parte 1/2)
Capítulo 2 (Parte 2/2)
Capítulo 3
Capítulo 4 (Parte 1/2)
Capítulo 4 (Parte 2/2)
Capítulo 5 (Parte 1/2)
Capítulo 5 (Parte 2/2)
Capítulo 6 (Parte 1/2)
Capítulo 6 (Parte 2/2)
Capítulo 7
Capítulo 8 (Parte 1/2)
Capítulo 8 (Parte 2/2)
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte 1/2)
Capítulo 12 (Parte 2/2)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19 (Parte 1/2)
Capítulo 19 (Parte 2/2)
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22 (Parte 1/2)
Capítulo 22 (Parte 2/2)
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 (Parte 1/2)
Capítulo 25 (Parte 2/2)
Capítulo 26
Capítulo 28 (Parte 1/2)
Capítulo 28 (Parte 2/2)
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33 (Parte 1/2)
Capítulo 33 (Parte 2/2)
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Parte 1/2)
Capítulo 36 (Parte 2/2)
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41 (Parte 1/2)
Capítulo 41 (Parte 2/2)
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44 (Parte 1/2)
Capítulo 44 (Parte 2/2)
Capítulo 45 (Final)
Top 15 Comentarios + Agradecimientos
Tercer libro: Gea + Avisos
¡Concurso!

Capítulo 27

13.5K 1.2K 224
By meg-books

Transcurre un mes hasta que por fin cuelgan carteles en el Gremio anunciando la festividad de bienvenida a los nuevos ingresantes. Supongo que Kendrick no me mintió del todo cuando dijo que aún quedaban novatos por esperar, y es esa la razón por la cual la ceremonia se ha atrasado un poco más de un mes desde la Iniciación. Hay nuevos rostros rondando por la academia, y me pone un poco mal que tengan que esperar mucho más tiempo para iniciarse con la primera prueba.

Hablando de ello, no he dejado de pensar en aquel día. A veces sueño con la voz del instructor y sus palabras vienen acompañadas de imágenes, de los rostros de la gente que quiero. Desde que le mostré a Ebby lo que podía hacer con el fuego y decidí negarme a contárselo a Jim por el momento, no dejo de poner mi atención hasta en el más recóndito rincón con la paranoia de que alguien me esté espiando. En la escuela todo parece estar un poco más normal, excepto por el hecho de las miradas extrañas que Ebby me dirige cuando los tres nos encontramos pasando el tiempo. Sé que quiere saber más, y sé que quiere que le explique por qué no incluí a Jim, aunque en el fondo creo que ya lo intuye. Para no meter más la pata, me hago la estúpida y omito varios detalles cuando mi amiga me toma de improvisto y saca el tema de mi extraña habilidad. Sí, le digo que puedo hacerlo: que puedo crear fuego, manipularlo, sentir y cambiar levemente la temperatura. Pero no le digo nada sobre el Gremio, sobre el Círculo, sobre los demás: sobre los hawas y los ignisios. Incluso dejo de lado la verdad sobre Sam y, aunque ella ya lo ha estado prediciendo, sobre Fénix y su importancia en mi vida. Sobre todo, dejo de lado contarle el hecho de que soy una Hija de Gea, una de las últimas, y todo lo que ello implica.

Camino por los pasillos del Gremio, ya sintiéndolo natural a esta altura, y poco a poco me voy enterando de más cosas. Al parecer, la festividad tendrá lugar en un salón de entrenamiento... el cual nunca he visto. Sé que no me han dado las clases y las lecciones que me han prometido, pero me doy cuenta de que los demás ignisios sí las están teniendo. Lo noto en su ansiedad, en sus actitudes, en las corridas que hacen de un lugar a otro para llegar temprano al horario. Cada vez intuyo más que en realidad no quieren que aprenda tan rápido. No sé si es culpa de Kendrick o de otra autoridad menor que él, pero no soy tan estúpida; sé que quieren retenerme aquí. Que quieren que vaya lento. Ya lo he estado pensando en varias ocasiones, y cada vez la idea se hace más sólida.

De todos modos, no tengo tiempo suficiente para eso ahora. Estamos a un pelo de descubrir más sobre los padres de Fénix, sobre el tal Xander y su implicancia en sus muertes, y, por qué no, tal vez sobre Maron. Es todo lo que me interesa ahora, desde que descubrí que lo más importante para mí es que Fénix se entere de la verdad, que descubra aquello que lo ha estado carcomiendo desde hace tiempo. Sigo pensando que tal vez así pueda aceptar despegarse del Gremio... Tal vez, así, deje de sentirse tan atado a mí y deje de sufrir tanto los recuerdos que le traen este lugar.

