Crepúsculo de Amor

By catonetolstoi

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Todo cambia en un instante pero el dolor lleva a Tea al extremo para recuperar ese amor perdido cueste lo que... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32 (final)

Capítulo 14

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By catonetolstoi

Poco a poco fue abriendo los ojos a la luz del nuevo día; tardó varios segundos en reconocer su habitación y en hacer memoria de la noche anterior. Así que su amiga Mai le quería enjaretar un novio, esa fue la jugarreta. No estaba dispuesta a tolerar algo así por segunda vez; ni siquiera por ser su amiga más querida.

Un olor agradable la sacó de sus pensamientos. Era un olor de comida friéndose en un sartén.

Sorprendida, se levantó de su cama y bajó las escaleras a medio vestir. Al llegar a la cocina descubrió al causante de la fragancia aromática.

-Hola Tea.

Los ojos azules de Tea no podían parpadear por el asombro. Yami estaba preparando unos huevos refritos con tocino a un lado.

-¿Dónde aprendiste eso?

-En los libros que tienes.

La forma de hablar indicaba que nuevamente había crecido. Calculó mentalmente unos 16 años.

-No te hubieras molestado.

-Quería hacer algo especial para ti ya que tienes que salir hoy.

-¿Eeeehhhh?

La cara confusa de Tea fue señal de que no recordaba nada. Yami la miró serio.

-Me dijiste que vas a salir con tu jefe.

Lo recordó todo; al no poder asistir con Kaiba ayer se citaron para el domingo.

-Es cierto.-se llevó una mano a la cabeza cerrando los ojos agotada y molesta.

-¿No quieres ir?

-No quisiera, pero no me queda de otra.

-Si es por mí, no tengo inconveniente en quedarme solo.

Un vuelco en el corazón de Tea la hizo sentirse conmovida y triste; no toleraba ver a Yami con esa clase de pensamientos. Así que se acercó a él y, como una esposa lo hace, pasó sus brazos alrededor de la cintura del chico mientras cocinaba.

-¿Qué haces?-preguntó Yami extrañado.

Seguía sin comprender esa actitud rara de Tea hacia él.

-Solo quiero demostrarte lo mucho que te quiero.

Yami se sorprendió, en especial porque su corazón comenzó a latir con más fuerza de lo normal, algo raro en él que en ocasiones tenía la sensación de que no sentía nada.

Dejó el sartén, apagó la estufa y coloco su mano sobre las de Tea que lo abrazaba por detrás.

-Yo también te quiero.

Tea sonrió, no era el cariño que esperaba pero era amor en cierta forma. Estaba ganando terreno en el alma de su amado ¿alma?

.

.

La entrada de la Corporación Kaiba estaba vacía en esos momentos por ser la hora de comer para los guardias. Eso era ventajoso para Tea que esperaba a su jefe sentada en las escaleras de entrada. No le daba gusto nada de esto, comenzaba a sentir fastidio de tener que seguir reuniéndose con Kaiba. Por mucho que le tuviera respeto, prefería dedicar tiempo a estar con su creación para que se desarrollara más rápido y así establecer su relación de amor con su Yugi. Era más que obvio que Yami la amaría al ser tan parecido a su novio.

A distancia, vio una limusina negra estacionarse en frente de la compañía y reconoció al hombre con la capa blanca bajando de este. Frunció el ceño algo enojada y resignada.

Se levantó del escalón y bajó para acercarse al jefe que caminó hacia ella. Se detuvieron cuando estuvieron cerca, mirándose en silencio.

-¿Qué planea que hagamos en esta cita?-preguntó Tea haciendo un esfuerzo por controlar lo furibunda que estaba.

-Primero un paseo por el parque.-dijo Kaiba sin más.

-¿Estás loco? Nos pueden descubrir.

-No lo harán. Si lo hacen les diré que necesitaba hablar contigo y nos fuimos a relajar a parque.

-Nadie creerá algo así.

-Es lo mejor que tengo.

-Supongo que no me queda de otra.-dijo Tea suspirando.

No esperó la respuesta de Kaiba, sino que se marchó caminando con paso firme y decidido. Al hombre no le causó gracia y gruñó por lo bajo mientras la seguía de cerca.

.

.

Por segunda vez consecutiva, la chica de cabellos castaños caminaba por el parque japonés admirando el pequeño lago, las puertas rojas sintoístas, las plantas y algunos animales que residían en el lugar como habitantes naturales.

-¿Le gusta este lugar en especial, jefe?

-Te dije muy claramente que podías llamarme Seto.

La voz del Kaiba marcaba que estaba un poco fastidiado de repetir los mismo dos veces.

-Bueno, Seto.-respondió Tea haciendo un puchero.

Caminaban uno al lado de otro sin dirigirse la mirada ni la palabra. Ninguno de los dos sabía cómo comportarse adecuadamente entre ellos ya que no él no era alguien que mostrara sus sentimientos con facilidad y ella no se sentía a gusto con el chico de cabello castaño.

Kaiba volteó a verla aprovechando que la joven estaba de perfil. Tenía un rostro hermoso y bien formado, viéndola en el ambiente natural de parque, fuera de la oficina, se pudo percatar de que Mokuba tenía razón en pensar que era una buena opción como pareja. Por des primera entendió qué le gustaba a Yugi de ella; aunque no lograba comprender por qué una mujer así no se daba la oportunidad de amar a otra persona. Era absurdo que siguiera amando, si es eso se podría llamar "amor", a un hombre que murió 5 años atrás.

Se sentaron en una banca a observar como el parque se iba llenando de gente que paseaba con sus mascotas, hacían ejercicio o simplemente leían en otras bancas.

-Parece que no tenemos nada que hacer nosotros.-dijo Tea.

-Esa es la consecuencia que tenemos por no convivir lo suficiente y estar siempre encerrados en la oficina.-dijo Kaiba.

-Creo que sí. Hemos olvidado salir del encierro para vivir realmente.

Kaiba la miró extrañado. La chica que menos disfrutaba de la vida hablaba sobre el tema.

-Tea ¿eres feliz?

La pregunta sacó de su casillas a Tea, no tanto porque la cuestión en sí, sino porque era Kaiba el que formulaba esa duda.

-Claro que sí ¿Por qué lo pregunta?

-Tú sabes por qué.

La castaña lo miró fijamente. Era curioso que se parecieran tanto en su físico, ambos eran de cabello castaño y ojos azules.

-Sí, lo soy. Ahora lo soy.

Eso significaba que antes no lo era, la duda real era ¿qué provocó de pronto esa alegría y esperanza en la vida?

-¿Hay alguna cosa en especial que desees tener?

-¿Qué?-la chica frunció el ceño con el rostro lleno de confusión.

-Estoy dispuesto a darte lo que quieras con tal de que seas feliz.

Tea creyó por un momento que el mundo se congelaba a su alrededor, que sus oídos estaban fallando y que sólo fue un producto de su imaginación lo que acababa de escuchar.

-Seto ¿Por qué me está hablando de esa forma?

-Porque quiero, no tengo por qué no hacer algo por ti. Eres especial.

-¿Bebió algo?

-Claro que no.-la respuesta de Kaiba era exasperada.

-Entonces debo aprovechar que está de buen ánimo y que el sol le pegó fuerte.

-No te burles. Lo digo en serio.

Las miradas azules de ambos se enfocaron el uno en el otro. Tea intuyó que Kaiba era distinto a cómo lo conoció, no parecía ser el hombre frío con que comenzó a trabajar en el pasado. Seto Kaiba pensó lo mismo con Tea, era una mujer muy diferente a la que trabajaba con él, no sabía explicar qué era, pero estaba seguro de que existía algo único en la chica.

Por varios segundos siguieron viéndose sin apartar sus miradas azules que brillaban por el efecto de la luz solar. Para sorpresa de Kaiba, su corazón comenzó a latir rápido ante el hechizo de la mirada de Tea. La chica se encontraba en una situación parecida, sus manos sudaban y por más que trataba no lograba voltearse evitando así la mirada penetrante del que ahora no era su jefe, sino el chico con el que asistía a una cita.

Como impulsado por una fuerza invisible que no tenía comprensión en esos instantes, Kaiba empezó a acercarse a Tea poco a poco, su corazón seguía latiendo con intensidad y sin control. Tea lo observaba, pero estaba hechizada literalmente, no lograba apartarse de esos ojos azules como los de ella, una corriente eléctrica recorrió su cuerpo de pies a cabeza paralizándola en la banca.

-Tea...

La nombrada no respondió, su garganta se atragantó impidiendo el habla. Quería gritar, quería huir, en especial cuando vio que el rostro de su jefe estaba a unos cuantos centímetros del suyo y que casi rozaba sus labios.

Un ladrido a lo lejos rompió el hielo provocando que ambos se giraran por fin. Frente a ellos pasó un perro que no paraba de ladrar seguido de su amo que corría junto con él.

El desconcierto se apoderó de ambos retirándose uno a cada lado de la banca.

-Lo siento mucho.-fueron las palabras de Kaiba.

-No se preocupe, fue un impulso.

-Seguramente.

Pasaron alrededor de unos 5 minutos en silencio, sin saber qué decir con respecto a lo que estuvieron muy cerca de hacer.

-Seto, tengo que volver a mi casa.

-¿Estás enojada?

-Necesito estar más relajada.

No esperó a que alegara algo el chico, se levantó rápidamente y miró a su jefe.

-Perdone mi falta de respeto.

Hizo una reverencia de despedida y corrió todo lo que podía. El miedo se apoderó de ella, necesitaba refugiarse en el hombre que ella amaba antes de que sus emociones se salieran de control.

Kaiba la siguió con la mirada hasta que se perdió de vista. Cubrió su rostro entre sus manos recargándolas en sus rodillas, sintiendo vergüenza de sí mismo, una ira combinada en su fuero interno.

-¡Falta de respeto!-repitió las palabras de la chica al destapar su rostro-Yo soy el que casi te falta al respeto hoy.

.

.

Por fin, después de mucho tiempo invertido, había terminado de leer todos los libros de la casa de Tea. Ya no había nada más que hacer en ese hogar, el único lugar que conocía desde que comenzó su vida. Yami se paró del sofá, recorrió ligeramente la cortina visualizando parte de la calle, mientras la furia se apropiaba de él.

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