Sólo quiero que se vaya, que sea feliz, y la llave para eso es que por fin se desvele el misterio de sus padres. Yo ya tendré tiempo y oportunidades para cumplir e irme también, pero él no tiene porqué aguantarse ese tiempo aquí en el Gremio.

Nos reunimos en la biblioteca. Tal parece que a Marshall, cuando fue conmigo a darme una corta lección de presentimiento, le gustó el silencio y la soledad que allí se brindaba. Cuando llego, sólo me encuentro con Jota, pero al instante llegan Ashley, Marshall, y Fénix. Elliot estuvo cuando hablamos sobre la cabaña solitaria del hawa del bosque, e incluso nos propuso ayudar para encubrirnos, pero nunca llega a nuestra reunión.

—Hoy es el momento —suelta Ash, una vez nos acomodamos cerca de un estante en el rincón. El alto techo de la biblioteca sigue resultándome maravilloso—. Todo el maldito mundo está con la cabeza en la fiesta y nadie se preguntará dónde diablos estamos. En general sueles perder a tus amigos en esta ceremonia, no es nada de otro planeta si alguien no nos ve.

—Estás dejando de lado que Audrey no es una ingresante cualquiera... —musita Jota, que está echado sobre un sillón con los brazos cruzados y la mirada hacia abajo—. ¿Tú crees que en serio no se darán cuenta de que la Hija de Gea falta?

—Podríamos pedirle a Danna que nos eche una mano —interviene Marshall, encogiéndose de hombros—. Incluso Elliot está dispuesto a ayudarnos con eso.

—¿Y qué crees que dirán? —pregunta Jota, siendo lo más lógico posible. Sigue mirando a Marshall como si no le cayera del todo bien— ¿Que la multi simplemente no tenía ganas de venir a la fiesta?

—Tampoco es que deban tenerla vigilada todo el santo día —bufa Ashley, que está sentada sobre una mesa como si eso no importara—. Yo estoy llevándola y trayéndola del colegio todos los días, y nunca me han hecho ningún problema cuando ella me pide quedarse más tiempo.

Alzo la mirada. Por un momento quiero saber si tiene dudas sobre la vez que me quedé toda la noche en lo de Ebby, luego de decirle que sólo estaría unas horas en la escuela. Incluso me gustaría saber si tiene sospechas de las veces que me he ausentado por culpa de los encuentros con Sam.

—Exacto —concuerda Marshall, y Ash clava la mirada en él—. Es tan sólo una noche más. Sí, lo sé —ataja antes de que Jota ataque—, es la festividad de la Iniciación, ¿pero acaso dudas de que Kendrick no sepa que a Audrey no le interesa ir?

Aprieto los labios. Yo sólo he mostrado interés en la primera prueba porque no quería que la hicieran tardar más. Es cierto que nunca demostré tener ganas de asistir a una fiesta... espero que se hayan percatado de eso.

—No es como si Audrey de repente faltara a la Iniciación —prosigue Marshall—. Eso sí es más importante, y más sospechoso.

Jota no tiene nada para objetar, sino que se queda pensando, aunque se nota que no le guste darle la razón. Cuando lo veo, mi mirada se va instintivamente hacia Fénix, que está a su lado. Está callado, pero su expresión me dice que está atento a la conversación.

—Pues otro momento no hay —añade Ash—. Creo que sería más fácil que nos descubrieran si vamos una noche cualquiera. Hoy casi toda la academia será un lío; creo que es perfecto para escabullirnos todos juntos.

Pienso que tiene razón. Es cierto que podrían dudar de mi ausencia en esta fiesta, como dice Jota, pero sería más sencillo atraparnos si nos fuéramos cualquier otra noche normal.

Jota se encoje de hombros, sin admitir mucho que los demás también tienen buenos argumentos. Pero si no contradice nada más, es porque ya ha aceptado que tienen cierta razón.

De repente, la voz de Fénix surge, ronca y profunda.

—Creo que Audrey debería aparecer en la fiesta —comenta, echándome una mirada—. Creo que todos deberíamos aparecer al menos en la primera hora, aunque no juntos. Podríamos tener un lugar de encuentro y vernos a la medianoche. Hablé con Danna y está dispuesta a ayudar, porque sabe lo que esto significa para nosotros; podría decir, si alguien le pregunta o se lo cuestiona, que Audrey se ha sentido mal de repente y se ha ido a su dormitorio —lleva la mirada hacia el suelo, como si estuviera haciendo un cálculo en su mete—. Nadie dudará, porque todos ya la habrán visto un rato. Y nadie se lo cuestionará, porque no hay nada más normal que sentirse mal después de un par de copas.

Todos quedamos en silencio un corto rato, y puedo ver cómo la sonrisa se extiende en el rostro de Ashley y cómo Marshall asiente con la cabeza mientras observa a Fénix.

Sonrío sin querer al darme cuenta de que todos estamos de acuerdo... aunque Fénix haya propuesto que me haga pasar por estar ebria.

—¿Y cuál será el punto de encuentro? —pregunta Marshall.

—No podemos salir por el portón —replico—. Obviamente, todo el mundo nos verá salir por allí.

Ashley inhala aire y pasea la mirada lentamente sobre cada uno de nosotros.

—Creo que están olvidando que cierta personita aquí ya pudo salir una vez del Gremio sin que lo pillaran...

Instantáneamente y al unísono, todos ponemos nuestra atención en Fénix, quien levanta la mirada del suelo y eleva las cejas castañas.

—No sé si sería bueno... —empieza, pero es interrumpido.

—Oh, vamos —farfulla Ashley, con una reluciente sonrisa en el rostro. Tal parece que le encantaría saber cómo salir de la academia sin tener que pasar el portón—. Te fuiste una noche cualquiera, muy tranquila. Todo será más fácil hoy, donde todos estarán con la mente en la celebración.

Fénix queda un momento pensando, y el solo hecho de que no se haya negado de primera me ilusiona.

—¿Vas a decirnos que ahora no puedes sacarnos de aquí? —inquiere Marshall tras el silencio, casi retándolo.

—Claro que puedo —murmura Fénix—. Sólo que no es tan sencillo. Además, no es lo mismo que salga uno a que salgan cinco.

—Pero... ¿puedes hacerlo? —Pregunto, intercambiando mirada con él— Me refiero a que si todavía tienes acceso a esa salida.

Fénix está como a punto de sacudir la cabeza, pero entonces se detiene y borra toda expresión de su rostro. Parece que recuerda algo repentinamente, porque clava sus ojos verdes en los míos con una intensidad que me detiene el pulso.

Me parece ver algo más en él; un asomo de sonrisa.

—Ahora sí.

Me quedo quieta un instante, incapaz de comprender nada. Pero entonces, sin saber muy bien cómo, hallo la respuesta en su mirada. El recuerdo choca en mi mente tan rápido como un relámpago.

Sigue teniendo las llaves.


Hace varias horas ya que dejamos el plan trazado, y aún sigo preguntándome en qué otra parte podrá servir el llavero del ático. Está claro que habrán sido las mismas llaves que usó Fénix para huir aquella vez, porque cuando él y yo fuimos en su búsqueda en la oficina, me di cuenta de lo rápido que pudo encontrarlas. Sabía casi exactamente cuáles llaves eran y dónde podrían estar guardadas, por lo que no me resulta difícil confiar plenamente en él para salir del Gremio esta noche.

—No vayas a vestirte bien.

La voz de Ashley me llega desde la otra esquina de nuestro dormitorio.

Despego la vista del espejo y me volteo hacia ella, que está sobre la cama atándose los cordones.

—Ya sé que es una fiesta —añade ante mi mirada—, pero debemos estar cómodas si algo se sale de control en el bosque.

—Sería raro si todos nos vieran en la celebración vestidos como si no supiéramos que se trata de una fiesta.

—Lo sé —bufa—, pero no me interesa. Importa más que puedas correr sin llevar tacones.

Una sonrisa se me escapa rebelde entre los labios.

—Es increíble lo diferente que eres de mi otra amiga... —susurro, para que no me escuche demasiado.

Dejo de lado un par de botas con suelas altas para ponerme un par más bajo y cómodo. Me pongo un pantalón elástico que, a pesar de que no es el indicado para una festividad, me parece igual de bonito. Me giro de espaldas para colocarme una blusa y una chaqueta, y cuando me doy vuelta contemplo a Ashley con una ropa que no es muy común en ella. Suele llevar pantalones bastante holgados y sueltos, pero ahora tiene unos leggins que, a pesar de sus piernas robustas, le quedan de maravilla.

Ella se sacude y se toma el pantalón sin preocuparse por ser delicada, estirándolo en todas direcciones mientras arruga la nariz.

—Te queda muy lindo —confieso.

—Lo detesto —me gruñe. Se pone como en sentadillas y tironea del borde hacia arriba—, pero es lo único decente que tengo.

—Y con eso puedes correr —observo.

—Eso espero.

Se endereza y prueba moverse un poco. No creo que esos leggins sean incómodos, incluso son buenos para correr, sino que Ashley simplemente no está acostumbrada a ellos.

Les gusten o no, cuando se pone de costado no puedo evitar contemplar lo bien que le marcan los glúteos... y lo trabajados que éstos están.

—Créeme, te sientan bien.

Ash está a punto de responderme con lo que estoy segura es un «Eso no importa», pero cierra la boca y la mirada se le escapa hasta dar con la mía. Tal vez niegue cada cumplido que le haga, pero ahora se queda callada y siento que trata de aceptarlo, aunque no me agradece nada. Se acerca velozmente al perchero y quita su chaqueta de allí para ponérsela. Sigue llevando el mismo corte rasurado a los costados, pero en todo este tiempo el cabello dorado de arriba le ha crecido unos centímetros y, en vez de llevarlo hacia atrás como antes, ahora le cae hacia un costado. Por más extraño que me resulte su peinado, y aunque no esté muy acostumbrada a verlo en otras personas, la verdad es que a ella le queda muy bien.

—Vámonos —ordena cuando abre la puerta—, quiero llegar a probar la comida.

—No te llenes. Tú misma dijiste que quizás necesitaremos correr —bromeo.

Me echa una mirada y yo sonrío. Ash rueda los ojos y sale al pasillo echando una carcajada.

—Tú haz lo que yo diga y punto.

—Claro, madame.     


Muchas mujeres están yendo hacia las escaleras ya vestidas y arregladas —algunas más que otras—, saliendo de sus habitaciones o de los sanitarios. Yo me quedo al lado de Ash mientras bajamos por los escalones en espiral y dejamos lugar a nuestro lado para que todas aquellas chicas que están apuradas puedan bajar trotando.

—¿Recuerdas el lugar de encuentro, no es así? —murmura Ash, mirando al frente— Podríamos separarnos en algún momento.

—Sí, lo recuerdo —observo a una muchacha que va bajando los escalones con sumo cuidado porque lleva unos tacones altísimos. Otra, en cambio, baja velozmente con un simple par de zapatillas.

Ash lo nota también.

—Parece que no va a importar que no estemos tan arregladas —comento.

—Sí —bufa—, me hubiera puesto mis pantalones de siempre y listo.

Cuando ya nos encontramos en planta baja, dejo que Ashley lidere el camino. Nunca antes había visto ni oído hablar de esa sala de entrenamiento donde se lleva a cabo la celebración. Las personas van y vienen, y la verdad es que me da provoca una bonita sensación. Caminamos varios pasillos más, hasta que llegamos a un punto donde nos topamos con una enorme puerta abierta de par en par. Hay música muy bajita, pero al menos hay música. También me imaginaba que todo iba a estar lleno de luces, pero al parecer sólo me ilusionaba. Ahora que lo pienso, ¿acaso me esperaba la fiesta de un club nocturno dentro del Gremio? De todos modos, la sala está bastante oscura y hay unas luces blancas y rojas que iluminan un poco el lugar.

Cuando entramos por completo, no puedo imaginarme el sitio como una sala de entrenamiento. Es un salón enorme, gigante, con paredes largas y ciertas ventanas allí en lo alto. Tal vez las mesas con bocadillos son las que le quitan la sensación de ser una sala de entrenamiento; junto con la música y luces, claro está.

Decido preguntárselo a Ashley.

—¿Y esto es un sitio para entrenar?

—Cuando no tiene todas estas porquerías, sí.

—¿O sea que queda todo vacío?

—¿Te has dado cuenta de otra cosita, pequeña multi? —inquiere ella— Las paredes son de concreto. Tal vez eso no te resulte asombroso, pero son buenas para recibir algún impacto de fuego.

Echo una mirada más hacia mi alrededor. Con la escasa luz no me había percatado de ello, pero tampoco me habría dado cuenta de para qué eran paredes de aquel material.

—Así que, ¿aquí...?

—Aquí entrenan los que están a punto de avanzar al Nivel Tres. Nos dan las técnicas y movimientos necesarios y útiles para la manipulación del fuego. Por eso es tan grande: cada ignisio necesita su espacio, su lugar de movimiento.

Dejo salir un silbido. Ojalá el día en que entrene aquí llegue pronto, porque todo eso me resulta increíble y asombroso.

Ashley echa una mirada arriba, hacia las ventanas. No sé bien qué está haciendo hasta que se arremanga la chaqueta y ve la hora en su reloj.

—Ya hemos llegado un poco tarde —alza la mirada y la clava en mí, mientras me da un empujoncito en el hombro—. Anda. Ve y emborráchate.

—Eso no es de verdad, es sólo para hacer creer que...

—¡Ve y emborráchate, dije! —Exclama, interrumpiéndome, mientras algunas personas justo pasan a nuestro lado. Ash les echa una mirada de soslayo y sigue gritando— Es tu fiesta de ingreso. ¡Allí hay ponche!

Vuelve a empujarme y yo trastabillo antes de llegar a la larga mesa de comidas y bebidas. Le echo a Ash una mirada fulminante desde lejos, pero no parece importarle. Cuando me giro y extiendo la mano para tomar una copa, me encuentro con una mirada familiar. Marshall también me observa, y una sonrisa simple se le expande en el rostro.

—¿Por qué será que no me sorprende verte parado junto a las bebidas? —pregunto.

—¿Cómo es que me conoces tanto en tan poco tiempo? —responde él en tono burlón. Baja la mirada y sirve dos copas— De todos modos, no tienen alcohol. Creo que deberás buscarte otra coartada.

Me tiende la copa y le echo un sorbo: definitivamente no lleva alcohol, porque sabe rico.

—¿No se suponía que...?

—La mayoría de los novatos son unas crías —bufa él—. No pasan de los quince o dieciséis años. Resultaba obvio que no iban a poner bebidas alcoholizadas aquí.

—¿No tendrían que haber sabido eso desde antes? —pregunto. Son ellos los que ya han pasado por otras fiestas de Iniciación, no yo.

—Antes siempre había alguien que se colaba con otras bebidas. Al parecer este año nadie ha hecho nada... —arquea las cejas y murmura como para sí mismo— ¿Será que porque antes era yo quién lo hacía?

Dejo salir una carcajada en forma de bufido, y me quedo con la copa. Después de unos segundos logro visualizar a Danna en una esquina, charlando con otras personas que no conozco. No están lejos, por lo que supongo que podrían verme desde allí. Además hay muchos encargados junto a las mesas, así que este es un buen sitio para que me miren.

Sin embargo, a quien no veo en ningún lado es a Kendrick.

Me acerco a las bandejas con bocadillos y saco algunos. Marshall me mira con ojos abiertos cuando nota que extraigo mucha comida.

—Diré que me ha caído mal al estómago —respondo ante su mirada.

—Pues entonces tendrás que comerte todo esto rápido —añade—, ya casi será medianoche.

Observo la cantidad de gente que sigue ingresando a la sala, y entonces me llevo dos bocadillos a la boca. Sólo espero que no me caiga mal de verdad.

—¿Por qué estás comiendo como un animal?

La voz de Ashley me toma por sorpresa. Pasa tras mi espalda y toma un sándwich mientras mira toda la mesa con ojo crítico.

—Tengo hambre —comento, notando cómo un ignisio se coloca a mi lado.

Marshall abre la boca para hacer otro comentario, pero se queda callado mientras observa a Ashley. Esa mirada no es muy difícil de leer, y entonces me doy cuenta de que se la queda viendo tal como yo me la quedé viendo en nuestra habitación. Es increíble como un cambio tan simple como lo es el de ropa, pueda cambiar tanto a una persona.

—Sólo espero que a Kendrick o a alguien más no se le ocurra exponerte de nuevo frente a todos como lo hicieron en el anfiteatro —dice Ashley.

Marshall se reactiva y vacila antes de observarme con el ceño fruncido.

—¿De verdad hicieron eso?

—No fue bonito —contesto, comiendo otro bocadillo—. Ahora es seguro que todo el mundo sabe que la Hija de Gea soy yo.

Ashley le echa otra mirada a su reloj y toma un rápido sorbo de una copa, antes de depositarla de nuevo en la mesa.

—Yo me voy yendo —anuncia—. No será mejor que nos vayamos todos juntos.

—¿No has visto a Fénix? —pregunto. El hecho de que no esté aquí no me da buena espina.

—Sé que Jota vino bien temprano —responde Marshall—. Y ustedes dos fueron las últimas en venir... Supongo que Fénix se ha quedado afuera.

Frunzo los labios. Quizás no tenía ganas de entrar aquí. Ashley me echa una última mirada antes de irse, y yo me quedo un rato más con Marshall junto a la mesa. Pasan algunos minutos y entonces comienzo a fingir que me arde el estómago. Trato de hacerlo lo más notorio y real posible, y parece que funciona, porque hasta un encargado de la comida me pregunta si me encuentro bien. Pobre, espero que no crea que su comida esté mal hecha.

Le aviso a Marshall que voy a irme, y él me asegura que cuando me vaya irá a hablar con Danna y comentará frente a todos sus acompañantes que no me siento bien.

Se siente el cambio de atmósfera fuera de la sala de entrenamiento. Los pasillos están más calmados e iluminados, pero sigue habiendo algunos grupos de personas andando por ahí. Intento recordar el recorrido hacia nuestro punto de encuentro, y ruego para que Fénix, Jota y Ashley ya estén allí. Trato de hacer una mueca y fingir malestar cada vez que me cruzo a un ignisio, pero por suerte casi nadie se ofrece a ayudarme. Un muchacho me ve en el camino y está a punto de decirme algo, posiblemente queriendo darme una mano, pero apresuro el paso y lo dejo atrás.

Mientras más camino sola, más nervios comienzo a sentir. Cuando estoy acompañada de mis amigos todo parece estar bien, todo parece que saldrá bien. Pero ahora es cuando mi mente comienza a darse cuenta de lo que está a punto de suceder.

Espero que todo salga de acuerdo al plan, espero que nadie salga herido.

Espero que podamos recolectar alguna información útil.

Doblo una esquina y encuentro unos sanitarios. En el medio de ambas puertas hay un umbral que da a uno de los balcones del Gremio, y cuando paso por allí encuentro el recoveco que se incrusta en la pared.

Unos ojos verdes, otros color miel y otros oscuros dan conmigo al instante. La sonrisa de Fénix se ensancha mientras yo me uno a ellos.

De verdad estamos a sólo unos minutos de partir. A sólo unos minutos de intentar irnos sin que nos vean, de intentar volver a hallar la cabaña en el bosque, de encontrarnos con una o varias personas que no sabemos quiénes son, qué pueden hacer ni cómo reaccionarán.

A sólo unos minutos de encontrar algún dato importante.

Los tres nos quedamos hablando y repasando algunos detalles, pero es cuando Marshall llega y dice que es hora de irnos que el estómago se me estruje con un alto nivel de ansiedad y exaltación.






Capítulo largo, pero decidí no dividirlo en dos para no hacerlos esperar un día más. Es lo menos que puedo hacer por agradecerles este tiempo de espera mientras rendía mis exámenes. 

No se dan una idea de las ganas que tengo de ponerme a escribir los últimos capítulos. No faltan muchos y, en mi opinión, son de los mejores. Ahhhh, ¡de verdad ya quiero escribirlos!

Sólo voy a decirles que no olviden el Preludio. Nunca, nunca se olviden de los preludios. 

¡Nos leemos muy pronto!



PD IMPORTANTE: Sé que Audrey no puede emborracharse, fue un error mío que pasé por alto y que muy pronto voy a corregir. Quise decir que podría ocasionarle dolor de estómago el tomar alcohol, como a cualquier persona. Pero sí, tienen razón, no se podría embriagar. Gracias por avisarme y perdonen.

Continue Reading

You'll Also Like

1K 73 8
Triangulo de amor y venganza
29.8K 2.1K 24
Madison Court, la chica que logra al chico que quiera con solo mirarse las uñas. La popular del colegio, la hueca según muchas chicas envidiosas. Ell...
815 150 10
A Daphne Bailey la persigue la desgracia y no, ella no es más rápida. A mes y medio de cumplir los dieciocho, Daphne asistirá por última vez al campa...
260K 33.4K 53
A sus dieciséis años, parecía que Mar ya tenía bastante de qué preocuparse con la escuela, su trabajo de medio tiempo, sus amigos y la relación con s...